El modelo y la cuestion social

    Cómo han cambiado los tiempos. Hace unos años una visita de funcionarios del Fondo Monetario Internacional, inevitablemente, traía problemas a cualquier gobierno. Había que explicar que “la soberanía no se resentía” un ápice, y que “no se claudicaría ante las exigencias” de ningún organismo multilateral de crédito. Todo esto en un contexto de tensiones producidas por manifestaciones,

    paros y repudios.

    Ahora, el actual titular del FMI, Michel Camdessus viene para dar una reprimenda -leve, pero reprimenda al fin- al gobierno de Menem y al equipo económico de Cavallo: “No hay que olvidar la cuestión social”. La CGT, entusiasmada, lo recibe con todos los honores.

    Es que tanto el FMI como el Banco Mundial, tradicionales impulsores de los planes de ajuste, están preocupados porque temen que en algunos casos los discípulos se hayan tornado “más papistas que el Papa”. Lo que comienza a cuestionarse -y en este ámbito- es si el modelo aplicado no llegó en algún caso demasiado lejos, o si los resultados, a partir de un comprobado ahondamiento en la brecha de la pobreza, no exigen correcciones urgentes.

    Seguramente el presidente Menem no estará de acuerdo. El prefiere hablar de “economía social de mercado”. Pero lo cierto es que “neoliberalismo” es la expresión favorita de observadores políticos y económicos para caracterizar los procesos recientes de casi todos los países latinoamericanos.

    El modelo “neoliberal”, como coinciden en designarlo los funcionarios de organismos internacionales y de prestigiosos centros de estudios, contó con respaldo político -casi siempre imprevisto- desde el poder. Con algunas experiencias más avanzadas que otras, viene la pregunta de fondo: ¿da

    resultados? Y la respuesta es muy positiva en los medios internacionales, especialmente si se repara en las utilidades que están obteniendo los inversionistas extranjeros en estos mercados y las crecientes exportaciones de los países centrales a la región, donde, en general, el saldo comercial es desfavorable.

    En lo interno, también defienden buenos resultados los grupos empresariales que crecieron rápidamente tras las privatizaciones. La rápida expansión de estos grupos en campos de negocios tradicionales, pero también en los nuevos, habla de un proceso de concentración de poder, notable en los casos de México y la Argentina.

    Para el grueso de la gente, para la mayoría de la población, están los beneficios del descenso en el nivel inflacionario y las perspectivas de una mejoría en los servicios públicos privatizados. Pero el desempleo aumenta, el salario real cae, y la cuestión de fondo que empieza a preocupar es si el

    modelo económico, tal como se lo conoce, garantiza crecimiento sostenido que por lo menos siga el ritmo del crecimiento de la población y que contribuya a eliminar las grandes desigualdades sociales existentes en los países del área.

    Una de las voces que se alzaron para señalar riesgos ciertos fue la del Premio Nobel de Economía de 1992, Gary S. Becker. En una reciente visita a Brasil recordó que la rebelión contra la pobreza que se insinúa en el continente ha puesto de relieve la contradicción que existe entre las condiciones de vida miserables para vastas mayorías dentro de una sociedad y la necesidad de promover rápido crecimiento económico.

    En ese proceso, dice Becker, lo que los gobiernos olvidan es concentrar esfuerzos en educación, en capacitación y en salud, que es lo único que a la larga producirá crecimiento (excelentes recursos humanos), y que cuando son irrelevantes ponen en peligro el edificio social.

    En el caso argentino, prontos a ingresar en una campaña electoral para elegir presidente por cuatro años, la circunstancia es especialmente difícil. Es cierto que Carlos Menem no reveló sus planes reales de gobierno durante la anterior campaña presidencial, y que los votos que obtuvo eran para implementar un programa diferente. Pero la dureza de la realidad -él presidió la segunda

    hiperinflación-, lo desesperado de la situación, movilizó a la opinión pública que le dio su respaldo.

    ¿Está este respaldo garantizado? ¿O ha cambiado otra vez el humor popular? La estabilidad está incorporada como un activo de la sociedad argentina. Nadie la discute. Agitar el fantasma de un pasado que la gente no cree repetible no parece una estrategia adecuada para obtener réditos.

    Tal vez esta campaña deba realizarse -y esto vale para todos los candidatos- con la verdad en la mano, y con un programa muy concreto y detallado.

    ETICA, FRIVOLIDAD Y CORRUPCION: UN COCTEL EXPLOSIVO.

    Los encuestadores de opinión pública argentinos, duchos en percibir los cambios de humor de la gente, están comenzando a percibir una sorda indignación popular que puede explotar de maneras inéditas y tener alcances imprevisibles.

