¿Hasta cuándo durará el auge de precios en productos básicos?

    ANÁLISIS | Escenario global

    El debate es si son los especuladores los que, con sus maniobras, han logrado elevar de forma importante el precio de petróleo, gas, metales básicos y demás productos básicos de origen agrícola, a través de los famosos contratos a futuros y derivativos.
    La otra visión es que la sostenida demanda de los países emergentes, pero muy especialmente la que se origina en China e India, ha alentado el ciclo ascendente de los precios.
    Precisar el origen de estos incrementos es relevante para saber si puede haber en el futuro cercano una fuerte caída en los precios, o bien si estamos en el mundo de los precios volátiles por mucho tiempo.
    Al margen de maniobras especulativas que siempre existieron, lo evidente es que estos incrementos sostenidos parecen obedecer a razones económicas fundamentales. Con lo cual se abre un interrogante: si bien no durará por siglos, esta tendencia puede ser de largo plazo, y extenderse por varias décadas.
    Según Jim Rogers (autor de Hot Commodities y cofundador junto a Soros del Quantum Fund) ”…durante el siglo 20 hubo tres largos períodos donde los precios de los productos básicos estuvieron altos (1906-1923, 1933-1953, 1968-1982). Cada ciclo, en promedio, duró 17 años. Otro ciclo expansivo en los precios de los commodities comenzó en 1999. Si se confirma la tendencia histórica, duraría 17 años. Es decir que se mantendrían los precios altos, por lo menos hasta alrededor de 2015.

    Visiones antagónicas
    La visión dominante durante casi todo el siglo pasado en nuestro país sostiene que la Argentina y toda la región latinoamericana, está condenada a depender de sus exportaciones de productos básicos. Productos que por definición son más baratos en términos relativos que los bienes industriales o que los intangibles. Aunque haya un auge momentáneo en el valor de los commodities, nada de fondo cambia en la estructura productiva de estos países. Y siempre habrá períodos con descenso en esos valores.
    La visión positiva, muy extendida ahora, dice que ha comenzado un ciclo largo de alto valor en estos productos y que es la mejor promesa de crecimiento sostenido para esta región geográfica.
    Como decía Mercado (ver Opinión, edición de junio de 2008): “Lo cierto es que siempre hubo períodos más largos donde el valor de los bienes industriales creció más que el de las materias primas. Sin embargo, han aparecido quienes sostienen que estamos frente a un cambio definitivo de paradigma. Este no es otro período de auge de los precios de los productos básicos que inevitablemente será seguido por otro de depresión, afirman. El cambio es estructural y los precios altos se mantendrán por todo el tiempo previsible”.
    Si esto resultara cierto, deberíamos convenir en que Raúl Prebisch, seguramente el economista más prestigioso de la Argentina y de la región, estaba solemnemente equivocado. La famosa teoría sobre el deterioro de los términos del intercambio (cada vez los productos industriales valen más que las materias primas) quedaría desmentida.
    Prebisch quedó en la historia como el principal expositor de la teoría del deterioro de los términos del intercambio que explicaría por qué los países subdesarrollados resultan perjudicados en el comercio con las naciones avanzadas. Sostuvo que los términos del intercambio de los productos primarios tienden a deteriorarse en relación con los artículos industriales. Esa tendencia deriva en un progresivo empobrecimiento de la periferia: los países emergentes deben exportar cada vez más bienes primarios para importar la misma cantidad de artículos industriales”.
    Ante el creciente entusiasmo por “el nuevo paradigma”, en el mundo y en el país, tal vez es conveniente mostrar alguna cautela. Precios altos en commodities pueden durar varios años. Pero nada confirma que sean eternos.
    En todo el mundo se extienden las superficies arables. Hay revolucionarios métodos de siembra, avances biotecnológicos y químicos que podrían, tal vez, producir otra Revolución Verde, como la que en los años 70 dio al traste con el pesimismo del Club de Roma.
    En ese caso, Raúl Prebisch volvería a estar en lo cierto. Veamos entonces qué está pasando en el mundo, y con todas las materias primas.

    ¿En medio de un superciclo?

