ANÁLISIS | Perspectiva
Por Ignacio Chausis
A través de entrevistas exclusivas a los máximos directivos de las principales firmas de auditoría, se busca definir los grandes cambios recientes, las exigencias que se plantean en formación de recursos humanos (lo que sabía un auditor hace 10 ó 15 años ya no alcanza), el efecto de la tecnología en el nuevo escenario, el auge de maniobras fraudulentas en todo tipo de empresas y los desafíos que ello plantea a los auditores. En definitiva, las nuevas reglas de juego a las que debe atenerse la profesión.
En este marco, se espera que la armonización de las normas de auditoría a escala internacional contribuya a generar un producto de mayor calidad, fortaleciendo la confianza de los usuarios en la información que brindan los estados contables. Los responsables de los departamentos de auditoría en la Argentina de las firmas que dominan la actividad cuentan los desafíos y perspectivas que enfrenta el sector en los próximos años.
La “globalización”, lejos de ser un cliché, es un hecho cada vez más fácil de constatar en la vida económica. Los inversores de todas partes del mundo necesitan tener un grado razonable de seguridad de que reciben información confiable, independientemente auditada sobre criterios sólidos y homogéneos. Fundada en esta necesidad, la creciente convergencia en las normas que rigen los reportes financieros estándar internacionales busca generar una mayor transparencia y calidad de la información, aspectos que hacen al buen gobierno corporativo, crean un mejor acceso al crédito y a los mercados de capitales.
Para Ricardo De Lellis, socio a cargo de auditoría de la firma KPMG, esta progresiva confluencia de las normas contables es saludable para la performance de la profesión. “Es ir en dirección hacia donde han ido los mercados. El comercio internacional y el mercado de capitales son de los primeros que se globalizan, y el resto lo tiene que seguir. No puede tener cada país sus propias normas contables. Es un avance. Después viene el tema de la competencia, las normas estadounidenses siempre han tratado de legislar todo, en tanto el concepto europeo siempre ha sido el de ir más hacia los principios. Pero más allá de esos detalles, el alineamiento bajo un solo cuerpo de normas es saludable para el resto de los países que entienden que esto es un salto necesario. También nuestro país ha comprendido esto, a pesar de que nosotros tenemos nuestra propia tradición de normas, adaptadas a nuestras particularidades”.
La opinión es compartida por Miguel Urus, socio de PricewaterhouseCoopers a cargo del Departamento de Auditoría. A su parecer, se trata de algo positivo, ya que en cierta forma se proveerá de un lenguaje común a la información contable que las empresas brindan. “En el mundo actual globalizado, donde no importa dónde está asentada la empresa, sino que los estados contables circulan por todo el mundo, tener un mismo lenguaje que cualquier inversor de cualquier país pueda entender sin mayor complejidad, sin duda va a mejorar el uso de la información, va a mejorar las decisiones que se toman, le va a quitar esas complejidades adicionales, por lo cual creo que va a ser un paso adelante, no solo para la profesión sino para todos los usuarios de la información contable en general”, asegura.
El proceso actual tiende a que, alrededor del año 2014, Estados Unidos se mueva hacia las Normas Internacionales de Información Financiera (IFRS, por sus siglas en inglés). Para esa fecha, las grandes economías, las más relevantes que forman el mercado de capitales, estarían en ese lenguaje contable.
Urus relativiza que se trate de un avance “revolucionario”, tal como lo ven algunos analistas, al argumentar que “en definitiva, se trata de un set normativo que ya estaba vigente en algunos lugares, o sea, se trata de una base que ya existía. Ahora, si uno dice que todas las principales economías del mundo y las no tan principales van a tener un mismo set de normas contables, donde el que lee los estados contables de otro país los va a entender porque es todo lo que aplica en su país, y no va a haber más barreras ni de comprensión, ni de lo que es hoy en día la reconciliación de principios, sí puede hablarse de una revolución, es un cambio importante”.
