RED COMERCIAL
Internet, la red global de informática creada originalmente por el gobierno de Estados Unidos para facilitar la comunicación internacional de sus centros académicos, viene recibiendo un alud de nuevos usuarios: ya son 25 millones en 137 países.
Los más activos son, desde luego, los que utilizan la red como vehículo para sus negocios, atraídos por el bajo costo de Internet. Pero las empresas suelen lamentar que el sistema presente, para estos fines, dos desventajas considerables: la complejidad de su operación y la falta de seguridad, que lo
tornan vulnerable a los crackers en cualquier parte del mundo.
Para abordar este problema -y esta enorme oportunidad- se ha puesto en marcha un nuevo proyecto: CommerceNet, destinado a convertirse en una suerte de gran vidriera global a la que podrán acceder clientes potenciales de todo el mundo en búsqueda de precios y condiciones ( e incluso demostraciones por video) de productos y servicios.
Los promotores del proyecto -la firma Enterprise Integration Technologies, la Universidad de Stanford y el grupo Western Research and Educational Network- aseguran que el nuevo sistema ofrecerá, además, medidas de seguridad muy estrictas para proteger información confidencial, como números de tarjetas de crédito y cuentas bancarias, condiciones de contratos y ofertas.
PRIMEROS LOS ALEMANES.
La revista especializada Global Finance se dedicó a analizar los dictámenes de las calificadoras de riesgo más importantes del mundo (Standard & Poor, Moody e IBCA) para confeccionar un ranking de los bancos más seguros, tomando como base las 250 instituciones con mayor presencia internacional. El primer lugar correspondió al Deutsche Bank, seguido por la Unión de Bancos Suizos, J. P. Morgan, Rabobank Nederland y tres bancos estatales alemanes.
TODO PARA EL HOGAR.
El estilo de vida de los ´90 está ayudando a revitalizar un negocio que venía languideciendo durante la década pasada: los muebles y artículos de decoración. Los norteamericanos, sobre todo, pasan ahora más tiempo en sus hogares y dedican más atención (y dinero) al confort de la vivienda. Entre
las industrias más favorecidas por esta tendencia está la de los muebles desarmables, que se compran en cualquier supermercado, empacados en cajas, y que ofrecen, además de bajo precio, la ilusión de estar cumpliendo con el antiguo precepto del “hágalo usted mismo”. También disfrutan de
la bonanza las firmas de los grandes diseñadores franceses que ponen su nombre en sábanas, manteles y toallas y que encuentran así una compensación a la caída de sus ventas de indumentaria, afectadas por otro rasgo del moderno American way of life: la austeridad.
CD VIDEO.
¿Cómo se hace para introducir una película de dos horas de duración en un diskette de computadora de 3,5 pulgadas? La pregunta desvela a los gigantes de la electrónica de todo el mundo y hace crecer en sumas millonarias sus presupuestos de investigación. Esto ocurre, sobre todo, entre los industriales japoneses, agobiados por la fortaleza del yen y la caída en sus ventas de productos electrónicos y ávidos de encontrar un nuevo producto que sacuda al mercado.
El CD Video sería, por cierto, una novedad de tan alto impacto como el de su primo hermano: el compact disc de audio. Pero comprimir la información necesaria para producir imágenes en movimiento está demostrando ser un desafío mucho más complicado que el que hubo que superar para hacer lo mismo con el sonido. Basta considerar que un disco rígido convencional (de los que se usan actualmente en la mayoría de las computadoras) apenas podría almacenar entre 15 y 20 minutos de película.
La cuestión presenta, además, algunas zonas de riesgo, desde el punto de vista comercial. Por ejemplo, el antecedente del fracaso del video disc por sistema láser, presente en el mercado desde hace años e incapaz, hasta ahora, de desplazar a los videocassettes. Por otra parte, se requeriría un verdadero milagro de marketing para convencer a cientos de millones de usuarios de todo el mundo de que deben desprenderse de sus actuales equipos de video para invertir en una tecnología revolucionaria, a menos que el nuevo producto ofrezca ventajas muy notables.