El irregular y multifacético camino rumbo al desarrollo

    ANÁLISIS | Escenario global


    El continente posee más de un cuarto de las tierras arables en el planeta. 11 de sus países figuran entre las mayores fuentes de algún mineral estratégico. Hacia 2025, por otra parte, África estará extrayendo 13% de los crudos globales, contra apenas 9% en 1998.
    McKinsey ofrece una selección de perspectivas que difiere no sólo país a país, sino también sector a sector. Por ende, la consultora se detiene en aspecto tan relevantes como agro, infraestructura, banca, hidrocarburos o bienes de uso final.

    Agricultura
    Es el mayor sector económico social del continente y representa 15% del producto bruto regional. Vale decir algo más de US$ 100.000 millones. Egipto y Nigeria, solos, significan un tercio de la totalidad y 10 países generan 75% del conjunto
    El potencial ecoagrícola es superior al efectivamente explotado e igual ocurre con las necesidades alimentarias. Si bien más de 25% de la tierra arable total se halla en África, el área aporta apenas 10% de la producción mundial. Por ende, existe un vasto potencial en un sector que se expande a tasas por demás moderadas; 2 a 5% anual.
    Con 85% de explotaciones inferiores a dos hectáreas, la producción se halla en extremo atomizada. En Brasil, la Argentina, Alemania o Estados Unidos –por ejemplo– apenas 11% o menos de unidades operan en esa escala.
    Todo sistema agrícola eficiente exige obtener financiamiento, semillas de alta calidad, fertilizantes y agua. Otros factores esenciales incluyen acceso a mercados sólidos capaces de absorber niveles considerables de oferta, establecer una buena cadena posventa y crear programas para adiestrar trabajadores en materia de productividad.
    Sobre inversión habría que decir, mejor, subinversión. Para que un agrosistema funcione mejor en África subsahariana, se requieren inversiones adicionales por US$ 50.000 millones. Por tanto, el sector precisa modelos de negocios capaces de elevar considerablemente los parámetros inversores en escala privada pública local, internacionales y de organismos no gubernamentales.
    En este plano, muchos países del continente se han comprometido a incrementar a 10% los aportes presupuestarios a la actividad rural. También lo han hecho los fondos de inversión privados.
    Los nuevos modelos para fomentar cambios en gran escala también tienen mucho potencial. Entre ellos, el conjunto de planes reunido en el “Programa africano pro desarrollo agrícola integral” (PADAI). Se trata de una iniciativa para asistir a los países a promover el desenvolvimiento vía expansión sectorial. 50 años después de la ”revolución verde” en Asia meridional y sudoriental, África necesita la suya. “Será un emprendimiento complejo y de ardua consecución –advierte McKinsey–, pero el continente parece ir por la buena senda”.

    Banca y comercio
    Este sector ha crecido notablemente desde 2001. Por ende, África subsahariana se ha convertido en un operador sustancial de características emergentes, con activos por US$ 669.000 millones a fin de 2008. Entretanto, África del norte (de Marruecos a Egipto) rondaba los US$ 497.000 millones. Por supuesto, esos volúmenes quedan lejos de otros mercados emergentes; como Rusia, con casi un billón de dólares.
    Casi 50% del crecimiento de los bancos mayores deriva de las carteras naturales y sólo 17% proviene de fuentes variables. Por ejemplo, fusiones y adquisiciones (F&A). De todos modos, el sector bancario supera en expansión al PBI en los principales mercados del continente. Por ejemplo, en 2000/08 el PBI de Kenia subió 4,4% anual, pero la banca marcó 8,5% de promedio.
    Las reformas dieron lugar a un fenómeno, las F&A. En Nigeria, pues, los bancos protagonizaron una contracción de 89 a 25 entidades entre 2004 y 2006. Por consiguiente, los bancos subsistentes son más grandes y aptos para reducir costos, penetrar los segmentos no bancarizados y secundar un veloz desarrollo económico. Por tanto, sus activos se han expandido a razón de 59% anual entre 2004 y 2008.
    Por supuesto, las instituciones más dinámicas o de reciente entrada ganan posiciones donde los Gobiernos se muestran flexibles ante el sector privado. Argelia, por caso, viene autorizando la apertura en ese segmento desde 1990. Por tanto, hasta 2006, 12 entidades privadas ingresaron en el mercado financiero.

