El estado debe asumir un papel protagónico

    La propuesta era practicar el inventario de los logros, por mínimos que fueran, que exhibe el desarrollo de la tecnología en la Argentina. Más sencillo -y más deprimente- habría sido levantar el mapa de las carencias.

    Pero en la mesa redonda convocada por MERCADO y coordinada por Carlos Correa, director del curso de Postgrado en Tecnología de la Universidad Nacional de Buenos Aires, la tónica fue un realismo optimista.

    El nivel de los asistentes y la riqueza de las experiencias que relatan son un punto de partida ideal para la reflexión.

    Muchos de los temas abordados eran previsibles:

    * Investigación y desarrollo pueden tener un impacto muy grande sin entrar en el campo de la innovación.

    * Se requieren escala económica, recursos financieros y humanos y, además, un nicho en el mercado.

    * Un tecnólogo se forma en tres o cuatro años, un científico en siete, ocho o diez. El sector privado puede formar a los primeros, pero no a los científicos.

    Pero lo singular son estos temas que se abrieron camino en el debate, sobre los que hubo consenso, y por donde pueden pasar las soluciones:

    * No existe una política industrial. Debe haberla.

    * No se tiene una clara orientación acerca de hacia dónde va la Argentina.

    * Decir que el Estado no debe intervenir es ridículo.

    * Para exportar, además de tener producto, hay que poder ofrecer financiación.

    * El Estado debe tener un papel activo en la educación, en la formación de científicos, y en la promoción, estableciendo mecanismos como la desgravación para quienes hagan tecnología.

    Lo que sigue es la condensación de tres horas de diálogo entre expertos que, además de una vasta experiencia, exhiben pasión por el tema.

    Para Carlos Pampillo, del Centro de Investigación Industrial de Techint, la calidad del producto se puede modificar en grado diverso, pero muy poco se puede hacer con un producto que es casi una materia prima, un commodity, que est condicionado por las propiedades de la sustancia de la cual está hecho.

    Pampillo cree que las actividades de investigación y desarrollo en Argentina pueden tener un impacto muy grande sin entrar en la innovación. “Porque cuando se habla de innovación muchas veces dejamos de lado una cantidad de actividades que pueden tener una influencia muy grande y que generalmente son previas a la innovación. Previas en el sentido de que van calentando la máquina y van entrando en un proceso que -sobre todo en Argentina, un país con poca tradición en investigación y desarrollo- es necesario: el cambio cultural.”

    “Son dos bichos muy distintos el ingeniero de fábrica y el doctor o ingeniero de investigación y desarrollo. Tienen pautas de vida y una formación muy distintas. De mi experiencia en Aluar recuerdo que se veía muy claro el impacto cultural de dos grupos tecnológicos totalmente distintos.

    Esa experiencia me ayudó mucho para formar el Centro de Investigación y Desarrollo en Techint.”

    Correa – ¿Quiere decir que es posible hacer innovación tecnológica en el campo de los commodities?

    – Es posible, pero hay que tener en cuenta que, si uno entra en este campo, aumentan los rendimientos decrecientes con mucha mayor velocidad. Hay una cuantificación posible: en algunos sectores se puede llegar a gastar 10% de la facturación bruta, que puede representar 50% de las utilidades, mientras que en las empresas que están más hacia el lado de los commodities se puede partir de un modesto 0,2% y llegar en algunos casos a 1%.

    En el caso de la organización Techint, empezando por Siderca, se pudo entrar en el sector productivo. Utilizábamos un criterio muy simple. No nos metíamos en todo sino en aquellos lugares donde había problemas endémicos, que se volvían a reproducir. Comprender ese know way del know how permitía eliminar el problema endémico.

    RECURSOS Y EL NICHO EN EL MERCADO.

    El enfoque del ingeniero Rodolfo J. Schmidt, director general de Siemens, se concentró en el particular mercado de las telecomunicaciones. “Durante muchos años”, señaló, “tuvimos un solo cliente, que era el Estado”.

