CAPÍTULO II | Actividad económica
Es cierto que la composición de las exportaciones deja que desear, ya que la de los productos industriales se ha estancado. Aunque una inquietud mayor es el ritmo de crecimiento del gasto y del nivel de la inflación.
Este elemento, la fuerte apreciación de la moneda brasileña y la mejora de la confianza de los consumidores se derramaron sobre la economía impulsando la actividad. En este contexto hubo claros ganadores: el sector automotriz, el agrícola y la metalurgia. 2011 será un nuevo año de crecimiento al mantenerse los mismos fundamentals externos y al agregarse un mayor gasto típico de un año electoral.
Cuentas nacionales
El crecimiento tendrá un costo: más inflación
2010 fue un año signado por la recuperación (+7,5% anual). Al margen de la baja base de comparación (la actividad se contrajo 4,3% en 2009), el PIB mostró una dinámica mayor a la esperada impulsado por una recuperación veloz de la demanda interna y un mundo nuevamente en movimiento al ritmo de los emergentes. Brasil fue una fuente inagotable de buenas noticias.
Las estimaciones de desempleo dan cuenta de una reducción de al menos dos puntos durante el último año, pasando de un valor en torno a 10,5% a 8,5%. Esto implica la creación de casi medio millón de puestos de trabajo, alcanzando la ocupación niveles similares a los de fines de 2008. Esto último, a la par de la recuperación de los índices de confianza, más que compensó la pobre evolución de los salarios reales e impulsó una fuerte suba del consumo privado de 7% anual.
La inversión repuntó a la par de este contexto, cerrando 2010 con un alza de 16%. La construcción de viviendas volvió a ser un vehículo de inversión fundamental en un contexto de tasas de interés reales negativas y dólar estable, mientras que se observó un rebote sólido en la importación y producción de bienes de capital y material de transporte.
El rebote del nivel de actividad a escala mundial fue la frutilla del postre, sobre todo teniendo en cuenta la importancia que tuvieron los emergentes en dicha performance. Este último elemento determinó un piso alto para los precios de los commodities agrícolas y, puntualmente en el caso de Brasil, motorizó el intercambio bilateral (a la par de la apreciación del real) permitiendo una fortísima recuperación del sector automotriz el cual explicó 36% del crecimiento industrial.
La ausencia de medidas de alto impacto económico/político por parte del Gobierno, esperable en un contexto de crecimiento donde priman las posiciones más conservadoras (en este caso “si no se rompe no se arregla”), permitió que los elementos antes descriptos funcionen como incentivos que impulsaron una mejora de casi la totalidad de las variables económicas respecto a 2009.
De este modo, el nivel de actividad en 2010 superó los guarismos previos a la crisis y da paso a 2011, donde el crecimiento se volverá más costoso en términos inflacionarios y, por ende, sociales.
En el año que pasó, los tractores de crecimiento por el lado de la demanda volvieron a la tendencia observada previa a la crisis de 2008/ 2009.
• El consumo privado y la inversión explicaron 7,7 puntos porcentuales (pp) de crecimiento, número abultado aunque inferior a los 8,5 pp que se observó en el trienio 2005, 2006 y 2007.
• El sector público explicó 1,4 pp del crecimiento. Este constituye el mayor guarismo de los últimos 17 años y confirma una tendencia hacia una mayor participación del Estado en la economía a la par de una creciente presión impositiva.
• El sector externo retornó al terreno negativo, quitando 1,7 pp de crecimiento. Un consumo e inversión dinámicos más un tipo de cambio real apreciado constituyen un estímulo demasiado importante para las importaciones. Solo los excelentes términos de intercambio están evitando que este fenómeno represente una amenaza para la balanza de pagos y la actividad económica al corto plazo.
De este modo, la suma consumo + inversión + gasto público registró una suba de 9,3% anual, por encima de 7,5% del observado por el nivel de actividad, lo que en consecuencia vino de la mano de un alza de 32% de las cantidades importadas y la aceleración de la inflación.
Por el lado de la oferta, 2010 observó la misma tendencia que se viene registrando desde 2006, donde un consumo recalentado y ahora un tipo de cambio real apreciado beneficia a los sectores de servicios (no transables) en detrimento de los productores de bienes (en su mayoría transables). La producción de bienes, que en 2006 explicaba 31,9% del PIB, hoy representa 29,4%. Por su parte, los servicios pasaron de explicar en el mismo período de 68,1% a 71,3%.
A pesar de que la producción de bienes mostró una mejor performance que la de servicios, la piedra angular de dicho comportamiento fue el rebote del sector agrícola luego de la sequía observada en la campaña 2008/2009. La producción agropecuaria pasó de representar 4,2% del PIB en 2009 a 4,8% en 2010, una mejora significativa, aunque el número queda un poco corto si lo comparamos con el promedio 2005/2008 (5,7% del PIB).
