Futuros al ritmo de los tiempos

    COLOFÓN |

    Hoy los futuros se contratan según términos normalizados que, en general, especifican cantidad (lote), calidad, expiración en meses, fechas de entrega y limitaciones en variación diaria de precios. Los productos básicos también se transan vía opciones, que establecen un derecho –no una obligación– a comprar (call) o vender (put) un contrato tipo a un precio convenido en un punto durante un período prefijado.
    Estos contratos derivados permiten a los operadores hacer transacciones a una fracción del costo total del activo subyacente y han sido esenciales para la masiva especulación en los actuales mercados de materias primas. Sigue siendo un misterio la génesis de los futuros; pero ya en 1650 se formó el intercambio de arroz Dojima en Osaka y, hacia 1730, se habían desarrollado sus elementos claves. Cabe apuntar que, por entonces, Japón y China eran las dos economías mercantes más avanzadas del globo.
    En 1848, surgía la junta mercantil de Chicago (CBOT), donde se podía comprar o vender cereales al contado. Pronto (1865) aparecieron los primeros futuros: ese mismo año se usó el término inglés “commodities” (del bajo latín commodus, transable).
    Aparte de distanciarse de las formas convencionales de negociación, también cambiaron los tipos de productos y activos. Hasta hace algunos decenios, las materias primas alimentarias y ciertos metales críticos dominaban los futuros pero, a principios de los 70, los hidrocarburos ganaron relevancia vía futuros del mercado neoyorquino (Nymex) y su crudo básico, el tejano intermedio occidental (West Texas Intermediate, WTI). Este tipo constituye la mayor fuente de futuros, con 184.000.000 contratos negociados en 2009.

    Productos primarios
    En unos 10 años, las materias primas se han desarrollado como otra clase de activos. Durante el proceso, los inversores institucionales –en particular fondos jubilatorios, aseguradoras y fideicomisos– diversificaban carteras y las cubrían de la inflación vía instrumentos derivativos.
    Según Barclays Capital, este año los futuros especulativos en productos primarios cruzaron el hito de US$ 300.000 millones, contra apenas 10.000 millones en 2001. Desde este punto, en efecto, los flujos fueron acumulándose a razón de US$ 25.000 millones anuales, una revalorización que también impulsaba los activos en cartera.
    Por cierto, hacia mediados de los años 90 algunos expertos notaron los atractivos de esas colocaciones. En 2005, el analista estadounidense Gary Gorton un colega holandés, Geert Rouwenshorst, publicaron Facis and Fantasies about Commodity Futures. Basados en un índice simulado sobre un grupo de productos primarios, examinaron los retornos de 1959 a 2004 (46 años) y dedujeron que, si bien la prima de riesgo del índice era esencialmente igual para títulos, los retornos se correlacionaban negativamente con acciones y bonos.
    Sus conclusiones sentaron las bases teóricas que generaron la carrera a materias primas entre inversores institucionales. La mayoría optó por emplear el mismo vehículo, un índice largo pasivo, en una gama que abarcaba referenes tan populares como el Standard&Poor’s GSCI, el Dow Jones-Union des Banques Suisses o el más antiguo, el Thomson Reuters/Jeferies CRB. Todos siguen en vigencia.

    En tándem
    Pero, en la actualidad, algunos expertos se preguntan si los productos básicos siguen siendo activos no correlacionados, pues parecen moverse en tándem con índices accionarios tipo S&P 500. Algo así ocurrió tras el alto pico inflacionario posterior a la segunda crisis petrolera (1979/81), la recesión generada por la primera guerra iraquí (1991/2), el desinfle de las punto com (2000) y la crisis sistémica occidental de 2007/09.
    Este último lapso de correlación positiva entre materias primas y otros activos parece poco usual en intensidad y duración, pues se prolonga en la presente crisis europea de endeudamiento. Mientras tanto, las tendencias inversoras asimismo se mueven desde los tempranos días de índices simples y largos hacia estrategias más complejas. A criterio de los fondos jubilatorios y sus banqueros, ello demuestra que las colocaciones en productos primarios maduran, merced a la masa de gestores y rubros en oferta, muy superior a la de hace cinco años.
    Algunas novedosas inversiones también se basan en índices, pero apelando a tácticas o estrategias más evolucionadas, dependientes de sus precios relativos. A juicio de muchos banqueros, existe creciente demanda por indicadores a medida. En particular, si desplazan las colocaciones a contratos futuros (derivativos) de más largo plazo en un intento de resolver problemas claves en clases de activos.