    “Cuando Siemens volvió a radicarse después de 1955, firmó un contrato con el gobierno. Ese contrato exigía fabricación nacional, es decir, 35% inicial y luego elevar esa proporción a 65% en distintas etapas. Lo que obligó a hacer inversiones, traer maquinarias y comenzar a fabricar equipos. También había que formar especialistas que adecuaran las necesidades específicas de nuestros clientes en la Argentina.”

    “Empezamos a ver que en el mercado había otras necesidades, tanto en el sector privado como en el de las reas rurales de baja densidad telefónica, para las cuales no teníamos productos adecuados, porque las grandes empresas en el mundo se concentraban en vender equipos para satisfacer las necesidades de las grandes ciudades. Es decir, ahí había un nicho de mercado.”

    “Pero el desarrollo de una central para reas rurales era un proyecto muy costoso y quedó en intención durante muchos años. A mitad de los ´80 se lanza el famoso plan Megatel, que era muy ambicioso, pues significaba vender un millón de líneas en cuatro años. En ese momento tuvimos la base para poder estructurar un grupo de investigación y desarrollo importante.”

    “En 1986 formamos un grupo muy grande y de excelente nivel. Se dieron las circunstancias propicias: teníamos los recursos económicos, los humanos y el nicho de mercado. Este producto fue exitoso para reas de baja densidad del interior del país. Pero lo más importante fue que resultó atractivo a nivel internacional.”

    “Hoy estamos apoyando desde la Argentina a 15 países que lo utilizan. Hemos suministrado una gran cantidad de equipos a Indonesia, Turquía, China y muchos países más. Tenemos 150 ingenieros dedicados pura y exclusivamente a esta actividad. Nuestros negocios son las licencias que estamos cobrando, que son muy importantes. A su vez, este producto dio lugar a otro, que es un multiplicador de pares, el PCN 4, que ha tenido una buena aceptación, también a nivel internacional.”

    “Para hacerlo competitivo, desarrollamos un componente integrado que tiene en un solo chip 12.000 componentes. No lo hicimos solos. Colaboraron Fujitsu y una empresa estadounidense. Ese know how que hemos ganado nos ha significado pedidos desde Alemania para el desarrollo de componentes para otras aplicaciones. Es decir que estamos recibiendo pedidos de la casa matriz.

    También hacemos software para Chile, Perú, y nuestro propio software para Telefónica y Telecom.”

    EXCELENTE FORMACION.

    Según Rubens Latorre, de IBM, “nuestra experiencia nace en 1989. Se decidió poner gente de primer nivel internacional a dirigir grupos. Bajo la dirección de dos argentinos que estaban trabajando en laboratorios IBM en Estados Unidos, formamos un grupo de unas 30 personas”.

    “Fue muy interesante ver cómo gente del ambiente académico se adaptó rápidamente y entendió que el trabajo que se hacía tenía que rendir para la empresa. Cualquier trabajo tenía que terminar en patente para la corporación o debía tener un cliente que lo pagara.”

    “Después de estar operando tres o cuatro años los resultados son realmente buenos: estamos produciendo productos de alta tecnología en la Argentina, y exportando algunos. Un caso interesante es el equipo diseñado para Telefónica, que permite, a través del reconocimiento óptico de caracteres, leer todos los medidores de este tipo. Se desarrolló también con Telecom, y ahora tiene interés la empresa brasileña de comunicaciones.

    FALTA CAPITAL DE TRABAJO.

    En la industria farmacéutica, la experiencia es diferente, según recordó Alberto Alvarez Saavedra.

    “Nosotros trabajamos sobre el producto final que ni siquiera consume el cliente, sino el médico que lo prescribe para que el cliente lo use. Nuestra empresa -Gador- es de capitales nacionales, y sus fundadores provienen de Hungría. Traían tecnología específica en el rea de endocrinología. Se arrancó con copias, pero para copiar hay que saber hacerlo.”

    “De las formulaciones hemos pasado a investigación propia, y desarrollamos un proceso de integración que no es simplemente importar materia prima para fabricar el producto farmacéutico.

