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Por Hernán Murúa
Horacio Cristiani
Conformado por 63 grandes empresas radicadas en nuestro país, el Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible (CEADS) es el capítulo local del Consejo Empresario Mundial para el Desarrollo Sostenible, conformado luego de la Cumbre de Río, en 1992.
En ese sentido, cumple el rol de promover entre sus miembros la agenda global del desarrollo sostenible e intercambiar experiencias exitosas que cubren seis grandes ejes: la energía y el clima; la gestión ambiental; la responsabilidad social; los negocios inclusivos; las normativas, y la comunicación.
“Pretendemos liderar la visión empresarial en materia de desarrollo sostenible, participando de foros en conjunto con el poder público, la academia y otras empresas”, explica su titular, Horacio Cristiani, también presidente de Gas Natural Fenosa.
–¿Qué nota le pondría a las empresas radicadas en nuestro país al evaluar la adopción de estándares de la agenda global de desarrollo sostenible?
–En los últimos 10 años, las empresas realizaron un recorrido interesante en materia de desarrollo sostenible. De acuerdo con la última encuesta realizada por PwC en conjunto con el CEADS (ver “El diagnóstico del CEADS”), se nota un avance importante en la implementación de códigos de ética, políticas ambientales, gestión de recursos y de residuos e inversión social. Se advierte un compromiso efectivo, por ejemplo, en la cantidad creciente de empresas que elaboran reportes sociales. Estamos en un nivel similar al de los países desarrollados.
–¿Cuál es el promedio de inversiones anuales que realizan las integrantes del CEADS en la materia?
–No hay estadísticas respecto del dinero que se invierte en desarrollo sostenible, pero no es poco. Una empresa que pretende exportar, por ejemplo, debe cumplir determinadas normas ambientales y de responsabilidad social, que se pueden transformar en barreras para-arancelarias.
–Sin embargo, hoy no lo son.
–Todavía no.
–De hecho, prácticamente no hay empresas internacionales que exijan una certificación ISO 14.001 para poder venderles.
–Tal vez no la certificación, pero sí que el proveedor sea capaz de demostrar que cuenta con un sistema de gestión ambiental. Otro ejemplo es el de la norma ISO 26.000 de Responsabilidad Social Empresaria, que se lanzó recientemente. Si bien no es certificable, representa una herramienta importante para avanzar en ese camino.
–Pero, entonces, ¿en qué indicadores se basa para afirmar que están en el mismo nivel que las empresas de los países europeos, por ejemplo?
–En base a la encuesta anual que mencionaba, los casos empresarios que relevamos (ver “Algunos ejemplos exitosos”), y el intercambio que tenemos con el Consejo Empresario Mundial para el Desarrollo Sostenible. No hay un benchmarking exhaustivo, sino una idea de cómo vamos avanzando, al mismo nivel que en la mayoría de los países desarrollados.
–Con el alza de tarifas, hay quienes advierten una caída en el volumen de residuos industriales, a pesar del crecimiento de la economía. ¿A qué lo atribuye?
–No tengo estadísticas que muestren que hay menos residuos para tratar. En lo que respecta a los miembros del CEADS, todos han mejorado su gestión.
–Lo que señalan, por lo bajo, es que puede haber una porción de residuos industriales que antes se trataban y ahora se tiran sin tratar.
–De ninguna manera los residuos se tiran en otro lado. En general, no advertimos un deterioro en ese sentido. Por el contrario, vemos una evolución. De hecho, uno de los objetivos de las empresas es generar una menor cantidad de residuos, mediante el reciclado y la reutilización, que son prácticas bastante extendidas.
–En otro orden, ¿cuál es su visión sobre las implicancias del fallo de la Corte Suprema de Justicia que ordena al Estado y a las empresas sanear la Cuenca Matanza-Riachuelo?
–El fallo de la Corte tiene que ser cumplido. Las empresas, con el tiempo suficiente, tienen que adaptarse al fallo. No se puede solucionar todo de un día para otro.
–¿Pero cuánto es un tiempo suficiente?