    Productos primarios y sus precios desatados

    Tras la contracción detonada por la crisis sistémica occidental (fines de 2008) y una estabilización moderada al año siguiente, los precios reaccionaron con vigor en 2010. En este segundo trimestre, rubros desde crudos a metales críticos nuevamente trepan, al punto de preocupar a Gobiernos, empresas e inversores.

    En esta oportunidad, talla un factor diferente: la urbanización e industrialización china son los motores dominantes en esta especie de superciclo.
    Por ejemplo, los picos en dos años y medio marcados por el petróleo (hasta US$ 126,70 el barril de Brent, 30 de abril) coincidieron con la oferta pública inicial de Glencore (obtuvo US$ 60.000 millones el 27 de mayo). Este megagrupo suizo –vinculado al millonario ruso Olyeg Dyeripaska– es el mayor operador mundial de productos e insumos primarios.
    El momento hacía sospechar que la venta bien puede marcar el comienzo del fin para el superciclo de las materias primas. Así ocurrió cuando se flotó la banca de inversión Goldman Sachs a fines de los años 90 o el fondo extrabursátil Blackstone en 2007. En cada caso, los sucedió el colapso de un “mercado toro”.
    De hecho, el salto de Glencore hacia su OPI coincidió con locos giros de precios en casi todos los mercados de productos primarios. Por ejemplo, los crudos cayeron más de US$ 10 en seis horas y otros rubros se debilitaron sustancialmente.
    A principios de junio, las cotizaciones se recobraron parcialmente y casi todos los analistas dieron por salvado el superciclo. La visión dominante era, en lo tocante a materias primas: las perspectivas son bastante positivas, impulsadas por un ciclo largo de demanda en auge cifrada en economías emergentes.
    El índice Reuters-Jefferies CRB (canasta que incluye petróleo, cobre, trigo, azúcar, etc.) aumentó 36% en 12 meses hasta mayo. Pero sigue cediendo 5% desde el pico en dos años y medio… alcanzado al empezar mayo. Durante los pasados 10 años, el cambio estructural clave ha sido el rápido crecimiento de los países emergentes y en desarrollo. Este factor modificó radicalmente los patrones de demanda en materia de productos e insumos primarios.
    Al mismo tiempo, la respuesta de la oferta ha sido lenta, debido a una combinación de cautela inicial (como resultado del auge), un alza en inflación de costos y un “nacionalismo de recursos” por parte de quienes producen materias e insumos primarios.
    Los componentes fundamentales, últimamente, determinarán las tendencias en precios. Esos factores, por ahora, lucen relativamente sólidos, aun si el crecimiento económico global perdiera ritmo a causa –justamente– del impacto originado en altos precios.
    A esta altura, las inquietudes básicas de los inversores en futuros de productos primarios y acciones, por igual, se refieren a que los valores altos –si suben mucho más que los actuales– acaben reduciendo la demanda y, por esa vía, enfriarán la economía. De ese modo, la demanda de hidrocarburos en el primer trimestre había abandonado los niveles tórridos de 2010. La Agencia Internacional de Energía y Combustibles pronostica que el consumo se elevará este año en 1.300.000 barriles diarios. Bastante menos que los 2.800.000 b/d en 2010.
    Sea como fuere, el Fondo Monetario Internacional cree que los riesgos involucrados en precios de productos primarios tienden a aumentar y advierte que seguirán extendiéndose genuinas inquietudes sobre ulterior escasez de recursos.
    Para un amplio consenso de operadores y analistas, los valores coyunturalmente altos están para quedarse.

    Nuevas inversiones

    Precios volátiles: tal vez nada temporario

    Durante el primer semestre, la catástrofe nuclear japonesa, las guerras civiles en el mundo árabe, los tornados estadounidenses y las crisis de deuda soberana en la Unión Europea desencadenaron alzas de cotizaciones y problemas de abastecimiento en varios rubros. Desde hidrocarburos hasta oro y cereales.