    Nuestra empresa fue la primera en América latina en hacer drogas anticáncer, que hoy exportamos.

    Hace ocho años iniciamos una red de biotecnología con mucho éxito, repatriando argentinos que estaban en el exterior. Hemos inventado nuevos métodos para diagnóstico que están patentados y en los cuales están interesadas varias empresas multinacionales.”

    “El problema grave es la falta de capital de trabajo. En otros países lo resuelven por la vía de generación de recursos a través de un sistema de comercialización monopólica. Obtienen una patente y venden con el precio que quieren, para acumular capital de trabajo.”

    “En la Argentina estamos trabajando arduamente para que no se llegue a un patentamiento monopólico a ultranza. Pretendemos que se llegue a una etapa intermedia donde, con el pago de una regalía, nosotros seamos capaces de pagarle sus gastos reales a la empresa inventora por lo que nosotros estamos usando.”

    GESTION EN TECNOLOGIA.

    El avance tecnológico en el área de telecomunicaciones es un fenómeno mundial. “No sé si la privatización es la motivación para el cambio en términos universales”, señala Edgardo A. Cascante, de Telefónica, “pero en la Argentina sí lo fue. En nuestra empresa se hace gestión en tecnología”.

    “Es que cambió el criterio de la operación de las telecomunicaciones en el mundo, no sólo en la Argentina. Tradicionalmente la operación en red telefónica consistía en hacer gestión de conservación y explotación de servicio acompañada por la expansión en función de la demanda y con avances tecnológicos que eran mucho más lentos.

    “Estamos entrando en la década de la revolución de tecnologías en las telecomunicaciones. Y eso implica que el que se duerma -tanto vendedor como operador- lo va a terminar pagando de alguna forma. Telefónica inició su gestión creando un organismo de tecnología que es el que est a mi cargo:

    la Dirección de Planificación Tecnológica.”

    “Nuestro objetivo como operador telefónico no es inventar cosas pero sí trabajar en el desarrollo de sistemas o productos hechos a medida de nuestra propia red para los cuales no existen fabricantes de características universales.”

    “El año pasado, en Sevilla, obtuvimos un premio internacional en tecnología. Se patentaron varios productos. Una de las reas en las que hemos actuado ha sido la de desarrollo y otra es la de normas, donde operamos con todo rigor. En dos años de gestión hemos preparado 500 normas propias.

    Hacer una norma no es inventar algo, pero hacer una norma sobre criterios universales en lo tecnológico para adecuarla a una red existente implica estudiar mucho el tema y es una tarea de gran responsabilidad porque en función de eso se toman decisiones de compra.”

    “Nuestros profesionales son verdaderos consultores técnicos de la disciplina sobre la cual han trabajado. Es una gran inversión en recursos humanos, que en la Argentina, en el rea de telecomunicaciones, es casi un milagro que se haya hecho en dos años.”

    “Dentro de nuestra área de tecnología tenemos una gerencia que se llama de implantación tecnológica. Implantación no necesariamente implica innovación, sino selección correcta de una nueva tecnología para incorporar a una planta. Telefónica tiene un laboratorio de telecomunicaciones inaugurado hace pocos meses que puede considerarse lo más completo que hay en la región. El laboratorio cubre todas las disciplinas de telecomunicaciones, y en él se han hecho importantes inversiones.”

    – ¿Qué hace falta para que este proceso se consolide y se expanda?

    Pampillo – Creo que hay que revalorizar el papel del Estado, ahora que se ha liberado de otras actividades. Cuando salimos a buscar recursos humanos nos encontramos con que cada vez se hace más difícil encontrar lo que se requiere.

    Si el país empieza a crecer rápidamente, la demanda que vamos a tener para formar tecnólogos no va a ser satisfecha. Los tecnólogos los formamos en casa, pero los captamos como científicos. No hay mejor tecnólogo que el que alguna vez fue científico.

