‘El consumidor debe tener todo lo que quiera’

    Coca-Cola de Argentina es hoy por hoy una empresa lanzada a objetivos ambiciosos. Algunos pocos datos bastan para acercarse a la envergadura de su porte: factura $ 1.400 millones anuales y abastece a 300.000 bocas de expendio. No contentos con ello, los conductores locales del emporio apuestan a un desarrollo que implica fuertes inversiones en todos los órdenes: publicidad, marketing, tecnología. Quien ha piloteado sus destinos, desde 1982, es Luis Arzeno, un hombre de 58 años, 34 de los cuales los pasó dentro de la empresa. Esta entrevista con MERCADO fue, seguramente, la última que concedió como máximo directivo de Coca-Cola de Argentina: en agosto, Arzeno asume el cargo de asesor del presidente del grupo latinoamericano de la corporación. Su sucesor, Jorge Giganti, es, sin duda, el principal destinatario de estas reflexiones.

    – A lo largo de tanto tiempo, ¿de qué modo se fue amoldando a la situación económica del país y a los imaginables cambios de gestión que sobrevinieron en consecuencia?

    – Yo creo que los que tuvimos la posibilidad de manejar una operación en la Argentina, con la magnitud que revistió la que a mí me tocó en suerte, con todas las subas y bajas del país tanto en las políticas sociales como en las económicas, hemos vivido una experiencia única.

    – ¿Cómo definiría su estilo personal de management?

    – Yo trabajo con la gente que está vinculada directamente conmigo, que es un grupo de no más de 30 personas, pero mi característica personal es escuchar, y tomar decisiones en función de lo que escucho, de lo que veo, de lo que intuyo y de lo que estoy convencido. Pero es muy difícil que tome una decisión unilateral, salvo que sea en un caso extremo; creo que el consenso es lo mejor para lograr el objetivo y para adoptar las mejores resoluciones. Lo que sí reafirmo es que de ninguna manera las decisiones son torcidas por intereses de tipo personal.

    – ¿Ustedes han adherido particularmente a alguna de las corrientes conceptuales o esquemas

    teóricos en materia de management?

    – Siempre hemos tenido en ejecución programas de arraigo internacional, son necesidades de la organización. Y también porque culturalmente tenemos influencias externas. Lo que hacemos es tomar las que consideramos positivas y descartar las que no encajan con nuestra idiosincrasia.

    – No adoptan, por lo tanto, ningún modelo rígido.

    – Para nada. No podemos encorsetarnos en un esquema rígido. Pero somos inflexibles en dos puntos: la calidad de nuestros productos y la protección de nuestra marca.

    – ¿Qué perspectivas ve en el gran desafío que es esta empresa?

    – Coca-Cola de Argentina comenzó a cambiar desde hace cinco años, por varios motivos; la competencia ha sido uno de ellos. Y ha habido factores que han hecho que la empresa cambie; esta compañía es hoy totalmente diferente de la que era, porque ahora estamos a la par con los mercados más sofisticados del mundo.

    El futuro presenta, pues, una cantidad de oportunidades adicionales: utilizar todo lo hecho y ser fieles intérpretes de las necesidades del consumidor. El consumidor va a tener lo que quiera, y lo va a tener en tiempo, calidad y forma. Acá siempre se ha invertido mucho dinero; en estos cinco años de transformación la compañía está presente desde Ushuaia hasta La Quiaca y desde Mendoza hasta la Capital. Y se sigue invirtiendo, porque es la única manera de alimentar un crecimiento futuro; si se deja de invertir y de hacer innovaciones, en un momento dado el crecimiento se para.

    – ¿Cómo se vive en lo personal una función de esta responsabilidad, y qué nivel de dedicación reclama?

    – La dedicación es total. Total sin limitaciones.

    – ¿Qué significa eso, concretamente, en la cotidianeidad?

    – Significa que no hay horarios, significa trabajo durante los fines de semana, viajar permanentemente, resignar vacaciones. Pero de todas maneras estoy muy contento con lo que esta compañía me dio; ingresé en un nivel inferior y me dediqué de lleno a esta empresa.

    El Ultimo Teléfono.

    Arzeno habla calma y reflexivamente, con la tranquilidad de alguien con muchos años de experiencia en ser el último teléfono.

    – ¿Cómo hace para tomar distancia, encontrar algún relax?

    – Depende de las épocas, que hacen que uno a veces pueda desenchufarse más y otras menos. Por supuesto que yo me tomo mis momentos de relax, pero ésta es una actividad que exige mucha dedicación, y creo que esto se aplica a una acción cuando uno encuentra satisfacción plena. Dejaría esto casi como una moraleja.

    Estoy muy contento de haber hecho de esto lo que es, porque por haberme dedicado y, fundamentalmente, por tener un equipo se lograron las cosas que se lograron. Yo lideré un pelotón durante muchos años, y ese grupo de gente fue el que realizó las cosas. Uno solo no puede hacer nada, y cuando uno se da cuenta de eso comienza a tener éxito y a hacer las cosas como se debe.

    Pobre de aquel que cree que llegó a la cima… Muchas veces escucho a algunos decir: “Llegué”. La verdad, me da mucha pena.

    – ¿Tiene algún hobby en particular?

    – Me gusta mucho el deporte, siempre lo practiqué. Jugué y juego aún al básquet, corro… El deporte, en realidad, es mi pasatiempo favorito, matizado escasamente con la lectura. Digo escasamente porque no leo todo lo que quisiera.

    – ¿Cómo ve su futuro?

    – Yo creo que uno nunca termina de hacer cosas, la vida termina con uno. Esta es una etapa; yo he crecido mucho, y tengo en mente alguna otra etapa que veremos de empezar a desarrollar pronto.

    – Pero sigue con ganas…

    – Claro que tengo ganas. Pero también son muchos años al frente de esto y hay que pensar en la línea de sucesión. Que existe, en esta compañía hay un programa de recursos humanos.

    – ¿Cree que tiene alguna cuenta pendiente?

    – Creo que todavía me quedan varias cosas, dedicarme un poco más a mis propios intereses, y ese tipo de cuestiones para las que uno nunca tuvo tiempo. Ya es hora de que lo haga, hablo de cosas de tipo intelectual. Y también proyectos laborales, concepciones que uno tuvo en el pasado y todavía no

    las pudo realizar. Algunas seguramente se harán realidad.