DOSSIER |
Estas definiciones, como otras más vinculadas con el tema del fraude, y los cambios en el proceso de auditoría fueron analizadas por Fermín del Valle, líder de la práctica profesional de auditoría de Deloitte LATCO (firma regional integrada por 15 países) y ex presidente de la IFAC.
–La crisis bancaria a partir de 2007, pero especialmente éste y el año pasado, agita otra vez –como hace 10 años– el fantasma de balances aprobados sin el rigor adecuado. ¿Es una descripción correcta o una exageración?
–Es fundamental que en lugar de agitar fantasmas se provea claridad a una sociedad que, con razón, se preocupa cada vez más por los balances. Para que la información contable sea de calidad, primero debe estar bien elaborada y reflejar la realidad y segundo debe ser vista así por quienes deben utilizarla, ya que nadie usa información en la que no confía. Lo primero es responsabilidad de la gerencia y del órgano de administración de las entidades. Lo segundo es la razón de ser y el objetivo de la auditoria.
–La meta de la Comisión Europea es que las Big four separen claramente sus negocios de auditoría y de consultoría, para evitar conflictos de interés. ¿Es una buena solución?
–Confiamos en que la meta de la Comisión Europea sea contribuir a la mejora de la calidad de la información contable, porque al fin de cuentas ese es el objetivo. No hay duda de que la independencia es una condición básica para el ejercicio de la auditoría y es legítima la preocupación de que, bajo ciertas circunstancias, la independencia puede verse comprometida cuando una firma de auditoría provee a la compañía auditada servicios que no están directamente relacionados con la auditoría.
–Otra iniciativa en discusión en Europa es la que propicia la rotación de las firmas de auditoría que atienden un cliente y ponerle al vínculo un tope de seis años (nueve si hay dos firmas que comparten la auditoría). ¿Es sensata esta intención, tendrá efectos positivos?
–Hace muchos años que se viene discutiendo la cuestión de la rotación de las firmas. El argumento se relaciona más con la independencia del auditor que con la fragmentación del negocio. En la práctica la rotación obligatoria de las firmas no ha reducido el nivel de concentración sino que en muchas instancias ha conducido a incrementar esa concentración.
Por otra parte no hay evidencia empírica de que la rotación obligatoria haya mejorado la calidad de la auditoría en aquellas jurisdicciones que la han adoptado. Algunos países de la Unión Europea, como Austria, Eslovaquia, España y Grecia la han adoptado pero luego han abandonado la idea.
–Desde hace un año o más, con un escenario no muy diferente, los reguladores en el mundo vienen declamando a favor de la convergencia de las normas y regulaciones contables internacionales. ¿Habrá un avance significativo en los próximos 12 meses?
–Los primeros en promover la convergencia normativa a nivel internacional hemos sido los contadores. El proceso lo inició hace más de 30 años la Federación Internacional de Contadores (IFAC). Desde luego ese proceso comenzó a cobrar un impulso mayor en los últimos 10 años y podemos decir que se propagó con mucha fuerza en los últimos cinco. Hoy puede afirmarse que casi todas las mayores economías han adoptado las normas internacionales de información financiera o han establecido un cronograma para hacerlo. En América latina se ha producido un fuerte cambio de actitud en los últimos años y puede decirse que, con la excepción de Colombia que todavía está en la etapa de consulta pública, el resto de los países ya han adoptado las normas emitidas por el IASB. Sin duda la definición clave que está faltando es la de Estados Unidos.
–Un gran desafío es el que plantea la recurrencia del fraude, cómo detectarlo y cómo prevenirlo. ¿Se ha logrado avanzar en este terreno o la situación es más compleja que, por ejemplo, hace cinco años?
–La gerencia y el gobierno de las empresas son los responsables de tomar las medidas para evitar el fraude. Los auditores ponemos el foco en el análisis de los riesgos de que se produzcan errores involuntarios o irregularidades intencionales que puedan afectar la información contenida en los estados financieros.
En tal sentido, nuestra atención se limita al objetivo de la auditoría, sin perjuicio de que estemos atentos a cualquier otra irregularidad que podamos advertir como consecuencia de nuestro trabajo. Pero la auditoría de estados financieros no está diseñada específicamente para detectar todo tipo de fraudes, sino fundamentalmente aquellos que pueden afectar la información contable.