PERSPECTIVA | Agenda estratégica
El mundo abrirá en los próximos años un espacio de enormes oportunidades para el país. Es necesario, sin embargo, una decidida acción que apunte a eliminar las políticas distorsivas acumuladas en el último lustro para poder reconectar al país con las corrientes centrales del comercio internacional. Así sostenía en un ensayo publicado en Mercado hace un año, Lucio Castro, director del Programa de Inserción Internacional de CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento).
Al insistir en la necesidad de reconectar a la Argentina con el mundo, Castro decía “a pesar de niveles de exportación récord, los últimos cinco años han sido para la Argentina la “era de la gran desconexión” de las corrientes fundamentales del comercio y la inversión mundiales. Restricciones a las exportaciones, crecientes trabas a las importaciones y un notorio deterioro del clima de negocios han sido los puntales de la desconexión argentina”.
Sobre estos tópicos vuelve en esta entrevista sobre las perspectivas reales de inserción del país en el escenario global.
–¿Cuáles son los principales desafíos para el comercio exterior en la Argentina?
–Los centrales son tres. El primero es la proliferación de los conflictos con los principales socios comerciales de la Argentina: Brasil, la República Popular China y la Unión Europea, y cómo se van a gestionar esos conflictos.
En segundo lugar, la apreciación del tipo de cambio real, consecuencia de la aceleración del proceso inflacionario y de la política de ancla nominal del Gobierno nacional, que perjudica la competitividad de nuestras exportaciones, reduciendo el superávit comercial externo.
Y el tercer gran desafío que tenemos es la política decisivamente proteccionista del Gobierno argentino, que se refleja en conflictos comerciales con todos los principales socios que tiene el país. De acuerdo con tres informes recientes del Banco Mundial, el grupo Global Trade Alert (GTA) de Londres y la misma Unión Europea, la Argentina es el país más proteccionista del mundo, sólo superado por Rusia, desde el comienzo de la crisis financiera internacional.
–¿Cree que la Argentina debería modificar su modelo de exportaciones? ¿Qué país tiene políticas o buenas prácticas que podríamos seguir?
–Me parece que la condición básica necesaria, pero no suficiente, para una política de inserción internacional por el lado comercial y económico comercial es básicamente tener certidumbre macroeconómica y política.
Creo que la Argentina necesita establecer y seguir un conjunto reducido de políticas macroeconómicas estables en el tiempo, siguiendo el ejemplo de Brasil, Chile y Uruguay. Esa es la primera condición.
El segundo requisito tiene que ver con una política más coordinada de promoción de exportaciones dentro del Gobierno nacional así como entre distintos niveles de gobierno, focalizada en particular en las empresas que más dificultades tienen para acceder a los mercados internacionales, que son las pequeñas y medianas empresas (Pyme).
La Argentina no tiene un problema de bajo gasto en promoción de exportaciones ya que, cuando se suman todos los programas públicos existentes, se ve que se gasta mucho dinero todos los años. El problema que hay, como en muchas otras áreas de las políticas públicas argentinas, es de estrategia y de coordinación.
Con respecto a los modelos a seguir, hay algunos ejemplos lejanos como el caso de Irlanda, o más cercanos como el de Brasil y, en menor medida, el de Chile. El caso de Brasil es más relevante para la Argentina porque es un país de gran dimensión, federal, donde lo que ocurre es que hay esfuerzo de promoción de exportaciones en los tres niveles de gobierno: nacional, provincial y municipal y, lo que hace falta más que un ente único de promoción de exportaciones es algún sistema de coordinación de estos esfuerzos.
Lucio Castro
Foto: Gabriel Reig
–¿Cree que el Mercosur es conveniente para una estrategia exportadora argentina?
–El Mercosur fue la herramienta principal del regreso de la Argentina a los mercados mundiales en la década del 90, pero en la actualidad hay que someterlo a una discusión profunda.