Las actividades asociadas al sector inmobiliario y financiero volvieron a destacarse con crecimientos anuales de 6% y 5,2% anual, respectivamente, que a pesar de ser guarismos por debajo de la evolución del PIB, no debe perderse de vista que ambas actividades no mostraron contracciones durante 2009.
De 2005 a 2010, estos bloques pasaron de representar 19% del PIB a 20,5%, impulsados por una escasa oferta de inversiones para los saldos monetarios ociosos y el crecimiento de los créditos al consumo.
Un factor a tener en cuenta es la gran concentración que mostró el crecimiento.
• La industria explicó 21,8% de la tasa de crecimiento, del cual 8 puntos correspondieron solamente al sector automotriz, altamente dependiente de las exportaciones a Brasil.
• 19,9% fue explicado por el comercio y el turismo.
• 13,4% por la agricultura y la ganadería en el marco de un importante rebote que no volverá a repetirse en 2011.
• 12,9% por servicios inmobiliarios y de alquiler.
Estos cuatro bloques explicaron casi 70% del crecimiento, cuando durante el trienio 2005/ 2007 lo hacían en 48%.
Perspectivas para 2011
Los guarismos de 2010 mostraron una recuperación mayor a la esperada hace un año (la suba en la actividad la habíamos estimado en el último anuario en 4%), consecuencia de una rápida reacción del mercado laboral y el rebote a escala mundial, principalmente por el lado de la economía brasileña, nuestro principal socio comercial.
Con el número de 2010 puesto (+7,5% anual) nos queda preguntar qué nos depara 2011, año donde nuevamente estaremos en la senda del crecimiento y, nada y más y nada menos, que en el contexto de una elección presidencial.
En este sentido, esperamos que los guarismos macro sigan siendo positivos. La actividad económica no debería mostrar un crecimiento inferior a 4%, suponiendo que el sector agropecuario dejara de traccionar y una ralentización de la industria automotriz que debería empezar a mostrar tasas más cercanas a 20% anual (el crecimiento de su producción en 2010 fue de 40%). De todos modos, una política fiscal expansiva típica de períodos electorales bastará para que la evolución del PIB supere con holgura 5%.
En este contexto es inquietante la alta concentración de la producción a la par de una mayor importancia relativa de los servicios, algo que indudablemente se profundizará en 2011 de la mano de la apreciación real/peso y la mayor incidencia del gasto público (intensivo en bienes no transables).
Este fenómeno no solo le quita dinamismo a la creación de empleo, generando cierta inequidad (que en el mediano plazo impacta en el nivel de actividad), sino que vuelve a la economía mucho más vulnerable a shocks aislados. Sigue estando pendiente una mejora de la calidad de la inversión, hoy enfocada a la manutención de los shares de mercado y a la construcción de viviendas. No será 2011 el año donde estas cuestiones se corrijan, por lo que deberemos esperar a 2012 para ver si dichos cambios se llevarán o no a cabo.
Industria
Recuperación consolidada
Por suerte, el año pasado parece abrir camino a un 2011 con perspectivas favorables, que contrastan con la incertidumbre que predominaba en los primeros meses del que se ha ido. La coyuntura se inscribe hoy en un marco de crecimiento sostenido tras haber enfrentado desde fines de 2008 un escenario de dificultades, signado por el impacto de la crisis internacional.
Por Fernando García Díaz (*)
Entender la actualidad industrial, sus avances y desafíos en toda su complejidad exige de un esfuerzo no menor e implica considerar con detenimiento no solo la situación general, sino también las particularidades sectoriales, muchas de las cuales se alejan del comportamiento medio. Requiere dimensionar, asimismo, la profundidad de la caída que registró la actividad del sector durante el primer semestre de 2009, punto desde el que se inauguró un paulatino proceso de recuperación que cobró fuerza recién a fines de aquel año y se consolidó en 2010.
La evolución reciente debe ser interpretada, por lo tanto, como parte de este ciclo, cuya trayectoria se describe aquí. A este fin, se reflexiona sobre la marcha del sector según sus principales fases: (1) la crisis internacional y su impacto a fines de 2008, (2) la recuperación inicial durante el segundo semestre de 2009 y (3) la consolidación de esta tendencia a lo largo de 2010. Para finalizar, se brinda un panorama acerca de las perspectivas y los desafíos que se perfilan para 2011.
La crisis internacional
Con la salida de la convertibilidad, la Argentina recuperó altas tasas de expansión y se abrió paso una gradual recomposición del tejido productivo. Ello se dio en el contexto de un nuevo patrón de crecimiento, de características muy diferentes a las de otras etapas del pasado reciente.
Entre 2002 y 2007 la industria manufacturera fue el sector de mayor contribución a la expansión económica. En ese lapso, la producción industrial se incrementó 64%, 15 puntos sobre el crecimiento del PIB, recuperando la participación sobre el producto perdida en décadas pasadas –23% entre 2002 y 2007 contra 19,4% promedio entre 1991 y 2001–.