Ricardo De Lellis
A favor y en contra
En Latinoamérica, especialmente en Sudamérica, los países han tomado parte rápidamente de este proceso. Brasil entrará obligatoriamente en 2010, Chile y Perú ya están, en tanto que en la Argentina entrará en vigor en 2011 si se aprueba la norma por la Comisión Nacional de Valores (CNV) tal como está.
En este sentido, Miguel Maxwell, socio director del Departamento de Auditoría de Deloitte, traza un panorama actual del estado de la cuestión en nuestro país: “se sigue avanzando, ya hay una resolución técnica de la Federación Argentina de Consejo Profesional de Ciencias Económicas, la número 26, que establece la implementación de las normas internacionales de información financiera. Ahora lo que falta es que los reguladores las pongan en práctica. Quien más avanzado está es la CNV: se está previendo que van a ser de aplicación obligatoria para las empresas que están en oferta pública, con algunas excepciones, para el ejercicio que se inicie a partir del 1º de enero de 2011. Esto no es tan lejano. Para bancos y entidades financieras se estima que el Banco Central las implementaría en 2014, y quizás también ese mismo año para el resto de las empresas. Pero lo que es importante destacar es que a partir de 2011, las empresas que no están en la oferta pública, podrían adoptarlas voluntariamente. Es importante porque para muchos mejora la calidad de la información y la exposición contable”.
La tendencia es inevitable e irreversible, en tanto quedarse fuera de la adopción de estas normas conlleva un costo mayor para las compañías. “Hoy, para las empresas argentinas que cotizan en mercados internacionales, el costo contable y el de auditoría se encuentran encarecidos por la aplicación en algunos casos de tres normas: la argentina, la internacional (porque la casa matriz está en Europa) y la estadounidense (porque cotizan en Nueva York). Con esto se reduciría a una sola presentación, sería la norma de aplicación en todo el mundo. Asimismo, ayuda a la transparencia y a la previsibilidad. Hace que la información sea homogénea, es una contabilidad llevada de acuerdo a estándares internacionales”, señala Maxwell.
Enrique Grotz, socio de auditoría de Ernst & Young, clarifica con un ejemplo el alto costo que puede tener para una compañía quedarse fuera de la adopción de esta convergencia contable. “Supongamos que hoy una empresa tiene su balance argentino, y existe una oportunidad de colocar obligaciones negociables en Brasil, o en Londres. A la bolsa de San Pablo no puede ir, porque tendría que tener el balance reconciliado con las normas IFRS, y eso lleva un tiempo de preparación. Pero una vez que se tiene el balance IFRS, el empresario lo saca del cajón y dice ‘voy a Londres, a Nueva York’; se tiene el balance listo para salir a cualquier mercado del mundo. Ahora bien, al ser los balances iguales o parecidos uno puede comparar una compañía de China, con una de Estados Unidos, Inglaterra o Dinamarca.
Silvia Giordano y Miguel Urus
El fantasma de Enron
Uno de los aspectos sobre el cual está aumentando el cuidado en el mundo es el de la independencia que tiene que tener el auditor externo de una empresa. En nuestro país, es frecuente que en firmas de menor tamaño el auditor sea el mismo contador que elaboró los estados contables. Sin embargo, en compañías con cotización pública o en entidades financieras las normas son más estrictas y se acercan a las internacionales.
Con respecto a la posibilidad de que esta creciente convergencia pueda eliminar el riesgo de fraude o de caídas súbitas, Grotz fue categórico: “Al fraude se lo puede atacar o trabajar sobre los controles internos para que se minimice, pero nunca se logrará evitarlo, porque muchas cosas se basan en lo que se denomina oposición de intereses. Si se ponen de acuerdo las personas se murió el control interno, por más buenos sistemas que uno ponga. Cuando hay colusión habrá fraude.
Desde Sarbanes-Oxley en adelante, existen ciertas obligaciones, sumado a un cuerpo normativo que obliga a un montón de exposiciones, y todo ello hace que por lo menos la información sea bastante más transparente. Si bien la posibilidad de fraude siempre va a existir, hay que trabajar muchísimo en la prevención”.
