Esperando las inversiones

    La entrada en vigencia plena del Mercosur a partir del 1_ de enero suscita, para las empresas nacionales, una multitud

    de incógnitas y de posibilidades, sobre las que el secretario de Relaciones Económicas Internacionales del Ministerio de

    Relaciones Exteriores, Jorge Campbell, conversó extensamente con MERCADO. El panorama delineado desde la

    Cancillería revela un acentuado optimismo acerca de las inversiones que a partir de ahora se concretarán en el país,

    sobre la base de que el Mercosur se encuentra incluído en los planes estratégicos de las principales empresas del mundo.

    Ahora que el Mercosur está en vigencia plena, ¿cómo se plantea el futuro de la relación con el resto de los

    países de la Aladi?

    El Mercosur ya comenzó a negociar con todos los restantes países de la Aladi. Como la negociación es sumamente

    compleja, se convino postergar con cada uno de esos países las preferencias arancelarias hasta el 30 de junio, para

    evitar que quedaran afectados en su relación con los integrantes del Mercosur.

    ¿Con qué países están más avanzadas estas negociaciones?

    Con Chile y Bolivia, los primeros que solicitaron asociarse al Mercosur. Dado el interés de ambas partes, confío en

    que mucho antes de fines de junio las negociaciones con estos dos países queden concluidas.

    ¿Qué se puede esperar, en este momento, de las negociaciones con la Unión Europea?

    El Mercosur, según la visión argentina, es el producto de un profundo cambio cultural registrado en los países

    integrantes. Esto significa mayor apertura, mayor transparencia, mayor desregulación y mayores vínculos con el

    mundo. El Mercosur no es un bloque que tiende a cerrarse, sino todo lo contrario. Esto permite entender por qué, unos

    días antes de Navidad, se firmó un memorándum de entendimiento para la iniciación de las negociaciones con la Unión

    Europea, que esperamos se encuentren definidas para el segundo semestre de este año. La meta es llegar a una zona de

    libre comercio, tanto de bienes como de servicios. Las negociaciones serán sumamente arduas, complejas y extensas,

    teniendo en cuenta que existen 15 países de un lado y cuatro del otro. Pero es muy auspicioso que desde el punto de

    partida haya un memorámdum de entendimiento.

    Desde el punto de vista económico, ¿puede significar una señal importante para que los grandes grupos

    económicos planifiquen las inversiones?

    Para los empresarios que estén planificando inversiones en el Mercosur, ese pensamiento se enriquece conociendo

    que la Unión Europea también está pensando en esos términos.

    ¿Cuáles fueron, a su juicio, los puntos más importantes aprobados en la reciente cumbre de presidentes

    americanos en Miami?

    El principal fue la aprobación de una agenda de trabajo durante 1995 para ver cómo se llega a una zona de libre comercio

    desde Alaska hasta Tierra del Fuego. Dentro de esa agenda se destacó al Mercosur como uno de los bloques o sub-regiones que

    más puede contribuir a la aceleración de este proceso, junto con el Nafta. Lo que se pretende es que estos bloques, que ya

    avanzaron en la desregulación y en la constitución de zonas de libre comercio, concreten acuerdos de segunda generación con

    distintos países, para generar una zona de libre comercio global.

    Todos los países se encaminan en la misma dirección, la de una mayor vinculación con el mundo. Un ejemplo en este

    aspecto lo da el hecho de que el arancel externo común del Mercosur es más bajo que los aranceles individuales de cada

    país. Por lo tanto, el Mercosur es un bloque más abierto que los cuatro países tomados individualmente.

    Uno de los temores más difundidos en torno de las perspectivas del Mercosur surge del impacto que podría

    tener, sobre todo en la Argentina, un eventual fracaso del plan de estabilidad de Brasil. ¿Cómo evalúan ustedes

    ese riesgo?

    Lo que pasa en Brasil repercute en la Argentina y viceversa. Pensar de otra manera sería volver al escenario anterior.