Sin embargo, hacia 2008 la dinámica de los diversos sectores industriales comenzaría a mostrar una heterogeneidad creciente. Por un lado, los bloques ligados al mercado interno experimentarían una desaceleración. Por el otro, la evolución de algunos sectores concentrados, capital intensivos y con salida exportadora resultaría excepcionalmente buena; tanto como para compensar, en el promedio, el desempeño más modesto de los primeros. Tal es así que solo dos sectores –automotriz y siderurgia– llegarán a explicar hacia octubre de aquel año más de 65% del crecimiento acumulado.
Así se planteaba el escenario interno cuando, a comienzos del cuarto trimestre de 2008, la economía argentina recibía el impacto de la crisis internacional, derivando en la profundización de las tensiones que venían manifestándose en el plano local y configurando un horizonte extremadamente complicado.
El impacto de la crisis se materializó, en primer lugar, a través de una abrupta caída en las ventas al exterior. Paralelamente, el derrumbe económico de los países desarrollados implicó el reencauzamiento de los saldos exportables a mercados emergentes y, por ende, una mayor presión de las importaciones en el mercado interno. Segmentos vulnerables de la industria nacional, como textiles, caucho y plástico, autopartes y algunos rubros de metalmecánica, se vieron prontamente afectados.
Por otro lado, la inversión sufrió un marcado retroceso, frente al empeoramiento de las expectativas de ventas y el recrudecimiento de las restricciones financieras, lo que multiplicó los efectos iniciales.
El colapso de la demanda externa –que anteriormente había contribuido a impulsar la expansión de las cadenas automotriz y siderúrgica– conllevó a un gran ajuste de los niveles de producción y, hacia noviembre, la actividad se contrajo por primera vez en seis años. Si hasta octubre de 2008 ambos bloques sectoriales habían explicado la mayor parte del crecimiento, a partir de entonces pasarían a dar cuenta de gran parte del retroceso.
La merma en la actividad continuaría profundizándose hasta febrero de 2009, el punto más crítico para el sector industrial de los últimos años. Numerosas plantas paralizaron su producción y redujeron turnos, registrándose suspensiones y despidos de personal. La situación del mercado de trabajo empeoró, en consecuencia, asociada a la destrucción de empleos, que rondaría los 200.000 puestos de trabajo considerando únicamente el empleo registrado.
Según las estadísticas elaboradas por el Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina (CEU-UIA), ese mes la industria marcaba una caída interanual de casi 16% en cantidades producidas, con recortes de producción cercanos a 50% en metales básicos y automóviles, y de hasta 30% en metalmecánica. Otros rubros, tales como productos textiles, caucho y plástico, y minerales no metálicos, también presentaban retracciones de importancia, del orden de 15%.
Recuperación a cuentagotas
Hacia el segundo trimestre de 2009, la tendencia contractiva encontraría un punto de inflexión, a partir del cual comenzaría a verificarse una tímida recuperación, vinculada a una serie de factores tanto internos como externos. Esta partiría desde niveles muy bajos, a punto tal que llevaría más de dos años recuperar los valores registrados en septiembre y octubre de 2008.
Entre los factores externos, la reactivación del mercado automotriz brasileño jugaría un papel destacado, que aún hoy mantiene relevancia. Si bien en un primer momento las ventas de vehículos habían caído con mayor intensidad en el país vecino, el plan de estímulo automotriz implementado por el Gobierno de Lula da Silva demostraría gran efectividad para impulsar la demanda, influyendo indirectamente sobre las exportaciones de las terminales nacionales y, por ende, sobre toda la cadena de valor. Por otro lado, la leve mejoría en la situación internacional y la recomposición de inventarios a escala global otorgaron cierto aliciente a la industria siderúrgica.
Entre los factores internos cabe mencionar el rol de las políticas contra-cíclicas llevadas adelante por el Gobierno nacional, que jugaron un papel relevante para moderar la contracción de la actividad industrial y facilitar posteriormente la recuperación.
La extensión de medidas de administración del comercio, tales como las licencias no automáticas (LNA), resultaron una herramienta eficaz para frenar el avance de las importaciones en determinados productos y evitar daños irreversibles en sectores como textiles, madera y muebles, entre otros.
Otra política determinante, quizá menos conocida, fue la generalización del Programa de Reconversión Productiva (REPRO), que actuó en la práctica como un subsidio transitorio al empleo, a través del cual el Estado cargó con una parte de los salarios de los trabajadores de empresas en dificultades, como mecanismo preventivo de crisis. Abarcó una amplia variedad de empresas y sectores, moderando la destrucción de puestos de trabajo y las dificultades asociadas en el mercado laboral y, por esta vía, mitigando la desaceleración del consumo interno.