Existe un consenso entre las firmas sobre la importancia de crear una cultura de la prevención entre los empresarios. Grotz lo grafica con una anécdota transcurrida poco tiempo atrás: “Le informamos a un cliente empresario que su compañía era susceptible de ser atacada por un hacker, pero él lo negaba rotundamente. Entonces le pedimos permiso para realizar una serie de pruebas, a partir de nuestro laboratorio de especialistas en informática. Entramos a su computadora desde nuestra sede, nos hicimos una póliza de seguros, un siniestro, nos emitimos un cheque y fuimos ante el empresario con el mismo cheque, recién ahí nos creyó”.
Silvia Giordano, socia de PricewaterhouseCoopers en el Departamento de Auditoría y responsable del área técnica y de administración del riesgo profesional de la firma, tiene la impresión de que más que una multiplicación de los casos de fraude en las empresas, lo que ha tenido lugar es una mayor sofisticación. “Las operaciones de las empresas cada día son más complejas, la financiación de las compañías es cada día más compleja, y eso es una tendencia que no se detiene. Si alguien quiere hacer un fraude en este entorno tiene que hacerlo sofisticadamente, y así es más difícil detectar”.
Enrique Grotz
Capacitación permanente
Los cambios sustanciales en la tarea de auditoría imponen un desafío a las grandes firmas, en tanto la propia dinámica normativa lleva a un proceso de capacitación y actualización interna de los recursos humanos. De hecho, uno de los costos más importantes que enfrentan las auditoras tiene que ver con mantener actualizado al personal en forma constante.
Ricardo De Lellis asegura: “hay algo que es elemental. La carrera del auditor es de permanente capacitación, experiencia, trabajo sobre el campo, y en las aulas se complementa con información y cursos. Nunca pasa que le toca vivir todos los riesgos posibles, todas las crisis, pero lo que se trata es de obtener la suficiente experiencia como para manejar esos asuntos. Todas las grandes firmas tenemos programas monitoreados desde afuera. De ninguna manera podríamos restringir la capacitación como consecuencia de algún resultado circunstancial”, afirma Ricardo De Lellis.
En la misma sintonía se expresa Miguel Urus, estimando que en PricewaterhouseCoopers, según las categorías, entre “5% y 10% del tiempo de una persona se destina a la capacitación. Lo que vendemos es el talento de nuestra gente, esa es nuestra materia prima. Para que esta sea de calidad tiene que estar sumamente capacitada y actualizada. Tenemos distintas herramientas que hacen que nuestra gente, en un estándar de capacitación, se ubique bastante alto. Además tenemos que cumplir el mandato de que un asistente en la Argentina tenga la misma capacitación que un asistente estadounidense, ya que el estándar es igual a escala mundial. Para un país que no está entre los primeros del mundo, el esfuerzo, en términos relativos, es fuerte”.
Para Enrique Grotz queda muchísimo por hacer frente a la adopción de las IFRS. “La gente de la CNV se tiene que capacitar, la gente de la Bolsa de Comercio se tiene que capacitar, lo mismo que los Consejos Profesionales de Ciencias Económicas de todo el país, y que los profesionales independientes y los estudiantes de la universidad. Es un proceso que lleva no menos de cuatro o cinco años, hasta que se tenga a toda la profesión nuevamente en el mismo campo normativo. Por eso la CNV puso como año 2011, ya que se necesita este período de adaptación. Seguramente los grandes estudios tuvimos la gran ventaja de que, como reportamos al exterior, como tuvimos la necesidad de informar a compañías europeas, ya hicimos gran parte de la capacitación en la nueva norma. Los socios gerentes ya estamos todos capacitados”.
Miguel Maxwell
Siete años después
Es un debate todavía abierto saber si Estados Unidos resignará su potestad normativa como para adaptarse a un cuerpo de normas que no es tan detallado como el estadounidense. No obstante, la presión de las bolsas internacionales es tan grande que se espera que se llegue a un acuerdo entre la FASB (Junta de Normas de Contabilidad Financiera) y el IASB (Consejo de Normas Internacionales de Contabilidad).
