La calidad en las empresas de servicios (parte III)

    El ciclo del fracaso explica estos resultados no
    deseados: con un número menor de dependientes y menos expertos
    en los establecimientos, los clientes obtendrán menos ayuda
    y de menor calidad. Los clientes impacientes e insatisfechos no
    tienen ningún motivo para ocultar sus sentimientos a los


    empleados. Y puesto que el descontento engendra descontento,
    tarde o temprano, incluso los dependientes más concienzudos
    pierden la motivación. Entonces los mejores abandonan la
    empresa, los mediocres se quedan hasta que son despedidos, y empieza
    de nuevo el ciclo con una nueva cosecha de principiantes que es
    probable que sean aún menos capaces que las personas a
    las que sustituyeron.


    Las empresas con "ciclo de fracaso" no
    pueden atraer a los buscadores de empleo que poseen cualidades
    y experiencia para ocupar las vacantes porque los empleados de
    calidad serán atraídos, como es natural, por puestos
    de trabajo que ofrezcan mejores perspectivas y mejor retribución.
    Por consiguiente, estas empresas han de utilizar nueva tecnología
    principalmente para observar el trabajo de los empleados (relojes
    registradores electrónicos, por ejemplo, y sofisticados
    sistemas contra robos) en lugar de dar mejor servicio a los clientes.
    Los gastos totales aumentan porque se necesitan más supervisores
    y más jefes para hacer frente a situaciones que no cabe
    confiar que resuelvan los empleados marginales. En conjunto, la
    calidad de servicio disminuye otro grado más.


    Por obvias que estas conexiones puedan ser una vez
    que se han expresado, muchos directivos de empresas de servicios
    no las hacen. Las suposiciones reflejadas en el ciclo de fracaso
    constituyen en gran parte a esta miopía. En realidad, cuanto
    más se esfuerzan los directivos por resolver las deficiencias
    de actuación utilizando instrumentos derivados del modelo
    industrial, menos probable es que hagan progresos reales a largo
    plazo. Además, las medidas cotidianas de la actuación
    comúnmente utilizadas en la mayoría de las empresas
    no hacen más que reforzar este círculo vicioso.


    Los directivos de las empresas de servicios que hacen
    un uso intensivo de la mano de obra no pueden medir el rendimiento
    real de sus actividades con los sistemas tradicionales. Determinar
    los costes de la rotación de los clientes o la economía
    de la recuperación del servicio requiere una metodología
    que no proporcionan los principios de contabilidad generalmente
    aceptados. Exige también directivos superiores que estén
    dispuestos a abandonar la sabiduría convencional acerca
    de cómo y dónde se crean los beneficios.


    En las empresas de servicios que tienen tiendas,
    restaurantes y otras instalaciones en muchos emplazamientos, son
    corrientes dos suposiciones. Una de ellas es que las estrategias
    de emplazamiento, las promociones de ventas y la publicidad aumentan
    los beneficios. La otra es que el control de costos es la responsabilidad
    fundamental del directivo a nivel de establecimiento. Ambas suposiciones
    son correctas en parte. Los emplazamientos en lugares destacados,
    las promociones de ventas atractivas y los anuncios que se recuerdan
    son modos excelentes de aumentar el volumen de negocio. Y ninguna
    empresa puede operar provechosamente durante largo tiempo sin
    disponer de cuidadosos controles de costos en todos los niveles.
    Pero lo que se omite en estas suposiciones es el papel que desempeñan
    los trabajadores que están en contacto directo con los
    clientes para aumentar o disminuir su satisfacción y, por
    consiguiente, los beneficios.


    La investigación de los aspectos económicos
    de la resolución de problemas y de la mejora del servicio
    pone de relieve la misión decisiva de los empleados que
    están en contacto con los clientes.


    Los datos recopilados por los problemas de investigación
    de asistencia técnica para el Ministerio de Asuntos de
    los Consumidores de Estados Unidos demuestran que existe una estrecha
    conexión entre la solución sobre la marcha del problema
    de un cliente y la intención del cliente de volver a comprar.


    Cuando los clientes sufren problemas poco importantes,
    95% dice que volverá a comprar si resuelve la queja con
    rapidez. Si en el proceso de solución se tarda incluso
    un poco, 70% decide no volver. Una dispersión de 25 puntos
    de porcentaje puede fácilmente significar la diferencia
    entre un rendimiento


    mediocre y uno óptimo (a decir verdad, los
    estudios sobre los efectos de la lealtad de los clientes han demostrado
    que incluso un aumento de 5% en la conservación de los
    clientes puede elevar la rentabilidad de 25% a 85%). Sin embargo,
    el viejo modelo industrial garantiza prácticamente una
    deficiente solución de los problemas sobre la marcha porque
    en él se da por supuesto que sólo los jefes pueden
    resolver problemas. Como consecuencia, se ha creado una generación
    de trabajadores de servicios que o no están interesados
    en las dificultades del cliente o son incapaces de ayudarlos,
    si es que se interesan.


    Incluso en el caso de que quieran, los directivos
    no pueden confiar en los trabajadores contratados con arreglo
    al modelo del ciclo del fracaso para hacer bien las cosas.