    Detectan en la opinión pública una decidida repulsa a esa combinación de frivolidad y corrupción que se ha enseñoreado de los contenidos de muchos medios masivos de comunicación en los últimos años.

    Hartos de las trapisondas de los políticos, los ciudadanos comienzan a subir el tono de su irritación hacia otros personajes que aparecen mezclados con aquéllos, con dirigentes sindicales, funcionarios públicos y periodistas en un festival de ligerezas, de trivialidad, de ostentación de poder, de discurso moral y de gasto suntuario.

    Esa jet-set, que ha tenido una extraordinaria fascinación sobre la gente común, comienza a caer en desgracia, aunque muchos de sus protagonistas no lo han notado todavía.

    Los que sí lo han hecho son los más acostumbrados a sentir riesgos: los verdaderos empresarios.

    Discretamente están desapareciendo de las páginas de la llamada “prensa del corazón”, y ya se niegan a mostrar las casas en las que viven, los lugares en los que pasan sus fines de semana, y ni siquiera aparecen más por las fiestas donde abundan los fotógrafos.

    Un radar especial les dice que algo no anda bien y que las risas de hoy pueden ser dolores de cabeza mañana. Tal vez los que han mantenido siempre -o incluso desde hace poco- un bajo perfil logren capear el temporal cuando estalle.

    Pero es toda la clase empresarial la que puede sufrir. La gente con desocupados en la familia, con salarios que no suben o no alcanzan, con recelo por lo que advierten como una excesiva concentración del poder económico, no hará distinciones a la hora de expresar el repudio.

    Pondrá en la misma bolsa al empresario peluquero con una inmensa mansión en Punta del Este y a la cabeza de un gran grupo económico; al empresario representante de modelos que pasea sus vistosas señoritas por las fiestas de la noche y al presidente de un sólido conglomerado industrial.

    Cuando sobreviene una explosión de este tipo es imposible hacer distinciones: la frivolidad y la ostentación son pecados menores frente a la inmoralidad, la falta de ética o la mismísima corrupción, pero nadie podrá diferenciar estos ingredientes en este cóctel formidable que se viene gestando.

    Si alguien encuentra alguna analogía con lo ocurrido en Italia con la operación mani pulite es porque existe. La cacería puede comenzar en algún momento del futuro cercano pero no se sabe cuándo podría terminar.

    Habrá denuncias, investigaciones y careos. Y los jueces, que tan mal salen librados en las mismas encuestas, encontrarán un seguro método reivindicatorio, capaz de restaurar una imagen agrietada.

    Todo lo que se exhibió alegremente puede volverse pruebas en contra, de acuerdo con el cambio de humor en la opinión colectiva. Algunos prestigios sufrirán con toda justicia, pero también muchos otros injustamente. Los expertos en imagen y comunicación se verán en figurillas para discernir entre

    casos flagrantes de corrupción, presuntas fallas éticas y simple bobería exhibicionista.

    Seguramente aparecerá también una discusión mucho más de fondo: ¿es o era posible hacer negocios en este país sin pagar comisiones o coimas?

    MEMORIA Y BALANCE: MUCHOS DATOS ECOLOGICOS.

    No son muchas, todavía. Entre las grandes corporaciones de actuación global, hay un centenar y medio que lo están haciendo en forma sistemática. En Estados Unidos y Europa, muchas empresas grandes y medianas comienzan a imitarlas. Pero aún es temprano para sostener que es una tendencia firme.

    Lo cierto es que, sin que medie obligación legal, empresas de primera línea como Du Pont, IBM, Monsanto, Siemens e ICI están publicando anualmente, junto con los resultados del ejercicio fenecido, un informe minucioso sobre temas ecológicos en los que está involucrada la compañía.

    Es cierto que a veces se trata de ejercicios de relaciones públicas, pero en la mayoría de los casos se incluyen datos, hechos y programas que antaño se prefería mantener en silencio.

    ¿Por qué esta sinceridad si no hay obligación legal? Las grandes empresas han descubierto:

    * puesto que tienen programas ecológicos hay acciones y datos que vale la pena difundir;

    * la transparencia tiene sus méritos: genera apoyo o comprensión de la opinión pública y de los gobiernos.

    * muchas empresas aceptan, y lo demuestran, que el público tiene derecho a saber todo sobre estos temas, tanto como los accionistas y los propios empleados de la firma.

    Naturalmente, el mayor número de empresas que han adoptado esta práctica de publicar esta información pertenece a los sectores con mayor potencial de contaminación: petroleras, de energía en general (gas), químicas, y proveedoras de servicios públicos.