–Depende de cada industria, ya que la reconversión de determinados procesos lleva su tiempo y requiere de inversiones. Lo que tiene que existir es el compromiso, hacer un plan de acción e ir implementándolo.
–Las empresas se quejan de la falta de crédito disponible para este tipo de reconversiones. ¿Es tan así?
–En la Argentina, los créditos no se consiguen con facilidad. Si bien las empresas que formamos parte del CEADS no tenemos mayores problemas en ese sentido, compartimos esa preocupación. De hecho, muchas están trabajando con las Pyme que integran sus respectivas cadenas de valor, ayudándolas para que puedan cumplir con estos requerimientos.
–¿Cuál es su reflexión sobre la repercusión pública negativa que enfrentan los proyectos mineros o la que atravesó la planta de celulosa de Botnia?
–El desarrollo sostenible tiene tres ejes ineludibles: el crecimiento económico, el cuidado ambiental y el desarrollo social. Toda actividad industrial implica un impacto ambiental. El tema es analizarlo y tomar medidas para eliminarlo o, si no es posible, minimizarlo. Por ejemplo, la actividad minera es muy importante para el país y, en especial, para determinadas provincias. Si no, estaríamos hablando de un subdesarrollo sostenible.
La cuestión es hacer un uso responsable de los recursos, minimizar los impactos y cumplir con las normas, que de hecho es lo que se hace. En el caso de las papeleras, se trata de una actividad lícita que es fuente de desarrollo para muchas comunidades y que también debe cumplir con las normativas, y de hecho las cumplen.
–Quienes se manifiestan críticamente sobre estas actividades hablan de una relocalización global de operaciones contaminantes.
–Es una posición muy poco fundamentada. Las empresas explotan los recursos allí donde están. Si se da en nuestro país, creo que hay verlo desde el punto de vista positivo, debido a las posibilidades de desarrollo que representan.
–¿Pero no hay un doble estándar mundial en ese sentido?
–Los estándares son similares entre las casas matrices y las filiales aquí. Las políticas son las mismas. Es más, cuando se analiza a las multinacionales, por ejemplo en nuestro caso, no se tiene en cuenta solo lo que hace y cómo lo hace Gas Natural Fenosa en España, sino en todos los países donde está presente.
En definitiva, no podemos permitirnos dejar de lado una posibilidad de desarrollo a partir de tener en cuenta determinados aspectos que no están fundamentados.
–Finalmente y en virtud del accidente nuclear ocurrido en Japón, ¿hay preocupación entre las empresas que cuentan con fuentes radiactivas en sus procesos productivos respecto de lo que podría ocurrir tal vez no por un tsunami pero sí por una inundación de sus plantas?
–En principio, es incomparable una central nuclear con elementos que se puedan usar en medicina o en otras aplicaciones. Creo que, más allá del debate sobre la energía nuclear, este acontecimiento va a generar un salto tecnológico muy importante en materia de dispositivos de seguridad para este sector, sobre todo teniendo en cuenta que la producción de energía por medio de estas fuentes, a mi criterio, no puede soslayarse.
Diagnóstico del CEADS Según la 2º Encuesta sobre Desarrollo Sostenible y RSE en el Sector Privado en Argentina, desarrollada por PwC y el CEADS, entre 57 empresas: |
Algunos ejemplos exitosos La 11º Recopilación de Casos de Sustentabilidad Empresaria encarada por el CEADS, el año pasado, muestra ejemplos de ecoeficiencia y gestión ambiental, entre otros: |
Guillermo García, de Molinos
“Trabajamos en nutrición, packaging y biocombustibles”
Para la empresa, la sustentabilidad involucra las acciones necesarias para mantener vigente a la compañía en el largo plazo, incluyendo lo que en el mundo se denomina como “triple bottom line”: los aspectos económico, social y ambiental. El CEO y gerente general hace hincapié en que la sustentabilidad no se limita a la gestión ambiental.