Ambas entidades se han comprometido a trabajar de manera conjunta para converger (US GAAP e IFRS) con una meta particular: establecer normas contables globales de alta calidad que permita la comparación de la situación financiera de los distintos actores del mercado globalizado. La legislación Sarbanes-Oxley, sancionada por la administración Bush en 2002 tras el escándalo de Enron, apuntó al tema de controles internos, intentando minimizar los riesgos de fraude, tendiendo a que los directivos tomen responsabilidad de las cifras de los estados contables. De cara al futuro, existe un consenso entre los especialistas de que si Estados Unidos adopta las IFRS, estas podrían convivir sin problemas con las regulaciones establecidas por Sarbanes-Oxley.
Silvia Giordano asegura que pueden convivir sin problemas estas dos legislaciones. “Todo está armado como para que Estados Unidos adopte las IFRS para las empresas que coticen en bolsa, hoy día nada me lleva a pensar que eso no se cumpla”. En esto coincide Enrique Grotz: “Yo creo que son dos cuestiones distintas, una es el cuerpo normativo de normas contables con las cuales se hace un balance y otro es el cuerpo de normas que tratan de regular el comportamiento de la compañía, el control interno, la transparencia. Entonces, a mi entender, yo creo que van a seguir conviviendo estos requisitos. Uno puede esperar entonces que dentro de Sarbanes-Oxley se produzca un cambio de la norma contable”.
El impacto de la crisis
En el caso de la Argentina, por las condiciones actuales, las repercusiones de la crisis financiera internacional no fueron de la misma magnitud que en otras economías, principalmente debido a la escasa transmisión de las dificultades hacia el sistema financiero local. No obstante, la tarea usual de la auditoría se vio complicada, en tanto el grado de atención a determinados aspectos, como la revisión de algunos rubros, transacciones y operaciones más expuestos a los vaivenes de la crisis hizo que se tomaran mayores recaudos, dedicando más análisis que en condiciones normales.
Así lo explica Miguel Urus, al señalar que “uno de los problemas de esta crisis fue el valor recuperable de los activos. Porque en momentos de crisis ciertos activos perdieron valor, y una de las tareas del auditor es justamente analizar el valor recuperable de los activos. Esta tarea implicó que requiriera más esfuerzo, más tiempo, más análisis, la participación de especialistas que quizás en condiciones normales no intervendrían.
Futuros desarrollos
Hoy día se está trabajando mucho para mejoras en todo lo que tiene que ver con la contabilización de operaciones financieras. Dado que la crisis fue financiera, si hubo algún problema en los estados contables producto de las operaciones financieras, la idea es volver a analizar si la forma en que se está contabilizando ello requiere alguna modificación o no. Los especialistas indican que seguramente habrá cambios en ese sentido. Actualmente, hay grupos de trabajo a escala internacional ocupados en todas las actuales normas relacionadas con operaciones financieras, las cuales están en plan de revisión.
Para Silvia Giordano, un tema que será muy importante para la Argentina tiene que ver con la creciente relevancia que empiezan a tener las notas que acompañan el estado contable.
“Las notas cada vez van a ser más, porque ahí está la transparencia de la información. Cuanto más sofisticada es una operación, más hay que explicar. Y como más corporativas son las empresas, los segmentos de negocios que tienen las firmas van a tener más información que relevar porque en su conjunto a la empresa le puede ir bien, pero tal vez hay una línea de productos que anda muy mal y otra que la está subvencionando, o cosas por el estilo, que al inversor sofisticado le interesa conocer. Esos son los grandes temas que está trabajando el IASB, que es el ente que emite las normas internacionales de contabilidad”.
Por su parte, para Enrique Grotz, todo lo relacionado con la tecnología y la biotecnología constituye un elemento que habrá que ir revisando en forma constante en el futuro. Si hay investigación, desarrollo, nuevos inventos, la contabilidad debe recoger parte de ello.
