ESCENARIO GLOBAL |
Barack Obama
En levante, algunos esperan una vuelta a la expansión. Pero la escasez de recursos no petroleros continuará siendo un problema para el crecimiento. Al cabo del primer bimestre, Knowledge@Wharton resume opiniones de su claustro y otras fuentes sobre EE.UU., la Unión Europea, China y Sudamérica, en lo atinente a 2011.
En EE.UU., vivienda y desempleo se han convertido en temas centrales. “El peligro de una doble recesión de perfil W ha pasado”, señala Richard Marston. A su criterio, el compromiso de prorrogar dos ejercicios (2011/12, 2012/13 las exenciones tributarias de George W. Bush en favor de estamentos altos y medios altos “debiera ayudar a la recuperación. Por ende, el país crecerá este año”. Sin embargo, “subsisten –teme su colega Franklin Allen– algunos riesgos severos. Por ejemplo, en el sector inmobiliario, plagado de incertidumbres y obstáculos”.
En ese mercado, los datos disponibles apuntan en dos diferentes direcciones. “Algunos informes –observa Susan Wachter en K@W– sostienen que las ventas repuntan, en tanto otros suponen que los precios de bienes raíces seguirán estancados. Afortunadamente, un mercado débil probablemente no cause demasiado daño adicional, pues lo peor ya ha pasado”.
Otro problema es el último aumento de tasas hipotecarias. La consiguiente alza de precios torna menos asequible la adquisición de viviendas y, claro, deteriora las ventas. Aparte, el alto desempleo reduce la cantidad de compradores potenciales.
“Este desempleo es por cierto negativo –coincide Allen– y tomará largo tiempo cambiar tendencias”. En otro plano, “se nota cierta recuperación en el gasto de las familias. Pero nada es seguro mientras el desempleo siga alrededor de 10% de la población activa. De por si solo, el gasto de los consumidores no bastará para empujar al resto de las variables. Muchos minoristas tuvieron una buena temporada de fiestas, pero no está claro que la demanda individual –principal ingrediente del producto bruto interno– pueda continuar este trimestre neutralizando patrones de gasto que vienen durando años.
“El crecimiento económico podría también ser afectado por los cimbronazos de una crisis de endeudamiento europeo que alcanza marzo con demasiadas incógnitas”, apunta Allen. Por otra parte, algunas economías emergentes han comenzado a recalentarse, con China al frente. Esto explica que, desde noviembre, Beijing haya empezado a elevar tasas de interés con el objeto de enfriar tendencias inflacionarias. Pero esta política tiene un efecto contraproducente: absorber capitales externos, probablemente restando a otros países emergentes fondos necesarios para acelerar el crecimiento”.
Volviendo a EE.UU., según Marston gobiernos estaduales y municipales afrontan crisis de endeudamiento similares a la que castiga a la Unión Europea. “Con la economía federal que no se expande como debiera, la recaudación impositiva sigue algo estancada y no alcanza. Será pues interesante ver cómo se las arreglan las administraciones locales, cuyos mayores riesgos se cifran en situaciones de insolvencia potenciales, aquí y allá”.
Allen está preocupado –como muchos monetaristas– porque Washington “aún carece de planes a largo plazo para resolver su gigantesco déficit fiscal. Sucesivos gobiernos desde los años 90 lo cubren colocando deuda en el exterior, particularmente en China”. Pero, se sabe, este recurso no puede durar para siempre. En un momento dado, esta realidad hará caer las cotizaciones de títulos y elevará intereses en EE.UU. y otros países. “Al sumarse los tipos a largo plazo –apunta Marston–, cederá el dólar. Pero la cronología de procesos es muy difícil de fijar de antemano”.
Ambos analistas recuerdan que, a fines de 2010, la bolsa neoyorquina había ganado 86% en términos de Dow Jones 30 sobre el piso registrado el 9 de marzo de 2009. Si bien esperan ulteriores avances hasta marzo o abril, “lo mejor quedó atrás, porque el primer año luego de una recesión siempre es el mejor”.
UE: ¿dos euros mejor que uno?