La superación de la crisis
El año 2010 comenzó con un clima de completa incertidumbre. Aunque parecía quedar claro que lo peor de la crisis había sido superado, la mayor parte de los sectores industriales continuaba afectada por tensiones significativas –baja rentabilidad y elevada capacidad ociosa, entre otras. Sus niveles de producción mostraban todavía una importante brecha con respecto a los observados dos años atrás.
Durante el primer trimestre de 2010, por ejemplo, y a pesar de haber verificado una tendencia creciente desde el segundo semestre del año anterior, el sector automotriz, y el de siderurgia y de metalmecánica se encontraban produciendo casi un tercio por debajo de los máximos registrados en 2008, y con una baja utilización de la capacidad instalada. En la misma línea, sectores que también evidenciaban variaciones positivas contra 2009, como caucho y plástico, edición e impresión y minerales no metálicos, se ubicaban casi 15% abajo de 2008.
Afortunadamente, el contexto macroeconómico evolucionaría de manera positiva. En el frente internacional, las exportaciones continuaron creciendo con la ayuda del debilitamiento del dólar y, sobre todo, la apreciación del real brasileño. Por el lado interno, la inversión pública y el lanzamiento de la “asignación universal por hijo”, incentivaron la demanda interna.
En la primera mitad del año, el crecimiento de la producción industrial se vería impulsado sobre todo por los sectores más afectados durante la crisis internacional. Entre enero y julio de 2010, la industria automotriz y la siderurgia explicaron, en conjunto, casi 70% del crecimiento acumulado contra igual período del año anterior.
Otro sector destacado fue la metalmecánica que a partir del segundo trimestre comenzaría a comprobar un excelente dinamismo, expandiéndose a tasas interanuales de 25%.
El resto de los sectores también mostraría variaciones positivas a lo largo del año, aunque más acotadas. Al respecto, cabe resaltar que la evolución tendió a ser dispar entre las diversas ramas, con actividades que aún hoy continúan rezagadas, tales como papel y cartón, y petroquímica. La industria química, en particular, se vio afectada durante el período invernal por restricciones en el suministro de gas que limitaron los niveles de producción del segundo y tercer trimestre del año.
La evolución de la industria agroalimentaria merece una consideración aparte. A comienzos del año, el rubro alimentos y bebidas registraba una producción en cantidades que la retrotraía a valores similares a los observados cinco años atrás, tratándose de uno de los pocos bloques que, en la primera parte de 2010, verificaba un menor nivel de producción que en 2009. Este comportamiento no estuvo vinculado al impacto de la crisis sino que obedeció a la falta de disponibilidad de materia prima en molienda de oleaginosas, como consecuencia de la mala cosecha 2008-2009, y a la merma de producción en carnes rojas.
La situación del sector se revertiría en la segunda mitad del año con la muy buena cosecha 2009-2010, resultando en un tercer trimestre con un crecimiento interanual promedio de 14%, que contrastó con el retroceso de casi 12% del primer trimestre. A partir de entonces, la industria agroalimentaria se incorporaría al grupo de los sectores líderes que concentraron el aporte al crecimiento de la industria hasta el presente.
Hacia el último trimestre del año la expansión tendió a acelerarse en todos los sectores de modo que, finalmente, la brecha de cantidades con respecto al máximo previo a la crisis quedaría saldada, iniciándose una nueva fase de crecimiento.
Según estimaciones del Centro de Estudios de la UIA, al cierre de 2010 la actividad industrial habrá acumulado un crecimiento interanual cercano a 12%, implicando a su vez una expansión de 5% en relación con el año 2008.
Perspectivas y desafíos 2011
Si 2010 representó para la industria la consolidación de la recuperación, el desafío del año entrante será sin dudas el de apuntalar una nueva etapa de expansión sostenida.
En principio, las perspectivas para alcanzar dicho objetivo lucen favorables. En primer lugar, durante el segundo semestre de 2010 la inversión pareciera haber comenzado a responder al incremento en la demanda, revirtiendo la escasa vitalidad de la primera parte del año.
Adicionalmente, las previsiones de crecimiento en países como China, Brasil, Rusia e India, admiten esperar una evolución positiva en las exportaciones.
No obstante, la evaluación del futuro sería incompleta sin tener en cuenta la presencia de retos y riesgos potenciales. Desde el frente externo, el crecimiento de China y de Brasil tiene como contrapeso el sombrío escenario económico de los países desarrollados –Estados Unidos, Japón y sobre todo la Eurozona– cuyo desenvolvimiento futuro continúa siendo incierto. Una eventual profundización de la crisis europea –derivando en una mayor debilidad del euro, incluso del real– podría impactar negativamente en nuestro país, apreciando el tipo de cambio efectivo. Ello restaría grados de libertad a la macroeconomía nacional, tensando el equilibrio en materia de política cambiaria, monetaria, fiscal y de ingresos.