Grotz señala la necesidad de redactar los principios contables por industria. El especialista de Ernst & Young asegura que de a poco vamos a ir a cuerpos normativos adaptados a cada industria o actividad, porque cada una tiene ciertas particularidades, ya sea que se trate de supermercados, petróleo, etc. El IASB tiene reglas generales por sector que va a tener que trabajar para ir a un grado de detalle más sofisticado como tienen los US GAAP.
Eduardo Becher, de BDO
“Los auditores no pueden ser únicos responsables”
Si bien los controles y la universalización de las normas contables alientan el manejo transparente de las empresas, el tema central sigue siendo la ética de las personas. Uno de los desafíos es que el conjunto de reglas se desarrolle a la misma velocidad que los negocios.
Por Gustavo Baiman
Pensando en una economía globalizada, para el director de BDO, Eduardo Becher, la adopción de las IFRS (normas internacionales de información financiera) a escala mundial será un importante avance porque permitirá evaluar los negocios y la perfomance de las empresas con normas comunes. Es equivalente a pensar en un mundo en el que se hablará un mismo idioma.
“Sin embargo, el riesgo de fraude no está relacionado con las normas contables que se utilicen, sino con la ética de los actores involucrados tanto en las empresas, como también en el caso de los auditores. Es esencial a estos efectos, la ética y el rigor en el dictado y aplicación de las normas de los entes responsables de control en los distintos mercados”.
–¿Estados Unidos, que recién acaba de integrarse a esta corriente, aceptará finalmente un cuerpo de normas? ¿Cómo conviven o coexisten con las nuevas reglas?
–En mi opinión Estados Unidos ya perdió esta pulseada. El resto del mundo optó por las IFRS y Estados Unidos ya comenzó a aceptarlas. La gran diferencia es que las IFRS son normas basadas en principios y los US GAAP están basados en reglas. Estas últimas normas son más detalladas y tienen reglas definidas para cada caso.
Dejan menos margen a los contadores para aplicar su criterio profesional. Sin embargo, quedó demostrado que aun así es posible manipular la información financiera. La ley Sarbanes-Oxley está orientada a controlar a los emisores y a los auditores para disminuir el riesgo de fraude. Puede convivir tranquilamente con la adopción de las IFRS.
–En los últimos años se instaló la percepción de que los casos de fraude en las empresas se han multiplicado y que resulta cada vez más difícil detectarlos ¿Cuánto hay de cierto?
–La sofisticación de los negocios, la sobredosis de instrumentos financieros, y la complejidad y diversidad de métodos de incentivos que vinculan las remuneraciones de los ejecutivos a los resultados pueden ser relacionados con el incremento de fraudes. La globalización y la vinculación de los mercados crea la percepción de que se incrementaron los fraudes, pero esto tiene más que ver con el impacto global que hoy tienen los negocios.
En el pasado, la caída de una empresa en Estados Unidos, Europa o Asia no afectaba a bancos, empresas e individuos de cualquier latitud del planeta. Hoy quedó demostrado que sí.
–¿Hasta dónde llega la responsabilidad de un auditor, qué es lo que está garantizando con su firma?
–Es evidente que los usuarios de los estados contables esperan que los auditores garanticen la calidad y transparencia de la información y frente a ciertos hechos es lógico que se demande a los auditores. Creo que la profesión ha acusado recibo y en estos últimos años se hicieron avances significativos en las normas de auditoría tendientes a mejorar la calidad de los trabajos y dar mayor confiabilidad al público usuario.
No obstante, los auditores no pueden ser los únicos responsables de que no ocurran más fraudes. Los entes reguladores de los distintos mercados y la responsabilidad de los funcionarios de las empresas también tienen un rol significativo en esto.
–¿Cuáles pueden ser los desarrollos en los estándares contables de los próximos años? ¿Con qué temas estarán conectados?