Por Hernán Murúa
Guillermo García
“Para nosotros, en ese sentido, la sustentabilidad es trasversal a la compañía y no es algo que solo desarrolle o instrumente un área determinada”, explica Guillermo García, CEO de de la alimentaria controlada por la familia Pérez Companc
–¿En qué líneas concretas de trabajo se manifiesta ese enfoque integral del desarrollo sustentable?
–En la actualidad, estamos trabajando en tres áreas de acción. La primera es la de nutrición y hábitos de vida saludable, un tema clave dado que somos una compañía alimentaria. Este enfoque involucra programas dirigidos a varios públicos con los que nos relacionamos: los consumidores, la comunidad, nuestros colaboradores y los médicos. La segunda área es la de packaging y etiquetado, ambos vinculados también al medio ambiente y la comunicación responsable. Y la tercera es la de bioenergía y biocombustibles, que constituyen focos fundamentales de nuestra estrategia.
–¿Cuál es el promedio anual de inversiones que lleva adelante la empresa en la materia?
–Este es un número muy difícil de consolidar, porque en ese monto, para nosotros, estarían incluidas desde las inversiones para generar nuevos empleos y ampliar las capacidades productivas hasta la capacitación de nuestros empleados, pasando por los desembolsos para mejorar la ecuación de impacto medioambiental, las acciones de relaciones con la comunidad o los proyectos para desarrollar proveedores.
–¿Me podría brindar un ejemplo, entonces?
–Como un ejemplo, el monto anual invertido por Molinos solo en los programas de relaciones con la comunidad es de $4 millones anuales.
–¿Es posible obtener un retorno de esas inversiones, así como del resto de las acciones que mencionó?
–Nuestra responsabilidad y compromiso es con el largo plazo y creemos que sería muy limitada nuestra visión si solo analizáramos tasas de retorno de estas acciones sobre proyectos.
No obstante, el día a día de trabajo sobre estos programas de sustentabilidad permite encontrar la respuesta en valor a acciones concretas. A modo de reflejarlo en ejemplos concretos, podemos comentar el caso de la harina proteica de soja sustentable (que desarrollamos), certificada bajo el estándar RT de la Round Table on Responsible Soy Association.
Esta certificación genera un reconocimiento de mayor valor respecto del precio de la harina no certificada. Lo mismo se da en biocombustibles, ya que en determinados destinos se premia con un plus la posibilidad de contar con este tipo de certificaciones. Otro ejemplo concreto es nuestra participación en la Sociedad de Garantía Recíproca, mediante el cual se benefician muchísimas pequeñas y medianas empresas de nuestra cadena de valor que, gracias a ese beneficio, mejoran su calidad de prestación.
–¿Cuáles son los indicadores que utilizan para medir su gestión ambiental?
–Medimos la gestión medioambiental mediante las normas ISO 14.000. Tenemos tres plantas certificadas externamente: San Lorenzo, la bodega Nieto Senetiner y Lucchetti. Pero en todas las otras seguimos internamente los mismos parámetros que la ISO 14.000. Además, desde el año pasado, estamos evaluando nuestro desempeño de sustentabilidad mediante las normas GRI (de Global Reporting Iniciative).
–¿Hacen algún benchmarking al respecto, ya sea nacional o internacional, que les permita conocer qué posición ocupa Molinos Río de la Plata en comparación con qué otras empresas?
–En ese sentido, el benchmarking es la comparación con las empresas que certifican con los mismos parámetros y Molinos está en muy buena performance en el marco de la industria.
–Otro dato interesante es cuál es el cargo del responsable ejecutivo de la gestión ambiental, ya que en más de una compañía que hace de la sustentabilidad el leitmotiv de su comunicación, su jerarquía es bastante inferior al responsable comercial, financiero o de marketing. ¿Cómo es el caso en Molinos?
–Es el gerente de Seguridad, Higiene y Medio Ambiente y tiene un nivel similar a las áreas que menciona.
Osvaldo Schütz, de Loma Negra
“Llevamos invertidos US$ 180 millones en medio ambiente”
El director general de la cementera destaca la cifra costeada desde que el grupo brasileño Camargo Correa compró la empresa, que incluye desembolsos puros en la materia y ampliaciones de capacidad con visión sustentable. “El año pasado ya habíamos asumido 14 de los 22 compromisos involucrados, este año esperamos llegar a los 19 y el año que vienen completar el resto”.
