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Por Carina Martínez
Eduardo Cetta
Para CCU Argentina, la filial de la cervecera chilena, gestionar en forma sustentable implica asegurar el valor de la compañía a largo plazo, sobre bases de rentabilidad y crecimiento, considerando que la empresa busca perdurar en el tiempo y debe conservar los recursos y el medio ambiente para las generaciones futuras. La sustentabilidad se enmarca dentro del enfoque de RSE y es definida como un modelo de gestión.
Eduardo Cetta, gerente Industrial de la firma, asegura que “La posibilidad de trabajar alineados a metas concretas, que contemplan lo exigido no solo por la legislación vigente sino por los acuerdos y normas internacionales, como la ISO 14.000 y la conferencia sobre cambio climático de la ONU (COP15), nos permite concentrar nuestros esfuerzos y hacer más eficiente el trabajo”.
“En mi opinión –reflexiona el ejecutivo–, en el ámbito empresarial, en cuanto a tomar decisiones de inversión, realizar correcciones apuntando a la conservación o a disminuir la huella de carbono, la Argentina aún está en pañales”. Para Cetta, las empresas de vanguardia en el mundo (como Coca-Cola, Toyota, Pepsi, GE, Unilever, CCU en estas latitudes) han ido tomando esta bandera y llevan la delantera.
De acuerdo al ejecutivo, el avance en materia de cuidado del medio ambiente no depende tanto de que existan normativas gubernamentales más exigentes, como de la toma de conciencia de todos los individuos y, principalmente, de quienes tienen más responsabilidad: las empresas y sus directivos. “Son ellos quienes deben tomar la iniciativa con más rapidez y convicción. Hay compañías que hace años han invertido miles de millones y hoy sus resultados son mucho mejores en lo ambiental pero también en lo económico, porque es un buen negocio, lo cual no está mal”. Esto se explica tanto por la reputación adquirida como por los menores costos operativos resultantes, como sucede en el caso de las políticas de “desperdicio cero”.
La opinión pública también ejerce su influencia, presionando a las empresas a tomar este camino. “Los empresarios deben tener visión de mediano y largo plazo. En Europa, ya existen regulaciones que obligan a publicar en cada producto alimenticio no solo la información nutricional sino la huella de carbono que genera. Los chicos de hoy, que se preocupan de cerrar las canillas para cuidar el agua, cuando crezcan, leerán las etiquetas de los productos y elegirán aquel que genere la menor cantidad de gas carbónico. Ese es el mundo que se viene, y no dentro de 100 años sino de cinco”. “El que no desarrolle nuevos productos y procesos que permitan la disminución de las emisiones va a quedarse fuera del mercado, porque cuando el consumidor le asigne todo el peso a este tema en su decisión de compra, va a haber empezado tarde”, asegura.
El Directorio de CCU establece dentro de los planes estratégicos el pilar de sustentabilidad, que se torna así en un “mandato supremo”. “La sustentabilidad es un sistema de gestión muy complejo. No se restringe al área industrial. Hay cuestiones indirectas tanto o más importantes. Por ejemplo, hemos medido el desplazamiento de los empleados de la compañía, cuántos kilómetros hacen y qué medio utilizan. En el caso del avión, no es igual el impacto de viajar en clase Turista que en Business, porque esta última requiere de un volumen mayor, a 10.000 metros de altura, para trasladar a una persona. Otro tema son las heladeras que tenemos diseminadas en todo el país y que, si funcionan a la vez, superan por el doble a la potencia instalada de las tres plantas que CCU tiene en la Argentina. Por lo tanto, un mandato hacia Marketing es que toda heladera que CCU compre debe ser categoría A (el menor consumo posible de energía) y con iluminación mediante lámparas de Led”.
En cuanto a los procesos industriales, Cetta destaca la importancia del trabajo cultural sobre el cuidado de los recursos, que se realiza mediante capacitaciones permanentes. Además, se trabaja con el sistema TPM (Total Production Management). Este sistema de gestión se implementa en las tres plantas e incluye criterios como trabajo en equipo, mantenimiento autónomo, registro permanente por parte de los operadores sobre la evolución de las líneas de producción, medición de consumo de energía y agua, de las mermas, etc. porque “para controlar, primero hay que medir”.
“Todas las plantas tienen objetivos a cumplir y año a año son más desafiantes. Cuando se llega al punto de madurez, se requieren inversiones más grandes; cambiar lo que sea necesario. Nosotros estamos ya en ese punto”, enfatiza.
Si bien CCU no utiliza energías alternativas para sus procesos, porque requiere cantidades ingentes para sus máquinas, sí realiza grandes tareas de optimización. Además, su tratamiento de efluentes genera biogas, el cual se combustiona en las calderas y permite reducir 8% el consumo de energía térmica utilizada en la producción.