Empresas y medio ambiente, entre el ser y el deber ser

    ANÁLISIS | Portada

    Por Javier Rodríguez Petersen

    Las respuestas de los empresarios sobre el vínculo entre los negocios y el medio ambiente dejan algunos puntos muy en claro. Y, también, varias contradicciones.
    Por ejemplo: está claro que los actores mejor considerados en el tema son (previsiblemente) las ONG. También, que se deberían esperar regulaciones nuevas y controles más fuertes para los próximos años. O que –en opinión de los directivos de distintas firmas– los medios de comunicación informamos poco sobre el tema. O que es posible cuidar el medio ambiente y seguir ganando plata.
    Pero, por otra parte, aparece muy difuso el efecto que el deterioro del medio ambiente tendrá sobre las empresas: las respuestas muestran un amplio convencimiento de que el impacto será importante en el futuro inmediato. Pero también que son mayoría los que dicen que afectará las ganancias y que si las empresas hacen algo, es básicamente porque las aprietan las normas o porque quieren cuidar su reputación.
    Al menos eso es lo que dejan ver los resultados de la investigación que hizo la consultora Neo Resarch, bajo la dirección de Patricia Gamboa, para Mercado con el objetivo de indagar acerca del conocimiento de la temática ambiental de los ejecutivos y su nivel de interés y compromiso, y conocer las actividades que llevaron a cabo y que planean realizar las empresas.

    Un tema presente
    Ocho de cada 10 entrevistados (81%) consideraron que el deterioro del medio ambiente y el cambio climático serán relevantes para su empresa en el futuro inmediato (los próximos 24 meses). En cuanto a preocupación, sólo fue superada por algunas muy evidentes como la situación económica nacional (97%) y mundial (95%), el contexto político nacional (93%) y las acciones de la competencia (85%) y otra que ya está inserta en la coyuntura local como la crisis energética (86%).
    Coincidentemente, también fueron un poco más de ocho de cada 10 los entrevistados que consideraron que las empresas son efectivamente responsables por el daño al medio ambiente. Claro que la contracara de este porcentaje aparentemente elevado que sacaría una sonrisa a los ambientalistas es que casi dos de cada 10 empresarios no respondieron la pregunta o lo hicieron en forma negativa, lo que implica que casi dos de cada 10 ejecutivos creen que a las empresas no les cabe esa responsabilidad.
    Los que consideran que en el cuidado del medio ambiente hay responsabilidad de parte de las compañías fueron más en las empresas medianas (86,3%), las de servicios (87%), y las de capitales nacionales (85%). En cambio, se destacaron por el menor número de respuestas positivas los socios y dueños (76,1%) y las firmas de capitales mixtos (72,8%).
    Sin embargo, la relativamente extendida conciencia individual de los empresarios sobre el vínculo entre negocio y medio ambiente tiene un correlato sólo parcial en los hechos, incluso con la benevolencia que pueden tener los entrevistados al responder sobre la atención que le presta al tema la compañía de la que son dueños, que dirigen o en la que se desempeñan.
    Los que más extensamente manifestaron que su firma le asigna mucha o bastante importancia al medio ambiente fueron los de empresas grandes (55,7%), los gerentes directores (60%), los de industrias (61,7%) y las de compañías de capitales extranjeros (75,9%). Del otro lado se ubicaron los de empresas medianas (entre los que sólo 42,4% dijo que la compañía le da mucha o bastante atención al tema), los gerentes jefes (49%), los comercios (35,8%) y los de firmas de capitales nacionales (44,3%).

    Actores ambientales
    Para los empresarios que respondieron la encuesta, los actores sociales que más contribuyen con el medio ambiente son las ONG, cuyo aporte fue considerado en forma positiva por 65% de los encuestados y que obtuvo, en promedio, 5,08 puntos en una escala con un máximo de 7.
    El resto de los actores quedaron muy atrás: las mismas empresas sólo fueron calificadas positivamente por 30% de los consultados y obtuvieron en promedio 3,8 puntos.
    El comportamiento de los individuos –y, consecuentemente, el de los propios ejecutivos en tanto individuos– fue aprobado por apenas 20% de los entrevistados, con una nota promedio de 3,43 puntos. Esta consideración está absolutamente en línea con otras dos muy extendidas entre los empresarios: nueve de cada 10 (89%) se mostraron de acuerdo con que “los consumidores no exigen lo suficiente a las empresas en cuanto al cuidado del medio ambiente”. Y la mitad de los entrevistados coincidió con que “el esfuerzo individual para evitar el daño ambiental es casi inútil frente a las grandes empresas que siguen contaminando y nadie las detiene”.
    La acción del Estado, en tanto, fue bien ponderada por sólo 22% de los consultados, pero como el número de calificaciones negativas fue muy superior, quedó en promedio con unos magros 3,34 puntos.

