A pesar de sus veleidades afrancesadas, dos artes absolutamente populares revelaron el alma machista, sentimental y altiva de Buenos Aires: el tango y el filete porteño.
El tango, prohibido en sus orígenes por vulgar y obsceno, fue aceptado por la cultura oficial tras su éxito parisino.
El filete, en cambio, no tuvo igual suerte. Nacido a fines del siglo pasado, en una humilde carrocería de Alem y Corrientes, recorrió gran parte del siglo adornando los coches de caballo, camiones y colectivos de Buenos Aires.
Pero en 1975 la Secretaría de Transporte lo prohibió en los colectivos. Los funcionarios consideraron que el fileteado, con sus fulgurantes arabescos, Gardeles sonrientes, corazones sangrantes, figuras multicolores y frases irreverentes, era una práctica “antiestética” a la que había que ponerle punto final.
Pero Nicolás Rubio, el artista catalán que, veinte años atrás, junto a la escultora Esther Barugel, sacó a los fileteadores de los talleres de camiones y los llevó a las galerías de arte, opina que “aquí siempre existió una animadversión hacia el filete. Es que para ser ´culto´ en la Argentina hay que poner una calcomanía en inglés en el auto. Al tango le pasó lo mismo, si no hubiera triunfado en París seguiría prohibido”.
Así comenzó a extinguirse el filete porteño. Hasta que un puñado de artistas y diseñadores jóvenes empezó a recuperarlo. Uno de los primeros fue Martiniano Arce, quien ya en los años ´70 decidió trasladarlo a la tela y al caballete “para que no se muriera”. Habitual expositor en galerías internacionales, Arce deslumbró en Holanda a 150.000 espectadores fileteando un ómnibus al estilo porteño.
Pero fue Jorge Muscia, un artista de 33 años, egresado de las Escuelas Nacionales de Bellas Artes Manuel Belgrano y Prilidiano Pueyrredón, quien ha dado los pasos más insólitos. Primero llevó el filete a la televisión, donde montó una original y colorida escenografía para el programa “La Barra de Dolina”
A principios de año, Muscia le dio al filete otra nueva vuelta de tuerca. Junto a Horario Ferrer y Horacio Salgán, autores del “Oratorio Carlos Gardel”, fileteó imágenes sobre el video que se hizo de esa obra. En la película, mientras Ferrer, Salgán, Miguel Angel Zotto, Milena Plebs, la Orquesta Nacional y el Coro Polifónico aparecen en escena, cada cuadro cambia de color, forma y contexto al compás de las ágiles pinceladas de Jorge Muscia.
“Personalmente creo que el filete porteño va a subsistir si se lo aplica a otros campos, como el diseño gráfico, los muebles pintados, los murales, la señalización, la decoración de comercios y de interiores en general”, dice Muscia.
Los porteños, sin embargo, también querrían verlo pasear nuevamente en colectivo.