La oficina del futuro

    Para el orgullo nacional, César Pelli es tucumano. Pero eso es sólo un detalle cuando se enumera su trayectoria como

    arquitecto, que lo ubica como uno de los más prestigiosos especialistas del mundo en una nueva disciplina: los edificios

    inteligentes.

    Pelli, quien obtuvo su título en la Universidad de Tucumán, pero pasó casi toda su vida profesional en Estados Unidos, fue

    decano de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Yale entre 1977 y 1984, y su diseño del World Financial Center

    de Nueva York fue reconocido como uno de los diez mejores trabajos de la arquitectura norteamericana desde 1980.

    Estuvo hace poco en Buenos Aires a propósito de la puesta en marcha del proyecto del edificio República, su primer

    emprendimiento en la Argentina, que se levantará en las cercanías de Puerto Madero y cuyo corte de cintas está previsto

    para mediados del año próximo. El edificio es una fuerte apuesta inmobiliaria del Banco República, que alquilará

    aproximadamente en US$ 45 el metro cuadrado de cada uno de los 20 pisos construidos de cara al río de la Plata. Mario

    Roberto Alvarez es el estudio asociado.

    MERCADO conversó con Pelli acerca de las nuevas tecnologías que se aplican a las oficinas de negocios en el mundo,

    cómo se definen las nuevas organizaciones empresarias a través de la estructura física y qué significa un edificio como

    ciudadano repsonsable en el marco urbano.

    En la mitología de las empresas, sobre todo de las grandes corporaciones, hay una imagen legendaria, en la que los

    despachos de los máximos directivos estaban en la cima de los rascacielos, de modo que la verticalidad de la

    organización quedaba plasmada de un modo explícito. Ahora, con el auge de las nuevas filosofías de gerenciamiento,

    que apuntan a estructuras horizontales, ¿cómo se resuelve la cuestión desde la arquitectura?

    Es cierto, en el pasado, en los edificios de negocios las decisiones se concentraban en dos pisos ejecutivos. Hoy en día se

    buscan más puntos en común, cada jefe tiene su despacho en la zona que está en su esfera de reponsabilidad, convive con su

    equipo.

    Nosotros estamos trabajando en algo que denominamos la oficina del futuro. Tiene como máximo tres pisos, sin

    ascensores, con plantas muy grandes, cada piso tiene 15 mil metros cuadrados, con losas de 30 metros de ancho, onduladas

    para sugerir diferentes áreas y vistas sin dividirlo. Hay muy pocas oficinas cerradas, el diseño es el conocido como tela de

    araña, donde el responsable ve a todos y a su vez está a la vista de todos.

    Pero el edificio que estamos diseñando en Ohio con estas características tiene una particularidad: está dispuesto en 15

    hectáreas. Es algo que sólo se puede construir en amplios espacios, y en las ciudades obliga a reformularlo en sentido

    vertical, es decir: a colocar ascensores y a elevar más pisos.

    El concepto de edificio inteligente se está haciendo cada vez más popular. ¿Qué condiciones debe reunir una

    construcción para pertenecer a esa categoría?

    Un edificio inteligente se define por tres aspectos: la automatización de todos los sistemas, como ascensores, luces y

    seguridad. La capacidad de proveer sistemas sofisticados de comunicación en sentido vertical y horizontal, para lo que, en

    general, se requiere una red de fibra óptica. Y por último aunque éste es el más importante de todos los requisitos que

    esté diseñado para responder a los cambios tecnológicos que vendrán.

    Hay que tener en cuenta que un edificio automatizado no necesariamente es inteligente. Para esto, debe ser capaz de

    adptarse a todas las tecnologías que se incorporan, que inexorablemente se renuevan en avances técnicos y en concepto. No

    es lo que se consideraba inteligente hace diez años, cuando comenzaron estos diseños. El edificio República es comparable a

    cualquiera que se pueda construir en este momento en Manhattan, Tokio o Chicago.

    Usted tiene una teoría acerca de los edificios como ciudadanos responsables.

    En la ciudad hay que poner énfasis en lo público; los edificios no sólo tienen que tener valor en sí mismos, sino por lo

    que aportan a la ciudad, al entorno. Esencialmente, que sean responsables, y es deseable que contribuyan a la generación de

    espacios para toda la comunidad.

    El edificio República tiene una proa en la planta baja que es el gran espacio institucional de este emprendimiento, un

    espacio que facilitará la realización de actividades culturales de todo tipo. Además, ya se llamó a concurso para elegir las

    esculturas que se instalarán en la plaza exterior del edificio, una forma concreta de contribuir al entorno.

    Una construcción no puede irrumpir en un lugar sin tener en cuenta el paisaje que la circunda: en este caso, nos inspiramos

    en las tradicionales recovas de Paseo Colón para hacer arcadas, y en los últimos dos pisos incorporamos balcones, como

    tenían las antiguas casas de altos de Buenos Aires. Además, es un edificio que mira al río y a plaza Roma, no está

    construido de espaldas, sino aprovechando el contexto.

    Josefina Giglio

    Tiempo de comprar

    Aunque el proyecto original sólo contempla la posibilidad de alquilar los pisos, República Propiedades, responsable de la

    iniciativa, tuvo una oferta que niegan que se hubiera originado en el multimillonario George Soros, de notoria presencia

    en el mercado inmobiliario de Buenos Aires para adquirir el edificio en

    US$ 83 millones.

    César Pelli afirma que éste es un momento para comprar y no para vender. Estoy seguro de que cuando se supere esta

    coyuntura se estará hablando de otros números. No digo que el edificio sea más barato o más caro, sino que en un año más

    las proporciones serán otras. Aunque Pelli no habla de montos de inversión, calcula que para el República los números

    apuntan a un nivel 30% o 40% más alto que los costos normales.

    Con piel de aluminio y cristal

    El edificio República se levantará entre las calles Bouchard, Viamonte, Madero y Tucumán. El proyecto tiene tres polos:

    uno de ellos mira a la zona sur, donde se ubica la reserva ecológica, otro hacia Retiro, y el tercero está representado por la

    circunferencia que lo vincula con la plaza Roma y la ciudad. La gran fachada convexa frente al río, de más de 70 metros de

    desarrollo, descubre el brazo de agua, un elemento que hasta ahora la ciudad no tenía incorporado a su paisaje.

    El edificio fue pensado para racionalizar los costos de funcionamiento. La piel de aluminio y cristal que lo recubre es el

    más moderno de los sistemas de curtain wall, con un diseño que contribuye al ahorro de energía. El sistema de aire

    acondicionado es de aire variable, que permite acondicionar todo el edificio sector por sector, según los requerimientos de

    los usuarios, mediante computadoras que controlan y restringen el uso de energía.

    Las comunicaciones internas circularán por una red troncal que permite la utilización de fibra óptica para una transmisión de datos

    más rápida y confiable, mientras que los sistemas de seguridad permitirán restringir el paso de personas y su seguimiento en las

    distintas áreas. Todos los sistemas se interrelacionarán y controlarán en un Centro de Gestión Computarizado.