Los nuevos bancos

    La ola de fusiones y absorciones que se produjeron en el sistema financiero desde diciembre abarcó, hasta el cierre de

    esta edición, a 31 entidades. La más importante, desde el punto de vista institucional, se registró en Córdoba, donde se

    fusionaron las dos entidades provinciales (el Banco Social fue absorbido por el Banco de la Provincia), con un patrimonio

    conjunto de $ 428 millones y activos totales por $ 2.896 millones.

    La absorción del Shaw por el Banco del Sud fue otra operación importante, aunque ya estaba prevista antes de producirse el

    efecto tequila. La nueva entidad tendrá un patrimonio neto de $ 282 millones y un activo total de $ 1.769 millones, sobre la base de

    los balances cerrados en diciembre. (Los cambios registrados en la cartera de depósitos a partir de ese mes pueden originar

    modificaciones significativas en esas cifras.)

    La compra del Banco de la Ribera y el Aciso por parte del Integrado Departamental (BID), está aún condicionada, debido

    a los problemas de iliquidez del BID, que culminaron con la decisión del Banco Central de suspender transitoriamente sus

    operaciones por 30 días desde el 18 de abril. Resulta llamativo, por cierto, que el organismo rector de las finanzas

    autorizara esta absorción si el BID padecía las dificultades que finalmente condujeron a la suspensión de sus actividades.

    Algo similar podría decirse del Banco Cooperativo de Caseros, que absorbió al Banco del Noroeste, a pesar de que también

    atraviesa dificultades financieras.

    PERFIL GENERAL DEL SISTEMA

    Al analizar el perfil del sistema financiero en los tres últimos años (sobre la base de los balances cerrados en cada uno de

    ellos) surge como característica destacada el importante crecimiento de los activos totales ($ 310 millones en 1992, $ 399,8

    millones en 1993 y

    $ 493,5 millones en 1994), mientras que el patrimonio neto (capital propio) estuvo muy lejos de acompañar ese crecimiento.

    En esos años pasó de $ 55,7 a $ 78,3 millones, de lo que se desprende que el auge de la actividad bancaria se basó

    fundamentalmente en el endeudamiento de las entidades y no en la incorporación de nuevos capitales. Esto es importante,

    porque la mayor parte de la expansión del patrimonio es producto de las ganancias obtenidas y no de la incorporación de

    capitales genuinos por parte de las entidades.