    Responsabilidad y presión
    Justamente ese Estado al que la mayoría calificó negativamente fue considerado por casi cuatro quintas partes de los entrevistados (78,5%) como “el principal responsable por la preservación del medio ambiente”.
    Uno de los motivos de por qué pueden considerarlo el principal responsable se encuentra rápidamente al analizar qué lleva a las empresas a preocuparse por el cuidado del medio ambiente: las dos respuestas con mayor grado de coincidencia entre los entrevistados fueron que ese impulso parte de la obligación de cumplir normas y regulaciones (37,2% apoyó esta opción como primera mención y 38,6% en otras opciones) u obedece al interés por cuidar la reputación de la compañía (35,9% en primera mención y 43,9% incluyendo las respuestas múltiples).
    En esa línea, gran parte de los entrevistados (80%) cree que en los próximos años aumentarán las medidas para castigar a las empresas que contaminen. Y eso debería incrementar la atención corporativa, ya que casi nueve de cada 10 encuestados (88%) consideraron que “la aplicación de estrictas reglamentaciones de cumplimiento efectivo y severas penalidades harán que las empresas reduzcan el daño al medio ambiente”.
    Otros aspectos bastante mencionados como impulsores de las preocupaciones ambientalistas de las compañías fueron la atención que los medios le prestan al tema (11,4% lo ubicó en primer lugar y 27,9% en otras opciones), la convicción personal de los altos ejecutivos de la firma (5,1% en primera mención y 7,4% en total), y la satisfacción de las exigencias de los clientes (4,3% en primera mención y 13,3% en total).
    En cambio, fueron muy pocos los que destacaron el cuidado del medio ambiente como una oportunidad de inversión (1,6% en primera mención y 5,9% en total); los que supusieron que no hacerlo implica una amenaza a los activos físicos (1,6% y 5,9%); los que mencionaron la presión de la competencia (1,3% y 6,6%) y los que apuntaron una propuesta de valor de los empleados (ninguno en primera instancia y 5,6% en otras opciones).
    Antes de seguir, se pueden marcar un par de contradicciones: mientras una buena parte de los entrevistados adjudicó la atención empresaria al medio ambiente a lo que publicamos los medios de comunicación, en otra pregunta, 84,9% de los entrevistados consideraron que la información que los medios damos sobre el deterioro del medio ambiente es muy insuficiente (53,9%) o algo insuficiente (30,9%), frente a 3,5% que dijo que es suficiente, 9,6% que respondió que es más que suficiente y 2,1% que la consideró excesiva.
    Además, mientras apenas 5,9% mencionó al cuidado del medio ambiente como una oportunidad de inversión, más del triple (19,7%) consideró que la temática representa exclusiva o principalmente una oportunidad.

    De riesgos y oportunidades
    De todos modos, la percepción que parece más generalizada en las empresas cuyos directivos respondieron el sondeo es que el tema del medio ambiente es percibido como un balance equilibrado de riesgos y oportunidades (es la respuesta que eligieron 39,1% de los encuestados).
    En casi dos de cada 10 empresas –según las respuestas de sus dueños y directivos– creen que la cuestión no tendrá ningún impacto en la firma (18,9%). Pero en otras dos de cada 10 –como ya se dijo– creen que el tema representa exclusiva (6,1%) o principalmente oportunidades (13,6%). Y en una de cada siete, que implica sólo (3,2%) o casi exclusivamente un riesgo (12,1%).
    Sin embargo, casi un tercio de los ejecutivos cree que el deterioro del medio ambiente impactará en el próximo quinquenio en forma muy negativa (7,2%) o moderadamente negativa (22,9%) en las ganancias de su empresa, frente a un mucho más moderado porcentaje que prevé un aporte muy positivo (3,2%) o algo positivo (10,4%).
    Entre los que dijeron desconocer cuál será el impacto (16,8%) y los que sostuvieron que el mismo será nulo (39,5%) suman más de la mitad de los entrevistados, algo que choca, por lo menos parcialmente, con la coincidencia entre ocho de cada 10 consultados en cuanto a que el cambio climático será relevante para sus empresas durante los próximos dos años. Los más optimistas fueron los ejecutivos de firmas comerciales, y los más pesimistas, los de las industrias.

