Hay dos formas de determinar la rentabilidad de un banco: la que consiste en relacionar las ganancias con el patrimonio
neto (de particular interés para los accionistas) y la que refleja la rentabilidad sobre la operatoria global de la entidad, que se
determina vinculando los beneficios con el activo total. Esta última es mucho más representativa. Por eso, los analistas se
inclinan por este método para evaluar la real rentabilidad operativa de una entidad.
Al relacionar las ganancias obtenidas por todas las entidades durante el año pasado ($ 482,6 millones) con el monto de
los activos totales ($ 81.426,8 millones) surge una rentabilidad promedio de sólo 0,6% para todo el sistema. En la medición
anterior el índice fue de 1,26%.
Entre los bancos privados nacionales, volvió a ubicarse el Sáenz entre los puestos de privilegio con una rentabilidad de
9,13%, ligeramente inferior a la del ejercicio previo (11,1%).
Pero donde más se advirtió el impacto de la crisis fue en el segmento de los bancos extranjeros, que en 1994 soportaron
una pérdida acumulada de $ 205,4 millones, equivalente a 1,65% de sus activos totales. En ese sentido se destacaron el
Illinois (44,77%), el Santander (35,71%) y el Chemical Bank (26,68%), todos ellos con fecha de cierre de los ejercicios el
31 de diciembre.
Sobre 31 bancos de capital extranjero que operaban en el país a fines de diciembre, sólo ocho mostraron saldos positivos
en la cuenta de resultados, pero de muy escasa gravitación.
Por el lado de las entidades cooperativas se destacaron por su rentabilidad el Empresario de Tucumán (4,10%) y el
Cooperativo de Caseros (3,06%), a pesar de lo cual este último también resultó afectado por problemas de iliquidez, que
obligaron al Banco Central a incluirlo dentro de la órbita del Fondo Fiduciario para normalizar su situación.