–El desarrollo de las normas internacionales de contabilidad está en constante evolución. Se incrementaron significativamente los recursos de los organismos responsables de su elaboración y en el futuro veremos un avance importante. Es difícil anticipar cuáles serán los temas.
Considero que el gran desafío es que las normas se desarrollen con la misma velocidad con que se desarrollan los negocios y, de esta manera, poder adaptarlas para que no queden obsoletas frente a los cambios, que también están vinculados a la forma en que se globalizan las transacciones.
Arnaldo Hasenclever, de Grant Thornton
Independencia y los controles de calidad
Las auditorías también generan certidumbre en los mercados, opinan en esta firma. Una empresa controlada adecuadamente se transforma en un jugador confiable. Si bien es difícil detectar los fraudes, los profesionales tienen que garantizar las buenas prácticas de las organizaciones.
Por Gustavo Baiman
Arnaldo Hasenclever
En Grant Thornton el concepto clave es que el cliente ya no es la empresa sino el mercado. El trabajo está puesto a consideración del público en general, la comunidad, los inversores, los entes de control, etc. Otro de los puntos que subrayan como fundamental es la independencia del auditor con respecto al cliente y la calidad en los procesos que se siguen.
“Nosotros certificamos que una empresa refleja adecuadamente la información sobre sus estados contables para darle seguridad al mercado. Que el costo tenga que soportarlo la compañía es otro tema, nuestra responsabilidad es hacia afuera y no hacia adentro. La empresa se ve beneficiada con la calidad del auditor. En algunos países, se llegó a pensar en estatizar la función de auditoría para garantizarle al público las buenas prácticas de una organización”, dice Arnaldo Hasenclever, Managing Partner de Grant Thornton.
–¿Cuáles son los procedimientos de Grant Thornton para sostener estos principios de independencia y calidad?
–Antes de aceptar una auditoría, por ejemplo, debemos hacer una consulta a nuestras filiales en todos los países en que tenemos operaciones, por si en algún lugar le estamos dando a esa compañía un servicio que se contraponga con la función de auditoría.
En cuanto a la calidad del trabajo, el acento lo ponemos en la preparación de nuestros profesionales. Tenemos una obligación mínima de 30 horas de capacitación pero estamos invirtiendo 160 horas. La calidad también está relacionada con la tecnología que usamos, y en este sentido el año pasado incorporamos un nuevo software donde se cargan los datos de una empresa y el programa indica los procedimientos que hay que aplicar, dónde buscar los controles internos, dónde están las debilidades de la empresa, etc.
También tenemos nuestros propios controles internos como lo hacen las Big Tour: periódicamente llega de afuera un equipo de 6 ó 7 personas y revisa minuciosamente nuestro trabajo.
–En los últimos años las empresas auditoras fueron muy cuestionadas por el incremento de casos de fraudes y los manejos poco transparente. ¿Cuáles fueron los errores que cometieron?
–En la mayoría de los casos, es un tema de negligencia, de no haber cumplido con los procedimientos de auditoría adecuados. Las normas nos dicen que tenemos que hacer ciertos procedimientos que son cada vez más exigentes.
De todas formas, el riesgo de fraude siempre existe, es algo con lo que hay que convivir, si se pone de acuerdo el gerente contable con el cajero y arman una documentación falsa, el auditor tienen que ser muy perspicaz para detectarlo. Hay temas que exceden el trabajo del profesional.
–¿El conjunto de normas contables que se maneja en el país, favorece o perjudica el trabajo del auditor?
–Acá hubo una historia con los consejos profesionales de Ciencias Económicas que no se pusieron de acuerdo y cada provincia tenía sus propias normas. En este sentido, hay una deuda pendiente sobre el trabajo de los contadores en general. De los 100.000 contadores que hay en el país, solo los 5.000 que trabajan en empresas grandes tienen una acreditada capacitación, del resto no se sabe nada.
