DOSSIER |
La inseguridad con el agua se presenta como uno de los grandes desafíos del siglo 21 que políticos y empresarios deberán afrontar juntos. Los políticos admiten que algunas de las tecnologías que están en proceso de desarrollo son herramientas fundamentales para manejar eficazmente las escasas reservas de agua. Pero los líderes empresariales deben hacer más para que se comprenda que las buenas políticas pueden lograr mayor productividad de las tecnologías; y las malas políticas, lo contrario.
Durante mucho tiempo, este debate estuvo dominado por organizaciones sin fines de lucro y líderes del sector público, pero en los últimos cinco años las empresas privadas también comenzaron a opinar sobre cómo manejar las reservas de agua. Son empresas que han comenzado a prestar mucha más atención al entorno acuífero en el cual funcionan.
A medida que van desarrollando una nueva generación de tecnologías relacionadas con ese recurso, también van ejerciendo cada vez más influencia en una nueva generación de políticas públicas que estimulan el desarrollo y uso de esas tecnologías.
Veamos cómo algunas de ellas enlazan ambas dimensiones.
Un grupo de empresas, que incluye bebidas, minería y energía, ha descubierto que la creciente escasez de agua constituye una amenaza a su licencia social para operar. En consecuencia, algunas han hecho grandes donaciones a grupos activistas en la esperanza de comprarse algo de paz. Otras han solicitado niveles para el uso del elemento para luego poder cumplir con ellos en sus plantas.
Marco regulatorio
Sin embargo, las más visionarias (con Nestlé a la cabeza) reconocen que, si bien las empresas deben manejar el agua con eficiencia de puertas adentro, la sociedad (junto con las empresas y sus proveedores) necesita un marco regulatorio legal previsible y equitativo que estimule el ahorro de agua y gobierne todos sus usos. Creen también que las buenas prácticas empresariales pueden guiar la implementación.
Un segundo grupo de empresas está desarrollando tecnologías que permitan a la sociedad obtener más producto –alimento, energía, ingreso, empleo– por gota de agua. Hay tres segmentos. El primero comprende empresas que desarrollan tecnologías agrícolas y semillas que aumentan la productividad. Como la agricultura representa más de 80% del consumo de agua en el mundo en desarrollo esas innovaciones son vitales para un mejor manejo del agua.
Un segundo segmento de empresas está desarrollando nuevas tecnologías para tratamiento de agua y aguas servidas. El proceso de desalinización ilustra la importancia en esta área. Las leyes de termodinámica dicen que es teóricamente posible desalinizar agua de mar usando sólo 25% de la energía que hoy se requiere para hacerlo con las tecnologías actuales.
Con nuevos desarrollos en nanotecnología, el costo de desalinización caerá a un nivel donde la mayoría de las ciudades e industrias en áreas costeras tendrán acceso a una nueva fuente. El tercer segmento comprende compañías que dan a los usuarios la información necesaria en el momento justo, sobre probabilidad de lluvias, humedad del suelo o necesidad de agua o fertilizantes. Esto es esencial para consumo de energía, uso doméstico del agua y uso en agricultura.
Los ejecutivos en esas empresas líderes saben que el progreso en manejo del agua depende de avances conjuntos en tecnología y política. Esa combinación permitirá que se implementen políticas adecuadas, como compra-venta de derechos de agua y regulación para aumentar eficiencia. Lo que buscan es un entorno legal y empresarial que estimule el desarrollo de la próxima generación de tecnologías para la eficiencia en el uso del agua.