El largo camino hacia la cima

    La consolidación del Banco de Galicia como número uno de las entidades privadas fue, a nivel constitucional, la noticia del año en el mercado financiero. Después de un prolongado cabeza a cabeza con el Banco Río, el equipo comandado por Eduardo Escasany se adueñó de la punta, tanto por volumen de depósitos como por el total de los activos y de los préstamos.

    Al 30 de junio, cierre del último ejercicio, los depósitos totales del Galicia ascendían a $ 2.506 millones contra los $ 1.576 millones que exhibían un año atrás. Este aumento de 59% tuvo un correlato en materia de activos totales (crecieron 49,5%, al pasar de $ 2.769 a $ 4.141 millones).

    Según uno de los artífices de este comportamiento, el gerente de la División Mayorista, Daniel A.

    Llambías, “para el banco es prácticamente indiferente ser primero o segundo en depósitos. Lo importante es tener capacidad de generación de nuevos productos, y presencia activa y permanente en el mercado”.

    Llambías opina que el liderazgo del Banco de Galicia no se funda solamente en el nivel de esos tres rubros (depósitos, préstamos y activos totales), sino también en el hecho de haber sido el primer banco nacional que en 1991 emitió un Eurobono por US$ 75 millones y lanzó en 1993 un bono en Estados Unidos por US$ 200 millones.

    “Si uno se pone entre sus objetivos ser el primero”, sostiene el gerente de la División Minorista, Eduardo H. Arrobas, “puede cometer gruesos errores, como ya ocurrió en el pasado con muchas entidades, que por aspirar a eso abonaban tasas muy superiores al promedio del mercado, una situación que las obligaba a prestar a valores exorbitantes. Resultado: no pudieron cobrar y tuvieron

    que entrar en liquidación”.

    Para Arrobas, “el objetivo principal es estar presente y tomando cuotas de mercado en todas aquellas líneas de negocios contenidas en el plan comercial, que tiene como objetivo principal brindar las mayores satisfacciones a los accionistas”.

    Dentro de esa línea, el banco busca crecer en diferentes negocios, tomando como base el buen posicionamiento de la imagen de la entidad tanto a nivel nacional como internacional. Ese gran cambio en su mentalidad operativa se produjo a partir de 1991, cuando decidió pasar de un banco eminentemente minorista, como era hasta ese entonces, a un banco universal.

    Cuestión de Confianza.

    Esta combinación de factores le permitió, como entidad minorista, captar depósitos en todo el país a tasas razonables. Como lo prueba el hecho, afirma Llambías, de haber llegado al liderazgo en materia de depósitos pagando a los inversores tasas inferiores al promedio del mercado. “Esto revela no sólo

    el prestigio de la entidad, sino la confiabilidad que brinda a sus clientes.”

    A esto se suma su buena reputación en el exterior, que le permite captar fondos en el mercado internacional como cualquier banco extranjero, con la única limitación del riesgo país, dado que ninguna entidad local puede conseguir tasas inferiores a las que obtiene el gobierno nacional.

    “Pese a la convulsión que este año mostró la plaza financiera mundial”, afirma Llambías, “nosotros pudimos concretar una de las pocas colocaciones que se efectuaron en el primer semestre a tasa fija.

    El banco lanzó el primer bono convertible de la República Argentina, que fue emitido a ocho años con una tasa de 7% anual. El importe de la operación alcanzó a US$ 150 millones”.

    El atractivo para los inversores fue la posibilidad de convertir este bono, a su vencimiento, en acciones ordinarias del Banco, para lo cual deben llegar a un valor de conversión preestablecido. Las acciones a emitir por este concepto representarán algo menos de 8% del capital.

    Apostar a la Tecnología.

    El crecimiento de la entidad se dio en medio de una fuerte reorganización de sus estructuras, basada en dos aspectos fundamentales: reducción del personal y fuertes inversiones en nueva tecnología.

    “En estos tres últimos años”, afirma Arrobas, “las inversiones realizadas para modernizar la infraestructura ascendieron a $ 100 millones, y en el ejercicio actualmente en curso (julio 1994/junio 1995) absorberán $ 42 millones. Esto es posible porque se trata de un banco rentable para sus accionistas. Si no lo fuéramos, la situación sería totalmente distinta: al no conseguir ganancias,

    resultaría difícil obtener fondos en el exterior y no estaríamos en condiciones de concretar las inversiones”.

    “Por eso nos preocupa”, afirma Llambías, “cuando desde distintos ámbitos de la sociedad se habla de los altos spreads de los bancos, sin considerar que para continuar accediendo a los mercados externos las entidades deben ser rentables, eficientes y productivas”.

    “El Galicia y los demás bancos líderes del sistema”, sostiene con énfasis Arrobas, “mantuvieron sin variantes el costo de su intervención (una cuenta corriente cuesta lo mismo hoy que hace tres años),

    mientras que otros sectores, que también prestan servicios, aumentaron sus precios en forma significativa, y algunos hasta llegaron a duplicarlos en estos tres últimos años”.

    “A esto se agrega”, opina Llambías, “que la industria bancaria es una de las menos protegida del país. Acá puede venir, si lo desea, cualquier banco internacional de primera línea y operar sin problemas”. En vista de esta situación, “la entidad trabaja permanentemente para ser la más competitiva del mercado”, acota Arrobas.

