ANÁLISIS | Perspectiva
Por Javier Rodríguez Petersen
Osvaldo Cado y Nicolás Bridger
Con las principales variables macroeconómicas con signo positivo, los analistas de Prefinex Osvaldo Cado y Nicolás Bridger llaman a prestarle atención a la composición de la balanza comercial –que aseguran que no es tan distinta de la década del 90– y, en particular, a la potencial fragilidad del superávit ante un shock externo. Además, sostienen, contra el discurso oficial, que el país no cambió su matriz industrial. Y se muestran convencidos de que poner el foco en la industria antes que en los servicios representa un error estratégico por cuanto son éstos los que más empleos generan.
“El país va a registrar crecimiento económico este año y también el que viene, Brasil también va a seguir creciendo y los precios de los commodities siguen siendo históricamente altos aunque no lleguen a los niveles de 2008. Las variables macroeconómicas están bien”, resume Cado en diálogo con Mercado.
Partiendo de ese punto central, los economistas de Prefinex creen que un tema al que hay que prestarle atención es el de comercio exterior, donde la duda es “cuán sensibles son las variables de actividad y comercio al encarecimiento real de la producción argentina” debido a un tipo de cambio apreciado por efecto de una inflación mayor al incremento del dólar.
Atados a los precios
Cado señala que lo primero que salta a la vista es que si bien el tipo de cambio real está efectivamente apreciado, eso contrasta con saldo comercial que este año, según los cálculos de la consultora, va a estar “en unos US$ 14.000 millones”. Pero advierte que, “profundizando el análisis, los números muestran que las importaciones están creciendo muy fuerte y las exportaciones vienen medio planchadas”.
De hecho, hasta mayo y según el Indec, el superávit comercial acumulado se redujo 27% interanual debido a que mientras las exportaciones aumentaron 17%, las importaciones se incrementaron, en promedio, 44% (con un pico de 72% en mayo).
Los economistas de Prefinex anticipan que el crecimiento de las importaciones se va a tornar más lento –porque hasta ahora se compara con el primer semestre de 2009, en el que fueron particularmente bajas– y el de las exportaciones, en cambio, se va a acelerar cuando empiece a liquidarse la cosecha de soja. Así y todo, prevén que el saldo positivo en la balanza seguirá reduciéndose, aunque, insisten, con un superávit anual aún significativo.
Sin embargo, apuntan una serie de datos llamativos que surgen al analizar tanto la composición de la balanza como su evolución teniendo en cuenta el factor precios. “Cuando se analizan las cantidades, se nota un incremento mayor de las importaciones, producto de que los precios de los productos que exporta la Argentina (principalmente agropecuarios y derivados) siguen en niveles históricamente altos”, observan.
“Entonces: el saldo comercial da positivo y genera ingresos y crecimiento, pero lo preocupante es que esto depende mucho de los precios de commodities y del clima, valores que uno no maneja, y que el atraso cambiario podría llevar a que crezcan menos aún las cantidades exportadas y se aceleren aún más las importadas. El resumen es que estamos bien, pero la situación no es del todo sólida”, acota Cado.
Bridger trae a colación los análisis que señalan que la ampliación de las fronteras agrícolas en China y Brasil “le ponen techo a cualquier aumento futuro de los precios de commodities”, coincide en que “la foto es buena, pero prendiéndole una vela a la lluvia y los precios”, y añade que, mientras tanto, “la situación fiscal es equilibrada pero sin margen para ningún shock externo que provoque una variación brusca en los precios o para una mala cosecha”.
Simultáneamente, los analistas resaltan que la canasta exportadora no es muy distinta a la de la década del 90 y “sigue siendo básicamente productos primarios y manufacturas de origen agropecuario (MOA)”. Según el Indec, entre primarios agropecuarios y MOA se llevan más de la mitad de la torta exportadora. Así, por los precios relativos, los productos del campo representan en términos nominales una porción incluso mayor que la que representaban hace una década y media o dos. Cado indica, además, que el aumento en las exportaciones en cantidades es menor al que uno imagina y, en todo caso, es “peor que el de las importaciones”.
