Juegoteca con premio

    “El hombre no deja de jugar porque se vuelve viejo. Se vuelve viejo porque deja de jugar”, decía sabiamente el escritor irlandés George Bernard Shaw.

    Hace treinta años, dos mujeres suecas, madres de niños discapacitados, comprendieron la importancia del juego para el desarrollo de sus hijos y su reinserción en la familia y la sociedad.

    Así nació Lekotek, que en sueco quiere decir “juegoteca”. Un lugar donde los niños, sus padres y hermanos asisten regularmente a sesiones de juego con especialistas. Después de cada encuentro, la familia lleva tres juguetes a su casa para que el aprendizaje, la diversión y la comunicación continúen en la vida cotidiana.

    Hoy existen programas de este tipo en varios países del mundo. En Estados Unidos se creó el primer Lekotek en 1980 y ya funcionan 50 centros en total, muchos patrocinados por Citibank. Fue en el Lekotek de Evanston, donde Graciela Melo de Ortolá, vicepresidente de comunicaciones institucionales de Cititank Argentina, visitó una juegoteca. Inmediatamente quiso traer el sistema a la Argentina, como parte del programa de Citibank de ayuda comunitaria “Hechos para la Gente”.

    “Este es el primer proyecto auspiciado por Citibank que se generó en el exterior”, explica Melo de Ortolá. Después de trabajar durante casi tres años para adaptar el sistema al contexto argentino, y tras seleccionar y entrenar al personal necesario, el 7 de agosto de 1990 abrió sus puertas el Centro Lekotek Argentina.

    En una amplia casona de Flores, pintada color rosa-crema, la directora de Lekotek Nilda Cosco, dos asistentes o “líderes” y tres voluntarias trabajan con 52 familias inscriptas en el programa.

    “Cuando los niños empiezan a jugar, la familia comienza a reconocer sus capacidades, y entra a circular entre ellos otro lenguaje, otra vinculación”, dice Cosco. “Cuando todos se divierten, el niño es aceptado”.

    ANTE TODO, EL GOCE.

    Nilda Cosco aclara que el juego no tiene como objetivo la terapia, sino la reinserción y aceptación de los niños en su familia y en la escuela. “El niño empieza a disfrutar sus habilidades en lugar de sentirse limitado por sus discapacidades. El goce es el elemento fundamental”, explica Cosco.

    Los chicos, sus padres y hermanos asisten cada veinte días a una sesión de juego en Lekotek. Hay juguetes especialmente desarrollados para chicos discapacitados (algunos se manejan con la cabeza, para niños con problemas en los brazos y manos), pero otros son comunes. Después de cada encuentro, la líder selecciona los juguetes que la familia lleva a su casa.

    Lekotek tiene un banco de datos con 1.500 registros a disposición de los padres. También organiza conferencias, seminarios y sesiones de apoyo para la familia.

    Con un programa de becas asiste a grupos de escuelas diferenciales y a chicos abandonados.

    Hasta 1993, Citibank financiará parte del programa (las familias sólo aportan $30 por mes), pero de ahí en más, Lekotek deberá independizarse. “Es muy importante que otras empresas ayuden a su financiación”, explica Melo de Ortolá. “Tenemos confianza en que tendrá éxito”.

    Lekotek es parte del programa de apoyo comunitario de Citibank denominado “Hechos para la gente”. En 1987 el banco trajo a Zubin Metha y la Filarmónica de Nueva York a tocar en la avenida 9 de Julio, y desde hace ocho años auspicia a la Camerata Bariloche en forma exclusiva. También compró una jirafa para el zoológico de Buenos Aires.

    Pero las encuestas de opinión le han demostrado a los encargados del programa que las prioridades de la gente en este momento son la salud y la educación. Desde hace 11 años Citibank beca anualmente a dos periodistas económicos para que asistan durante 15 días a la Universidad de Columbia en Nueva York. Recientemente el banco donó un centro de salud a la municipalidad de Merlo. Lekotek es otra respuesta a la creciente demanda por una mejor educación y más servicios de salud. Pero, como dice Ortolá de Melo, ahora le toca a toda la comunidad lograr que este proyecto, único en América Latina, siga caminando solo.

    Informe: Nicolás Penchaszadeh.