    Nuevos segmentos
    Un banco sudafricano, Capitel, aplica un modelo apto para atraer gente no bancarizada, basado en tecnología y bajos costos. Sus cuatro pilares son accesibilidad, costos razonables, simplicidad y servicio personalizado.
    Un competidor local, African Bank, surgió a principios de la década para cubrir la brecha entre el negocio convencional y los micropréstamos. Ofrece formas innovadores de crédito a asalariados de ingresos bajos y medios. Pero afronta un problema de marca: varios bancos del continente la tachan de demasiado genérica.
    A medida como los clientes preexistentes plantean necesidades más complejas, que implican mayor penetración, los bancos aumentan la gama de servicios adicionales. Además de transacciones básicas cada día más instituciones incluyen tarjetas (crédito, débito), facilidades en descubiertos, etc.).


    Standard Bank en Ciudad del Cabo

    Sector minorista
    Durante el cuadrienio 2005/08, los gastos familiares en el continente se incrementaron a razón de 16% anual compuesto, o sea el doble del PB regional. Otro parámetro, el PB por habitante, se expandió en todos los países africanos excepto dos “ovejas negras”, Zimbabwe y Burkina Faso. En el resto, muchos consumidores han ido pasando de niveles ínfimos –menos de tres dólares diarios– de ingresos a satisfacer necesidades básicas, vale decir de tres a 14 dólares. También se elevó el segmento medio (hasta US$ 25.000 anuales).
    Un caso típico es Nigeria, donde la capacidad adquisitiva de familias que ganan US$ 1.000/ 5.000 anuales se dobló en el lapso 2001/07, llegando a US$ 20.000 millones para toda la población. Hacia 2008, casi siete millones extras de hogares disponían de ingresos que los definían como consumidores.
    Esta evolución es clave para las actividades desde manufactura hasta banca y telecomunicaciones. “Cuando la gente –señala McKinsey– empieza a ganar dinero para cubrir necesidades básicas, también gasta en bienes y servicios indispensables. Por ello, la mayor parte de las categorías exhiben curvas de crecimiento tipo S: cuando un país alcanza niveles básicos de ingresos, se triplica o cuadruplica el ritmo expansivo. La explosión de celulares lo evidencia con claridad meridiana.

    Números atractivos
    Pese a la crisis sistémica occidental (2008/09) y la del subsiguiente endeudamiento en la Unión Europea, el PB africano por habitante tiene posibilidades de mantener una trayectoria de 4,5% anual acumulativo entre 2010 y 2015. Ello podría significar un incremento de capacidad adquisitiva superior a 35% en el sexenio.
    Como resultado, la cantidad de mercados nacionales atractivos –con más de 10 millones de consumidores o usuarios e ingresos brutos sobre US$ 10.000 millones anuales– se incrementará de 19 en 2008 a 26 en 2014.
    En lo atinente a comercio, sus formas modernas son todavía incipientes en gran parte de África, donde imperan tiendas familiares, mercados o ferias al aire libre. Estos canales dominan más de 85% del sector minorista.
    Esto no es meramente cultural, pues se relaciona con un patrón distribuidor cuyas pésimas comunicaciones viales obligan a las empresas a mantener nutridas redes de venta y entregas combinando intercambio directo y alto grado de tercerización. Se trata de un ámbito propicio al agio, la especulación y los sobreprecios.
    En África, muchos rubros cotidianos distan de haberse desarrollado plenamente. Por ejemplo, el uso de dentífricos por persona es muy raro, si se lo compara con Sudamérica o Asia meridional. Datos y estadísticas sobre requerimientos o conducta del público son escasos y es difícil efectuar sondeos, investigaciones de marketing y similares acciones. Para peor, las deficiencias en medios de comunicación, los bajos niveles educacionales y la diversidad lingüística traban el acceso al público de mensajes publicitarios, Por ende, competir en ese continente no se limita a ganar porciones de mercado.