Por otro lado, en la recuperación industrial reciente asoma un patrón de crecimiento similar al observado en 2008, con mayor participación de sectores concentrados y capital intensivos. En efecto, el incremento promedio de la industria, excluyendo los cuatro bloques de mayor expansión, estará rondado 3-4% al cierre de 2010. Ello se vincula, en parte, con el fuerte avance que mostraron las importaciones a lo largo del año, que se expandieron 45% en términos interanuales, contra un avance de 24% de las exportaciones, y de 9,2% del PBI. Aunque el aumento de las importaciones no pone en riesgo el superávit comercial en el mediano plazo, su creciente participación en el mercado interno representa una amenaza para el desarrollo de algunos sectores industriales.
El dinamismo más moderado de los sectores atomizados deberá ser monitoreado con atención ya que, de prolongarse en el tiempo, podría profundizar las asimetrías productivas. Se trata, además, de un perfil de crecimiento que ha derivado, hasta el momento, en un menor ritmo de creación de empleos, que avanza más pausadamente que la actividad.
Finalmente, haciendo foco en el mediano y largo plazo, uno de los grandes temas de agenda para la década que comienza será el desarrollo de una infraestructura que acompañe al crecimiento. En materia energética, por ejemplo, el suministro de gas cubre a la demanda de manera ajustada, especialmente durante el período invernal, ocasionando cortes o implicando la necesidad de importar o utilizar combustibles líquidos alternativos de mayor costo. En materia de transporte, un mayor desarrollo del sistema ferroviario y fluvial representa otra deuda pendiente, de gran incidencia en la competitividad industrial.
En suma, 2011 se perfila como un año de oportunidades, aunque con cuestiones relevantes por resolver. Ponderando las luces y las sombras, las estimaciones de expansión industrial para el año entrante rondan entre 7 y 8% interanual. Pasada la tormenta, la coyuntura nos invita a debatir los lineamientos de una política que contribuya a dar continuidad al proceso de reindustrialización y de desarrollo económico y social. Ello demanda necesariamente la construcción colectiva de una visión estratégica que permita a la Argentina superar sus limitaciones históricas y se oriente a la inclusión de sus 40 millones de habitantes.
(*) Fernando García Díaz es economista de la UIA.
El sector automotriz, estrella de 2010 Un sector de los más afectados por la crisis financiera internacional fue, sorprendentemente, una de las primeras actividades fabriles en superar los picos de producción previos y recobrar un sendero de expansión. |
Construcción
El auge de la inversión petrolera reforzó el segmento de viviendas
El sector cerró 2010 con crecimiento de 9% anual, recuperando el terreno perdido en 2009 y marcando un nuevo récord. La construcción de viviendas continúa siendo el gran tractor del bloque dada la falta de oportunidades de inversión y el atraso cambiario, mientras que el notable aumento de los precios del petróleo impactó en la inversión de ese sector en el rubro.
El Indicador Sintético de la Construcción se comportó sólidamente durante los últimos dos años, al contraerse menos que el promedio del PIB en 2009 y crecer por encima en 2010. Luego de un 2009 algo volátil, consecuencia en parte del adelantamiento electoral (operó postergando decisiones de inversión) y un horizonte temporal poco claro en el plano internacional, observó entre junio y diciembre del mismo año un leve repunte, de la mano del freno de la fuga de capitales.
2010 arrancó con gran ímpetu, en función de las mejores perspectivas del sector privado que dinamizaron la inversión materializada en los segmentos infraestructura (+7,6% anual) y otros destinos (+7,2% anual), y la mejora de las cuentas fiscales que dinamizó el segmento obras viales de la mano de la obra pública (+8,4% anual).
Comentarios aparte merecen los siguientes bloques:
1- Construcciones petroleras (+45,2% anual). El precio del petróleo mostró un incremento de 114% respecto al mínimo previo (observado en febrero de 2009) y 14% durante 2010. Tal evolución aplacó los conflictos internos de tinte más político y permitió que la actividad se desarrolle con mayor normalidad. Aunque los productores locales no perciben ingresos por encima de US$ 42 por barril, siempre es más fácil negociar en la abundancia en pos de lograr una mejora en el flujo de fondos de las firmas dedicadas a la exploración y extracción de crudo y otras materias primas energéticas.
2- Construcción de viviendas (+7,8% anual). Este bloque viene mostrando excelentes performances desde la salida de la convertibilidad. Existen actualmente un conjunto de elementos de carácter estructural que incentivan el desarrollo de esta actividad y que no se espera que cambien en el corto plazo. Entre ellos, se pueden destacar la escasez de opciones de inversión a escala local y global, el atraso cambiario en un contexto de precios en dólares que no retroceden y la poca oferta edilicia para ciertos tramos de demanda. Todas estas cuestiones mantienen el ratio Q a niveles récord.
Las perspectivas para el presente año son buenas. A un sector inmobiliario que se seguirá mostrando sólido, se sumará la dinámica del segmento petrolero impulsado por la expectativa de mejores precios del crudo en función de la fortísima emisión de dólares e importantísimo reciente descubrimiento de un nuevo yacimiento de gas en la provincia de Neuquén.
