¿Es India capaz de liderar una revolución en Internet móvil?

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    Hace casi 15 siglos, matemáticos hindúes como Arayabhrata, Brahmagupta o Pingala transformaron la incipiente ciencia concibiendo las normas del sistema numeral binario. Son las mismas que subyacen en los códigos que soportan Internet. No obstante, hoy India tiene relativamente pocos usuarios: 7% de su población, comparado con 32% de chinos o 77% de estadounidenses. En números, constituyen bases de 80 millones en India, 240 millones en Estados Unidos y 420 millones en China. Extraña posición para un país que inventó el cero, sin el cual lo binario simplemente no existiría.
    No obstante, el subcontinente tiene nuevamente la oportunidad de transformarse en la primera sociedad realmente móvil y digital. Todos los ingredientes están dados: bajo costo de acceso a la Web o a celulares, redes inalámbricas en auge e indios que exigen servicios digitales. Por otra parte, para ellos tiene sentido dar un rodeo a la computadora personal o a sus variantes y pasar directamente al acceso móvil. Les ahorrará una serie de obstáculos asociados con ofrecer servicios de Internet asequibles a una población sobreurbanizada pero también geográficamente dispersa y pobre. Todo esto en un contexto cuyo desarrollo infraestructural es problemático.
    ¿India será capaz de abandonar el retraso informático rumbo al liderazgo mundial en materia móvil? La senda que marque su ejemplo podría servir como modelo a otros mercados en desarrollo. Pero mucho depende de que el país redescubra aquel espíritu revolucionario del remoto pasado. A su vez, ello requiere generar cooperación y compromiso inéditos entre los universos público y privado. Así sostiene Laxman Narasimhan, de McKinsey Delhi.

    Usuarios digitales
    La base india de 80 millones de usuarios es la cuarta en el mundo. Esta cifra es simple proyección estadística, no reflejo de adopción: 20% de la masa urbana india está conectado a Internet, contra 60% en China. Pero, en tanto esta tiene 233 millones de usuarios móviles, o sea 18% de la población total, India tiene apenas 17 millones, vale decir menos de 1%.
    Aun cuando el indio promedio carece de acceso a la Web, muchos tienen una clara proclividad por sus contenidos no convencionales y pasan un promedio de 4,5 horas diarias, dedicados a televisión, DVD y compactos. En tanto usan celulares predominantemente para servicios de voz, un segmento ha crecido alrededor de minoristas que, en esencia, funcionan como locales físicos o locutorios de iTunes. Cobran aranceles para subir música y otros contenidos a dispositivos móviles. Resultado neto: India es un país relativamente pobre, pero 70% de usuarios urbanos gasta ya más de un dólar diario en contenidos y servicios vía canales minoristas inorgánicos, fuera de línea. Este mercado mueve más de US$ 4.000 millones por año.
    Sin duda, la Internet móvil podría ofrecer la clase de entretenimientos que desean los indios. Si esa latente demanda se libera, investigaciones de McKinsey presumen, el total de usuarios en Internet podrá quintuplicarse a 450 millones hacia 2015.
    Por su parte, probablemente se doble el uso de contenidos digitales para alcanzar US$ 9.500 millones. Incluyendo cargos por acceso, los ingresos totales del negocio digital podrían cuadruplicarse a US$ 20.000 millones. Dos veces la tasa china de expansión. Debe recordarse que India tenía en 2010 unos 1.100 millones de habitantes y China rondaba los 1.340 millones.

