Un grito global por el liderazgo responsable

    LIBRO BLANCO DE LA RSE | Capítulo I


    Por Laura Gaidulewicz (*)


    Laura Gaidulewicz

    Tratan irrefrenablemente de hacer oír su voz ante quienes deciden los destinos de los países, de todo el mundo. Imprimen a la crisis miles de rostros desesperados, indignados. Interpelan a los centros de poder mostrándoles que aquellas decisiones que toman en arduos análisis de números y proyecciones financieras no pueden, ni deben, seguir siendo una quimera, un juego.
    La indignación será útil para el mundo en tanto funcione como despertador, como reclamo en la arena política, económica y social para que aparezcan nuevos líderes y nuevas perspectivas, nuevas formas de actuar. Una crisis tan profunda no va a poder resolverse aplicando más de lo mismo o acudiendo a las viejas teorías y recetas.
    Ya en el inicio de la crisis, varias reseñas en la prensa estadounidense se hicieron eco de cuál era la responsabilidad de las escuelas de negocios en tanto formadoras de los líderes corporativos de estos últimos años. El mundo financiero había absorbido a más de 40% de sus graduados, especialmente los MBA. En una nota publicada por The New York Times en marzo del 2009, titulada “Is it time to retrain B-Schools?”, el decano de Thunderbird School of Global Management admite que no podemos decir “bueno, no es nuestra culpa”, cuando asistimos a un quiebre en el liderazgo tan extendido y sistémico.
    La globalización ha permitido un crecimiento sin precedentes de las corporaciones económicas y financieras. Varias empresas globalizadas tienen hoy un peso similar, en términos económicos, a varios países europeos.
    La orientación a resultados, acompañada por las oportunidades que abrían las nuevas tecnologías, generó un crecimiento sin precedentes del mundo empresario. Quizás la pregunta que apareció tibiamente por entonces y que hoy es ineludible, es qué significa esto en términos de la responsabilidad para estas corporaciones, en cuanto a lo social y lo ambiental.
    En el caso particular de las escuelas de negocios, las críticas se focalizan en el alejamiento de los problemas del mundo real; en enseñar a sus alumnos a encontrar soluciones precipitadas ante problemas complejos; o en brindar a los mismos una visión distorsionada de su rol, centrada en maximizar el valor para los accionistas y con una limitada comprensión de aspectos sociales y éticos que son esenciales para el liderazgo de los negocios.
    La formación en este campo tiene que ayudar a desarrollar la capacidad para entender la complejidad de las situaciones que nos rodean desde diversas perspectivas (económicas, políticas, sociales, financieras, entre otras); a comprender que el desempeño como líder estará signado por valores, por asumir la responsabilidad por lo que hace. Implica también aprender a tolerar las tensiones propias de la acción, en tanto las decisiones que tomen impactarán en la vida de otros. Todo esto es muy difícil de enseñar y aprender con saberes plasmados en “slides”.
    Pero, ¿qué cuestiones contempla formar un líder responsable? Intentaremos enumerar algunas.

    La realidad es compleja y no es “dominable”
    Nada es más deseado a la hora de liderar equipos de trabajo que buscar mecanismos certeros que permitan cierta infalibilidad; o que al menos la intenten…
    Sin embargo, asumir el rol de dirección de un área o de una empresa debería empezar por tomar conciencia de que esto es imposible. Requiere entonces una actitud de permanente reflexión sobre la realidad, entendida como compleja e indominable; una mente siempre abierta a la búsqueda y a los nuevos pensamientos.

    Cultivar la “prudencia”.
    Como señala Elliott Jaques en La organización requerida, “si uno pudiera enunciar (de antemano, o a posteriori) todas las razones por las cuales tomó una decisión, entonces no habrá tomado una decisión sino que habrá efectuado un cálculo”. De allí lo difícil que es decidir y el malestar que nos causan a veces las decisiones que tomamos.
    Para dar cuenta de esta dificultad que tiene la decisión, los griegos diferenciaban el saber propio de la técnica y de la filosofía, del saber de la acción, de la phronesis, traducido habitualmente como prudencia.
    La prudencia hoy en día suele tener mala prensa, oponiéndola a la audacia, a la iniciativa. Sin embargo, la prudencia alude a un saber propio del héroe, que era capaz de regir su acción por razones que eran válidas solo si no las postulaba como la única razón posible. Es decir, en tanto no negaba ni anulaba otras verdades y razones. Las afirmaba sabiendo que las mismas estaban limitadas por las demás.