Ambas cuestiones parecen haber predispuesto mejor al poder político a la hora de negociar la excesiva regulación que prima sobre este negocio. Por otro lado, mientras la inversión privada (infraestructura y otros destinos) mostrarán cierta ralentización, la inversión pública se mantendrá a buen ritmo a la par de la mayor recaudación en un año de elecciones presidenciales.
1- Relación entre el valor de reposición de un inmueble y su valor de venta.
Servicios públicos
Los cinco segmentos con repuntes significativos
Este componente de la actividad económica mostró una nueva expansión en 2010. Esta vez fue de 11,4% anual, 3,2 puntos más que en 2009, año en el que solo el sector de telefonía había mostrado crecimiento. El rebote de los cuatro bloques restantes, a la par de la recuperación de la actividad global, fue lo que explicó el mayor dinamismo.
El crecimiento registrado por la telefonía (+18,9% anual) lideró, como en los últimos nueve años, la evolución de los servicios públicos. La telefonía celular continúa siendo el principal tractor mostrando tasas que, a pesar de registrar una razonable ralentización, continúan siendo significativas (+19,3% anual). La cantidad de celulares activos alcanzó a 56 millones (+12,3% anual), aunque su uso se intensificó. Las llamadas realizadas desde celulares se incrementaron 18,6% y los mensajes de texto enviados 20%. Si excluimos la evolución de los celulares del segmento telefonía, observamos que el crecimiento no fue para nada despreciable (+9,4% anual), sustentado en el crecimiento de las llamadas interurbanas (+13,3%).
Es razonable esperar una estabilización en el número de celulares en torno a 58 millones de aparatos, con lo cual el crecimiento de esta línea de negocios estará explicado cada vez más por el mayor consumo per cápita y la utilización de nuevos servicios asociados. Estimamos un crecimiento de 13% para 2011, que redundaría en una nueva expansión para el total del segmento de telefonía de 11%.
Hubo dos rubros que mostraron importantes repuntes, explicados principalmente por las bajas bases de comparación en función de magras performances en años anteriores.
• Transporte de pasajeros. Pasó de crecer 10,4% en 2007, a 0,6% en 2008 y –0,1% en 2009. A tono con este derrotero, en 2010 se observó una recuperación de 7,6%. La mejoría que mostró la construcción y la actividad económica en el interior (cosecha de soja récord) redundaron en un mayor movimiento de personas por trabajo y ocio. Por su parte, el movimiento de personas entrante y saliente a la Capital Federal volvió a contraerse (ferrocarriles y automotor), probablemente a raíz de la sustitución por medios de transporte personales y un uso más intensivo del servicio de combis plasmado en una mayor entrada de vehículos livianos a la Capital Federal (+4% anual).
• Transporte de cargas. Luego de dos años de guarismos negativos, creció 11,1% en 2010 de la mano de un excelente año para el sector agrícola y la recuperación de la producción industrial.
Los peajes mostraron una suba de 5,9%, aunque si aislamos de esta serie el transporte de carga, el incremento es más cercano a 2% explicable por una tendencia de tipo vegetativa.
Los servicios básicos registraron una suba de 3,3%, aunque en su interior tuvieron comportamientos disímiles. Los rubros electricidad y gas pasaron de tasas de –1,6% y 1,5% anual en 2009 a crecer 5,3% y 2%, respectivamente. En el primer caso, la fuerte recuperación se explica por la mayor producción industrial. Por su parte, lo que habría sido una suba más dinámica de la demanda de gas, fue morigerada por el significativo incremento de tarifas observado durante el último año.
De cara a 2011, esperamos un crecimiento de 7,3%, sustentado en una nueva expansión de la telefonía y del transporte de cargas (entre 5% y 10%), este último dinamizado nuevamente por el rebote del sector fabril y la producción agrícola.
Balance agroindustrial
Más de la mitad de las divisas ingresadas por exportaciones
La relevancia del sector agropecuario y agroalimentario es innegable en términos de su tracción sobre el desempeño macro. Indicadores como la participación del complejo en el valor agregado bruto, su share en las colocaciones externas, su eslabonamiento y efecto dinamizador sobre otras industrias y la generación genuina de empleo dan cuenta de su trascendencia.
Por Andrea Conforti (*)
Solo por citar algunos ejemplos, una cifra cercana a 10% del valor agregado bruto es atribuible al sector agropecuario, sin contar la contribución del bloque agroindustrial. Asimismo, el ingreso de divisas para el complejo en su conjunto representó en 2010 más de la mitad de los ingresos en dólares por colocaciones de productos argentinos en los mercados externos. De la mano de este desempeño, no sorprende que la AFIP haya informado que en el acumulado al tercer trimestre del 2010 los embarques de productos de la industria alimentaria, las grasas y aceites vegetales y animales y los productos de reino vegetal hayan contribuido con 8% de la recaudación a escala nacional en función de los ingresos derivados en concepto de derechos de exportación.