Cuando un profesional se recibe, antes de ejercer tendría que tener algunos años de práctica, como si hiciera una residencia. En algunos países todos los profesionales tienen la obligación de cumplir con un número de horas de capacitación por año. Sí es un avance que la Argentina se haya comprometido en adoptar el año que viene las IFRS, puesto que al unificar las normas se facilitan los controles.
–¿De qué se está haciendo responsable un auditor con su firma?
–El auditor, cuando firma, siempre lo hace de acuerdo con un procedimiento, está certificando algo que controló con un método establecido. Pero para hacerlo tiene que exigir, además, una carta de las gerencias que acredite que se han registrado y mostrado todas las operaciones y que no se ha omitido nada. El auditor tiene que ser absolutamente responsable por sus negligencias en los procedimientos.
Leonor Ortiz Elissetche, de Razzetto López
Cómo controlar a los que controlan
Es importante que el auditor sepa evaluar correctamente la calidad de la información con la que cuenta para obtener resultados confiables. Otro punto que se subraya en este estudio es la especialización de los profesionales según las áreas o sectores.
Por Gustavo Baiman
Leonor Ortiz Elissetche
El estudio Razzetto López define el trabajo del auditor como el de un consultor, un agente proactivo que trata de mejorar la empresa en su conjunto. Tanto en los aspectos del negocio como en los de control.
“Después de la crisis de los últimos años, que en su momento se llevó a una de las Big Five, hubo un fuerte cuestionamiento a nuestro trabajo. Por eso globalmente, para revertir esta situación, a través de organismos internacionales, se busca mejorar la calidad de las prácticas de la profesión. También se apunta a que no haya una autorregulación donde cada país aplique sus propias normas y procesos; es importante que un inversor pueda comparar o entender estados financieros de distintos lugares. Si no están bajo las mismas normas es una complicación y es poco transparente”, dice Leonor Ortiz Elissetche, socia de Razzetto López.
–¿La aplicación de normas internacionales es una garantía para evitar futuros cuestionamientos?
–Me gusta pensar en este momento más que en la aplicación de las normas de auditoría, en el control de calidad que tienen que tener los estudios para hacer su trabajo; creo que ese es el punto.
Nosotros pertenecemos a una red internacional de auditores, la JHI y somos miembro de Forum of Firms, una organización global de consultoría con 150 firmas miembro, en más de 55 países (somos los representantes en la Argentina). Este foro apunta al control de calidad, sobre temas de éticas e independencias, por ejemplo. Es fundamental que nosotros tengamos nuestros controles, es algo que da más confianza a nuestros clientes.
Participar del foro significa que aceptamos que nos controlen; la red exige, además, determinadas pautas en la práctica, que después verifican que se cumplan. Viene a nuestras oficinas una persona que es ajena a la empresa y revisa lo que se hizo; después nosotros también tenemos que ir a controlar el trabajo en otras empresas. Así es como funciona.
No obstante es claro que la preocupación global es la unificación de las normas internacionales, es una tendencia que avanza rápidamente. Estamos en un proceso de adaptación de las “normas internacionales de información financiera” y los resultados son óptimos. Esto es muy útil para el usuario, para que un inversor global que estudia un balance esté confiado que un activo vale realmente lo que dice que vale.
–¿Más controles sobre las personas que auditan significan menos fraude en las empresas auditadas?
–El tema del fraude no es un objetivo dentro de la auditoría; puede ser detectado o no. La gente piensa que los auditores investigan los ilícitos que se pudieran cometer, pero no es así.
Las normas de auditoría no apuntan a la detección de fraudes. Si se comete un hecho decididamente ilegal donde pueden participar personas con cierta jerarquía, el auditor no va a estar en posición de descubrirlo. Hacemos foco, más bien en la transparencia, en la aplicación correcta de evaluaciones sobre los activos o pasivos, o los estados financieros en general. Esa es nuestra función.
–¿Cuáles serían las recomendaciones para el profesional que audita una empresa?
–Estamos en una época muy cambiante y esto demanda que los profesionales tengan que actualizarse constantemente. Son muy necesarias las especializaciones. No es que todos hacen de todo; se forman equipos con competencias distintas de acuerdo a los rubros o sectores que se aborden.
