El ánimo inversor viene marchando

    Los dirigentes de empresas insinúan un saludable hastío por parecerse al Ugolino del Dante, que lloraba por comerse a cada uno de sus hijos para que le sobreviviera el monstruo que llevaba dentro suyo.
    Al menos en un reciente encuentro de ejecutivos de Finanzas, 96% de los representantes de compañias privadas que asistieron se pronunció en contra de continuar entre lágrimas devorándose pedazos de sus estructuras productivas, como aquel personaje del autor de la “Divina Comedia”, para expresar la intención de invertir en su crecimiento.
    La ráfaga optimista que emerge de la resignada letanía del ajuste, que se entona en la Argentina desde que se impuso la partitura de la estabilización escrita por los organismos financieros internacionales para los deudores poco desarrollados, provino de 56 delegados de firmas industriales y comerciales, 19 de entidades financieras, extrabursátiles y agentes de Bolsa, y 9 de consultorías, aseguradoras y asesoramientos varios, que congregó el Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas para hablar de la gran disyuntiva nacional: inflación o inversión y crecimiento.
    La tendencia a salir de la encerrona intelectual se manifestó en que, si bien la totalidad de los encuestados juzgó positivo o medianamente positivo el Plan de Convertibilidad aplicado por el ministro Domingo Cavallo, 55% de los que transmitieron su intención de invertir dijo que aplicaría sus utilidades y el aporte de los accionistas. Y un 22% que apelaría a créditos del exterior.
    La entidad organizadora de la compulsa destacó, entre las conclusiones del trabajo realizado, que se estaba “en la misma línea” de los resultados obtenidos en setiembre de 1990 en el Valle de las Leñas (Mendoza) ante una consulta similar, ya que en aquel momento 26% de las empresas tenía previsto realizar inversiones significativas en los próximos tres años y con las no
    significativas se llegaba a 87%. “Es de desear que se cumplan esas previsiones, dado que las inversiones del sector privado deberían elevar la productividad del capital e impulsar el crecimiento del producto bruto interno”, señala el comunicado del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas.

    Mercado de Capitales.
    La intención de aportar nuevos fondos de más de la mitad de los que piensan invertir revela la endeblez de un mercado de capitales donde nutrirse. Sólo 16 % del total se apoya en las obligaciones negociables para cuando salga la ley del Congreso y ninguno menciona la posibilidad de emitir acciones ordinarias cotizables en la Bolsa de Comercio.
    La mayor parte de los encuestados privilegió la seguridad jurídica, la estructura tributaria atractiva, el crecimiento sostenido de la economía y la simplificación del marco legal regulatorio por sobre la tasa de inflación a niveles internacionales, cuando se refirió al desarrollo del mercado de capitales. Pero, para los próximos tres años, 73% (con diferentes matices) pronosticó un mayor endeudamiento de las empresas, ya sea por la reestructuración de sus pasivos o por la financiación a largo plazo de nuevas inversiones. Dentro de esta categoría, hubo mayoría en señalar que ese
    incremento del peso de los pasivos no corrientes sería de mediano para arriba.

    Privatización de las Decisiones.
    La incipiente apuesta al crecimiento que una lectura optimista de esta consulta permitiría avizorar se enraíza con la también cada vez más acentuada creencia de los dirigentes de empresas en la iniciativa privada. En tal sentido fue demostrativa la opinión de todos los asistentes al cónclave de que el problema de la seguridad social tendría que ser encarado mediante un sistema de capitalización privada, aunque 66% de las respuestas incorporó la coexistencia con una jubilación mínima financiada con impuestos.
    Dentro de lo que podría llamarse el proceso de reconversión nacional del tradicional estatismo acérrimo en un mayor celo por los emprendimientos de particulares exentos de tutela, las previsiones de inversión que surgieron de la encuesta se canalizaron principalmente hacia los sectores vinculados más de cerca con las privatizaciones. El petrolero, por caso, fue de lejos el más votado, casi duplicando las posibilidades adjudicadas al químico y petroquímico. El área de las comunicaciones (telefonía, sistemas), las construcciones (red vial) y exportaciones siguieron en el ranking de las preferencias. Sólo después se perfilaron el sector de los bienes de consumo durable (autos, electrodomésticos), a pesar del impulso que le brindó originariamente el plan económico, y el de la alimentación, no obstante la remanida alusión que suele hacérseles a las “ventajas comparativas” del país.
    Si la consulta empresaria efectuada por el IAEF pudiera tomarse de muestra para saber cómo va el partido entre la inflación y el crecimiento, podría pensarse que este último elenco acaba de descontar en el tanteador.