El balance anual para el sector, habida cuenta de la vasta y heterogénea diversidad de productos que el complejo comprende, resulta arduo. No obstante, distintos factores de índole coyuntural han afectado transversalmente a una proporción elevada de producciones agroindustriales, lo que proporciona indicios respecto del comportamiento más macro del sector.
Dos elementos pueden destacarse a tales efectos. En primer lugar, las condiciones climáticas para la campaña 2009/2010 mostraron una notable mejora respecto de la previa. Ello implicó dejar atrás una de las sequías más severas que afectara a nuestro país en los últimos 100 años, lo cual repercutió en el perfil de humedad de los suelos afectando drásticamente los rindes y la disponibilidad forrajera para la alimentación animal. En segundo lugar, los precios internacionales acompañaron este proceso, donde las cotizaciones para commodities agrícolas dentro del rubro de alimentos y bebidas se incrementaron anualmente 12%, mientras que las materias primas de origen agrícola hicieron lo propio en 33%.
Este panorama tuvo un claro correlato en el desempeño de los principales cultivos en la campaña 2009/2010, lo cual se reflejó en una mayor producción vis à vis los resultados de la campaña previa.
Además, de la modificación en la composición relativa de la superficie sembrada, los rindes para los principales cultivos han experimentado una notoria recuperación en todos los casos. Una de las mejoras más sustantivas ha sido la registrada por el maíz, donde las 22,7 millones de toneladas de la campaña 2009/ 2010 marcaron un nuevo récord histórico para ese grano. Otra marca histórica fue alcanzada por la soja, con una producción bordeando las 52,7 millones de toneladas, registro 70% superior al de la campaña previa y 11% por encima del previo récord, en la campaña 2006/2007.
Las colocaciones externas tuvieron idéntica mejora, donde según el Senasa a noviembre de 2010 se habría experimentado un repunte del orden de 63% en los embarques de cereales medidos en volúmenes, con un alza en los ingresos en dólares cercana a 57%.
Nuevamente el maíz lideró la expansión, con envíos más que duplicando los volúmenes comercializados en 2009 e ingresos 146% por encima de los valores para igual período del año previo. A ello debe adicionarse la expansión en el rubro oleaginoso, con una explosivo aumento de 210% en las ventas, donde la soja mostró un crecimiento aún superior, con volúmenes 230% por sobre las operaciones en el año 2009. Por su parte, los ingresos en dólares treparon 175% sobre los correspondientes a 2009; todas ellas cifras que dan cuenta de los positivos resultados de la cosecha 2009/2010. Lo mismo sucedió con la molienda, lo cual puede verificarse nuevamente en los volúmenes comercializados de harinas y aceites.
Como se ha mencionado previamente, esta performance tuvo su correlato, por tomar el ejemplo más cercano, en una más pujante demanda de maquinaria agrícola. Según datos parciales al primer semestre de 2010, las unidades vendidas treparon 46% respecto de las comercializadas en 2009, con una facturación también 79% superior.
En relación a los resultados expuestos, merece subrayarse la performance de un sector relativamente nuevo y que ha despegado en los últimos años: la producción de biocombustibles.
En primer lugar, dicho sector ha visto incrementarse su capacidad instalada en paralelo con una demanda mundial también en expansión. En segunda instancia, en 2010 no solo comenzó a implementarse el corte con un piso de 5% de biodiésel sino que en julio de 2010 dicho piso fue elevado a 7% en la mezcla final con el combustible fósil gas oil en volumen.
Dado que el grueso de la producción aún se orienta a los mercados externos, el cierre de 2010 puede bien analizarse a partir de la evolución de las colocaciones en la plaza internacional. Teniendo en consideración únicamente los embarques de biodiésel puro se evidencia un salto en el bienio 2009-2010, con compradores básicamente concentrados en la Unión Europea.
Asimismo, en el año 2010, con los datos preliminares a noviembre, las ventas de biodiésel puro al exterior superaron la barrera de US$ 1.000 millones, cuando en 2007 las operaciones por este producto ni siquiera llegaban a US$ 200 millones.
Ganadería: buenas y malas
No obstante, para la actividad ganadera el balance arroja luces y sombras. En primer lugar, puede destacarse la mejora que ha tenido el precio de la hacienda en pie, que se extendió a todas las categorías bovinas. En la comparación interanual a diciembre, los precios de la hacienda crecieron con un piso de 67% para el ternero, mientras que las vacas duplicaron sus precios en pie.