    Responsabilidades y acciones
    En la mayoría de las empresas (71,5%), la responsabilidad por la atención que se le presta al cuidado del medio ambiente recae en la alta dirección. En una menor proporción, está a cargo de los gerentes de unidades de negocios (10,6%), expertos legales (6,4%), gerentes de planta (2,9%) y hasta en “todos” los niveles de empleados (4,8%).
    Seis de cada 10 entrevistados (58%) dijeron que su empresa realizó en los últimos dos años acciones vinculadas al cuidado del medio ambiente (el porcentaje sube en las grandes y cae en las Pyme); 20%, que no las llevaron a cabo ni piensan hacerlo por el momento; y 12%, que no lo hicieron hasta ahora pero las están planificando.
    Entre los que sí emprendieron acciones ambientales, las más difundidas fueron los programas de reducción de impresiones y archivos en papel (71%), los de ahorro de energía (68%), los de reducción del impacto ambiental (50%), la utilización de equipos y tecnologías amigables para con el medio ambiente (49%), las acciones de RSE de concientización a la población (44%) y la racionalización en el uso de los recursos naturales (35%). Sólo 9% llevó a cabo alguna acción por afuera de ese listado.
    Entre los que ya realizaron acciones o piensan emprenderlas, el listado a futuro es similar: para los próximos dos años, 57% proyecta programas de ahorro de energía; 52%, de ahorro en el uso de papel; 49%, de utilización de equipos y tecnologías amigables para con el medio ambiente; 47%, de concientización a la población; 41%, de reducción del impacto ambiental, y 36%, de racionalización del uso de los recursos naturales; 7% dijo que planea, además, otro tipo de acciones.

    Un tema de gestión
    A pesar del elevado porcentaje de compañías (42%) que, por lo menos hasta el momento, no realizaron acciones ambientales específicas, el tema parece estar bastante integrado a las estrategias corporativas.
    Siete de cada 10 entrevistados dijeron que en los últimos dos años la cuestión del medio ambiente fue considerada en su empresa en la gestión de la reputación (70%) y en la estrategia general (68%); seis de cada 10, que fue tenida en cuenta en las compras y abastecimiento (62%) y en el desarrollo y comercialización de nuevos productos (61%); y más de la mitad, que fue analizado en la planificación de inversiones (55%) y en la gestión de marcas (51%).
    En todos los puntos, los directivos de empresas nacionales que respondieron que el medio ambiente fue tenido en cuenta fueron proporcionalmente menos que los de empresas extranjeras y mixtas. Y en casi todos los casos, fueron relativamente más los de empresas grandes y los de firmas industriales.

    Negocios rentables
    Casi todos los entrevistados se manifestaron de acuerdo con que “es posible que una empresa sea rentable y al mismo tiempo contribuya con la preservación del medio ambiente” (98,7%) y con que “el marketing ambiental refuerza la imagen corporativa de una empresa” (94,4%), algo que entra en colisión con el hecho de que sólo la mitad de las compañías le den “mucha o bastante importancia” al tema.
    También fueron mayoría –aunque algo menos que en los casos anteriores– los que coincidieron en que “la producción sustentable de bienes y servicios reduce costos” (75%) y que “en la Argentina sólo las grandes empresas están ocupándose del cuidado del medio ambiente” (51,9%).
    Simultáneamente, una buena porción de los entrevistados rechazó que sean ciertas las afirmaciones de que “el desarrollo perjudica la rentabilidad sustentable de una empresa” (75%), que “el daño ambiental afectará significativamente más a los países ricos y desarrollados que a la Argentina” (67,2%) y que “en el actual entorno de crisis, en las empresas no hay espacio para pensar en políticas ambientales” (65,4%).
    Algo más de la mitad, además, dijo estar total o parcialmente en desacuerdo con que “es muy difícil involucrar al personal de una empresa en programas de cuidado del medio ambiente” (59%) y que “es muy difícil sostener en el tiempo los programas de cuidado ambiental implementados en las empresas” (57,2%).