Este mismo año, sea quien fuere el sucesor de Jean-Claude Trichet al frente del Banco Central Europeo (pocos creen que se le renueve el mandato en octubre), heredará un panorama muy distinto al de 2003, cuando asumió. Según señala Allen, “por entonces la Eurozona y su divisa apenas despuntaban. La mayoría de dirigentes y expertos se conformaba con brindar a esta unión monetaria y fiscal el beneficio de la duda”. No obstante, ya el pacto de estabilidad y crecimiento (Maastricht, 1992) mostraba señales de deterioro. Por otro lado, el BCE no era la Reserva Federal, en tanto el BCE ni siquiera emite moneda física; ni en la Eurozona –hoy 17 socios– ni en la Unión Europea (27).
Todo es distinto en 2011. Enormes desequilibrios macroeconómicos se combinan con crisis de endeudamiento que golpean a Grecia, Irlanda, Portugal, Bélgica, España. Letonia, etc. Esto mantiene un clima de escepticismo generalizado por la falta de políticas flexibles, máxime en la Eurozona.
Mientras tanto, en Fráncfort el BCE tiene hasta agosto o septiembre para anunciar al reemplazante de Trichet. Hasta el momento, el candidato mejor ubicado es Axel Weber, presidente del Bundesbank. Amén de estrecho aliado de la canciller Angela Merkel, integra la junta del BCE. Al respecto, la coincidencia de sedes entre éste y el Bundesbank no es casual: la tecnocracia del segundo aportó cuadros al joven BCE.
Otro postulante fuerte, al menos hasta ahora, es Mario Draghi, gobernador de Banca d’Italia (central). “Se trata de alguien en extremo talentoso –indica Allen–, pero los analistas en general estiman que alemanes y holandeses no le permitirán dirigir el BCE a un hombre del Mediterráneo”. Especialmente si aumentasen las presiones para partir en dos el euro.
Por el momento, en lo atinente a la crisis y los rescates, el nivel de debate no se aparta de lo básico. Por ejemplo, se proponen para el “futuro Maastricht” –previsto para 2013– cláusulas de acción colectiva en contratos de deuda soberana. Supuestamente, para proteger a los inversores. “Sería bueno tenerlas, pero (observa Marston) el tema principal es la estabilidad financiera. En escala local, los políticos no parecen tener idea del problema y sus dimensiones, que incluyen fundamentalmente replantear las propias regulaciones bancarias. Recién después, podrá encararse el meollo: el sobreendeudamiento soberano”.
Más allá de las habituales preocupaciones inflacionarias, el próximo presidente del BCE y su directorio deberán timonear la Eurozona hacia una resolución de esas deudas. En este nivel, la clave es el fondo de salvatajes (750.000 millones) creado por el banco central y el Fondo Monetario Internacional, que expira dentro de cuatro años. Según la agencia especializada Bloomberg, “Weber se ve ya como sucesor de Trichet y espera que el BCE empiece este mismo año a ejecutar algunas medidas de emergencia. Entre ellas, tomar bonos de países en aprietos para reconstruir liquidez”. Después, ¿qué?, inquiere Allen. “¿Se monetizan esos pasivos o se permite que los países caigan en cese de pagos?”
Objetivamente, apunta el técnico en K@W, “los riesgos de que la Eurozona se licúe son de 10 sobre 100. Pero existe otra opción: dividir el conjunto en dos eurozonas con bancos centrales separados. Francia, Italia, España y economías menores e inestables continuarán con el euro actual, en tanto Alemania, Holanda, Finlandia y Austria pasarán a un supereuro”.
Jean-Claude Trichet
China lidia con la inflación
Los especialistas en la segunda economía mundial iniciaron 2011 casi igual que 2010: inquietos por la inflación. Si bien sigue baja según cánones internacionales, el índice de precios minoristas fue ascendiendo de 2 a 5,1%. Entretanto, la masiva expansión monetaria –data desde fin de 2009– prolongaba las presiones sobre los precios. Así, en 2010 los valores de la vivienda y la alimentación fueron elevándose. Al mismo tiempo, remontaban vuelo el descontento laboral y los reclamos de aumentos salariales pendientes.
En un informe reciente, The Economist pronostica que el ritmo inflacionario promediará apenas 3,9% este año, gracias básicamente a la competencia entre fabricantes. Pero este factor podría cambiar si, por ejemplo, un aumento salarial produjera alzas de precios al detalle.
“Habiendo estimulado tremendamente la economía, el gobierno debe afrontar este año las consecuencias” dictamina otro analista de Wharton, Marshall Meyer. Él y otros afirman que, en 2010, el PBI ha superado 10,2% merced a una masiva expansión de la oferta monetaria básica (m.1). Pero sus efectos inflacionarios han sido y son ocultados en forma de crecientes precios de activos.
