Si algo tienen en común empresarios y periodistas es que ambos grupos son ávidos consumidores de encuestas. Les interesa saber cuál es la preferencia política de la gente a cada momento; qué opina del plan económico, de lo que habría que hacer con las Fuerzas Armadas, de las demandas sociales más perentorias, de las percepciones del común de la gente sobre un abanico de materias tan variado como para abarcar la educación, la salud, la inflación, la seguridad ciudadana, el sistema de previsión social, entre muchas otras.
También hay otro rasgo común entre empresarios y periodistas: la indagación es sobre la sociedad, pero como si estuvieran situados fuera o por arriba de ella. Nunca es sobre si mismos, sobre cómo los percibe la opinión pública como parte de esa sociedad; qué responsabilidad les atribuye y qué demandas les plantea.
Esta es la razón de fondo que movió a MERCADO a inquirir, a través de esta encuesta exclusiva, encomendada a Edgardo Catterberg y Asociados, sobre las actitudes y percepciones de la población hacia los empresarios, hacia las empresas, y cuáles son las visiones dominantes en la sociedad en torno de los empresarios como sector dirigente y del desempeño que tienen en el campo de la economía y la política.
Con lo cual se paga 50% de la deuda. Queda pendiente la opinión de la gente sobre los periodistas, y además la opinión de éstos y otros comunicadores sociales sobre la naturaleza, legitimidad y valoración de la tarea específica que desempeñan (será motivo de una futura encuesta que MERCADO se compromete a realizar).
El análisis de los datos recogidos en esta encuesta, realizada entre el 15 y el 25 de junio pasado, y formulada a 400 personas en la Capital Federal y en el Gran Buenos Aires (sobre la base de una muestra probabilística para la selección de las manzanas y los hogares, y por cuotas de edad y sexo en la selección de los entrevistados), permite agrupar las percepciones del público en cinco áreas temáticas bien definidas:
1) La evaluación que merecen en relación a otros sectores dirigentes;
2) la opinión que genera el desempeño de los empresarios;
3) las demandas que se les formulan;
4) el grado de legitimidad que se asigna a las utilidades obtenidas por los empresarios; y
5) la evaluación de las empresas por rubro y los tipos de empresas preferidas.
DESCALIFICACION DE LAS ELITES
Sobre la responsabilidad de los empresarios en la crisis económica del país, 78% de las respuestas cree que tiene “mucha” o “bastante”. Los empresarios -menos que los políticos, pero más que los sindicalistas y los militares- son percibidos de modo negativo. Hay un fuerte cuestionamiento al desempeño de grupos dirigentes. Los empresarios son visualizados como parte de esa élite dirigente y cuestionados e ilegitimados como tal.
Hay una brecha notoria entre la percepción de la influencia política que efectivamente tienen (“mucha/bastante”, 83%) y la que deberían tener (27%). Es evidente que, sin razón o con ella, la población parte del supuesto de que los empresarios tienen alta influencia en el desarrollo de la actividad política.
En cuanto al grado de corrupción de los empresarios, figuran por debajo de los políticos y de los sindicalistas, pero por encima de militares y también -algo interesante de destacar- de los periodistas. Posiblemente algunos hechos recientes hayan contribuido a reforzar esta valoración, pero en todo caso es coherente con la idea de que forman parte de las élites del país.
EMPRESAS Y EMPRESARIOS
Para justificar el viejo dicho sobre la existencia de “empresarios ricos y empresas quebradas”, el universo encuestado llega a estas conclusiones.
Primero, la Argentina es un país rico (67%); segundo, las empresas también son ricas (aunque el Indice baja a 59%); y por último, los empresarios son aún más ricos (90%). Este matiz en la percepción de la riqueza revela creencias, expectativas sociales y demandas hacia los empresarios.
Cuando se intenta la evaluación de los empresarios en cuanto a sus logros y desempeños, hay que diferenciar dos aspectos.
Como fabricantes de productos (calidad, innovación, adelantos tecnológicos), la calificación es de “regular”. En cambio, cuando se enfoca el desempeño macroeconómico de los empresarios y la función social que cumplen, el cuestionamiento es contundente.
La evaluación es claramente negativa en materia de creación de fuentes de trabajo, pago de salarios, provisión de beneficios al personal, reinversión de Ganancias, asunción de riesgos, y competitividad con respecto a otros países.
Se percibe que los empresarios tienen poca inquietud por problemas comunitarios, como los de salud, educación y medio ambiente. Más importante todavía, hay una gran brecha entre la opinión sobre el desempeño actual de los empresarios en dichas áreas y la demanda de que tengan mayor participación en ellas.
UTILIDADES E IMAGEN DE EMPRESAS
¿Qué se espera de los empresarios, qué es lo que les reclama la opinión pública? En primer lugar y de manera espontánea -sin que mediara una pregunta estructurada- todo lo vinculado al crecimiento económico.
Las demandas apuntan a que realicen inversiones, a que impulsen la reactivación y el desarrollo económico. En los sectores de menores ingresos, el reclamo más evidente es por la creación de fuentes de trabajo.
También se ha detectado una inquietud por el trato hacia el personal (empleados y obreros), reclamándose comprensión y respeto.
En síntesis, lo que la gente espera de los empresarios es que produzcan, que provean de fuentes de trabajo y den buen trato a sus asalariados.
Contra lo que podría suponerse, no se cuestiona que los empresarios ganen dinero. Al contrario, predomina una marcada legitimidad hacia el logro de utilidades. No se percibe que en la Argentina las ganancias resulten excesivas, e incluso existe buena disposición a que los empresarios lleven una vida acomodada, mejor que la de la clase media. La gente cree que es beneficioso para los negocios y para la economía que las empresas ganen dinero y aumenten sus utilidades.
En cuanto a la imagen de las empresas, se evalúan mejor aquellas que más se conocen, por estar más próximas a la realidad cotidiana. De ahí la mejor imagen de los supermercados (67% con muy buena o buena opinión); las empresas alimentarias (57%); y las automotrices (48%). Luego se ubican los bancos, empresas farmacéuticas y las petroleras. Las empresas públicas son evaluadas muy negativamente.
El perfil de empresas con más aceptación por parte del público está conformado por empresas privadas, pequeñas y medianas, y nacionales. La gente prefiere un sistema de propiedad y control por pocos dueños que administren sus empresas en forma personal.