En este momento, el Mercosur está hackeado en tres niveles. El primero, en el más básico de un acuerdo de integración nacional, que es una integración práctica real en términos comerciales. Es un acuerdo que ahora se ha convertido en el reino de las excepciones. Todos los países tienen productos que están fuera del acuerdo.
En segundo lugar, se ha demostrado que no es un paraguas institucional que evite, o al menos gestione en forma eficiente, los conflictos comerciales entre los países. Y en tercero, en la actualidad todos los países miembros tienen algún grado de disconformidad significativa con el Mercosur.
Tengo la impresión de que el Mercosur es un instrumento. El objetivo y lo central para la Argentina es básicamente la relación con Brasil y cómo se establece esa relación. El Mercosur es un instrumento más que hay que discutir y ver cómo se utiliza para el objetivo central de la Argentina, que es lograr una inserción internacional que sea favorable a un crecimiento económico sustentable y con equidad.
–Algunos dicen que la poca credibilidad internacional de la Argentina afecta a una mejor inserción internacional. ¿Comparte esta percepción?
–Sí, creo que la Argentina desde 2003 en adelante y, en particular en los últimos tres años, ha mostrado ser un socio poco confiable a escala internacional. Por ejemplo, eso queda demostrado por los conflictos que tenemos con nuestros principales socios comerciales. El caso de China con el aceite de soja es el caso más paradigmático. Esto demuestra que la Argentina no es un socio confiable en un mundo en el que lo que está en juego es quiénes van a ser los grandes proveedores de proteínas para los países asiáticos de alto crecimiento.
La Argentina muestra constantemente que no es un socio confiable. Y esto tiene un costo en el corto plazo, que es el que acabo de mencionar, y un costo mucho mayor en el largo plazo porque justamente esta imprevisibilidad argentina que se demuestra en el plano macroeconómico, político y en el área de política comercial externa, lo que hace para los agentes económicos es aumentar el riesgo de invertir en actividades que tienen costos hundidos de capital más elevados y, por lo tanto, es más riesgo.
La Argentina es el país dentro de los grandes productores agroindustriales que menos exporta productos con valor agregado o con mayor contenido tecnológico. Y esto está directamente relacionado con una alta incertidumbre del medio económico y político argentino para las empresas.
–¿Qué puede hacer el sector privado para fomentar la competitividad o las exportaciones?
–Me parece que hay dos cuestiones. La primera es tratar de apoyar los esfuerzos que se realizan desde las organizaciones de la sociedad civil para poder diseñar e implementar mejores políticas de promoción y de gestión del comercio exterior.
La segunda cuestión es una vocación y una cultura exportadora más decidida que la Argentina no ha tenido en los últimos años y, que a pesar del tipo de cambio a partir de 2002 en adelante y de un contexto internacional muy favorable, todavía no se ve que este cambio cultural haya ocurrido en el plano empresario.
–Dentro de las políticas públicas existentes en materia de exportaciones, ¿considera que alguna en particular debe ser evaluada? ¿Cómo podría participar el sector privado en esas políticas?
–Lo que hay en el área de comercio exterior y, en particular, en la política de promoción de exportaciones es una ausencia de mecanismos de evaluación rigurosos del impacto que tienen las políticas. Claramente esto afecta en términos de realizar un análisis de costo-beneficio sobre si la inversión que realiza el Estado, el dinero de los contribuyentes, tiene algún tipo de retorno en términos de mayor nivel de exportaciones y mejor calidad de la inserción de la Argentina en el mercado mundial.
Desde algunas organizaciones de la sociedad civil como CIPPEC estamos impulsando ese tipo de evaluaciones y tratando de generar una suerte de cultura dentro del Estado para poder realizar este tipo de evaluaciones de impacto en forma periódica y sistemática.
Lucio Castro es director del Programa de Inserción Internacional de CIPPEC. Candidato a Doctor en Economía, Sussex University, especializado en economía internacional. Master del Program in Economic Policy Management (PEPM), Columbia University. Licenciado en Relaciones Internacionales, Universidad del Salvador (USAL).