    En todos estos sectores hay actores de primer orden en la Argentina. Es de esperar que el ejemplo

    cunda y que pronto tengamos memorias ecológicas para comentar, como en el caso de YPF, Pérez Companc, Astra, Ipako, Pasa, MetroGas, Edenor y Aguas Argentinas, por citar solamente un puñado de ellas.

    COSTO Y RIESGO: EL CAMINO A LA INTERACTIVIDAD.

    Las mentes empresarias inquietas quieren saber más sobre la interactividad, la tecnología multimedia que promete transformar la forma en que la gente trabaja, compra, aprende, se comunica y entretiene. ¿Es la tan publicitada “oportunidad más grande de los ´90” todo lo que se dice de ella? ¿Los que inviertan en ella pueden aspirar a hacer una fortuna en poco tiempo?

    La respuesta es sí… y no. La tecnología interactiva hará impacto en casi todos los negocios que existen y creará un mercado electrónico de millones de millones de dólares. Pero probablemente no va a generar beneficios importantes durante esta década.

    El negocio de la alta tecnología está a punto de realizar su esfuerzo más ambicioso hasta la fecha, con un giro extraordinario de la pasividad a la interactividad. Para finales de 1998, las redes interactivas servirán a por lo menos uno de cada tres hogares estadounidenses que tengan televisión

    por cable.

    En la Era Interactiva, los consumidores encenderán sus televisores y computadoras para divertirse con juegos, proyectar vacaciones, sostener videoconferencias con sus colegas, pagar cuentas, “probar” autos, reservar mesas en el restaurante, comprar regalos y muchas otras cosas más. Este

    potencial ilimitado da una idea de por qué hay en todo el mundo tanta gente interesada en invertir en interactividad.

    Peleando por los mejores puestos están los líderes internacionales en hardware, software, medios, telecomunicaciones y ventas al por menor. Pero también entran en la partida innumerables empresas nuevas, educadores, científicos y pequeñas compañías.

    La tecnología todavía debe superar enormes obstáculos regulatorios y de marketing. Los tests de televisión interactiva en Estados Unidos, Canadá y Europa han funcionado razonablemente bien en pequeñas demostraciones, pero, ¿podrán servir a mercados miles de veces más grandes? ¿Será

    posible poner a la interactividad al alcance del bolsillo de la persona común? ¿Le interesa a la gente interactuar con el televisor o la computadora?

    En los próximos seis meses se habrá determinado la credibilidad de la interactividad para su uso en gran escala.

    La viabilidad real, y no los alardes de las promesas, se ha convertido en el punto central. Las pruebas programadas para este año, que incluyen los tests que realizarán US West en Omaha, Nebraska, y Bell Atlantic, en Virginia, abrirán nuevos surcos en cuanto a tamaño y precio. Desde el punto de vista

    empresarial, la interactividad será fundamentalmente un vehículo de marketing. Los resultados de las pruebas piloto que se están realizando son alentadores: los avisos interactivos provocan en el televidente una participación de 89 % y levantan las ventas en 21 %, según Marketing Pulse.

    De la mano de la interactividad se podrá aumentar la precisión en el marketing. A medida que se multiplican las opciones, crecerá la demanda de los servicios que ayudan a los anunciantes a elegir el mejor vehículo.

    La interactividad es una herramienta de marketing extraordinariamente flexible que permite a los anunciantes generar fórmulas de venta, rastrear los impulsos de compra e investigar la conducta de los consumidores. Los vehículos de publicidad incluyen infomerciales, comerciales enviados solamente a gente interesada, comerciales “inteligentes” (en cualquier lenguaje) y cupones on-

    demand.

    La interactividad surgirá también como una forma inteligente de tratar los temas difíciles que deben enfrentar las empresas de hoy. El video y la teleconferencia reducen el tiempo y el dinero que se gastan con los viajes de negocios. Las redes de “especialidades” permiten un acceso instantáneo a las novedades en cualquier negocio, a proveedores y consumidores. Los programas de entrenamiento en CD-ROM bajan el costo de preparar a los empleados.

    Habrá otras aplicaciones posibles:

    * Educación para el consumidor: cuantas más opciones tengan los consumidores, más ayuda necesitarán para tomar sus decisiones de compra. Una posible solución son los quioscos interactivos, que son aparatos instalados en los comercios con una pantalla táctil y características de audio y

    video. Los quioscos prometen varios usos: ahorrar tiempo, contestar preguntas sobre el cuidado de la salud, acceder a las pistas de un CD-ROM o encargar productos de rotisería que pueden retirar al salir de la tienda.

    * Valor agregado. La interactividad puede aumentar notablemente el valor de los productos y servicios de la compañía. Muchas aerolíneas mantienen entretenidos a sus pasajeros con sistemas interactivos que incluyen canales de compra y juegos.