La investigación sobre "Percepciones cívicas
y militares del papel de las fuerzas armadas: aspectos comunes
y divergentes", se desarrolló entre junio de 1991
y junio de 1992, dirigida por Andrés Fontana (CEDES, Fundación
Simón Rodríguez, Foro de Relaciones Cívico-Militares),
con respaldo del International Development Research Centre, de
Ottawa, Canadá. Además de la encuesta de opinión
pública, el análisis de las percepciones militares
se realizó sobre la base de entrevistas estructuradas y
semiestructuradas con oficiales de las fuerzas armadas, exposiciones
y comentarios de miembros de las tres armas, y documentos no reservados
de las instituciones militares.
En términos generales, la comparación revela que
no existen divergencias de fondo entre las percepciones civiles
y militares acerca del papel de las fuerzas armadas. La existencia
de un campo de convergencia -aún en desarrollo, pues se
trata de temas actualmente en debate- agrega un elemento de suma
importancia a la consolidación definitiva de un modelo
de relaciones cívico-militares compatible con la estabilidad
democrática de largo plazo. El denominador común
es el profesionalismo. Este no implica rechazo ni indiferencia
respecto de la política, sino subordinación al poder
político y especialización en roles específicos.
Al respecto, la opinión mayoritaria en la sociedad define
el resguardo de la integridad territorial como la principal función
de las fuerzas armadas. La opinión mayoritaria en el campo
militar es que los cambios que se están produciendo en
el sistema internacional replantean las misiones de las fuerzas
armadas y determinan una exigencia de grados crecientes de profesionalismo
y
especialización y una clara subordinación militar
al poder político.
Entre los militares, no hay indicios contrarios a la aceptación
del resguardo territorial como misión principal, función
que por lo común engloban en la noción más
amplia de "defensa nacional". Las opiniones militares
coinciden en que cada fuerza tiene una misión principal
-en algunos casos definida como disuasión, en otros como
capacidad defensiva- y otras secundarias como, por ejemplo, la
integración de fuerzas de paz, apoyo a la política
exterior, apoyo en la lucha contra el narcotráfico y colaboración
en caso de desastres naturales.
Un tema de fondo, como el golpe de Estado, es descartado con igual
énfasis por ambas partes. Desde la perspectiva militar,
eso se refleja no en preguntas específicas sobre el tema
-que sería un tanto ingenuo, pues nadie va a decir "soy
golpista"-, sino en el examen de los valores y expectativas
reflejados en el conjunto de conceptos vertidos en las entrevistas.
Convergentemente, la opinión pública expresó
en 64% que considera imposible un golpe de Estado en Argentina.
Ora área de convergencia se encuentra en relación
con los factores considerados más importantes para resolver
o evitar los conflictos internacionales. En ambos casos, los tratados
y negociaciones pacíficas obtienen el consenso mayoritario.
Algo semejante ocurre en torno de si el país debería
contar con armamento nuclear, donde converge una opinión
negativa mayoritaria. Sin embargo, en este caso hay un porcentaje
relativamente importante de miembros de las fuerzas armadas, que
sí lo considera conveniente, sobre todo por los efectos
que produce desde el punto de vista del desarrollo tecnológico.
en consecuencia, ésta debe considerarse una convergencia
parcial.
LAS PRINCIPALES DIVERGENCIAS.
Una divergencia significativa se observa con respecto a la participación
en fuerzas multinacionales.
Mientras la mayor parte de los militares coincide en la importancia
o conveniencia de ese papel, la sociedad registra una opinión
negativa. A la pregunta referida al envío de naves al golfo
Pérsico, sólo 39% de los entrevistados respondió
positivamente mientras 53% se expresó en forma contraria,
si bien esta cifra implica una mejora importante respecto de otras
encuestas realizadas con anterioridad.
Debe tomarse en cuenta que sólo recientemente (hacia mediados
de 1992) la participación de contingentes argentinos en
fuerzas multinacionales y misiones de paz ha cobrado notoriedad
en el marco de la política exterior del país. Se
trata de un tema en desarrollo, que recién está
llegando a la sociedad, mientras ya está instalado entre
los miembros de la profesión militar.
En otro plano, la población rechaza mayoritariamente la
posible intervención de las fuerzas armadas en caso de
desorden interno. en la opinión militar, en cambio, se
advierte -si bien no una aceptación generalizada del ejercicio
de ese papel- una gran cautela con respecto a una exclusión
taxativa del mismo. La principal preocupación en caso
de ser convocadas a intervenir se expresa en el plano jurídico
y en el de la legitimidad ante la sociedad.
Para concluir, cabe destacar dos rasgos sobresalientes de las
percepciones militares: en primer lugar, el énfasis en
los aspectos profesionales, que configura visión excluyente
de roles políticos o de "guardianes del orden"
y, en segundo lugar, que esa visión del rol está
ligada a la crisis de la institución y a expectativas de
reconocimiento social, y no a una percepción de una amenaza
inminente que demande una rápida recomposición y
puesta a punto de la capacidad defensiva del país.
Todo esto implica desafíos muy importantes a la imaginación
y creatividad no sólo de quienes tienen responsabilidades
en el campo militar específico. La imaginación,
la interacción y la iniciativa son decisivos en un proceso
que hoy está generando el militar argentino del año
2000 y el modelo de relaciones cívico-militares que va
a tener el país para entonces.