    Como confirmación de esta apreciación, Llambías sostiene que la entidad es cinco veces más eficiente que hace tres años, a pesar de lo cual la productividad todavía se encuentra alejada de los estándares que exhiben los principales bancos internacionales. Según su óptica, esto es consecuencia de la

    todavía baja monetización de la economía local: 20% del PBI contra 90% o más en los países que muestran un mayor grado de desarrollo industrial.

    Lo importante es de “dónde venimos y dónde estamos hoy”, afirma Llambías. En 1991, con un plantel de 5.000 empleados, el banco realizaba 3 millones de operaciones mensuales, mientras que hoy, con 4.000 agentes (20% menos), efectúa 7 millones de operaciones por mes (130% más).

    “El aumento de la productividad tenderá a acentuarse en el tiempo”, sostiene Llambías, “a lo que contribuirán las constantes mejoras en las estructuras internas del banco y las que inevitablemente deberán registrarse en la infraestructura del país”.

    Las carencias que padece la Argentina en esta materia quedaron de manifiesto, según Arrobas, con la reciente habilitación de la sucursal de la calle Rodríguez Peña, a sólo ocho cuadras de la casa central.

    “Debió ser interconectada vía satélite, porque todavía no hay una tecnología telefónica de fibra óptica que enlace ambos edificios.”

    Costos, Quejas y Proyectos.

    La baja de los costos permitirá a la entidad abrirse camino en sectores de la población que hoy carecen de servicios bancarios. Sin embargo, según Llambías, hay distorsiones que impiden una rápida reducción de los costos de intermediación de los bancos. Diversas disposiciones del Banco Central contribuyen negativamente en ese sentido; una de ellas es la que establece que los bancos deben devolver los cheques a los clientes que lo soliciten. Esto exige a las entidades invertir sumas importantes en la clasificación y el archivo de todas las operaciones en cuentas corrientes. “Por eso”, sostiene Llambías, “la cuenta corriente se ha convertido en el ítem más costoso de todo el sistema

    financiero”.

    A estos aspectos hay que sumar los elevados encajes exigidos por el Banco Central. En el caso de un banco con muchas sucursales como el Galicia (171), al encaje legal se suma el técnico que debe mantener la entidad; entre ambos, elevan el total sobre las cuentas corrientes a 64% y sobre las cajas de ahorro a 56%.

    Con los encajes requeridos por el Banco Central debe mantener inactivos $ 600 millones, mientras que “por razones técnicas”, sostiene Llambías, “sólo se necesitarían $ 200 millones”. A una tasa de 10% anual, los $ 400 millones inmovilizados en exceso le restan al banco un beneficio de $ 40 millones por año que, de otra forma, podrían volcarse a reducir los costos operativos. Para evitar precisamente la falta de operatividad de las cuentas corrientes, el banco está impulsando fuertemente la implantación en el sector de banca minorista de la llamada tarjeta de débito, que apunta a eliminar definitivamente el movimiento de efectivo y la emisión de cheques, con la particularidad de que no compite en absoluto con la tarjetas de crédito.

    La implantación de este sistema (Electrón), además de eliminar diversos factores de costos (el cheque, la cámara compensadora, los cheques rechazados, el oficial de crédito que determina si el cheque se paga o no), avanza en la modernización de todo el sistema financiero. El proceso del

    Electrón está muy avanzado. Su implementación se concretará mediante una alianza estratégica entre Visa y Banelco. Con una terminal lectora que deberán tener los comercios, se debitará automáticamente en la cuenta del cliente el importe de la compra, lo que brinda a su vez al comerciante la seguridad de que no tendrá problemas para el cobro de la operación.

    Otro de los aspectos que según Arrobas influye en el costo de las entidades es el hecho de que en el país no existe un Bureau de Créditos que centralice todas las operaciones que hagan los clientes en cada una de las entidades con las que operen. Los bancos pueden armar una herramienta de esa naturaleza, y en eso ya “estamos trabajando desde hace ocho meses”, opina Arrobas, pero falta una norma que obligue a las entidades a suministrar esa información, como ocurre actualmente en Chile.

    De esa forma, los bancos dispondrían de los antecedentes de los clientes en todo el sistema financiero y estarían en condiciones ideales para una mejor evaluación de la situación individual de cada uno de los solicitantes de préstamos.

    Según las estimaciones de Llambías, las empresas nacionales de gran envergadura se financian hoy a tasas internacionales, más el adicional por el llamado costo argentino. En cuanto a las PYMEs calificadas, el nivel de las tasas que abonan oscila entre 12 y 18% anual, “tanto, y esto es importante

    destacarlo”, afirma, “en la Capital Federal como en el interior del país. Todas las sucursales del banco aplican igual política con los clientes”.

    Esto es un aspecto que Llambías insiste en destacar, considerando que 60% de los préstamos del Galicia se concretan fuera de la Capital Federal, lo que demuestra que el banco está impulsando sus negocios en el interior de una forma inédita hasta el presente. “Hoy, el balance de cualquier sucursal

    del interior”, sostiene Llambías, “muestra dos pesos de préstamos por cada uno de depósito, es decir que por primera vez la Capital está financiando al interior”.