    Los aspectos económicos de la rotación
    del personal son otro campo en el que se necesita una nueva metodología
    y donde los tradicionales modos de proceder en contabilidad refuerzan
    el ciclo de fracaso y socavan invisiblemente los beneficios de
    una empresa. Para ilustrar el alcance de este problema, podemos
    reflexionar sobre algunos datos de Sears. En 1989 hubo una rotación
    de 119.000 puestos de trabajo de ventas en la red de establecimientos
    al por menor del Sears Merchandise Group. El coste de capacitar
    y adiestrar a cada nuevo miembro del personal de ventas fue de
    900 dólares, o más de US$ 110 millones en el total
    (una cifra que representa 17% de los ingresos del


    Merchandise Group de 1989).


    La magnitud de estos costos hace que muchas veces
    los directivos reduzcan el adiestramiento, lo cual se explica
    por la falta de información pertinente: mientras los salarios
    y los costes de adiestramiento se miden y conocen universalmente,
    con el rendimiento de estas inversiones en perfeccionamiento de
    empleados no ocurre así porque el valor añadido
    del mejor servicio hace


    tiempo que se considera incognoscible. Ahora bien,
    esta suposición se está derrumbando. Los directivos
    buscan medidas que los ayuden a evaluar la relación existente
    entre adiestramiento y conservación de las empleados, por
    ejemplo, o el valor de la invariabilidad del servicio que procede
    de una rotación más baja del personal. En resumen,
    están empezando a incluirlo en su planificación
    como elemento esencial de los aspectos económicos del servicio.


    En 1989, Sears hizo una encuesta en 771 tiendas como
    parte de su actividad habitual de observación del servicio.
    Sus hallazgos proyectaron nueva luz sobre la importancia decisiva
    de la rotación del personal así como sobre el valor
    del estado de ánimo de los empleados. En primer lugar,
    los datos


    aclararon que la rotación de empleados y la
    satisfacción de los clientes estaban directamente relacionadas.
    En las tiendas en que las evaluaciones del servicio a los clientes
    eran relativamente altas, 54% del personal rotaba en un año
    en comparación con 83% en las tiendas que puntuaron más
    deficientemente. En segundo lugar, la satisfacción de los
    clientes se relaciona directamente con la


    composición del personal de ventas de una
    tienda. Cuanto más confiaba una tienda en un grupo de dependientes
    a tiempo parcial y cambiante (un elemento esencial en muchos negocios
    de servicio), más bajas eran las evaluaciones recibidas
    de los clientes. Cuanto mayor era el porcentaje de trabajadores
    a tiempo completo y trabajadores habituales a tiempo parcial,
    más satisfechos dijeron sentirse los clientes.


    La evidencia de las empresas que están organizando
    esfuerzos innovadores para medir los costos completos de la rotación
    del personal aumenta el efecto de estos hallazgos. Por ejemplo,
    dos divisiones de Marriott Corporation emprendieron un estudio
    para cuantificar las conexiones entre la rotación, la conservación
    de los clientes y la rentabilidad. Como hipótesis de trabajo,
    la dirección calculó que la reducción de
    10% en la rotación del personal reduciría la interrupción
    de la asiduidad de los clientes entre 1% y 3% y aumentarían
    los ingresos entre US$ 50 y 150 millones. Las conclusiones de
    este estudio son sorprendentes: incluso con las estimaciones más
    altas para los costos de contratación y de adiestramiento
    y con las estimaciones más bajas para los costos de pérdida
    de los clientes, la reducción de la rotación del
    personal en 10% proporcionaba unas economías mayores que
    los beneficios de explotación de las dos divisiones combinadas.


    La ineficacia en la actividad cotidiana cuando los
    empleados abandonaron la empresa es otro costo oculto de la rotación
    del personal. Merck & Co. averiguó que la desorganización
    de las relaciones laborales y los costos originados por la admisión
    y el despido de los empleados elevaron los costos totales de la
    rotación de personal a 1,5 veces el salario anual de un
    empleado. Además, en el análisis se llegó
    a la conclusión de que, de una inversión de 50%
    del salario de un empleo en actividades destinadas a eliminar
    la rotación, Merck podía cosechar el reembolso de
    un año.


    Por último, en un estudio realizado en 1988
    y 1989, la casa Ryder Truck Rental descubrió que otro costo
    oculto de la rotación del personal es su efecto sobre las
    tasas de reclamaciones de indemnización de los trabajadores
    (un componente significativo del costo de las prestaciones complementarias).
    En los 16 distritos con una rotación voluntaria anual a
    10% la tasa de reclamación


    de indemnizaciones de los trabajadores fue poco más
    de 16%. En los 20 distritos en los que la rotación voluntaria
    oscilaba entre 15% y 20%, el costo se elevó a 23%. Además,
    Ryder comprobó que el mayor adiestramiento originó
    una disminución de la rotación. Entre los empleados
    que participaban en el nuevo programa de capacitación de
    la empresa, la tasa de rotación fue de 19%; entre los que
    no participaron, la tasa se elevó a 41%.


    Documentar las relaciones críticas entre clientes,
    beneficios y empleados plantea sin duda un reto de medición.
    Los aspectos económicamente significativos de la lealtad
    de los clientes sólo ahora empiezan a calcularse, a pesar
    de la abrumadora evidencia de su importancia. Los aspectos económicos
    de la lealtad de los empleados están todavía inexplorados
    en gran parte. Los directivos precavidos de empresas tales como
    Marriott, Merck y Ryder están apresurándose a incluir
    como elementos esenciales los nuevos aspectos económicamente
    significativos del servicio en sus estrategias y en sus cuentas
    generales.