    Se puede discutir si la Argentina o el Brasil son indispensables para el Mercosur, pero lo que no está en discusión es

    que son inevitables. Por eso el Mercosur pudo concretarse: las políticas económicas de los cuatro países estaban

    convergiendo. El plan Real se convirtió en un acelerador de esa convergencia y, si llegara a fracasar, no afectaría al

    Mercosur como idea-fuerza.

    ¿Hasta qué punto la reciente crisis en México puede afectar el ingreso de capitales al Mercosur?

    Unicamente en forma coyuntural, en la medida en que muchos inversores institucionales no hagan ninguna

    clase de diferenciación con respecto a los distintos países de Latinoamérica. Pero cada vez es mayor la cantidad

    de inversores con un adecuado conocimiento de las características de cada país. Por lo tanto, tienen la capacidad

    suficiente para diferenciar los procesos.

    En estos cuatro años el Mercosur produjo una explosión del comercio, que en 1994 se elevó a más de US$ 10.000

    millones cuando antes apenas alcanzaba a US$ 3.000 millones. Este explosivo crecimiento produjo los problemas

    estructurales por todos conocidos (faltan medios de transporte adecuados, existen importantes carencias de

    infraestructura en las aduanas y otras deficiencias), por la sencilla razón de que cuando se planificó el Mercosur no se

    previó un crecimiento tan excepcional del comercio.

    ¿Es razonable esperar que las inversiones acompañen el ritmo de evolución del intercambio?

    Diría que sí, y me atrevería a predecir que este año será el de la explosión de las inversiones. Hay proyectos de

    inversión en la Argentina que hace tres o cuatro años no eran viables y hoy sí lo son, al mejorar la tasa interna de

    retorno, como consecuencia de la reducción del riesgo país argentino y la consecuente reducción del costo

    financiero. El proceso de desregulación en comercio exterior, de la actividad portuaria y otros servicios, también

    influyó en ese aspecto, igual que la puesta en marcha del Mercosur, que amplió notablemente el mercado

    argentino.

    ¿Hay evaluaciones precisas acerca de cuál fue la magnitud real de la inversión externa dentro del

    Mercosur, y cómo se distribuyó entre los distintos países?

    A nivel local la inversión trepó de 13% del PBI en 1990 a poco más de 20% en 1994, pero esto no da una idea

    exacta de lo verdaderamente ocurrido, porque no incluye las compras de paquetes accionarios efectuadas por

    empresarios del exterior, ni la enorme cantidad de empresas argentinas y brasileñas que comenzaron a vincularse

    mediante alianzas estratégicas, asociándose, concretando convenios de distribución o cambiándose paquetes

    accionarios.

    ¿Qué sector en particular se destaca en ese aspecto?

    El fenómeno es general; está ocurriendo en el sector de los servicios, de la agroindustria, de la industria automotriz,

    la metalmecánica y otras.

    Cuando se constituyó el Mercosur, se insistía en que, como consecuencia del acuerdo, la Argentina se iba a constituir en un

    país agrario y Brasil en un país industrial. Creo que está pasando todo lo contrario. Hoy, por ejemplo, tenemos problemas para

    venderles trigo a los brasileños y, en cambio, estamos vendiendo sin dificultades muchos productos industriales.

    ¿Cuál es la relación entre las exportaciones que se realizan a Brasil con las que Argentina efectúa al resto del

    mundo?

    El patrón de comercio de la Argentina hacia Brasil es superior al de la Argentina con los demás países. Esto

    demuestra que los productos industriales colocados en Brasil tienen una importancia creciente, con una importante

    diversidad de actores que intervienen, especialmente por el flanco de las Pymes, que tienen una activa participación

    dentro del Mercosur.

    ¿Como definiría el estado actual de las relaciones comerciales entre la Argentina y el Brasil?