Por otra parte, a diferencia de lo que ocurriera en el ciclo comercial 2009/2010, las exportaciones en el marco del contingente Hilton muestran un buen ritmo, lo cual deja atrás el elevado nivel de incumplimiento registrado durante el ciclo previo en la cuota de 28.000 toneladas que anualmente concede la Unión Europea a nuestro país para el ingreso de cortes enfriados de alta calidad con preferencias arancelarias. Adicionalmente se ha dado un gran paso a partir de la apertura del mercado chino a la carne bovina argentina, lo cual ha sido recibido con optimismo por los representantes del sector exportador, que actualmente vislumbran las mayores posibilidades en la colocación de menudencias para luego avanzar sobre el comercio de carnes premium y en última instancia penetrar sobre el consumo masivo, en donde la competencia es más agresiva al commoditizarse el producto.
Sin embargo, las colocaciones externas de carne vacuna en su conjunto no mostraron igual tendencia, como así tampoco el consumo interno. La faena, de acuerdo a las cifras preliminares de ONCCA, se retrajo 26%, aunque con niveles de participación de las hembras cerrando 2010 en un nivel de 40% sobre la faena total, inmerso el sector en un ciclo de retención.
Dicha circunstancia imprimió una nueva dinámica al negocio, en donde el mix de producción de las empresas exportadoras mostró un sesgo más apto para el mercado interno, con una presencia significativa en el canal de supermercados, en colisión con las estrategias de los frigoríficos y matarifes que tradicionalmente absorben el grueso del mercado doméstico.
Distinto ha sido el cierre de 2010 para el principal sustituto de la carne vacuna: la carne aviar. En 2010, la producción para el sector se elevó 5,4% en comparación a las cifras para el acumulado enero-noviembre de 2009. Por su parte, el consumo per cápita subió 1 kg en el mismo período y las colocaciones externas de pollos rozaron 40% de aumento, mientras que dicho guarismo desciende a 31% si se consideran los demás productos del complejo.
Por último, si bien el análisis de la coyuntura agroindustrial generalmente se encuentra acotado a los principales granos y al sector cárnico, merece resaltarse las performances que han tenido las economías regionales, que escapan a los rubros tradicionales de las producciones pampeanas. Si bien el desempeño de las economías regionales generalmente es aludido de manera tangencial, la importancia que reviste a escala provincial es muy grande, teniendo en cuenta su efecto multiplicador sobre la generación de empleo genuino, su incidencia en el desarrollo local y las connotaciones derivadas de la elevada participación de pequeños agricultores familiares en el entramado productivo.
El caso de los vinos
El sector vitivinícola es un claro ejemplo de la gravitación de las producciones regionales en las economías provinciales, donde esta actividad por sí sola contribuye con más de 8% del producto bruto de la provincia de Mendoza. El año 2010 para esta actividad evidenció, según el Instituto Nacional de Vitivinicultura, características de calidad excepcional, tanto en términos climáticos como sanitarios, lo cual se tradujo en una producción de uvas 20% superior a la previa campaña y en un porcentaje similar de los volúmenes destinados de uva para vinificar.
En este sentido, la producción de vinos se incrementó 34%, donde más de 50% correspondió a uvas tintas. Si bien los despachos con destino al consumo interno y al mercado externo perdieron terreno en el agregado, los resultados micro son disímiles. Los indicadores para los vinos con denominación varietal dan cuenta de ello, en donde la merma en el consumo doméstico fue menos severa en comparación a la que mostraron los vinos comunes, en tanto la exportación en volúmenes se incrementó 10% en el acumulado enero-octubre, sumado ello a una mejora en el precio implícito de los productos comercializados (+20% en dólares).
Cabe destacar que la cadena vitivinícola, al igual que otras producciones regionales como la apícola, cuenta con un programa de alcance nacional financiado con el reintegro de los derechos de exportación tributados por el sector, los cuales son canalizados por el Estado para la asistencia de pequeños productores, con especial énfasis sobre la financiación de emprendimientos de carácter asociativo para productores de vid y bodegas. Este programa funciona desde el año 2009, habiéndose destinado más de $100 millones en el acumulado 2009-2010 para el financiamiento de proyectos de estas características.
Para concluir el balance 2010 y delinear los pronósticos para 2011, no puede dejar de soslayarse la incertidumbre que imprimen las condiciones climáticas del efecto Niña para la presente cosecha, lo cual se ha visto reflejado en la turbulencia de las cotizaciones internacionales. Ya en diciembre de 2010, el USDA en sus forecasts globales resaltó la preocupación debido a las menores precipitaciones en la región sudamericana, especialmente en nuestro país.
Esta preocupación encontró eco en los principales medios nacionales, donde la Bolsa de Cereales alertó cómo el presente episodio de “La Niña” ha sido calificado como uno de los más intensos de las últimas décadas. En este sentido, el desempeño de este factor exógeno claramente tendrá un impacto significativo en los resultados de la presente campaña, impactando no solo en los niveles de producción sino también en el balance fiscal para el sector público, dependiendo del trade-off entre menores volúmenes de persistir el estrés hídrico y las mejores cotizaciones en la plaza internacional.
(*) Andrea Conforti es economista y consultora especializada en temas agropecuarios.