La encuesta de expectativas sobre el comportamiento de la economía en el segundo semestre -que se publica en esta edición- registra dudas, pesimismo en algunos puntos y una extrema cautela. El trabajo de campo se desarrolló a finales de junio y principios de julio. Si se hubiera hecho en las últimas dos semanas, la dosis de pesimismo y mal humor habría crecido significativamente.
¿Qué ha pasado, que de modo tan veloz, tanto los empresarios y operadores económicos como la opinión pública detectan ahora incertidumbre y datos negativos? ¿Cómo se explica, además, la velocidad de este proceso que obliga al gobierno a reaccionar con celeridad, so pena de enfrentar una catástrofe?
Las explicaciones unívocas son muy rotundas pero usualmente insatisfactorias. Es conveniente revisar los ingredientes que han precipitado este vertiginoso cambio de humor en el país.
* La crisis acecha a los responsables de la economía, pero sería un grave error creer que no hay componente político en la nueva situación. En todo caso, es tanto económica como política.
* Mientras no se advierta que el propósito de continuidad en el poder ha sido desechado, el escepticismo seguirá creciendo. Para obtener apoyos -se piensa- habrá que sacrificar importantes parcelas del programa económico y hacer concesiones de peso.
* La corrupción se ha convertido en obsesión de la opinión pública. Una encuesta exclusiva del mensuario 5º Poder revela que 74% de los encuestados piensa que hay mucha corrupción en el gobierno; mientras que 31% cree que el Presidente es “muy responsable”, y 43% “algo responsable”, de la corrupción.
* La caída en la Bolsa es grave por varios motivos: a) originó pérdidas de importancia; b) todavía puede tener consecuencias graves sobre la estabilidad de algunos de los operadores bursátiles; y c) significó el fin del “período rosa”, cuando todo salía bien y abundaban las noticias positivas.
* Nadie quiere menear el tema de la tasa de cambio. Pero la balanza comercial va a ser negativa este año. En todo caso, el comercio bilateral con Brasil será negativo para Argentina en US$ 1.000 millones. Importantes sectores como el papelero, el siderúrgico y, textil están luchando por su supervivencia. Aquí se terminaron los subsidios estatales, pero en Brasil no. Y mientras no se produzca la convergencia macroeconómica -y parece que va para largo- los industriales brasileños pueden darse un festín en el mercado interno argentino.
* La reestatización parcial de Aerolíneas ha sido un baldazo de agua fría. La solución es pésima y traerá consecuencias a plazo fijo. La situación de Aerolíneas Argentinas es más incierta que nunca. Lo correcto hubiera sido la rescisión judicial del contrato por grueso incumplimiento de los términos pactados. Pero el momento era el peor: en los próximos 90 días se define el resto de las privatizaciones importantes. La anulación de la operación con Iberia habría tenido efectos desastrosos. A su vez, el antecedente es ominoso.
Si se dejan de lado las injustificadas predicciones apocalípticas, y se toma debida cuenta de las advertencias que envían los protagonistas de la vida económica y social, el resultado puede ser positivo. Valía la pena detenerse a pensar en otros temas centrales de la economía que estaban postergados: inversión del sector privado; la infraestructura que se requiere para contar con crecimiento sostenido; los recursos que demandan la educación y la salud; y el posicionamiento de la Argentina en el comercio mundial.
Después de 23 años de vida -que se celebran con esta edición- MERCADO persiste en reivindicar una opinión ponderada que se define más por las tendencias de largo plazo y los signos profundos del acontecer económico y social, antes que por los caprichosos cambios de humor, o por los coros que pasan sin transición del apoyo incondicional al pesimismo más desolador.
MUCHO CUIDADO CON LOS FONDOS DE PENSION.
Para el año 2010 el sistema de seguridad social de Estados Unidos, según proyecciones actuales, será deficitario en US$ 100.000 millones y el rojo crecerá hasta más de un billón de dólares en el 2030. Si esto es así, la mayoría de los estadounidenses no podrá contar con una jubilación segura. O el gobierno federal deberá montar el rescate financiero del sistema, con recursos de los contribuyentes.
El dato es aleccionador. En Argentina, fueron los gobiernos los que descapitalizaron las cajas de jubilaciones. La nueva legislación que se propicia transformará el sistema que coexistirá con el anterior, pero que se caracteriza por fondos manejados por empresas privadas especializadas.
¿Es eso suficiente garantía, vista la experiencia estadounidense? Si algo sobresale en el modelo chileno, del que tanto se habla, es el control y supervisión del sistema del que depende el futuro de los trabajadores. El riesgo de especulación es muy alto y la volatilidad de la Bolsa una clara advertencia.