    Infraestructura débil
    Entre 1998 y 2007, 10 años, las inversiones africanas en obras públicas aumentaban al ritmo anual de 17%, o sea desde US$ 3.000 a 12.000 millones, superando la tasa global. Obviamente, porque la fuente de las cifras –el Banco Mundial– partía de cotas bajas. Según otra estadística poco clara, la región representaba 11% del total mundial de inversiones privadas y extranjeras en 1999/2001 (un trienio), cifra que llegó a 17% en 2002/07 (un sexenio).
    Esta errática tendencia era impulsada mayormente por fondos provenientes de gobiernos emergentes. Particularmente el chino, que aportó 77% de flujo en 2007. Pero, a pesar de ese dato, la Organización de Cooperación pro Desarrollo (OCDE, París) sostiene que ese mismo año, 45% de la inversión fue de origen privado y deriva de multinacionales operantes tanto en África como afuera. A juicio de la entidad –un club de 24 países ricos–, el veloz crecimiento regional es clave del fenómeno. No explica, empero, que los ricos fondos soberanos de la vecina península arábiga se mantengan al margen, salvo en Sudán.
    Si bien esa expansión ha sido substancial, para el BM y McKinsey existe para 2009/14 una brecha inversora de US$ 180.000 millones en el África subsahariana. En lo atinente a Nigeria (máxima petrolera del continente, quinta en el mundo), el país pretende figurar, para 2020, entre las 20 mayores economías de globo, alcanzando los actuales niveles brasileños en infraestructura. Dejando de lado la corrupción sistémica y la perpetua guerra civil, harán falta más de US$ 190.000 millones –60% del presente PBI–, o sea tres puntos anuales acumulativos en 2011/30. Un sueño casi imposible.
    En un contexto menos lírico y políticamente más racional, Sudáfrica proyecta invertir US$ 44.000 millones en transportes, combustibles, agua y energía en 2009/11. Ello significa 73% más de gastos anuales y un plan de estímulos múltiples apto para situaciones de estancamiento económico.
    Angola, Kenia, Mozambique, Senegal y Níger han ido lanzando programas similares, bien que en escala mucho menor. Observando todo en mayor detalle, este crecimiento se da claramente en un limitado grupo de países y sectores. Los mencionados, más Marruecos, Argelia y Túnez (el Maghreb) originaron 75% de las inversiones entre 1998 y 2007.

    Hidrocarburos
    En los casos de Angola, Nigeria, Camerún, etc., el gasto infraestructural fue impulsado por el auge de combustibles fósiles. Sin duda, África pesa en el equilibrio oferta-demanda mundial de crudos y gas natural, aunque el súbito ascenso de Brasil haya modificado el perfil de poder en el Atlántico sur.
    Sea como fuere, hacia 2015 –calcula McKinsey– 12% de la extracción global provendrá de África, contra 9% en 1998, lo cual significa casi 5% de tasa anual de avance. Mientras, los proyectos del continente atraen inversiones considerables porque compiten en costos mejor que otras regiones, salvo Sudamérica.
    Naturalmente, el sector hidrocarburos es fundamental para el desarrollo económico del conjunto: 19 países son productores relevantes de crudos y gas natural. Estos insumos son indispensables para obtener ingresos –en estados que los precisan mucho– y promueven empleo, energía y, con frecuencia, fomentan desarrollos infraestructurales en rutas, ferrocarriles, puertos, salud, educación, etc.
    Las fuentes de crecimiento petrolero también están evolucionando. En los últimos 12 años, el aumento de producción salía primariamente de yacimientos submarinos en Angola, Nigeria y Camerún. Recientemente, Chad y Sudán sumaron campos en tierra firme, pero Egipto extrae gas de bajo el mar.