Captar recursos externos para colocar acciones

    Hay una posibilidad concreta de obtener recursos financieros externos. Los fondos de inversión (muchas veces originados en los fondos de pensiones) son las primeras figuras de la escena internacional. En Estados Unidos controlan US$ 2,5 billones (millones de millones) y en los últimos meses han hecho dos descubrimientos: la inversión externa rinde más que la local, y es más

    conveniente comprar acciones que se cotizan en Bolsa que invertir en títulos públicos o en propiedad inmueble.

    En Argentina hay una interesante reactivación bursátil, y también aquí los fondos de inversión (invierten en un conjunto de acciones, no en una sola) son protagonistas de excepción (ver Guía Personal de Inversión, página 35). Están operando diversos fondos en Europa y en EE.UU. que buscan colocar parte de sus recursos algunos, la totalidad, en plazas bursátiles latinoamericanas.

    Se impone una vigorosa acción de los fondos locales y de los operadores de Bolsa para contactar a estos inversores que van ocupando el lugar que tenían los bancos internacionales.

    CON CUIDADO: HAY MUCHA COMPETENCIA EN PRlVATIZAClONES

    El gobierno tiene urgencia -que el país comparte- por avanzar en la privatización. Esa necesidad no puede llevar a la autocompetencia. Sería ridículo que quienes tengan que privatizar Segba deban competir por candidatos, con aquellos a quienes les toca vender Agua y Energía (ver página 13).

    La competencia no es solo interna: abunda en el exterior.

    Checoslovaquia intenta vender 4.500 empresas estatales valuadas en US$ 130 mil millones. Los demás países de Europa Oriental tienen una lista de prioridades empresas estatales en Europa Occidental, no ha terminado. El valor a traspasar al sector privado en los próximos cinco años, es del orden de US$ 50 mil millones.

    En América Latina hay intensa actividad. Brasil -que ahora sí está realmente apurado- pone en venta los complejos siderúrgicos, entre las 20 grandes firmas que dejarán de ser estatales. Se recaudarían US$ 18 mil millones en dos años. Venezuela intenta -con un modelo diferente al nuestro- vender parte de la empresa telefónica, y toda Viasa (la aerolínea comercial). México tiene aún centenares de compañías en lista de espera, tras los bancos estatales que van en el primer turno. Lo mismo en Chile, Bolivia, Colombia y Costa Rica. En total, la región anda detrás de US$ 50 mil millones. Será difícil encontrar los recursos en una década que se caracterizará por escasez de capital.

    GASTO PUBLICO Y DEUDA COMO % DEL PBI

    No sirve de consuelo, pero ayuda a poner las cosas en perspectiva. Sumadas la deuda externa y la interna de Argentina, equivalen -según el criterio de medición que se utilice- al producto bruto interno. Una situación levemente mejor a la que tienen países como Bélgica, Italia e Irlanda, y muy parecida a la de Holanda y Grecia. Alemania, una de las economías más sanas, tiene una deuda total que representa 44% del PBI. Para que la integración europea sea factible a partir de 1992, estos países tendrán que recortar drásticamente las prestaciones sociales, o elevar sustancialmente los impuestos.

    El gasto público (sea erogaciones corrientes o de capital) representa en Argentina-1988-57, 64% del PBI.

    En. 1978 esa proporción era de 45,54 y en 1968, de 36,97% . El punto más bajo de los últimos 30 años fue en 1965: 32,26%. El más alto en 1983: 60,24%. Si se analiza exclusivamente el gasto corriente (sueldos al personal, pagos a proveedores y transferencias a empresas y provincias) el pico más alto fue en 1985: 51,16%; mientras que el más bajo es el de 1960: 26,02%. En los países de la OCDE (el club de las 24 naciones industrializadas) el porcentaje de gasto público sobre PBI fue de 40% en 1989. Pero algunos casos son interesantes de remarcar. En Suecia la relación es de 61% (66% en 1982); en Holanda de 56%; y en Italia de 52%. Es cierto que la salud de una economía no se mide exclusivamente por este dato; pero en todas partes se cuecen habas.

