COLOFÓN |
Los tres componentes se identifican con plazas regionales en avance y exigen ser analizados en profundidad. Por cierto, un cuarto ingrediente –pérdida de la hegemonía estadounidense como locomotora de desarrollo– plantea una necesidad estratégica: examinar de cerca sus eventuales reemplazos.
Grandes empresas occidentales vienen señalando que –en los últimos 10 años– sus utilidades en el exterior superan a las de las casas matrices, particularmente en Estados Unidos y la Unión Europea. Por ende, expandirse en economías más dinámicas resulta esencial a las firmas del Primer Mundo… que puedan permitírselo. Pero, aun en lugares como Ceilán, Rumania o Kazajstán que son futuros ejemplos de mercados en desarrollo, su volatilidad e imprevisibilidad representan peligros inmediatos.
Sin embargo, “escasas compañías occidentales suelen tomar en serio los riesgos políticos locales. En su mayoría, se apoyan en expertos y asesores internos o, sencillamente, desechan el asunto por difícil, complejo o imposible de integrar a sus tácticas cotidianas”. Así concluyen dos expertos en la materia, Ayesha y Parag Khanna, de la consultoría Hybrid Realities, tras analizar un reciente libro muy interesante.
Pertenece a Ian Bremmer y Preston Keats. Se titula Fat Tail: the Power of Political Knowledge for Strategic Investing y su lectura es imprescindible (no hay todavía traducción en castellano). Los autores trabajan para otra firma consultora, Eurasia Group, y acumulan años de experiencia en el campo, por lo cual aportan un tratado, tan riguroso como accesible, sobre riesgos políticos para los negocios en el Tercer Mundo. De paso, “fat tail” (cola gruesa) es jerga estadigráfica y alude al extremo de una curva distributoria donde hay riesgos adicionales.
Pero las probabilidades de que suceda algo particularmente perjudicial “parecen tan escasas y difíciles de pronosticar que –apuntan Bremmer y Keats– muchos optan por ignorarlas… hasta que acaecen. Por otra parte, esos cisnes negros, como los llama Nassim Taleb, pueden ser tanto crisis sociopolíticas como financieras”.
Amplio surtido
El volumen cubre una amplia variedad de eventos que han provocado desastres en los mercados de capital. Se incluyen entre ellos la crisis cambiaria del sudeste asiático más la devaluación rusa de 1997/8, las huelgas petroleras venezolanas de 2003, los ataques terroristas sobre Estados Unidos (septiembre de 2001) y, claro, la crisis sistémica occidental de 2007/9.
Por cierto, una tormenta en el Capitolio contra la compañía nacional petrolera submarina (Cnooc) obligó a China a desistir de comprar Unocal, una empresa estadounidense. Ello demuestra que EE.UU. mismo puede tener arrestos xenófobos.
Bremmer y Keats reducen la amorfa noción de riesgo a una serie de obsesiones de Donald Rumsfeld, ex secretario de Defensa, cifradas en dos frases favoritas entre marketineros: “incógnitas notorias” e “incógnitas ignotas”. Más allá del malhadado ex funcionario, ambos conceptos cubren guerras de todo tipo, crisis energéticas o petroleras, terrorismo en gran escala, golpes, expropiaciones, rupturas contractuales, controles cambiarios, ceses de pagos, efecto invernadero y, claro, corrupción.
En el plano empresario, los autores ofrecen mecanismos sensatos para anticiparse a esos hechos. Por ejemplo, mapas de riesgos, base de datos, análisis de escenarios y apuestas estratégicas tipo emprendimientos conjuntos.
En la evolución desde la prolijidad y los métodos de Bremmer-Keats, surge un dato interesante: los autores sostienen que el conocimiento de políticas locales es esencial para evitar los extremos gruesos de una curva. En otras palabras, prestar más atención a los datos no es suficiente; también se precisa instinto para calar en lo incógnito.
Otro punto donde confluyen los autores tiene que ver con la todavía mayor economía mundial: EE.UU. ha declinado su papel como motor clave para el desarrollo y una globalización que se regionaliza. Así, anuncian dos macrotendencias. Una, creciente integración en Asia oriental y sudoriental, el mundo árabe y Latinoamérica, promovida por China, Brasil, etc. La segunda, un campo mundial para empresas y capitales más homogéneo, donde bancos y compañías occidentales ya no gozarán automáticamente de la confianza pública.