    Muchos analistas, especialmente en los mercados de productos primarios, ceden a una tentación: suponer que estos remezones son fenómenos pasajeros. No lo son. Por el contrario, constituyen la “nueva normalidad”.
    Ciertos cambios atinentes a la dinámica de oferta y demanda tienden a generar largos períodos de sostenida volatilidad en precios de materias primas, con significativas implicancias hacia abajo de cada cadena en muchas actividades. Existe una cantidad de razones estructurales que explican la persistente ines­tabilidad de valores. Por ejemplo, la demanda mundial de productos e insumos básicos irá aumentando por encima de 10% anual en 2011/20. Dos causas obran: el crecimiento vegetativo y el desarrollo, particularmente en economías emergentes.
    La expansión de demanda, obviamente, tenderá a promover inversiones en extracción de minerales y crudos. Quienes actúan en estos negocios serán alentados por las circunstancias a contemplar más proyectos de riesgo, naturalmente más proclives a fracasos. Cuellos de botella en la oferta también serán más frecuentes, debido a alteraciones climáticas o el creciente número y magnitud de extremos eventos meteorológicos resultantes. La ola de tornados en Estados Unidos en buena parte del primer semestre ilustra el asunto con rara perfección.
    En cuanto a la escasez en algunas regiones del planeta, el fenómeno puede ser exacerbado a medida como más y más Gobiernos adopten medidas unilaterales para aliviar sus problemas locales. Rusia, Pakistán, India y Vietnam han restringido –en 2010 y la primera mitad de 2011– exportaciones de productos agrícolas, desde arroz y trigo a algodón. Por supuesto, estas medidas responden a situaciones apremiantes y no al capricho de Gobiernos intervencionistas o movidos por razones políticas.
    Ulteriores vaivenes de precios podrían derivar, sí, de esas motivaciones. Son los que reflejan opciones y equilibrios inherentes a déficit de recursos interconectados entre sí. Tal el caso de la Agencia Internacional de Energía y Combustibles (AIEC). La entidad anticipa que el mundo necesitará 3.200.000 barriles diarios de biocombustibles para reemplazar combustibles fósiles y hacer frente a su reducción. Claro, la AIEC es un lobby petrolero. Ello explica que, a su criterio, producir biomasa puede aumentar el déficit alimentario (por caso, desviando maíz a la refinación de etanol).
    Este escenario catastrófico incluye falta de agua potable. Por ende, el rango de incertidumbres geopolíticas y ambientales alrededor de la oferta de insumos básicos probablemente fomente la especulación con productos primarios. Este factor, sin duda, promoverá mayor volatilidad de precios.

    Problemas críticos
    En algunos negocios, la inestabilidad de valores y su manejo siempre han sido problemas críticos. Por ejemplo, para la actividad aerocomercial el tema combustibles ha sido un problema estratégico desde tiempo atrás. Hoy en día, la volatilidad de precios es clave para la rentabilidad de una empresa en sectores tan disímiles como tecnología de punta, minerales raros, automotores, celulares, etc.
    No obstante, sostienen analistas estadounidenses y británicos, muchos sectores tratan la volatilidad de precios como un asunto de gestión táctica, o sea manejable vía reuniones periódicas. Pero el problema irá haciéndose más sistémico y relevantes a muchas compañías, según el efecto de los precios en rubros básicos y sus vaivenes se refleje cada vez más en los ingresos. Estos efectos habrán dejado de ser temporarios.
    Las apuestas suben. Por vez primera en 30 meses, el primer semestre del año el barril de crudo Brent ha pasado varias veces de US$ 100 y hasta de 120. Empresas y consumidores eventualmente pagarán en 2011 US$ 100.000 millones más que en 2010.
    Pero las estimaciones apenas rozan la epidermis, pues –amén de hidrocarburos– han subido y continuarán subiendo muchos productos e insumos básicos. Por consiguiente, el sector privado se las verá en figurillas para afrontar la volatilidad de las materias primas y sus efectos en los ingresos.

    Recuperación amenazada

    Petróleo, un colchón que tiende a esfumarse

    Durante este primer semestre, los mercados de crudos han pasado de generosos a reticentes y esto tiene amplias implicancias en la economía mundial. En enero, sin ir más lejos, parecía existir una cómoda oferta adicional.

