ARREGLO VELOZ.
Cuando dos partes en una negociación tienen el mismo interés, es casi seguro que el acuerdo llega pronto. Esa es la explicación sobre el ritmo veloz de las discusiones entre el gobierno y los bancos acreedores internacionales.
Para Domingo Cavallo es esencial cerrar con los bancos, cuanto antes. No se trata solamente de fortalecer la mano del gobierno con miras a la elección de senador por la Capital en junio. Lo que realmente le importa es tener los deberes listos por si ha llegado el momento de abandonar el cargo.
Los bancos internacionales -muy especialmente los estadounidenses que, en definitiva, tienen en cartera la mayor proporción de deuda argentina- creen que un acuerdo es esencial para mejorar su erosionada situación patrimonial. Un arreglo con la Argentina significa otro cercano con Brasil. Los préstamos que figuran como no operativos recuperan valor, y quedan disponibles las importantes reservas para incobrables que fue necesario acumular.
ATERRIZAJE FORZOSO.
Quienes siguen de cerca la saga de Aerolíneas Argentinas temen que el armisticio entre el gobierno e Iberia sea otra jugada del consorcio español-argentino para ganar tiempo y no perder los privilegios de línea de bandera. Argumentan, por ejemplo, que de los cuatro MD 88 que deberían ser adquiridos este año, sólo tres están en fabricación, y se preguntan, naturalmente, dónde está el cuarto. También advierten que los aparatos probablemente sean alquilados (leasing con opción a compra), lo que le permitiría a Iberia ahorrarse unos US$ 100 millones del plan de inversión.
ESCALADA DE LA UIA.
Hay una disimulada euforia entre los directivos de la Unión Industrial. Han descubierto que Domingo Cavallo no es intocable. En verdad, el desmoronamiento del IEPE no se produjo en el Congreso. El principio del fin comenzó con las importantes concesiones que los industriales le arrancaron en negociaciones previas. Cavallo debió conceder mucho más de lo que se esperaba. Ahora, la UIA se prepara, para otro round con la conducción económica, pero con otra percepción sobre su fortaleza.
HOSTILIDAD EN EL CONGRESO.
Dentro de la bancada oficialista, en ambas cámaras, no hay demasiada simpatía por el líder del equipo económico. Los episodios recientes han agravado la brecha y complicarán el tratamiento de iniciativas fundamentales para transformaciones de fondo. Como el futuro régimen de jubilaciones, por ejemplo. También en el Congreso se vislumbra la posibilidad de un reemplazo de Cavallo. Pero no por sus aspiraciones presidenciales o por presuntas discrepancias con el Presidente. La causa sería la conflictividad del personaje, que le crea innumerables problemas a Menem. Para rematar, Cavallo embiste a la vez contra Erman González y María Julia Alsogaray, que es lo mismo que decir el riñón presidencial.
EL FUTURO DE CAVALLO (y el de Alemann).
Fue cierto que todo estaba listo para reemplazar a Guido Di Tella y que Roberto Alemann iba a ocupar el Palacio San Martín. Quien logró hacer retroceder al Presidente fue Domingo Cavallo, quien le explicó que la designación de Alemann enviaría una señal confusa a los mercados. En ese caso, opinó, lo mejor era reemplazar al ministro de Economía, directamente. Menem decidió, por el momento, suspender la jugada (alojar en la Cancillería a un eventual sucesor de Cavallo, el mismo rol que éste cumplió antes). Simultáneamente tomó nota de que el jefe del equipo económico es capaz de jugar muy fuerte.
FINAL FELIZ PARA EL SWIFTGATE.
A mediados de octubre la compañía Swift finalizará la construcción de su nuevo frigorífico de Rosario, con un costo de US$ 100 millones. El establecimiento tendrá especial dedicación a la elaboración de carnes cocidas para exportación. La nueva planta elevará la faena a 240.000 animales por año y a una producción de 45.000 toneladas. Aunque el proyecto recibió la promoción del sistema de capitalización de deuda externa aplicado durante el anterior gobierno radical, sufrió demoras por los trámites burocráticos para la importación del equipamiento. A principios del año pasado el embajador estadounidense Terence Todman denunció que en realidad las demoras eran un pretexto de funcionarios del gobierno de Menem para cobrar coimas. El proceso fue entonces bautizado por el periodismo como el Swiftgate y culminó con una recomposición del gabinete.