El plástico que viaja

    El señor, de unos cincuenta años, pelado y con tiradores debajo del chaleco beige tejido a mano, trata de colocar todas las monedas juntas en vez de una por una como indica -en letras diminutas- el tablero de la máquina expendedora. Detrás de él, un ejecutivo resopla y revuelve infructuosamente los bolsillos de su elegante tapado de pelo de camello. El chofer mira por el espejo, impaciente. Ya en el límite de sus nervios, una señora menudita salta alternativamente entre el cordón y los escalones, tratando de encontrar su lugar en el mundo. La cola, que ocupa varios metros sobre la vereda, se resigna.

    La escena, multiplicada, se repite desde hace meses en cada esquina de Buenos Aires, a partir de la instalación de máquinas tragamonedas en los 15.400 colectivos que recorren la ciudad y el Gran Buenos Aires, donde hacen 14 millones de viajes diarios. Los expertos calculan que para cubrir estas

    necesidades -y evitar escenas como la narrada al principio, que devoran el tiempo y la tranquilidad de los pasajeros- debería existir un circulante de $ 3.000 millones en monedas.

    Lo paradójico del caso es que la tecnología de punta en esta materia debutará en la Argentina muy lejos de la geografía que transitan diariamente los pasajeros porteños y bonaerenses. La resolución 422/92 de la Secretaría de Transportes establece la autonomía de cada provincia en cuanto a la elección de su sistema de control y registro de viajes. En estos días, Jujuy y Santiago del Estero instalan un sistema proveniente de Dinamarca, inédito en el país: tarjetas plásticas con bandas magnéticas con tecnología chip que pueden ser utilizadas en todas las líneas de transporte.

    Antonio Rota, representante de Boltec/Scanpoint en el país, explica que “el usuario puede cargar el dinero que quiera en cualquier kiosco o punto de venta, y en el colectivo se descuenta el importe automáticamente. Si un pasajero pierde la tarjeta, denuncia el número y se anula en todas las líneas.

    No hay billetes ni monedas en la operatoria”.

    El sistema no sólo facilita las cosas a los usuarios. También permite obtener una formidable base de datos para una estadística sobre el transporte automotor. Todos los días se podrá contar con información absolutamente precisa acerca de la frecuencia, el recorrido y el número de pasajeros de

    cada línea.

    “Por otra parte”, añade Rota, “es la única tecnología con la que un operador puede crecer: transportes, peajes, teléfonos, pueden ser integrados al pago con las tarjetas y sistemas de Scanpoint. Nuestra tecnología es la única que puede integrarse al sistema bancario y a cualquier red de cajeros”.

    TODO EN UNA BANDA.

    Si se formalizan convenios con las tarjetas de crédito, por ejemplo, el mismo plástico se podrá utilizar en el colectivo, ya que la banda magnética tiene tres pistas para almacenar distintos tipos de información. También se puede grabar el servicio especial de descuento a jubilados y estudiantes.

    “A los escolares se les habilita el boleto especial en determinados horarios y días. Fuera de eso, el importe del boleto es el común a todos. Se puede saber qué colectivo se tomó, a qué hora, en qué dirección. Esto demuestra la capacidad tecnológica del sistema. Toda esta información que queda

    dentro del colectivo se extrae y se deriva electrónicamente a la central de cada línea de colectivos y al centro operador. Así se hace el clearing en la misma noche”, se entusiasma Rota.

    Esta tarjeta serviría para subterráneos, ferrocarriles, e incluso viajes de media y larga distancia. Pero, con los pies en la tierra, Rota admite que “lograr un consenso en toda el área metropolitana va a ser un poco lento, pero la idea es que los transportistas se den cuenta de que con el sistema de las monedas pierden dinero, y que estadísticamente no obtienen ningún tipo de información para mejorar el servicio. La máquina, por ejemplo, puede dar el flujo de tránsito, o los picos horarios en que se necesitan más unidades”.

