Y Ahora, Virgin Cola
De todos los rivales que se han atrevido a desafiar a Coca-Cola y Pepsi, éste es uno de los más pintorescos y potencialmente
temibles. El británico Richard Branson, creador y dueño de Virgin Airlines y varias empresas de turismo, impuso su estilo
poco convencional ofreciendo bajos precios y disputando sonadas batallas con los grandes de la aviación comercial. Ahora
ha lanzado su propia bebida cola en el Reino Unido con parecidos argumentos: dice que prefiere invertir en la calidad del
producto más que en costosas campañas publicitarias. Y no le va mal, considerando que Virgin Cola está ya presente en la
principal cadena de supermercados del Reino Unido y en las máquinas expendedoras de las estaciones de servicio. Espera
vender este año 300 millones de latas en el mercado británico y promete llegar a 140 países en los próximos tres años.
Los Europeos y la Telefonía Móvil
El teléfono celular no ha alcanzado, en Europa occidental, la velocidad e intensidad de penetración que exhibe en Estados
Unidos. Actualmente hay en toda la región 13,9 millones de usuarios del servicio. Pero lo verdaderamente curioso es cómo
se reparte esta modesta cifra. Los británicos constituyen la clientela más fiel: aportan 26% del total de suscriptores. Los
siguen los alemanes (18%) y los italianos (16%). Los países escandinavos, escasamente poblados, muestran, sin embargo,
índices bastante respetables: 9% Suecia y 5% Finlandia. La resistencia de los franceses a adoptar la cultura del teléfono
móvil es, en cambio, notoria: representan apenas 6% del total de suscriptores europeos.
Satán en la Computadora
El diablo anda suelto en la red Internet, a la que están conectadas 5 millones de computadoras de todo el mundo. Se trata,
en realidad, de un programa cuyo sugestivo nombre, Satan, responde a las siglas de Security Administrator Tool for
Analysing Networks. La idea de los creadores de Satan es poner a prueba la confiabilidad de la red. El programa (que puede
ser copiado gratis por cualquier usuario de Internet) permite detectar fallas en los sistemas de seguridad de los equipos. Y
cuando encuentra una debilidad, explica cómo puede ser explotada.
Los defensores del programa argumentan que, si el experimento sale bien, se reforzará la confianza en el sistema Internet,
lo que podría iniciar una nueva era en las comunicaciones globales, para incorporar masivamente transacciones
comerciales, operaciones bancarias y transmisión de información de valor estratégico.
Pero la cuestión presenta también riesgos inocultables. Los temidos hackers de todo el mundo podrían haber encontrado en
Satan un fantástico vehículo para desarrollar actividades de espionaje, diseminar virus y atacar a enemigos reales o
imaginarios.
Sólo el tiempo, en definitiva, demostrará si Satan puede actuar como un benéfico instrumento al servicio del progreso o si,
por el contrario, será el detonante de una verdadera guerra informática a escala global.
El Disney de los 90
Más de la mitad de las entradas para el teatro que se venden actualmente en Broadway corresponden a salas donde se
representan obras del mismo autor: Andrew Lloyd Webber. Este inglés de 47 años, estudiante fracasado de Oxford, cuenta
en su haber con títulos que marcaron una época, como Evita y Jesucristo Superstar, y sigue fascinando a multitudes con sus
más recientes comedias musicales: Cats y El fantasma de la ópera.
Su compañía, Really Useful Group, lleva recaudados casi US$ 4.000 millones gracias al dinero que dejaron en las boleterías
unos 100 millones de espectadores. Lloyd Webber finalmente comprendió que esta formidable maquinaria generadora de
éxitos debería tener un efecto multiplicador si aplicara algunas de las recetas con las que el legendario Walt Disney fundó su
imperio.
Es así que cinco obras de Lloyd Webber están siendo llevadas al cine (dos de ellas en el formato de dibujos animados), las
canciones ya se grabaron en CD, avanzan los planes para levantar un complejo turístico en Las Vegas inspirado en los
musicales y se están negociando las licencias para producir líneas de juguetes, muñecos, video games y libros para colorear,
todos ellos provenientes de los personajes y situaciones que creó el prolífico compositor británico.