La promesa del continente africano se torna realidad

    ANÁLISIS | Escenario global

    Al respecto, el instituto global McKinsey (MGI) produjo el informe “Leones en acción: avances y potencial de las economías africanas”, un título elocuente. El trabajo examina las perspectivas del continente en materia de comercio al detalle, telecomunicaciones, banca minorista, agricultura, recursos naturales e infraestructura.
    Los sectores orientados a la demanda del público, consumo inclusive, ofrecen hoy las mayores oportunidades. Por ejemplo, crecen dos a tres veces más rápido que en los 24 países de la Organización pro Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE, cuya estrella declina). La expansión africana, sin duda, fomentará nuevos mercados lo bastante grandes como para atraer multinacionales privadas, no ya sólo empresas públicas.
    Para empezar, la agricultura involucra un enorme potencial para compañías que busquen crecer en su larga cadena de valor agregado. Con 60% de las tierras arables del mundo no aprovechadas y escasos rindes de cosechas, África está madura para una “revolución verde” como las que han transformado Brasil o Asia meridional y oriental.
    Las barreras a la producción o la productividad son complejas y harto conocidas. Si lograsen superarse, algo nada fácil, el MGI estima que la explotación agrícola pasaría de US$ 280.000 millones anuales calculados en 2010 a 500.000 millones en 2020 y 880.000 millones hacia 2030.

    Materias primas
    También los recursos naturales tienen horizonte favorable, según lo ve este estudio. A su criterio, el continente puede continuar expandiendo de 2 a 4% anual el volumen de hidrocarburos y la mayoría de los minerales. A precios corrientes, ese crecimiento elevará el valor de lo extraído. En la actualidad, su total alcanza US$ 430.000 millones anuales y podría tocar los 540.000 millones en 2020.
    Finalmente, el MGI vislumbra oportunidades para empresas en materia de infraestructura. Actualmente, los Gobiernos y la incipiente iniciativa privada, juntas, invierten unos US$ 72.000 millones anuales por esa vía. Pero las necesidades insatisfechas son vastas y exigen no menos de US$ 46.000 millones adicionales en gastos por año. La meta podría lograrse a través de mayores inversiones estatales, mixtas y privadas, sin excluir reformas que mejoren la eficiencia operativa en una gama de sectores.
    En 2008, el producto bruto regional de África sumaba US$ 1,6 billones, cifra similar a las de Brasil o Rusia. No obstante, en 2000/08 se acentuó el impulso en 27 de 30 economías. En ese mismo lapso, los recursos naturales aportaron apenas 24% a la expansión del PB regional.

    Clase media y urbana
    Sin mencionar el socio dominante en varios países grandes, China, el MGI retoma una idea típica de la OCDE: “el futuro crecimiento del continente depende de aumentar los vínculos con el sector privado de la economía global”. Obviamente, la clave reside en el incremento de demanda por materias primas y sus insumos, fenómeno que explica un acceso a capitales externos que ha ido de US$ 15.000 millones en 2000 al pico de 87.000 millones en 2008.
    En el trienio 2007/09, la tasa de retorno sobre inversiones externas directas en África creció a mayor ritmo que las de otras zonas subdesarrolladas del planeta. Al presente, por otra parte y según el MGI, cada año más economías africanas ofrecen oportunidades de crear mercados, ubicar marcas, conformar sectores e influir en las preferencias del público, pese a la alta proporción de gente que tiene los ingresos más exiguos del mundo.
    Sea como fuere, actualmente 40% de los africanos habitan áreas urbanas, proporción que, según la OCDE, se acerca a la de China. A su vez, el MIG supone que las familias con entradas “discretas” pude elevarse 50% durante los próximos 10 años para llegar a 128 millones. Ulteriormente, hacia 2030 las 18 mayores ciudades podrán totalizar un poder de compra cercano a US$1,3 billones.