    Merced a recortes de producción, en respuesta a la recesión, la Organización de Países Exportadores (OPEP, el cartel orientado por Saudiarabia) mantuvo la capacidad sobrante en alrededor de cinco millones de barriles diarios. La cifra equivale a algo más de 5% de la demanda global. Al contrario, las políticas de Gobiernos ajenos a la entidad –Rusia, el resto de la Comunidad de Estados Independientes. Nigeria, etc.– mostraban un sesgo entre neutro y opuesto.
    Después, en Túnez estalló una ola de protestas que, tras derribar al Gobierno, disparó una guerra civil en la vecina Libia, acabó con Hosni Mubarak en Egipto, cruzó el Sinaí y alcanzó Yemen, Bahrain y Siria. En primera instancia, se temió por el flujo de embarques, en particular libios.
    Pero, desde ese momento hasta principios de junio, el brazo técnico del cartel –la Agencia Internacional de Energía y Combustibles, AIEC– señaló que la capacidad extra había cedido a cuatro millones de barriles diarios. Por consiguiente, el crudo Brent londinense alcanzó picos de US$ 126 en mayo, si bien junio arrancó con 113.
    En cuanto a las economías centrales, en moderada reacción desde 2010 (superada la crisis sistémica occidental de 2007/09), ha venido capeando las alzas petroleras ocurridas durante 2008. Pero la mayoría de los analistas teme que el aumento sostenido de precios u otra caída inesperada de producción atente contra una recuperación que aún no se consolida.
    Compañías desde ExxonMobil hasta la estatal Petrobras venían este año declarando utilidades, debidas justamente a los precios altos. Por lo mismo, los países exportadores han acumulado fondos excedentes que, en el caso de Saudiarabia o la Unión de Emiratos Árabes, les permiten elevar el gasto social vis-à-vis el malestar imperante en la región.
    En ese contexto, parecen muy optimistas los cálculos difundidos por la agencia estadounidense de información sobre combustibles y energía. La USEIA (siglas en inglés) cree que los crudos promediarán US$ 103 este semestre y 107 el próximo. Sus razones, empero, son atendibles: mayor demanda de países emergentes y menor oferta de los exportadores, dentro o fuera de la OPEP.
    Los incrementos de valores afectan al consumidor del “Primer Mundo” y preocupan a Gobiernos que empiezan a indagar en el asunto. En Estados Unidos, ambas cámaras del Congreso han estado meses convocando a ejecutivos de la industria petrolera para explicar una serie de rebajas tributarias. Estas son inconsistentes con las enormes ganancias empresarias, a su vez fruto de precios firmes.
    Al mismo tiempo, la volatilidad de esos niveles hace que cada día más compañías se cubran de riesgos colaterales. Ello fomenta a los fondos de cobertura y los induce a todo tipo de apuestas especulativas. En efecto, los volúmenes operativos en materia de futuros petroleros han quebrado nuevos récords en la primera mitad del año.
    Las incertidumbres resultantes también han promovido mesas de productos primarios en los bancos, cuya renta operativa puede aumentar a entre US$ 9.000 y 11.000 millones este año. En 2010, sumaba de US$ 6.000 a 7.000 millones, siempre según guarismos de Nomura Securities.
    El Fondo Monetario Internacional, en su primer informe semestral de 2011, afirma que los mercados petroleros globales han ingresado a un período de creciente escasez. Asimismo, advierte que picos de precios similares al de 2008 (Brent a US$ 147,25 el barril en Londres) se producirán si no aflojan o se acentúan las tensiones entre menor oferta y mayor demanda.
    La USEIA emitió en abril una proyección según la cual el consumo de hidrocarburos a un récord de 89,2 millones de barriles diarios este mismo año. El grueso de la demanda le cabrá a Asia oriental y meridional, Levante y Latinoamérica. Respecto de la América anglosajona, Washington estima que las naftas cerca de un dólar por litro imponen restricciones al consumo familiar y al de vehículos comerciales.

    Metales preciosos

    Precios en el cielo y acciones en baja

    A través de la minería, los papeles bursátiles de las empresas extractoras vienen pugnando desde comienzos de año por no quedar retrasados cuando oro, plata o platino recobran terreno en materia de precios, no sin esfuerzos. Por el contrario, cuando los niveles ceden, las acciones acompañan.