    El ranking verde

    La encuesta incluyó una pregunta abierta para que los entrevistados mencionaran compañías de las que recordaran acciones específicas de cuidado del medio ambiente. Más de cuatro de cada 10 (42%) nombraron al menos una compañía. Las empresas citadas muestran una interesante dispersión en cuanto a los sectores de la economía que representan, pero son en todos los casos grandes empresas y mayormente de capitales extranjeros.
    Esta suerte de “ranking verde” quedó encabezado, sin embargo, por una firma nacional, Arcor, que “consiguió” 13 menciones espontáneas. Muy cerca quedó Coca-Cola (con 12 citas) y el podio lo completaron IBM y Toyota, con seis menciones cada una. Las otras que obtuvieron como mínimo dos citas fueron (ordenadas de manera descendente según el número de menciones) Repsol-YPF, Ford, Shell, Tetra Pack, Natura, Hewlett Packard, Unilever, Quilmes, Telefónica, Petrobras, Nokia, Walmart, Molinos Río de la Plata, Techint, Mapfre, Volkswagen, Sancor, la ONG Greenpeace, L’Oréal, Kraft, Nike y Kimberly Clark.

     

    Una franqueza alentadora

    Por Patricia Gamboa (*)

    Cuando Mercado nos convocó –una vez más– para desarrollar un proyecto de investigación social, con un tema especialmente sensible como el medio ambiente y las empresas, imaginamos que podríamos recibir algunas respuestas “políticamente correctas”, y que no sería fácil contar con impresiones espontáneas. Sin embargo, nos sorprendimos con los resultados obtenidos.
    A pesar de que 80% de los entrevistados se consideran responsables del deterioro del medio ambiente, casi la mitad (49%) afirmó que en su empresa no le dan importancia al tema. ¿Será porque 40% considera que este deterioro no va a impactar en las ganancias de sus empresas en los próximos cinco años, mientras que otro 17% no sabe si va a incidir o no?
    Más de la mitad de los entrevistados no mencionaron ninguna empresa que realiza acciones para el cuidado del medio ambiente.
    Puede haber varias lecturas respecto de la cantidad de entrevistas recibidas, que fue 30% menor que en otras investigaciones, como por ejemplo la realizada el año pasado, en la misma época y con una extensión similar, para el tema “La agenda socio-política de los empresarios”.
    ¿Los empresarios y directivos están más ocupados este año respecto al anterior?, ¿el tema era menos interesante que otros?
    Los que respondieron esta encuesta eligieron hacerlo con franqueza, porque hay toma de conciencia sobre el deterioro y su naturaleza.
    Ahora queda por delante que cada uno, desde su lugar, lo admita con franqueza: empresas, Estado, individuos, y asumir con urgencia el desafío de pasar a la acción.

    (*) La Lic. Patricia Gamboa es directora de Neo Research

     

    Ficha técnica

    La encuesta fue realizada por Neo Research para Mercado entre el 20 de mayo y el 2 de junio. El diseño, dirección y análisis del proyecto y el procesamiento de las entrevistas fueron realizados por un equipo de la consultora bajo la dirección de Patricia Gamboa.
    Los entrevistados son suscriptores y lectores de la revista, representantes de distintos niveles jerárquicos de una amplia variedad de empresas. En total se hicieron 376 entrevistas, en una muestra no probabilística, a través de una encuesta online autoadministrada con preguntas abiertas y cerradas.
    De los que respondieron la encuesta, 25% son dueños o socios de sus compañías; 12%, gerentes y directores generales; 39%, gerentes jefes, y 20% ocupa otros cargos.
    25% de los que respondieron la encuesta fueron mujeres. De ellas, 23% son socias o dueñas; 6%, directoras gerentes; 38%, gerentes jefas, y 34%, ocupan otros puestos. De las mujeres que contestaron, 6,4% tienen 55 años o más; 23,4%, entre 45 y 54 años; 27,7%, entre 35 y 44 años, y 18%, entre 18 y 34 años.
    Entre los hombres, que representaron tres cuartas partes de la muestra, 27% son socios o dueños; 15%, gerentes directores; 41%, gerentes jefes, y 17% ocupa otros puestos. De los varones, 25,2% tiene 55 años o más; 32,3%, entre 45 y 54 años; 20,6%, entre 35 y 44 años, y 22%, entre 18 y 34 años.
    Del total de ejecutivos que respondieron, 49% son de empresas grandes (de más de 100 empleados); 18%, de compañías medianas (de entre 21 y 99 trabajadores), y 30%, de Pyme.
    Dos tercios de los entrevistados (66%) se desempeñan en firmas de capitales nacionales, mientras que 15% ocupa cargos en empresas de capitales extranjeros y 12%, en compañías mixtas.
    Del conjunto de empresas representadas, 53% son de servicios; 31%, industrias; 7%, comercios, y 11%, otro tipo de compañías.
    El cruce entre los cargos de los encuestados y el tamaño de las empresas muestra una mayor proporción de dueños en Pyme y de gerentes jefes y directores en las grandes empresas.