La desagradable conclusión de la situación de Estados Unidos aparece en un libro recientemente publicado por Villard Books (1991), titulado Social Insecurity, cuyos autores son el consultor Dorcas Hardy y el escritor C. Colburn Hardy. ¿Qué pasa con las contribuciones que durante años hace al fondo cada trabajador? ¿Y qué pasa con los supuestos enormes excedentes del fondo fiduciario? Son mitos, dicen los autores. El impuesto para seguridad social no va a parar a una cuenta con nombre y apellido del contribuyente. Se destina, en cambio, para pagar las jubilaciones y pensiones de los actuales retirados. Además, no existe lo que se conoce como fondos fiduciarios. Los excedentes que se acumulan son usados por el gobierno para pagar las operaciones actuales. El Tesoro, es cierto, libra pagarés a los mal llamados fondos fiduciarios, pero si el gobierno tiene déficit cuando esos pagarés venzan, ¿de qué van a servir? Subirán los impuestos, o bajarán los pagos, o ambas cosas a la vez.
Si los fondos están vacíos, los trabajadores en actividad tendrán que continuar pagando para los jubilados. Esto no es problema ahora, porque por cada retirado hay 3,4 trabajadores que aportan, lo cual es todavía mucha gente para pagar US$ 275.000 millones anuales en beneficios jubilatorios.
Pero, ¿quién va a pagar los US$ 3,5 billones que harán falta en el 2025?
OTRO MODO DE CALIFICAR A LAS EMPRESAS.
Si el análisis de los estados contables fuera suficiente para evaluar la salud de las empresas, no existiría el cementerio de entidades financieras enterradas -o a enterrar- por el Banco Central. Esa larga lista de bancos y financieras quebradas contó, año a año, con sus respectivos balances auditados. La conclusión es obvia: o bien los supervisores del Banco Central no prestaron atención a las llamadas de alerta, o bien éstas no existieron.
Quienes creen que la versión correcta es la segunda, arremeten contra las firmas de auditoría: sospechan que son culpables de negligencia, de ignorancia o incluso de connivencia. Para reforzar la tesis recuerdan los sonados casos que se ventilan en Estados Unidos, donde varios bancos han demandado -y ganado el juicio- por centenares de millones de dólares a firmas líderes en el campo de la auditoría.
Sin eximir de responsabilidad a quienes la tengan, lo cierto es que el problema es de vital importancia para el desarrollo del capitalismo. En nuestro país, el nuevo enfoque será central si de verdad se pretende el desarrollo de un sólido mercado de capitales.
Ya no basta con los tradicionales estados contables. Además de elementos objetivos, como nivel de ventas, de ganancias, de endeudamiento, etc, hacen falta otros datos esenciales. Si se trata de prestar dinero a una empresa o de invertir en acciones de ella, es fundamental saber si opera en un sector estratégico cuyos productos tienen futuro; si posee tecnología adecuada; si tiene una gerencia flexible a los cambios; si su estrategia de marketing es correcta y fuerte.
La incorporación de criterios de valuación más complejos y refinados que el clásico enfoque contable es esencial en la tarea que debe cumplir la Comisión Nacional de Valores. A las nuevas empresas de medición del riesgo debe exigírseles algo más que los datos tradicionales.
FORMULAS PARA DESPEDIR AL PRESIDENTE.
Imprevistamente, el directorio de British Petroleum decidió despedir al presidente de la firma. Hace pocas semanas ocurrió lo mismo con uno de los grandes bancos británicos. A finales del año pasado, el mismo destino tuvo el titular de General Motors en Estados Unidos. Remociones al más alto nivel empiezan a ser comunes en las más grandes corporaciones.
La rebelión de los directores que representan a los accionistas comienza a plasmarse. Las motivaciones son similares: no siempre la empresa es manejada conforme al mejor interés de los accionistas.
El tema central es el criterio que se esgrime. No siempre se trata de maximizar los beneficios y garantizar dividendos. También inquieta el posicionamiento estratégico de las grandes firmas.
Comienza a aparecer con fuerza una visión de largo plazo en el interés de los accionistas.
¿Es posible un golpe palaciego en los directorios de las empresas argentinas? No parece probable -el caso Bunge & Born es absolutamente atípico- en el corto plazo. Los directorios reflejan todavía la fuerte composición familiar del accionariado y muchos de los directores deben su designación a la elección del propio presidente. Pero la expansión y consolidación de un genuino mercado de capitales puede introducir cambios de fondo.