ANÁLISIS | Perspectiva
Axel Rivas
En todo el mundo la educación institucionalizada ha vivido transformaciones profundas en los últimos 30 años. Algunas de esas mutaciones han afectado a la educación argentina, y otras son el producto del contexto y la historia del país. Junto con la masificación del sistema educativo, se vivió un proceso de expansión de las desigualdades y de la pobreza. Sobre estos temas contesta Axel Rivas, director del Programa de Educación de CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento).
–¿Cuáles son los principales desafíos en materia de educación en la Argentina 2010?
–Tenemos, por un lado, un primer desafío, que para el equipo de Educación de CIPPEC siempre fue fundamental, que es el cumplimiento de la ley de financiamiento educativo que afortunadamente hasta ahora se viene cumpliendo. Este es el último año oficial de vigencia de la ley aprobada en 2005 y vence este año con la meta de 6% del PBI destinado a educación. Desde CIPPEC estimamos que se va a cumplir.
Y esto abre un nuevo desafío, que es prolongar ese proceso que ha sido muy importante en términos legales y políticos en el largo plazo. Es necesario algún instrumento legal de 10 años que proteja el financiamiento educativo y que mantenga la prioridad. La experiencia de otros países, como es el caso de Chile, muestra que es necesario mantener una prioridad de inversión educativa durante muchos años para que se vean los efectos en el sistema educativo.
Por otro lado, el desafío más profundo es con las políticas. La pregunta que todavía tenemos que responder es acerca de cómo aprovechar los fondos.
En ese sentido, creo que hay cuatro grandes desafíos que son, en primer lugar, el de la inclusión. Tenemos una gran oportunidad a partir de la asignación universal por hijo para la inclusión de todos los niños y jóvenes que están todavía fuera del sistema educativo. Hay que continuar en esa vía pero teniendo claro que ese desafío implica muchos recursos, supone construir escuelas, crear cargos docentes, y también es un enorme desafío pedagógico porque es necesario adaptar las estrategias pedagógicas a jóvenes, especialmente de secundaria, que se están incorporando y que vienen de distintas problemáticas sociales que la escuela tiene que saber transformar para responder pedagógicamente.
El segundo desafío es el del nivel primario. Para el programa de educación de CIPPEC es fundamental avanzar en cumplir con una de las metas de la ley de financiamiento educativo, que es que al menos 30% de los chicos que van a la escuela primaria pública tengan jornada extendida, es decir, por lo menos seis horas de clase diaria. Hoy tienen cuatro.
Y esto es un desafío costoso en términos económicos porque es una política que requiere muchos recursos pero también, y quizás sobre todo, en términos de planeamiento educativo porque la ley de financiamiento educativo estableció la meta de la jornada extendida, la Ley de Educación Nacional la ratificó, pero solamente se puede avanzar si es una política bien planificada.
No se puede simplemente crear más horas de clases porque sería implementar más de lo mismo y hay que aprovechar esa oportunidad para repensar el formato de escuela primaria y proteger especialmente el conocimiento de los sectores más vulnerables. Con la jornada extendida debería eliminarse la repitencia, que es un flagelo que afecta especialmente al primer grado.
Transformación en la secundaria
El tercero es el de la escuela secundaria, ya no en términos de inclusión sino en la transformación de su estructura organizacional. Tenemos una secundaria que fue pensada para las elites, que fue diseñada para seleccionar y para excluir, y que hoy tiene una función totalmente opuesta. El objetivo es que todos los jóvenes estén en la secundaria y que, además, terminen, por lo que hay que repensar el formato tradicional y cambiar las políticas.
Se han dado algunos pasos correctos aunque todavía sin los recursos necesarios. El paso que está en marcha en la reforma de la educación secundaria es la elaboración de un fondo para cada una de las escuelas secundarias que está administrando el Ministerio de Educación de la Nación.
El fondo tiene como objetivo concentrar horas de los docentes en una misma escuela con horas institucionales pagas, crear cargos de tutores para apoyar a los alumnos sobre todo que no tienen una cultura familiar de lo que es la educación secundaria, y, por otro lado, para realizar proyectos innovadores y que las escuelas secundarias empiecen a tener un poco más de autonomía en el manejo de sus recursos para hacer proyectos pedagógicos que generen más protagonismo en los jóvenes. En este sentido, creo que la reforma que se lanzó este año está bien encaminada pero que es necesario tener más recursos.
Y en cuarto lugar, y quizás la reforma más importante y más desafiante, es la de la formación docente. Tenemos avances importantes en los últimos años, especialmente con la creación del Instituto Nacional de Formación Docente y con la extensión de las carreras de nivel inicial y primario de tres a cuatro años de duración. Pero creo que faltan reformas aún más profundas y estructurales.
Investigaciones muestran que la docencia es el eje central y estructural del cambio educativo. Es el eje que permite que todas las otras políticas funcionen. Necesitamos docentes comprometidos, críticos, activos, creativos y eso requiere una decisión política muy fuerte. No es algo fácil de cambiar. Tenemos unos 1.300 institutos de formación docente, los cuales son un número demasiado grande para poder dar formación docente de calidad. Es necesario avanzar en concentrar en menos institutos la formación y que sea una formación de excelencia.
Desde CIPPEC, creemos que en el mediano plazo hay que llevar a cinco años la formación con un año de especialización que puede ser en alfabetización, en contextos críticos, en regularidad, entre otras, pero que sea una especialización habilitante. Es necesario que haya mucha más formación específica para las distintas trayectorias que tienen los docentes. Estos cinco años deben incluir un año de residencia para completar un proceso de formación que haga de la docencia un trabajo mucho más prestigioso y que sea mucho más difícil y, así, que prestigie más a los docentes que terminan la carrera y que tengan más herramientas para estar en condiciones de enfrentar todas las dificultades sociales y pedagógicas que tiene un docente hoy.