    El PAPEL DE JAPON EN AMERICA LATINA

    Si alguien cree que Japón desafiará a Estados Unidos tratando de reemplazarlo como el principal socio comercial de América Latina, puede esperar sentado. Es una gran potencia comercial y financiera, pero, en su relación con el área, lo que sobresale es el segundo aspecto. Japón es el principal acreedor financiero de la región. Los bancos japoneses tienen US$ 46 mil millones de la deuda externa regional, contra US$ 36 mil millones de los estadounidenses.

    La inversión directa no es relevante: US$ 10 mil millones, menos de 5% de la inversión extranjera total en el área. Más de 1a mitad de esa cifra está colocada en Brasil -especialmente en hierro y acero-, mientras que en México, el segundo destino, operan las plantas de Nissan y de la industria de autopartes.

    En comercio, Panamá aparece como el socio favorito de Japón, pero las cifras están distorsionadas: armadores japoneses registran barcos con bandera panameña y los bancos hacen depósitos en el centro financiero centroamericano. Brasil, el segundo en importancia, concentra 25% del comercio

    total. México está en tercer lugar y Chile en el cuarto.

    Las exportaciones latinoamericanas a EE.UU. sumaron US$ 60 mil millones en 1989; a la Europa de los 12, US$ 29 millones, y a Japón, solamente US$ 8.600 millones.

    Vista desde el lado de las importaciones latinoamericanas, la región representa 12,2% ( US$ 49 mil millones) de las exportaciones de EE.UU.; 5,9% (US$ 17 200 millones) de las de la CEE, y 4,1% (US$ 9.300 millones) de las de Japón.

    La prioridad japonesa tanto en comercio como en inversión directa, es establecerse en mercados del mundo industrializado y, en segundo término, en su área de influencia en el sudeste asiático.

    El tema central del comercio exterior japonés es la permanente tensión con su principal socio comercial, EE.UU.

    * Tokio no tiene intenciones de echar más leña al fuego con una disputa sobre influencia en el resto de este hemisferio.

    En América Latina se vería muy bien una presencia más agresiva de Japón: 75% de las empresas brasileñas consultadas en una encestar reciente piensa que, en el largo plazo, la inversión japonesa es más conveniente. Solamente 15% prefiere la estadounidense.

    TOKIO JUSTO EN LA MIRA DE WASHINGTON

    En Estados Unidos aumenta la beligerancia contra Japón. Hay riesgo de que las fricciones por cuestiones comerciales se transformen en guerra abierta. La Asociación Nacional de Industriales envió una carta al presidente George Bush en la que reclama una completa revisión de las relaciones bilaterales.

    Desde hace diez años, la política de la Casa Blanca es que el déficit comercial con Japón se eliminará -o reducirá- merced a la mayor disposición japonesa a importar y a la devaluación del dólar. El déficit en verdad ha disminuido: desde el pico de US$ 56.300 millones en 1987, a US$ 41.100 millones en 1990.

    La reacción de los industriales, en un medio donde campea el proteccionismo, revela la estrecha asociación de intereses entre la industria automotriz y los productores de tecnología de avanzada Apenas una semana antes, el legendario Lee Iacocca había enviado una misiva personal al Presidente,

    reclamando que el gobierno acordara con Tokio la “restricción voluntaria” en la venta de autos.

    Bush guardó silencio pero el Tesoro contestó: la competencia fortalecerá a la industria automotriz; y en el pasado, cuando hubo restricciones a los japoneses, tanto Chrysler, Ford como GM tomaron ventaja subiendo los precios.

    Muchos en EE.UU. piensan que en 1990 se ganó la Guerra Fría; en 1991 la del Golfo; y que la próxima victoria será en la guerra comercial.

    AUGE BURSATIL EN ALGUNOS PAISES AMIGOS

    La tendencia es contraria a la que se registra en los grandes mercados mundiales de Londres, Nueva York y Tokio. y esta vez el hecho es positivo. El interés de los inversores internacionales se está fijando en América Latina, o más especialmente en algunos de los países de la región.

    En el volátil mundo de los emergentes fondos de inversión, América Latina tenía hasta hace poco un distante segundo puesto detrás de los mercados del sudeste asiático.