Por su parte, Reuters reveló ya a mediados de diciembre que el gobierno había establecido en 4% el techo de inflación minorista para 2011, contra 3% el año anterior. Ello sugiere que Beijing desistirá de ajustes severos, aun si los precios se elevasen.
Según Meyer, el gobierno dispone de instrumentos alternativos, evidentes durante un ciclo similar hace tres años y medio. Primero, suben las tasas, como sucedió de octubre en adelante. “Pero, al iniciarse 2011, siguen muy por debajo de las cotas previas a la crisis sistémica occidental”, señala Louis Kuijs, analista del Banco Mundial. Casi simultáneamente, una encuesta de Bloomberg sobre 26 consultados halla que, en su mayoría “esperaban alzas de intereses durante 2011”.
Otro paso consiste en elevar las reservas de capital que lo bancos apartan (encaje), generalmente para enfriar la creciente demanda de fondos por parte de gobiernos provinciales y empresas estatales. Al empezar el año, estos requerimientos financieros representaban 19% del PBI.
Aun entre observadores optimistas, “la inflación se estima problemática si se la ubica en un contexto social amplio” nota Horst Loechel desde Shanghai. A su criterio, “tendremos un promedio de 4%, como espera Beijing. No está mal en una economía que puede avanzar alrededor de 9% este año. Sin embargo, el punto esencial para China en 2011 es cómo transferir los éxitos del país a los ingresos de la gente, aumentando niveles de consumo.
Mientras tanto, absorber liquidez excesiva se da en momentos cuando los socios comerciales de China –en particular EE.UU.– vuelven sobre un mismo leit motiv: al yuan lo mantienen artificiosamente barato para proteger o promover sus exportaciones. Allen cree que esos argumentos son miopes y no reparan en las presiones inflacionarias.
Latinoamérica y materias primas
Si la demanda mundial de productos básicos persiste, la mayor parte de las economías regionales debieran esperar un 2011 relativamente feliz. Esos precios parecen firmes, sea tanto para rubros agrícolas (Argentina, Brasil) cuanto para petróleo (Venezuela, Trinidad-Tobago) o metales comunes (Chile, Perú) y raros (litio en Bolivia).
“En este momento, todo reside en subirse a la ola del crecimiento”, señala otro analista de Wharton, Mauro Guillén. Por supuesto, “se trata de economías muy diferentes entre sí. Pero igual las beneficia este auge de materias primas, el ascenso de China y, en ciertos casos –Brasil, Chile. Perú– acertadas políticas generales”.
Pero la demanda de materias primas también ayuda a ciertos regímenes poco fiables. Uno es Venezuela, cuyo líder –Hugo Chávez– venía gozando de gran consenso desde 1999, pese a una gestión irregular e ineficaz. El año pasado, los votantes le hicieron perder la mayoría simple en el congreso. ¿Por qué? Por una inflación de 30% y 0 crecimiento. Ni siquiera el alza internacional de crudos salva el día.
En otros aspectos, Michael Roche –MF Global– y Felipe Monteiro (Wharton) pronostican que ya hay en Brasil grandes empresas no ligadas a productos básicos penetrando el mercado global. Su contexto: moneda local fuerte o estable, más problemas en EE.UU. y la Unión Europea les facilitan comprar activos en la plaza internacional. Se destacan gigantes como el frigorífico JBS en EE.UU. y la UE.
A Monteiro ya no lo sorprende que “algunas entidades financieras se expandan en el exterior vías adquisiciones ni que Banco do Brasil (estatal) las imite”. Este año, “habrá más grandes nombres brasileños transformándose en actores mundiales”. Pero no todo es tan positivo. Por ejemplo, el público paga por atrasos intereses punitorios que, tras 3,5% de aumento, alcanzaban en diciembre picos en cinco años.
En la Argentina, la inflación de 2010 quizás haya llegado a niveles de 20/22%, según estimaciones privadas que el mercado acepta, desdeñando estadísticas oficiales sospechosamente bajas. Ello explica que la gente no ahorre ni las empresas inviertan, pese al auge del comercio minorista o el turismo. No obstante ese panorama y el año electoral, el gobierno ha tornado al Club de París –acreedores soberanos– o, menos ostensiblemente, al FMI.