–¿Cuáles son los temas urgentes a atender en materia de política educativa argentina?
–Lo más urgente es la concreción de la política que tiene que ver con la inclusión. Siempre ésa es la prioridad absoluta. Tenemos un déficit muy importante en sala de cuatro años. Esta es una oferta que se está expandiendo y es necesario que llegue a todos los rincones del país.
Otro tema urgente es la escuela secundaria, en la que también hay una construcción de escuelas y cargos docentes, y que la asignación universal está empujando a los chicos adentro; por lo que hay que garantizar que los recursos para todos los chicos que estén buscando un banco estén disponibles. Es clave tener políticas de corto plazo que solucionen este problema.
–¿Qué tres medidas concretas recomendaría al próximo Presidente para adoptar en su primer año de gobierno?
–Al próximo Presidente le recomendaría medidas relacionadas con los temas que planteé como desafío, es decir, le recomendaría concretar la inclusión, la jornada extendida para el nivel primario, la reforma de la educación secundaria y la formación docente.
–¿Qué aspectos no deberían faltar en una nueva ley de financiamiento educativo?
–La ley de financiamiento educativo actual tuvo un gran logro después de la expansión del financiamiento; es decir, en términos absolutos y en gasto por alumno, en relación con el PBI, en relación con el gasto público. En todos esos indicadores se logró un crecimiento de inversión.
Sin embargo, no atacó el segundo problema estructural del financiamiento educativo que son las enormes desigualdades entre las provincias. En ese sentido, una nueva ley debe pensar esquemas más sólidos y concretos de compensación entre las provincias con el uso de los recursos nacionales. Los recursos que hoy tiene el Gobierno nacional afortunadamente son muchos porque el modelo de federalismo fiscal es de una alta concentración de recursos nacionales; por lo que esos recursos deben ser direccionados de una forma claramente objetiva hacia las provincias más pobres para lograr disminuir las desigualdades existentes.
–¿Cuál de los niveles educativos –inicial, primario, secundario– debería priorizarse en los próximos años? ¿Por qué?
–No hay que pensar en términos de priorizar un nivel. Hay que trabajar en los tres niveles en conjunto y en una articulación entre los tres. Los tres niveles son obligatorios e igual de importantes, y necesitamos pensar políticas para los tres niveles.
Cuanto más temprano se empiece mejor. Cada chico, desde que nace, pero especialmente desde que entra en el sistema educativo formal, cuanto antes empiece, más se van a prevenir los futuros problemas o el fracaso escolar.
–¿La calidad educativa es distinta en las escuelas privadas y en las públicas? ¿Por qué?
–La calidad educativa se puede medir de diversas formas. Creo que, en muchos sentidos, en las escuelas públicas tienen una diferencia en cuanto a sus recursos frente a algunas escuelas privadas (no todas, ya que las escuelas privadas son un universo muy desparejo). Pero, quienes tienen más recursos pueden lograr, en muchos casos, una mayor oferta relacionada, por ejemplo, con los idiomas, la informática, el campo de deportes, entre otras.
En términos de calidad medida por los aprendizajes de los alumnos, especialmente en las pruebas de evaluación que tenemos disponibles, la cuales evalúan algunas áreas de aprendizajes y no todas, no hay grandes diferencias. Las diferencias las hacen los propios orígenes socioeconómicos y culturales de los alumnos, es decir, los alumnos de sectores más privilegiados tienen mejores resultados no por la oferta de la escuela sino más bien por el apoyo en el hogar, recursos, libros y acceso a la cultura.
Los docentes de escuelas públicas y privadas son muy similares, son los mismos en realidad; y, por lo tanto, enseñan de forma muy similar y los resultados de aprendizajes de las escuelas son muy similares.
–¿Qué lugar ocupan y cuál deberían ocupar las nuevas tecnologías dentro de los procesos de enseñanzas y aprendizaje?
–Tenemos muchísimas preguntas todavía al respecto, y ya empezamos a tener muchas respuestas. La política educativa está experimentando en ese sentido. Creo que la decisión de política de este año de una computadora por alumno en el nivel secundario es una decisión acertada porque, primero, vitaliza un derecho fundamental que es la no exclusión del acceso a las nuevas tecnologías.
Esta es una cuestión que excede a la educación, y que tratar de cerrar esa enorme brecha digital, que es peligrosa para el futuro en términos de lo que puede expandir la brecha material, es fundamental. Además, creo que esa política es muy acertada en el sentido de que va a instalar un enorme debate pedagógico acerca de cómo aprovechar esas tecnologías.
A veces uno piensa que lo ideal es primero formar a los docentes y después incorporar la tecnología, pero lo cierto es que uno puede formar a un docente durante años y cuando entra la tecnología no saber cómo usarla.
Es mucho más convocante para un docente tener las computadoras delante suyo, tener a los alumnos con las computadoras adelante suyo y buscar respuestas pedagógicas, que hacerlo a la inversa. Claramente va a haber problemas, va a haber docentes que no sabrán cómo responder, pero son problemas bienvenidos pedagógicamente. Va a haber muchos docentes que van a empezar a buscar soluciones como lo hacen con todos los aspectos de su trabajo.
Algunos harán capacitación, otros solos por ser más autodidactas y otros en proyectos institucionales con la ayuda de sus directivos o de los docentes que sepan más de informática. Pero lo importante es que cada docente va a tener una oportunidad concreta para repensar su práctica pedagógica a partir de la incorporación de las nuevas tecnologías.