    En este aspecto, al registrar la velocidad y la aceleración de la unidad de transporte, el equipo funciona como una verdadera caja negra que puede ayudar en caso de accidentes. Otra de las ventajas es el Sistema de Información Geográfica (SIG), donde los datos finales -sobre circulación y

    regularidad de pasajeros- se visualizan sobre planos, en vez de dígitos o porcentajes.

    Boltec/Scanpoint es una de las empresas que integra NKT, un centenario holding dinamarqués diversificado en energía, telecomunicaciones, acero y servicios. Durante el último ejercicio las ventas del grupo sumaron cerca de US$ 700 millones.

    La empresa exhibe una larga lista de firmas que aplican su tecnología: gracias al reconocimiento bajo normas ISO, las tarjetas con bandas magnéticas operan en Dinamarca, Alemania, Noruega, Francia, Suecia, Italia y Turquía.

    Por ahora, los equipos que se instalarían en el país son de origen danés, aunque Rota anticipa la intención de Boltec de instalar una planta en la Argentina.

    “Si llegamos a algún acuerdo sobre el precio del boleto, nuestra propuesta incluye colocar más de tres mil máquinas en puntos de venta. En la etapa inicial, entregaríamos gratis todas las tarjetas que necesite la población. Pagaríamos la comisión al punto de venta, los impuestos, el mantenimiento.

    Venimos con capital de riesgo: US$ 100 millones para la Capital Federal y el Gran Buenos Aires.

    Incluso todo lo que necesite la Subsecretaría de Transportes, máquinas, computadoras, impresoras, está contemplado en nuestro presupuesto”, afirma Rota.

    Para la empresa lo ideal sería llegar a una sociedad con los transportistas, similar a lo acordado en Jujuy, donde el parque automotor es de 200 unidades y la inversión alcanzó a US$ 2 millones. En Capital y el conurbano, Soltec/Scanpoint estaría en condiciones de ofrecer la instalación de 2.000 a

    3.000 máquinas mensuales.

    Josefina Giglio.

    Alfa Laval.

    TERAPIA INTENSIVA PARA LA CONTAMINACION.

    La empresa de origen sueco Alfa Laval presentó en julio la primera planta móvil para el tratamiento intensivo de efluentes petroleros que llega a Latinoamérica.

    El primer equipo -que fue adquirido a Alfa Laval por la empresa platense Fluxa Sima, especializada en servicios industriales relacionados con el medio ambiente- permite dar una solución integral al problema del tratamiento y recuperación del petróleo y de combustibles en todas sus formas, ya sea

    almacenados en piletas naturales, residuos de tanques de almacenamiento en refinerías o descartes de producción en yacimiento petroleros.

    “Esta planta móvil -dice Ricardo Ferreti, gerente de la división Oil Field de Alfa Laval- es la primera incorporación de tecnología para resolver el problema de los efluentes petroleros que apunta al reciclado, y la llegada al país de esta planta constituye una real solución para la industria. Garantiza rapidez y eficiencia a un costo mucho más bajo.”

    La eficiencia de estos equipos -cuyo costo alcanza los US$ 2 millones- ha sido probada en importantes zonas de explotación petrolera, como Siberia y el mar del Norte. Actualmente, en Canadá están por ser puestas en funcionamiento 70 de estas plantas.

    Las plantas están conformadas con una tecnología basada en sistemas de separación centrífuga y permiten la separación mecánica del hidrocarburo, agua y sólidos separados en una sola etapa. “La planta -explica Ferreti- está totalmente automatizada y preparada para operar en zonas de atmósfera

    explosiva, y cuenta con un laboratorio para evaluar el proceso en forma eficiente.” La disponibilidad de este tipo de tecnología propone una solución al problema de los efluentes petroleros y ofrece una alternativa para el reciclado de los hidrocarburos con valor comercial.