Empezó hace 18 años con muy poca plata, a bordo de un Citroen destartalado por el que se colaba el viento en las madrugadas de invierno y con el que atravesaba la ciudad, desde Belgrano hasta Avellaneda o Lanús, para recorrer las curtiembres de la zona. No la tomaban en serio, pensaban que esa “muñeca” insistiría dos o tres meses y luego se cansaría de soportar las risas de los hombres, de chapotear en los pisos siempre cubiertos de agua y de aspirar el olor acre.
Pero Concepción María Ameijeiras, más conocida por el nombre que impuso a su empresa, Chiche Farrace, no se detuvo. Comenzó con muy poca plata, unos 5.000 dólares, y hoy suma un capital cercano al millón, si contabiliza el stock permanente, el show-room de la Avenida de Mayo -visitado por personalidades famosas en todo el mundo, como Zubin Metha, Julio Iglesias, Lola Flores y John Travolta- y sus locales de las Galerías Pacífico, Paseo Alcorta y Punta del Este.
Cuenta que se acercó al gremio del cuero porque siempre le gustaron las carteras y los guantes. En su pasado quedaron un tercer año de abogacía, las tareas de ama de casa y su primer contacto con lo que sería su futuro negocio: las oficinas administrativas de una tienda de la calle Florida, que vendía artículos de cuero de alta calidad.
Fue adquiriendo el oficio a ponchazos, a golpes y a martillazos en los dedos. Aprendió a cortar, dar vuelta las prendas, cementarlas. Su ambición era encarar trabajos más sofisticados, y de la venta de cueros al por mayor pasó al negocio de la moda. “Soy muy trabajadora, muy luchadora, quería triunfar. Siempre poniendo energía, cumpliendo con los pagos, consiguiendo créditos de las curtiembres, que eran mis proveedores, y de los bancos. Este es un negocio en el que yo no he puesto mucha plata y es sólo una pequeña empresa artesanal, de otro modo no podría hacer las cosas que hago: un short, bermudas, un saco especial, un tailleur combinado con visón, con zorro.”
Los Pies sobre la Tierra.
Chiche viaja todos los años a Europa, a la Semana del Cuero en París, en septiembre, donde se presentan 1.750 expositores, entre los que se cuentan nombres de prestigio internacional como Chanel, Hermes, Valentino, y acude a decenas de desfiles. “Camino muchísimo, toco mucha ropa, veo todo, me informo y luego lo adapto al hombre o la mujer argentinos y a las circunstancias económicas del país.”
Este realismo es lo que le aconseja no embarcarse en la realización de productos demasiado caros.
“Una colección puede ser muy linda en la pasarela pero si no es vendible, no sirve. Los aplausos hay que plasmarlos económicamente”, afirma.
Chiche Farrace se define como una mujer que ganó con mucho esfuerzo cada centavo. “Siempre tuve buena cabeza para la plata, invertí en propiedades y no me fue mal. Nunca me incliné por lo superfluo, pero también he tirado plata, como buena argentina, de lo que no me arrepiento, aunque nunca dejé de lado el sentido común.” Y para confirmar la seguridad que le da el camino recorrido
invoca una frase que suele pronunciar su actual marido, dueño de una agencia de turismo, cuando se presenta algún inconveniente: “No te preocupes -le dice-, siempre vamos a tener para langostinos y champagne.”
Ella se declara feliz con el trabajo que hace. Disfruta con el arte de hacer ropa y de ganar dinero, pero piensa que ya es hora de poner límites a las ambiciones. Ahora sólo trabaja “diez horas por día”
y querría cumplir con viejos sueños: conocer Oriente, Rusia, China, lugares que no visitó antes “porque no tienen moda”. Planea detenerse en cada sitio para disfrutar. Viajar mirando y no corriendo.
“Veo muchos empresarios a quienes lo único que les importa es la empresa. La familia está muy bien atendida, la mejor casa, los mejores colegios, el mejor country. Y sin embargo, él no es el mejor compañero. No hay que tirar la balanza ni para un lado ni para el otro, porque la vida no se repite”,
afirma.
Industria en Crisis.
El cuero es una de las industrias que genera divisas en forma rápida, pero en la Argentina tropieza con una cantidad de factores que la limitan. El más importante de los problemas es el de los precios.
“Estamos caros y no podemos exportar. Si alguno lo hace ganando un dólar sobre diez, cualquier revés económico lo funde. Argentina se ha convertido en un país con mano de obra cara y no está en condiciones de competir. Cuando yo empecé, vendía un tapado de napa a US$ 197, ahora lo tengo que vender a US$ 700”, explica Farrace.
El otro obstáculo para la exportación es la calidad. Según Chiche Farrace, el problema requiere una dosis considerable de empeño para modificar muchas cosas. “Hay que empezar desde el campo hasta el trabajo que realiza el peón. Hay que colocar alambrados que no lastimen el cuero, emplear técnicas especiales para su extracción en los frigoríficos, y eliminar la garrapata, que deja marcas insalvables.”
“Son los inconvenientes del subdesarrollo, de la falta de tecnología apropiada. De ahí la diferencia entre nuestros cueros y los italianos y franceses, productos de una sofisticada tecnificación. Nuestro cuero es muy bueno y podría competir en el mundo si pudiéramos aunar ese difícil equilibrio de mejores precios y más alta calidad”, dice esta mujer que tiene la cualidad de entusiasmarse por lo que hace, como lo confirma al mostrar las prendas que ofrecerá en la próxima temporada de primavera-verano: cuero negro con grandes pespuntes blancos, camperitas cortas, mucho cierre relámpago, mucho tailleur al cuerpo, shorts, tops, y hasta musculosas porque, asegura, todo se puede hacer en cuero o antílope.
Chiche Farrace se declara ávida por aprender y capaz de sorprenderse con lo nuevo. “Yo no me las sé todas -dice-; conozco mis limitaciones, mis dudas, no me creo imbatible. Y si se me permite, le voy a dar un consejo a cualquier mujer empresaria que esté empezando: que no se la crea.”