ESTRATEGIA | Alta gerencia
Por Gustavo Baiman
Silvia Pirraglia
Los resultados de una buena administración están dados generalmente por una organización ordenada y eficiente. Ser más o menos creativos no parece a simple vista un dato significativo para esta tarea. Sin embargo, en el IX Congreso Internacional de Administración y el XVI Congreso de Administración del Mercosur “Talento, Imaginación y Valores”, realizados en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas, se debatió, entre otros temas, sobre el concepto de creatividad aplicado al mundo de los negocios.
Una de las expositoras, Silvia Pirraglia, presentó un trabajo bajo el título de “La creatividad aplicada ¿es un diamante oculto?”, en donde hizo un recorrido por los procesos de toma de decisión dentro de las organizaciones, identificando las ventajas y oportunidades que cobra esta idea.
“La aplicación de la creatividad en los diferentes ámbitos, solo será posible si se comprende que la potencialidad sin desarrollar equivale a un recurso sin explotar. Al ser la creatividad un proceso individual, no puede enseñarse. No obstante, la existencia de un facilitador que guíe y acompañe el proceso de conversión ‘del carbono en un valioso y brillante diamante’ es significativa.”
“Como todo proceso tiene diferentes etapas que es conveniente reconocer y planificar de manera integrada. Caso contrario, resultarán ineficaces todas aquellas decisiones que se tomen de manera aislada y en respuesta a presiones que generan emociones poco propicias para la creatividad”, dice Pirraglia.
Cuatro etapas
Existe un proceso para desarrollar e incentivar la creatividad en cuatro etapas. En la primera, el trabajo apunta a los directores para precisar objetivos y definir nuevos roles según se focalice la actividad en solucionar problemas o en el crecimiento.
En una segunda etapa, se incorpora a los jefes y gerentes para que contribuyan al cambio cultural, creando un clima facilitador y generando compromiso en la gente con los objetivos a lograr.
La tercera etapa es la del trabajo con el personal de cada área y departamento, se busca facilitar los procesos para desarrollar nuevas actitudes, guiar y acompañar el trabajo individual, atendiendo las características particulares de cada persona.
La última etapa es de monitoreo de resultados.
“Si las empresas toman este idea de creatividad de manera aislada, no integrada, no sirve; esto es un proceso donde tienen que involucrarse todos estructuralmente. En las organizaciones que son muy rígidas en sus procesos y en sus pautas, una persona creativa generalmente molesta y queda relegada, es necesaria una amplia participación y tener voluntad y apertura para el cambio”.
“Lo que propongo es pasar de las decisiones aisladas a las decisiones integradoras, trabajar en los procesos para ver dónde están las dificultades y ver por qué no están resultando determinadas acciones. En este proceso es fundamental la decisión de quienes dirigen la empresa, tienen que modificar su actitud frente al cambio, aceptarlo, adecuarse y profundizarlo”, afirma Pirraglia.
En este proceso de cambio se identifican facilitadores y barreras. Entre los primeros se destacan: disponer de un espacio individual y de un margen de maniobra para estimular ideas e iniciativas, dejar que las personas se enfrenten a los retos con ilusión y entusiasmo y reciban el apoyo de los demás, proteger a las personas con espíritu investigador, involucrarse en los temas y romper barreras asumiendo riesgos, mantener canales de comunicación siempre abiertos y compartir información y objetivos.
En tanto entre las actitudes negativas se mencionan: trabajar bajo presión y tensión, dejarse llevar por los hábitos y las rutinas, aferrarse a los paradigmas y creer en las culturas cerradas con principios, valores creencias y patrones de comportamiento muy rígidos.
“La creatividad es la capacidad de generar más alternativas, permite ampliar el abanico de posibilidades. En una primera etapa, se utilizan estas soluciones innovadoras para afrontar los problemas y sortearlos de manera positiva. En una segunda etapa cuando está incorporada a la cotidianeidad de la organización pasa a ser un motor importante del desarrollo y la sustentabilidad”, concluye Pirraglia.