Claves

    ¿REVALUACION?
    La tesis de Manuel Sacerdote, presidente del Banco de Boston, es sencilla. La Ley de Convertibilidad obliga al gobierno a vender divisas a razón de US$ 1 por peso, pero no a comprarlas. Las autoridades podrían pagar un precio más bajo que el actual para desalentar el ingreso de hot money y ello -opina el banquero- no afectaría a los capitales que vienen a la Argentina con planes a largo plazo. Por otra parte, la compra a un menor valor permitiría bajar la actual oferta de dinero y constituiría un buen recurso para disminuir la inflación, junto con la eliminación del déficit de Tesorería. En abril, el Banco Central compró divisas por US$ 723,9 millones.En definitiva, lo que Sacerdote propugna es una revaluación del peso. Y su opinión parece haber encontrado respaldo en una reciente exposición del secretario de programación económica, Juan Llach, ante ejecutivos de finanzas. El funcionario dijo que los años `90 estarán signados por tasas de interés en baja y la revaluación del peso. Agregó que el ingreso de la Argentina al Plan Brady permitirá un mayor acceso al crédito internacional y a un menor nivel de la tasa de interés.
    DEFLACION.
    Así como el tipo de cambio permanece prácticamente quieto desde hace poco más de un año, otro precio de gran importancia sigue la tendencia hacia la deflación. Se trata del costo del dinero.Mientras que en noviembre de 1991 Molinos Río de la Plata tuvo que ofrecer al inversor una renta de 14,6% anual en dólares, ahora esa empresa y otras de primera línea pueden obtener dinero ofreciendo un rendimiento de 9,5%. Según opinan muchos banqueros, esta tendencia hacia la baja se acentuará levemente en los próximos meses como consecuencia de la disminución del country riskde Argentina. La formalización de esos compromisos podría concretarse entre fines de diciembre y marzo de 1993.
    ADVERTENCIA.Inicialmente puede producirse una desaceleración de la actividad económica y en una segunda etapa una creciente presión recesiva debido a la pérdida de competitividad externa si continúa el sistemático proceso de aumento de los precios internos medidos en dólares en una proporción mayor que en el resto del mundo. Así lo señala un reciente informe del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas, que orienta Ricardo López Murphy. En los últimos doce meses, el tipo de cambio disminuyó en 15,6%, mientras que el costo laboral para las empresas industriales registró un incremento de 9,5%. El economista radical argumenta que los mayores precios internos han estado asociados a una menor exportación así como a mayores importaciones. En la medida en que no se observe una amplia (casi imposible) flexibilidad hacia abajo de los precios internos en dólares, esa menor demanda nominal implicará una caída en los volúmenes de venta. La menor actividad disminuirá los recursos netos del fisco, lo que junto con el menor financiamiento externo forzarán al alza de la tasa de interés interna.
    BALANCE NEGATIVO.Estados Unidos revirtió su balance comercial negativo con la Argentina. Mientras que en 1990 el saldo fue desfavorable para los norteamericanos en US$ 332,7 millones, en 1991 fue positivo en US$ 757,8 millones.Estados Unidos, junto con Brasil, son los dos principales socios comerciales de la Argentina. Según datos del Departamento de Comercio de Washington, en 1991 los norteamericanos vendieron productos a la Argentina por US$ 2.048,9 millones, o sea 73,8 % más que los US$ 1.178,6 millones del año anterior. A su vez, en 1991 Estados Unidos importó de la Argentina por US$ 1.291,1 millones; 14,6% menos que en 1990.
    FUTURAS TARIFAS ELECTRICAS.Los cálculos realizados por los técnicos de SEGBA y de la Secretaría de Energía, entre agosto y septiembre del año pasado, establecían la necesidad de un aumento tarifario en el servicio eléctrico, en el momento en que el sector privado se hiciera cargo de la generación. Ese incremento se calculó entre 8 y 12%.La mayor reactivación económica ha significado que en los primeros cuatro meses de este año se consumiera 12% más que en iguales meses de 1991. En el corto plazo, los operadores privados no necesitarían incrementar la tarifa más que en 2 o 3 puntos.La perspectiva a mayor plazo es, sin embargo, una reestructuración que implicará mayor precio para el servicio domiciliario, residencial, y una rebaja en los precios que paga la industria. Dicho de otro modo: habría un subsidio directo de los consumidores al sector productivo.