Fundamentos del consumo
Los dos economistas de Prefinex señalan que “cuando a un país le va bien, consume más de lo que produce y es perfectamente entendible que tenga una disminución del saldo positivo o hasta un déficit comercial”. Y apuntan que eso es lo que está pasando en Brasil y aparentemente también en la Argentina. Sin embargo, creen que los procesos en los dos socios mayores del Mercosur tienen grandes diferencias que no hay que dejar de observar.
“Brasil es un país que ha generado tal confianza que por la cuenta de capital está entrando una cantidad de dinero que se usa para invertir, producir y, también, consumir. Eso hace que la moneda se aprecie y, como la moneda se aprecia, se importa más. Pero en la Argentina hay fuga y no ingreso de capitales y lo que evita una depreciación brusca es el superávit comercial y la intervención del Banco Central en el mercado de divisas”, sostiene Cado.
Así, el economista evalúa que “el ciclo económico no indica un dólar a $3,90 sino, más bien, a $4,20” y que en la Argentina “se fogonea el consumo de una manera un poco artificial”. Y aunque se muestra confiado en que, “por ahora y en el corto plazo, no va a haber problemas”, también opina que “se está jugando al límite y si hay un shock externo, la depreciación quizás tenga que ser muy brusca”.
Industrialismo
Al analizar la composición de la balanza comercial, los economistas apuntan además que si bien es cierto que la industria “está mucho mejor que antes”, esa afirmación, hoy ampliamente difundida, “también esconde en parte un mito”.
Por empezar, dicen, porque hay que tener en cuenta el contexto, que en los 90 mostraba un crecimiento global de entre 2 y 2,5% anual promedio y desde 2001/2002 está en torno a 3,5%. Por otra parte, porque “las comparaciones tienen que ser en términos relativos”. “Si miramos a los países vecinos, allí también hubo un fuerte crecimiento de la industria. Y el saldo comercial industrial (exportaciones e importaciones del sector), sigue siendo igual que el de los años 90, con la diferencia de que como el mundo consume más, hay más demanda”, dice Cado y agrega: “La Argentina no es un país mucho más industrializado ni en relación a los vecinos ni en relación a los 90. La matriz industrial no cambió tanto ni hubo un cambio cualitativo que hiciera que hoy tengamos, por ejemplo, una importante industria pesada”.
Pero, además, tanto él como Bridger sostienen que hay un error estratégico de foco “porque el valor y el trabajo se están generando en el sector servicios y con el discurso cincuentista centrado en la industria se les deja de prestar atención a sectores como software, call centers o comunicación, entre otros, que generan muchísimos puestos de trabajo y son a los que el mundo está mirando”.
Ante la pregunta de por qué no crece la participación de los servicios en la economía y las exportaciones argentinas, Cado responde que “el sector está muy relacionado a empresas grandes” y que “en la Argentina, los grandes grupos económicos están desde hace más de 10 años y no han venido nuevos grupos grandes” en los últimos años. Y, también, que los servicios están relacionados con nuevas empresas, para las que el país, dice, “no ha generado la confianza y los incentivos para atraerlas”.
“El desafío de la Argentina hoy es generar una coyuntura en la que el inversor no tema depositar un plazo fijo en pesos a dos años”, grafica y afirma: “Cuando el país pueda hacer eso, se va a olvidar del resto: si un inversor minorista puede congelar pesos a dos años, a cualquiera que invierta le va a ir muy bien. Tiene que ver con la previsibilidad, que es algo que ha logrado Brasil en los últimos 10 años. Si eso pasa, aumenta el consumo, en especial el de bienes de lujo y servicios; y si el inversor de afuera ve que el consumo en la Argentina vuela, enseguida invierte. El desafío es ser previsible, lo otro viene solo después”.