    En realidad, las acciones de las empresas productoras han estado bajando durante este año, pese a reacciones en los precios de mercado mostradas, principalmente, por la plata y el oro. Existe un motivo más bien prosaico para esas diferencias en desempeño: los productos primarios suelen ser más volátiles que las acciones. Así se vio en abril y mayo últimos. Por ende, mientras las cotizaciones bursátiles trepaban durante semanas, los papeles mineros seguían sin despegar.
    Pero también los factores fundamentales de la actividad influyen en las divergencias. Extraer metales preciosos es un negocio a menudo complicado, si no peligroso, donde muchos no han podido cumplir con metas de producción. Por otra parte, muchas explotaciones operan en geografías riesgosas y ello afecta sus acciones.
    Hay además algo más importante: los costos están incrementándose fuertemente. Como se sabe, los precios petroleros vienen saltando desde que la ola de levantamientos y revoluciones –iniciada en febrero– cubre Levante. Paralelamente, un auge mundial de inversiones mineras ha inflado los costos de equipos y mano de obra
    Aun explotaciones en países menos volátiles o peligrosos –como Canadá, Australia o Sudáfrica- han sufrido bruscas reapreciaciones de monedas locales.
    En otras palabras, ya no usufructúan a pleno las ventajas del aumento en valores de oro, plata y platino. Ello significa que la inflación de costos para el sector aurífero podría alcanzar este año 20 a 25%. Según la consultoría RBC Capital Markets, esos guarismos se darán si se mantienen los precios de mayo-junio en hidrocarburos y siderometalurgia.
    Una de las amenazas reales es que la inflación de costos empiece a acompañar la reapreciación de precios en productos básicos. Esto puede acotar los márgenes de utilidad.
    Si bien esos factores influyen en los márgenes de toda la actividad minera, no pueden explicar completamente las amplias divergencias entre el desempeño de determinadas acciones sectoriales y los precios de los insumos que explotan. Por tanto, operadores y analistas afirman que los diferentes retornos reflejan distintos grupos de inversores en ambas categorías de activos.
    Desde la crisis sistémica occidental de 2008/ 09 y, especialmente, la de deuda soberana europea (2010 en adelante), viene elevándose la preocupación sobre la seguridad de monedas y divisas. Por ejemplo, inversores y especuladores compran oro en lingotes como forma de protegerse de imprevistos. Uno de ellos es una vuelta a la recesión de 2007/09 y su efecto demoledor sobre las acciones.
    Se trata, claro, de una antigua obsesión de quienes gustan acumular oro tangible, sobre todo cuando florecen gurúes que hablan de US$ 3.000 la onza troy (31,104 gramos) o más. Si se intenta en efecto diversificar se buscarán lingotes, no papeles ni instrumentos especulativos. Esta lógica se aplica asimismo a inversores usualmente limitados a títulos. Desde el advenimiento de fondos que emiten acciones respaldadas por metales preciosos, el público tiene fácil acceso a papeles que reflejan los vaivenes de precios de cualquier acción minera.

    Agricultura

    El clima es ahora más importante que nunca

    Para productores agrícolas, operadores de productos primarios y empresas agropecuarias, 2011 va en vías de convertirse en el año del meteorólogo. Las existencias mundiales de rubros como algodón, maíz, soja, trigo, arroz y otros se anticipan escasas, con tendencia a tornarse críticas.