     

    BASF apuesta a la sustentabilidad en la construcción

    Con el convencimiento de que la sustentabilidad es el camino de la construcción del futuro, Basf ha invertido cerca de E1 millón en la construcción y lanzamiento de la primera Casa de la Eficiencia Energética de América del sur, con el objetivo de promover una nueva cultura constructiva en la región.
    La CasaE, ubicada en la planta productiva de BASF en Tortuguitas, Provincia de Buenos Aires, fue inaugurada en el mes de mayo, Se trata de un show room que permite a constructoras, desarrollistas y arquitectos analizar diferentes maneras de proyectar edificios o casas sustentables a costos competitivos respecto de la construcción tradicional. Las soluciones presentadas garantizan edificaciones resistentes y eficientes en el consumo diario de energía.
    La casa posee una superficie cubierta de unos 200 m2 resueltos en dos plantas. Presenta diversas soluciones tecnológicas con materiales innovadores, como plásticos celulares, poliuretanos, químicos para la construcción, pinturas decorativas y pigmentos especiales de última generación. Debido a éstas y al eficiente aislamiento térmico obtenido, se puede lograr un ahorro de aproximadamente 70% de la energía necesaria para su funcionamiento.
    De acuerdo a su presidente para la Argentina, Diego López Casanello, existen ya en el mercado diversidad de soluciones que permiten construir una vivienda eficiente, sustentable, innovadora y confortable, sin que esto encarezca notoriamente el costo de la obra. En este sentido, la empresa apunta a capacitar a profesionales de la construcción, para familiarizarse con las soluciones y generar una nueva cultura constructiva, orientada a públicos de distintos niveles socioeconómicos.

     

    Al tope de la agenda

    Como ya lo había revelado la primera encuesta sobre el tema realizado el año pasado –edición de julio 2009–, los temas del ambiente y el desarrollo sustentable están al tope de la agenda de los ejecutivos en todo el planeta, y se abren paso velozmente en la Argentina.
    Los empresarios esperan que el tema atraiga cada vez más la atención de los Gobiernos y de la gente con capacidad de afectar el interés de los accionistas.
    El cuidado ambiental era hace casi 12 meses el tercer tema que preocupaba a los empresarios para los dos años siguientes, después de la crisis financiera y económica, y de la situación energética. Decían que las ONG eran actores importantes en defensa del ambiente, y evaluaban mal a la sociedad civil y a los organismos oficiales.
    Este año, superado el temor por la crisis financiera queda por ver si aumentará la inquietud por un tema central. No es cuestión de convertirse súbitamente en “verdes”. No es una posición ideológica. Pero los empresarios están entendiendo a gran velocidad que no pueden mirar la representación desde la butaca. Les guste o no, también son actores.
    Hay distintas ópticas –y riesgos– en consideración. Desde los asuntos que pueden dañar reputación y credibilidad, hasta los que provocan pérdidas económicas por bruscas oscilaciones en el valor de las acciones.
    Pero sobre todo, las empresas que perciben las ventajas del desarrollo sustentable, de las asociadas a una cuidadosa política ambiental, del buen clima de convivencia que logran con los stakeholders (todos los involucrados en la vida de la empresa, personal, proveedores, comunidad, accionistas) se adelantan a los demás impulsando políticas ambientales de modo proactivo.