    Lo definiría como un comercio maduro, donde se compran y se venden las mismas cosas. Esto se denomina

    comercio intraindustrial, razón por la cual se van a encontrar empresas exitosas en la Argentina en un producto y

    empresas exitosas en el Brasil con el mismo producto. Por el contrario, empresas fracasando en la Argentina y en el

    Brasil con el mismo producto. Cuando hay un proceso de cambio tan fuerte como el que actualmente se registra en la

    Argentina, en el Mercosur y en el mundo, el valor más importante de las empresas es la capacidad para innovar. Esto

    no tiene nada que ver con productos ni con sectores, sino con el management de las empresas.

    En el sector automotriz, muchos vaticinan que la Argentina terminará como una gran ensambladora, con la

    posibilidad de que la industria autopartista entre en una etapa de profunda crisis.

    No es así. En 1990 Argentina producía 100.000 autos y el Brasil 500.000. Este año está previsto que nuestro país

    produzca 600.000 vehículos y el Brasil 2 millones. Por lo tanto, no creo que se produzca lo que usted señala, a pesar de

    que la industria autopartista brasileña tiene un mayor grado de desarrollo que la nuestra. El principal mérito del

    régimen automotriz imperante en la Argentina es haber logrado un razonable grado de equilibrio entre la industria

    terminal y la autopartista.

    En las negociaciones llevadas a cabo en el Mercosur este régimen se mantiene. Incluso se logró que la industria

    autopartista participe dentro de lo que es el componente nacional del auto popular brasileño, que le ofrece perspectivas

    enormes. Se estima que este tipo de vehículo venderá 800.000 unidades anuales (40% del mercado brasileño) y

    dependerá de la competitividad de cada empresa lograr la mayor porción posible de ese mercado, que por sí solo será

    30% superior a la producción nacional estimada para este año.

    ¿Y qué pasará cuando en el año 2000 finalice el régimen automotriz argentino?

    A partir de esa fecha habrá un régimen común del Mercosur, apoyado en un arancel común extrazona y en la libre

    circulación intra Mercosur, sin ningún instrumento paraarancelario.

    ¿En cuánto se estima para esa época la producción automotriz del Mercosur?

    En aproximadamente 3 millones de vehículos, una cifra lo suficientemente importante como para que se efectúen

    inversiones serias en ambos países.

    La explosión de inversiones que usted prevé para este año podría continuar en los próximos.

    El Mercosur no solamente está en la agenda política de todos los países del mundo, sino también en la de todas las

    empresas que hacen planificación estratégica.

    La incógnita es adónde se van a dirigir esas inversiones.

    La localización dependerá de dónde haya mejor ambiente de inversión, que muchos analistas traducen como el lugar

    donde hay mejor competitividad sistémica, que abarca distintos aspectos, desde la abundancia de materias primas hasta las

    condiciones políticas, sociales, el medio ambiente, la mano de obra y otros.

    ¿La Argentina presenta un buen ambiente de inversión en este momento?

    Diría que excelente, sin que ello signifique que el ambiente argentino sea mejor que el brasileño. Actualmente hay

    importantes emprendimientos vinculados al Mercosur que se están desarrollando en la Argentina, lo que confirma mis

    apreciaciones.

    ¿Cuáles son los próximos pasos dentro del Mercosur?

    A partir de ahora, la agenda del Mercosur tiene tres líneas de trabajo muy definidas. La primera es la

    instrumentación de todo lo ya acordado. La segunda está relacionada con la vinculación del Mercosur con otros países o

    bloques y la tercera es la profundización del Mercosur, el tratamiento de los servicios, la interconexión eléctrica y de las

    infraestructuras en general y, fundamentalmente, la eliminación de las trabas que cada país implantó en el pasado.

    ¿Cuándo será razonable plantear que los trabajadores, las empresas y las personas circulen libremente dentro

    del Mercosur?

    Esa es la meta, pero no es posible definir tiempos, porque ésa va a constituir una tarea permanente. Yo estoy muy

    feliz con lo que se avanzó hasta ahora, pero creo que la tarea que todavía queda por delante es enorme. Lo importante es

    que la decisión política de llevarla adelante ya está tomada.