Volcada desde siempre a la explotación agropecuaria, en ocasiones al desarrollo de su industria y en épocas más recientes a la especulación financiera, la Argentina no fue jamás un país minero, en notable contraste con sus vecinos Chile y Bolivia. Sin embargo, a causa, precisamente, de la relativa virginidad de sus yacimientos, es hoy “una de las últimas fronteras de la minería mundial”, según el embajador norteamericano Terence Todman, quien durante el reciente seminario de Promoción de Proyectos de Inversión en Minería, definió al sector como “el más atractivo en la Argentina de hoy”.
La participación de la minería en el Producto Bruto Interno (PBI) argentino es de apenas 0,3%, en comparación con 1,9% en Estados Unidos, 10% en Perú, 8,9% en Bolivia y 7,2% en Chile.
David Ancieta, gerente general de Minera Aguilar, la mayor empresa privada del sector que opera en el país, recordó a MERCADO que “la geología no reconoce fronteras, de modo que si hay minerales del lado chileno (de la Cordillera) también debe haberlos de éste. Lo que necesitamos es un período intensivo de exploración”.
Ancieta, de nacionalidad boliviana y uno de los artífices de la drástica reconversión de la Corporación Minera Boliviana (Comibol), agregó que “recién se está abriendo la minería en la Argentina. Nuestra empresa, que está aquí hace 60 años, apenas ha arañado el potencial minero del país”.
El subsecretario de Minería, Alfredo Córdoba, señala, a su vez, que el retraso minero se debe a que “hemos sido básicamente un país agropecuario, y por lo tanto nuestro desarrollo se centró en el puerto de Buenos Aires y su zona de influencia, la Pampa Húmeda, donde las inversiones eran más atractivas y de rendimiento más rápido”.
“Para poder desarrollarse, la minería necesita de un período bastante largo”, advierte Ancieta.
“Primero necesitamos un capital de riesgo, principalmente en exploración, para determinar si un área es económicamente favorable para ser explotada. Eso consume una buena cantidad de la inversión, que muchas veces puede perderse, si el yacimiento no es operable.”
“En segundo lugar, viene propiamente la inversión (los equipos, maquinarias y el método de explotación elegido), traer el know how, y hasta que la empresa llegue a asentarse, necesitamos de un período de 10 a 15 años. La minería es siempre a largo plazo”, agrega Ancieta.
EL MARCO LEGAL.
M
Las halagüeñas posibilidades para nuevas inversiones mineras en la Argentina son atribuidas en gran medida a los programas económicos del actual gobierno. Todman dijo que el presidente Menem “aportó una gran cuota de confianza acerca del marco jurídico” al anunciar que no se modificaría el Código Nacional de Minería, dictado en 1876 e imbuido de un espíritu liberal que lo hace atractivo a los inversores.
Sin embargo, a diferencia de Chile, donde rige una legislación minera única que simplifica la actividad de las empresas del sector, el régimen federal argentino crea complicaciones. Aunque el Código de Minería es de aplicación nacional, cada provincia tiene su propio código de procedimientos reglamentario de la ley federal.
En algunos estados provinciales, la autoridad de concesión minera es judicial, en otros es un organismo administrativo y en ciertos distritos es una combinación de ambos sistemas.
Para superar esta situación, el gobierno nacional procura que las provincias elaboren un régimen de procedimientos común. El subsecretario de Minería explicó que Mendoza, San Juan, San Luis y La Rioja (integrantes del llamado Nuevo Cuyo) ya han avanzado en ese camino, “que nosotros estamos apuntalando y proponiendo a las otras provincias”.
Catamarca, Salta y Jujuy se han puesto de acuerdo para fijar las regalías en un nivel similar, mediante proyectos enviados a sus respectivas legislaturas.
Otro emprendimiento encarado por la Subsecretaría de Minería, para brindar un marco técnico adecuado a las inversiones, ha sido la organización de un banco único de datos para centralizar, actualizar y perfeccionar la información geológica y minera, actualmente insuficiente o muy dispersa.
El gobierno argentino ha contado con importante asistencia del exterior en esta materia. Una delegación de expertos mineros del Banco Mundial llegó en agosto a Buenos Aires para preparar un informe sobre las necesidades de asistencia. Con igual propósito viajaron a la Argentina misiones oficiales de Suecia y Finlandia. Se formalizó un convenio con la agencia de cooperación de Japón, que financiará labores geológicas en La Rioja y Salta. Hace algunos meses, el gobierno firmó con la empresa norteamericana Northwest Mine Services un contrato para evaluar los datos geológicos de las provincias de Catamarca, La Rioja y San Juan, con la ayuda de tecnología satelital de última generación.
El estudio evaluará, asimismo, la legislación minera vigente y ofrecerá propuestas para “mejorar el clima de inversión, tomando en cuenta aspectos jurídicos, impositivos y ambientales imperantes en las provincias citadas”, según consignó un informe de la embajada norteamericana.
¿EL DORADO?.
¿Cuál es la riqueza minera de la Argentina? Ancieta destaca que “existe un potencial muy interesante en el sur del país. Hay afloramientos de oro, principalmente en la zona de Neuquén y Santa Cruz.
También yacimientos de cobre en la frontera con Chile, a la altura de San Juan y en Catamarca. Hay allí muchas empresas analizando el potencial que podría conseguirse”.
Desde hace seis décadas Minera Aguilar está explotando yacimientos de zinc con contenidos de plomo y plata en el departamento jujeño de Humahuaca. “Empezó como una explotación pequeña y ahora estamos en unas 2.000 toneladas de tratamiento por día. Tenemos actualmente unos 1.100 empleados y obreros”, explica Ancieta.
La empresa tiene también un ambicioso proyecto para extraer pórfido de cobre en la zona de Pachón, en San Juan, donde existen reservas calculadas entre 200 y 600 millones de toneladas y otras explotaciones de oro en la frontera con Chile.
“Hay comprobados en el país yacimientos de cobre, zinc, plomo y contenidos de oro y también algo de estaño en la zona Norte. Puede que haya otros muchos más, pero esto requeriría un estudio geológico más profundo”, señala Ancieta. “Nosotros, como empresa privada, somos los más grandes, pero nuestras ventas anuales no superan los US$ 100 millones.” Estas cifras parecen modestas si se las compara con las de Chile, cuyas inversiones en este sector están cerca de US$ 2.000 millones anuales.
Originariamente subsidiaria de la empresa norteamericana St. John Mineral, Minera Aguilar pertenece actualmente a MERA SA, una multinacional con domicilio legal en Panamá e importantes intereses en Bolivia. Los accionistas bolivianos son los mayoritarios, en asociación con la firma británica RTZ.
Según Córdoba, el sector de los metalíferos es el menos desarrollado en la Argentina y el que “concentra el mayor interés de los inversores extranjeros, especialmente el oro”. En cambio, los minerales utilizados en la construcción (calizas, mármoles, granitos, carbonatos de calcio y dolomitas) constituyen el área de mayor desenvolvimiento. “Nuestra capacidad instalada en materia de cemento, cales, etc. satisface holgadamente el consumo interno. Pienso que puede esperarse un desarrollo importante en el rubro de las piedras y rocas ornamentales, principalmente mármol y granito, donde hay posibilidades de un desarrollo conectado con Italia, un país tradicional en el trabajo de esos elementos. Los italianos poseen la tecnología, el mercado y las líneas de crédito adecuadas y podría interesarles entrar por esta vía al Mercosur y obtener materias primas”, afirma Córdoba.