    Resultados, pero también valores
    Lo que permite evitar que las decisiones que uno toma sean vistas por otros como arbitrarias o caprichosas es un trabajo constante de reflexión ética, de toma de conciencia sobre los valores que rigen la organización y que nos rigen como personas.
    En una compañía, los valores permiten marcar el rumbo; pero también deben fijar los límites dentro de cuales cada persona puede comportarse.
    Considerar cómo los valores atraviesan lo que decidimos, la manera en que actuamos y la forma en que comprendemos lo que hacen los demás es central a la hora de liderar. Es lo que permite entender los logros de la compañía no solo en términos económico-financieros, sino también en relación con su sustentabilidad social y medioambiental.

    Velar por la confianza
    Para las personas, el trabajo es una dimensión central de su vida; en parte, por el tiempo que insumen en él la mayoría de los seres humanos, y en parte también porque es fuente de reconocimiento y de autorrealización.
    Para quien tiene la oportunidad de dirigir una organización, el problema de la gente debe ser una dimensión central.
    Velar por una organización en la que prime la confianza, implica, en quienes lideran, ser concientes de su poder (para evitar el abuso), y de la doble tentación de dominar al otro o de abandonarlo a su propia suerte.

    Asumir la responsabilidad
    La responsabilidad por el impacto social, económico y medioambiental de una organización no puede quedar encerrada en un área ni en una gerencia. No tiene que ver con una contribución específica a un buen fin. No se agota en donar recursos a buenas causas. La responsabilidad sobre el desempeño de las compañías en el plano social, económico y medioambiental está en su ADN.
    Actuar de manera responsable tiene que atravesar las formas de liderar y de trabajar de todos los miembros de una empresa: accionistas, directivos y empleados. Tiene que permear su red de proveedores, clientes, en su entorno social, político y económico.
    Para ello, es imprescindible que quienes ocupan puestos jerárquicos o de decisión aprendan a responder en primera persona sobre sus acciones y consecuencias.
    En este marco, y tomando como referencia dos iniciativas claves de Naciones Unidas que otorgan rumbo al nuevo milenio, el Pacto Global y los Objetivos del Milenio, nació LideRSE –Programa de Liderazgo Responsable, en el marco del CLOC– Centro de Liderazgos y Organizaciones en Crecimiento, que dirige Andrea Grobocopatel en la escuela de negocios de la UCA.
    Esta propuesta de formación se basa en los PRME – Principios para la Educación Responsable en Management, y su eje está en brindar una experiencia única para quien la transita, que intenta abordar las cinco cuestiones planteadas.
    Líderes capaces de convertir la indignación reinante en un motor de cambio para construir una sociedad mejor, más justa, para todos.

    (*) Laura Gaidulewicz es responsable del Programa de Liderazgo Responsable de LideRSE.

    LideRSE

    Este Programa de Liderazgo Responsable tuvo una primera edición en 2011 a la que asistieron profesionales de diferentes áreas de negocios de la compañía. Este era un importante desafío para que la propuesta no solo sea convocante para quienes trabajan en temas de RSE.
    Han sido impulsores de esta edición Sancor Seguros S.A., Telecom S.A., Banco Supervielle, Ernst & Young, Aeropuertos Argentina 2000 y han concurrido líderes de Molinos Río de la Plata, YPF, PwC, Banco Santander, Impsa entre otros.
    Por otro lado, participaron organizaciones nacionales e internacionales, como CEADS, IARSE, IAGO, Empresas Comprometidas, Vital Voices, lo que permitió difundir y retomar lo que se viene haciendo para promover estas prácticas.
    Marta Oyhanarte, Alan Clutterback, Joaquín Sorondo, Alan Gegenschatz, Daniel Arroyo, Carlos March y Luis Bameule son algunos de los formadores; y han participado en las clínicas de casos, empresas como Celulosa S.A. (José Urtubey), Gas Natural Fenosa (Horacio Cristiani), Natura (Gabriela Scannapieco), Arcor (Mariana Tomassino) y Los Grobo (Andrea Grobocopatel/Alex Ehrenhaus).