    Aun si se ejecutasen programas para expandir terrenos cultivados, el clima se proyecta como factor inusitadamente relevante para todo el año.
    Los meteorólogos son ahora las estrellas. Esos expertos, o sus estimaciones, reinarán sobre los movimientos de precios por lo menos hasta agosto, cuando entren nuevos datos sobre cosechas, esta vez del sur.
    Hasta principios de junio, los analistas se veían nerviosos, si no asustados. En Estados Unidos, el máximo exportador agrícola del planeta, intensas nevadas, fuertes lluvias y tornados han demorado la siembra de maíz en áreas tan relevantes como Indiana, Ohio o Dakota norte. Esto en una época clave para pasar a porotos de soja. En otro extremo, la seca desde Texas hasta Polonia amenaza las cosechas trigueras.
    A criterio de expertos, el clima y las opciones factibles ahora tendrán gran efecto sobre los precios en los próximos meses. Se prefiere pensar en el maíz y otros cereales como ítems perfectos. Exigen condiciones casi ideales: ni muy cálidas ni muy frías ni muy húmedas ni muy secas.
    Los mercados replicaron sin dudar. En la Junta Operativa (Board of Trade, Chicago) el maíz remanente de 2010 alcanzó abril cotizándose con una prima de US$ 1,20 por bushel (35,2 litros). Hacia mediados de mayo, ese plus cedió a la mitad, reflejando nuevas inquietudes respecto de la cosecha de este año.
    El Departamento Federal de Agricultura anticipaba entonces que los productores obtendrían precios récord en maíz y trigo. En verdad, esos niveles han despertado tendencias inflacionarias y están presionando a los Gobiernos de países pobres, donde el consumo alimentario absorbe gran parte del presupuesto familiar.
    Pero los altos precios tienen un costado positivo para EE.UU.: las autoridades de agricultura proyectan producciones récord de arroz, oleaginosas y granos duros para la futura temporada. Por ejemplo, maíz o cebada.
    La naturaleza estacional y renovable de la agricultura desafía la idea –popular entre analistas bursátiles– de un “superciclo” en materias primas de oferta escasa, motivado en la demanda de rubros básicos por parte de los mercados emergentes. Por el contrario, los rindes siguen subiendo y hay tierras aptas para cultivar disponibles en países como Brasil, Australia o el cono sur latinoamericano.
    Pero tendencias económicas y ambientales ponen a prueba a los productores. Al respecto, el aumento de ingresos en economías emergentes se traduce en más carnes para la mesa de la familia. Por ello, los ganaderos en lugares como China dejan de ser marginales o de subsistencia y encaran operaciones en escala industrial. A punto tal que bovinos, ovinos y porcinos se alimentan con porotos de soja… importados.
    Entretanto, prospera la refinación de biocombustibles. Alentada por subsidios gubernamentales, engrosa una demanda que, en ciertos casos, es insensible a los vaivenes de precios.
    Este auge agrícola ya está empujando los precios en la faja central de EE.UU., revela un informe distribuido en abril por la Reserva Federal de Chicago.
    En otro plano, las accionistas de compañías involucradas en expandir la oferta de materias primas sin elaborar han estado trepando fuerte. Así sucede con Yara International (la mayor cotizante bursátil del mundo dedicada a nitrofertilizantes) o John Deere, el mayor vendedor global de tractores y cosechadoras.
    Según esta segunda empresa, los ingresos saltaron 65% en el primer trimestre del año y, para todo 2011, espera utilidades por cerca de US$ 2.650 millones.

    Metales básicos

    Turbulencias en los países árabes, alza de hidrocarburos y la catástrofe japonesa han puesto nerviosos los mercados de metales industriales. Pero no los del aluminio.
    A la inversa, la abrupta alza en los costos de la energía y los combustibles –desde principios de año– dieron alas a ese insumo vital para casi todo. Desde automotores o aviones hasta latas de cerveza.
    Los precios subieron alrededor de 30% entre noviembre y el pico de mayo: US$ 2.800 la tonelada al comenzar ese mes. Aun tras una marcada corrección (mediados de mayo), era el único rubro relevante cotizado en la bolsa londinense de metales (LME) a niveles mayores en 12 meses, o sea junio de 2010 a mayo último.
    El fenómeno es más notable dado que pocos inversores y operadores apostaban por el aluminio. Preferían el cobre, por sus bajas existencia en plaza. Por ende, el reciente desempeño de aquel se origina en los altos precios petroleros.
    De ahí que Goldman Sachs haya aumentado hace poco su pronóstico a 12 meses (junio a mayo próximo) a US$ 2.900 la tonelada, máximo desde mediados de 2008. Mucho más cauto, Barclay’s Capital espera un promedio de solo US$ 2.700 para el trimestre final de 2011.
    El clima de escasez en los mercados energéticos puede beneficiar al aluminio en varios meses. En China, fuente de 40% del aluminio mundial, algunas provincias han empezado a racionar la electricidad y los expertos se preparan para el mayor déficit desde 2004.
    Sea como fuere, no todos adoran el metal. Algunos analistas apuntan al extremado alto nivel de existencias, fomentado cuando los productores redujeron la oferta durante la crisis sistémica de 2007/09. Los inventarios controlados por el LME, subieron 10% desde enero y llegaron a junio en 4.700.000 toneladas. Suficientes para construir 70.000 Boeing.