    Obstáculos al desarrollo
    Cristalizar el potencial indio no será fácil. El subcontinente afronta retos harto conocidos, entre ellos el costo y el acceso a servicios de Internet, lento desarrollo infraestructural y escasa disponibilidad de contenidos relevantes. Particularmente en las seis grandes lenguas que, dejando el inglés de lado, predominan en la vida cotidiana de la gente (en China son apenas cuatro).
    Sin embargo, esos desafíos, sostiene Narasimham –un tamil–, “son menos preocupantes de cuanto suele pensarse. Especialmente, dado que un salto a la conectividad móvil permitiría a India eludir algunos obstáculos. Por de pronto, hay ya suficiente desarrollo en dispositivos, redes, sistemas operativos y estrategias del género. En conjunto, sugieren que India va camino de resolver varios problemas y alcanzar un fácil acceso al ciberespacio. Por ejemplo, el precio promedio de un teléfono inteligente, que entrega contenidos ricos, cae velozmente –US$ 125 en junio– y deja atrás al costo de una PC. Los dispositivos móviles también son inherentemente más fáciles de operar que las computadoras. Al mismo tiempo, la habilidad de acceder a sitios web con un roce o un comando vocal –clave debido a la alta tasa de analfabetismo– va haciéndose realidad.
    Finalmente, los operadores locales empiezan a ofrecer planes de pagos innovadores para usuarios móviles. Su objeto es encarar críticas sobre los esquemas convencionales y su escasa diafanidad. Ahora se trata de promover acceso fácil y económico para todos. No es un secreto que el peor problema indio es un deficiente desarrollo infraestructural. McKinsey examinó el undécimo plan quinquenal y descubrió que –si bien el gasto nacional se cumple– las erogaciones en conexiones eléctricas o rutas se hallan por demás retrasadas.
    Lo más inquietante es el motivo de los de­sa­justes. Detrás de un asunto tan traqueteado como la propiedad de la tierra, las demoras en construir infraestructura dura a menudo derivan del déficit en infraestructura blanda. Ello significa trabajadores adiestrados y profesionales con aptitudes de mando. Este déficit debiera alentar el pase a Internet móvil, cuyos operadores privados están multiplicando rápidamente redes en todo el país. El fenómeno presiona sobre el sector público, donde está pendiente una red de tercera generación. En rigor, ya se ha subastado espectro radial por varios de cuyos tramos las empresas han invertido casi US$ 30.000 millones.
    El Gobierno también encara grandes inversiones para sortear otros obstáculos. En particular, auspicia esfuerzos para distribuir entre los ciudadanos claves únicas de identificación, capaces de ser autenticadas por dispositivos móviles. Esto facilitará operar en banca inalámbrica y otros servicios; por ejemplo, atención médica. Además, la capacidad de identificar a todo el mundo supone que subsidios e incentivos podrán dispensarse con eficiencia.
    La autoridad pro garantía del empleo rural (NREGA), por caso, se supone que debe distribuir US$ 8.500 millones durante 2011. En el pasado, sumas significativas de las partidas no llegaban a sus recipientes. La digitalización podrá eliminar buena parte del problema. La propia gente, estimulada por la perspectiva de obtener finalmente lo que es ella, podría saltar a un servicio de Internet móvil tipo e-commerce.
    En este terreno, las investigaciones de Narasimbham sobre pagos electrónicos han puesto al descubierto notables oportunidades de reducir costos administrativos en organizaciones como NREGA.

    Oportunidad digital
    El obstáculo más formidable a la realización del potencial móvil en India consiste en encontrar formas sostenibles de crear atractivos retornos para las empresas de contenidos y a precios al alcance de los usuarios. India se distingue de otros líderes en la Web, tales como Japón, Surcorea y hasta China, donde los cargos por acceso generan ingresos suficientes a los operadores para financiar la ulterior creación de servicios.
    En India, la estructura en la industria de telecomunicaciones y una población pobre presionan sobre los ingresos por acceso. No está claro si las compañías del sector podrán obtener utilidades suficientes de sus servicios y entretenimientos con valor agregado. También hay dudas sobre sus incipientes redes publicitarias locales, en cuanto a que puedan seguir mereciendo grandes inversiones en etapas ulteriores. Para superar estos problemas, el Gobierno indio, su sector público y el sector privado deberán actuar sobre prioridades: contenidos y servicios móviles.