    Formar un tecnólogo nos lleva tres o cuatro años, pero formar un científico lleva siete, ocho o diez años, éste es el cuello de botella. El sector privado no puede formar científicos, a pesar de que hacemos el esfuerzo. Nosotros hemos armado una fundación en la cual estamos haciendo capacitación de postgrado.

    Creo que la función del Estado es poner de nuevo en marcha las universidades insertando en ellas una actividad que impacta tremendamente en la educación: la ciencia.

    Latorre – Resulta que la inversión en investigación tecnológica es de las que más producen bien social. Lo difícil es que no son de corto plazo y son de riesgo. Entonces, alguna ayuda del gobierno es sana, por ejemplo un proceso de desgravación.

    Admito que en este país es una mala palabra porque se desgravaron cosas que no eran investigación.

    Pero se pueden hacer bien esas cosas. Se puede, por ejemplo, fomentar la creación de consorcios que no pueden vender ni realizar actividades económicas, sino simplemente transferir know how a los consorcistas y desgravar ese tipo de actividad que no tiene peligro de evasiones impositivas.

    Creo que decir que el Estado no tiene que intervenir es ridículo.

    Schmidt – El gobierno no tiene definido qué es lo que quiere hacer. Estamos tratando de solucionar los problemas más críticos y nuestra impresión, por lo menos en nuestro sector, es que no se tiene una clara orientación de hacia dónde va la Argentina. No existe una política industrial.

    El concepto est todavía empañado por la idea de que la industria nacional busca protección y eso no es así. Si la comparamos con la de cualquier país hay una diferencia grande. Si una industria local alcanza el mismo nivel de competencia que en el mundo desarrollado, acá se la castiga. Por ejemplo, se han puesto los aranceles para industria de los bienes de capital a cero, pero la industria que fabrica aquí paga los insumos a los aranceles vigentes y, por supuesto, de productos que no se fabrican en el país. Es decir: el que quiere fabricar tiene que pagar aranceles, el que lo quiere importar lo hace a cero.

    Cascante – Cualquier empresa de servicios, del tipo que fuere, tiene que tener siempre sus proveedores al alcance de la mano. Lo cual no significa que el proveedor tenga que hacer de todo, pero tiene que brindar asistencia técnica, infraestructura y por lo menos cierta gama de productos y eficacia.

    Alvarez Saavedra – Habrá que definir una política industrial que ponga a la industria en iguales condiciones que cualquier otra industria del mundo.

    Falta el estímulo a la formación de capital de trabajo, porque sin capital es imposible dedicarse a la investigación. Hacen falta las mismas condiciones en que está la industria en el resto del mundo. Ni maltrato ni sobreprotección: equiparación.

    Schmidt – Hay que agregar un punto. Cuando se tiene algo que se ha desarrollado en un país existen oportunidades en el mercado de la exportación. En el caso particular de las telecomunicaciones nosotros tenemos que competir con grandes empresas que normalmente acompañan sus ofertas con financiaciones que vienen apoyadas por los países de origen. Ni que hablar de España e Italia, pero también otros países que dan financiaciones muy blandas. Aquí es totalmente imposible conseguir financiación. Nosotros hemos perdido oportunidades importantes en Perú porque no contamos con la suficiente capacidad propia para financiar un proyecto. En Uruguay nos pasó algo parecido.

    QUIENES PARTICIPARON.

    En la reunión convocada por MERCADO para analizar la situación de la tecnología en el país, el estado de la cuestión y las experiencias concretas participaron:

    – Carlos Correa, coordinador del diálogo, director del Postgrado en Tecnología de la Universidad Nacional de Buenos Aires.

    – Carlos Pampillo, Centro de Investigación Industrial de Techint.

    – Rodolfo J. Schmidt, director general de Siemens.

    – Rubens Latorre, gerente de Unidad de Negocios de IBM.

    – Edgardo A. Cascante, director de Planificación Tecnológica y Normativa, de Telefónica de Argentina.

    – Alberto Alvarez Saavedra, director ejecutivo de Laboratorios Gador.