Por Hernán Murúa
Osvaldo Schütz
El punto de inflexión fue en 2007, cuando accionistas y empleados de Loma Negra suscribieron una carta en pos de trabajar por la sustentabilidad. Al año siguiente, la firma controlada por la brasileña Camargo Correa ratificó la decisión, adhiriendo a la Cement Sustainability Initiative (CSI), capítulo del Consejo Empresario Mundial para el Desarrollo Sostenible del que participan los 20 mayores grupos cementeros, responsables por 30 % de la producción global.
–¿Cuáles son los más relevantes de estos compromisos?
–La gran definición del CSI es que este negocio tiene tres bases: la económica, la ambiental y la social. En lo concreto, los compromisos más importantes tienen que ver con la reducción de las emisiones de dióxido de carbono y del consumo de agua, para lo cual es necesario realizar un inventario y auditorías, con el propósito de acreditar exhaustivamente que se cumplen los objetivos.
–¿Siempre todo por encima de las normas legales?
–Desde ya. El primer paso es mejorar la metodología de las mediciones. Por eso, estamos completando los instrumentos en todas las chimeneas para hacerlo en forma online. Y lo propio ocurre con los caudalímetros que estamos instalando para el consumo de agua.
–También trabajan en la sustitución de combustibles, ¿no es así?
–El coprocesamiento, efectivamente. Recycomb es una empresa del grupo que trata residuos industriales: fondos de tanques de petróleo, pinturas, aceites, plásticos, chips de madera e incluso desechos de actividades agropecuarias como los de la molienda del girasol o maíz, para producir un combustible de poder calórico estable.
El gran tema es bajar las emisiones de dióxido de carbono, aprovechando el desarrollo de cementos con adiciones. Por eso, se pueden usar las puzolanas naturales (cenizas y piedras volcánicas) o la escoria de alto horno para reemplazar el clinker (el resultado de la calcinación de la caliza y la arcilla que se muele para producir cemento). El objetivo es llegar a sustituir 15% del consumo de combustible en los hornos. En estos momentos, estamos destinando casi US$ 6 millones a cambios en la alimentación de los hornos de Loma Negra y otros 2 millones para aumentar la capacidad de Recycomb.
–Es decir que cuesta caro ser sustentable.
–Desde que Camargo Correa compró Loma Negra se invirtieron US$ 300 millones, de los cuales 180 millones están vinculados con el medio ambiente, aunque también con ampliaciones de capacidad con una visión sustentable.
Pero es una regla de oro: ser consecuentes entre lo que decimos y lo que hacemos. Y los resultados lo demuestran, ya que hemos reducido el contenido de clinker por tonelada de cemento y, por lo tanto, las emisiones de dióxido de carbono. Incluso los ejecutivos somos evaluados por indicadores de sustentabilidad que influyen dentro de nuestra remuneración variable. Por otro lado, tenemos un código de ética, con reglas claras sobre lo que se espera de nosotros, que compartimos con proveedores y clientes.
–Desde su rol adicional de tratadores de residuos industriales, por medio de Recycomb, qué evaluación hacen de la conducta de otros generadores, teniendo en cuenta que el crecimiento de la economía debería involucrar una mayor cantidad de desechos y un alza de la demanda.
–La evolución es menor de la esperada. Es claro que depende de la aplicación de la legislación. Mientras en otros países no existe la menor discusión al respecto, aquí se va cumpliendo en la medida que se puede. Pero soy optimista y creo que eso va a tener que cambiar.
Una buena idea Loma Negra cuenta con un programa que premia las ideas sustentables de sus propios trabajadores. De hecho, el último proyecto recompensado consistió en la instalación de un generador eólico en la planta que la cementera tiene en la localidad neuquina de Zapala. “Se le ocurrió a un trabajador y la empresa no solo lo premió, sino que invirtió lo necesario para implementarlo”, se entusiasma Osvaldo Schütz, director general de Loma Negra. |