    Simultáneamente con los problemas aparecidos en Tailandia, Taiwán, Indonesia y Filipinas, se comenzó a percibir el potencial regional. Privatizaciones, apertura de las economías y reforma del Estado, son datos destacables que ni siquiera el súbito entusiasmo por los países de Europa oriental ha logrado eclipsar.

    Todavía hay escasos recursos de Europa y de Estados Unidos en los mercados latinoamericanos y casi nada de Asia, pero comienzan a aparecer de la mano de fondos cerrados (trusts de inversión) y de fondos abiertos (fondos mutuales).

    La Bolsa de México es una de las más abiertas a los extranjeros, pero con una limitación: hay pocas empresas que cotizan. Una sola compañía Teléfonos de México, representa 44% de la capitalización del mercado. Las privatizaciones pendientes y el posible tratado de libre comercio con EE.UU. impulsarán vigorosos movimientos.

    En Brasil, donde la capitalización de los valores bursátiles asciende a US$ 16 mil millones, la participación extranjera apenas alcanza a US$ 300 millones. Dos tercios de esta suma se movilizan a través del Fondo de Brasil, que maneja en todo el mundo la firma norteamericana Scudder Stevens & Clark. La Bolsa brasileña tiene increíbles oscilaciones: en términos de dólar cayó 70% en 1990 y recuperó 30% en un solo día, cuando apareció el “Plan Collor II”.

    Las atracciones son México, Venezuela y Chile, que parecen haber superado el problema de la deuda externa. En Caracas, el índice bursátil era de 2.754 puntos a principios de 1990, y en enero de este año estaba en 23.000, casi diez veces más. En Chile, 50% del mercado bursátil (US$ 9 mil millones) es

    absorbido por los fondos de pensiones.

    AMÉRICA CENTRAL EN UNA SOLEDAD MUY PELIGROSA

    Pobre América Central. No interesa a nadie. EE.UU. se ha despreocupado de un área que concentró su obsesión durante una década. A partir de la distensión con la URSS, Washington -y la opinión pública estadounidense- giró la vista. La economía de la zona está devastada y sin posibilidades de reconstrucción. si no media la solidaridad internacional.

    Ahora, el tiro de gracia La CEE rechazó el reclamo centroamericano para extender el Sistema General de Preferencias a estos países ( para quedar igualados con los firmantes de Lomé) y para liberar aranceles de productos tropicales exportados desde la subregión. Lo peor es el argumento: “Si se

    hizo una excepción con los países andinos fue para ayudar en la erradicación del narcotráfico”.

    La conclusión es obvia: para recibir ayuda, primero hay que sembrar coca y producir cocaína.

    LO QUE PUEDE HACER EL FMI POR LA REGION

    Es falso que el FMI no pueda exhibir logros en América Latina.

    La Corporación Financiera Internacional -brazo del Fondo- mantiene un volumen de créditos a empresarios latinoamericanos por US$ 3 mil millones. Apenas 4% de la cartera registra dificultades en el normal cumplimiento de las obligaciones.

    El FMI, como otros organismos multilaterales de crédito, debe alentar el establecimiento de sólidos mercados de capital en la región.

    Estos mercados son componente importante del proceso democrático: ponen límites a los gobiernos y conectan al país con el sistema financiero mundial.

    La inminente negociación de Argentina con el FMI será, como siempre, ardua. La tradicional fórmula aplicada por los macroeconomistas del Fondo a su laboratorio preferido, América Latina, se sigue llamando “ajuste”.

    Cualquier esfuerzo por mantener los pagos impone un rígido corsé a todo programa económico. Por tanto, los gobiernos suspenden el servicio de la deuda, lo que a su vez interrumpe el acceso a nuevos préstamos, circunstancia que refuerza la recesión.

    El juego es conocido: los economistas del Fondo piden metas imposibles.

    El gobierno dice: no; pero cuando el zapato aprieta aceptan, a sabiendas de que es un compromiso sin destino.

    El resultado es otra crisis, postergaciones en el arribo de fondos esenciales y una nueva frustración.