Los sistemas administrativos son cada vez más complejos y hay que adaptarse rápidamente. El auditor tiene que saber evaluar en qué ámbito está trabajando, cuán confiable es la información que maneja, o identificar la calidad de los programas informáticos.
Eduardo Pestarino, de Crowe Horwath International
Tener autorregulación y también autocontrol
Para esta firma, la implementación de las “normas internacionales de información financiera” es una condición necesaria pero no suficiente con relación al manejo transparente de una organización. La capacitación de los profesionales es otro punto esencial para mantener los niveles de calidad en las auditorías.
Por Gustavo Baiman
Eduardo Pestarino
“¿Qué cambió para el auditor frente a su trabajo? Probablemente nada, –dice Eduardo Pestarino, Regional Executive de Crowe Horwath International–. En mi opinión no hay cambios. La auditoría sigue siendo la misma, lo que hay es una distinta visión del mundo exterior hacia los auditores.
La razón principal de muchos de los escándalos que hubo en esta profesión en estos años no fue un problema técnico sino un problema de integridad profesional y personal. En el escándalo de Parmalat, por ejemplo, no es que nadie supo cómo se hacía el trabajo sino que armaron una estrategia para engañar a otros, y el auditor fue cómplice. El tema es ético, el auditor que hacía bien las cosas las seguirá haciendo bien, tendrá que tener más cuidado en cómo documenta las actividades que cumple”.
Según Pestarino, las empresas auditoras ahora tienen más escrutinio público y más controles a escala internacional. Sin embargo, en la Argentina todavía no existe un único organismo que vigile el trabajo, sino que hay diversas instituciones como el Banco Central, la Superintendencia de Seguros o la Comisión de Valores, que actúan –de acuerdo a las áreas– como entes de contralor.
“También es importante que funcionen bien los sistemas de control de las mismas compañías. Es la otra parte fundamental de este proceso. Si no hay integridad en las gerencias, transparencia en la conducción y si no se tiene un buen sistema de control interno que funcione adecuadamente, siempre va a haber riesgo de malos manejos. En ese punto, estoy de acuerdo con la ley Sarbanes-Oxley en cuanto a la responsabilidad que le adjudican al auditor y también al directorio”, dice Pestarino.
–¿Cómo tendría que funcionar un organismo de control para todas las empresas auditoras?, ¿Tendría que participar el Estado?
–No hay ningún ente de Gobierno que tenga la responsabilidad de verificar a las auditoras y espero que nunca lo haya. Creo firmemente en que la profesión debe autorregularse y autocontrolarse, y que tiene que generar sus mecanismos para hacer las verificaciones que correspondan.
En la medida que alguien de la misma profesión, con toda la rigurosidad que corresponda y con todo un régimen de sanciones, haga ese control, van aumentar los niveles de calidad del trabajo.
–¿El avance en la universalización de las normas contables es una garantía para fortalecer la transparencia?
–Las normas no alcanzan para evitar los fraudes. Nosotros contamos con un conjunto de principios contables y la tendencia marca que vamos hacia un sistema unificado a través de las IFRS (Normas Internacionales de Información Financiera), esto es una condición necesaria pero no suficiente.
Antes cada país tenía sus propias normas; lo que hizo entonces la Federación Internacional de Contadores es establecer de alguna manera normas internacionales de contabilidad. El gran problema estaba en que no eran aceptadas por Estados Unidos. Las normas internacionales son principios y en EE.UU. tienen normas específicas. Lo que lleva dos páginas en la norma internacional, en la versión estadounidense tal vez insume 30. A ellos le cuesta mucho cambiar esa mentalidad pero están yendo hacia eso.
–¿Cuál es el valor que le otorga a la capacitación en el trabajo del auditor?
–Creo que la capacitación en este campo es tan importante como el aire para respirar. Si uno piensa, por ejemplo, en la complejidad de los instrumentos financieros, o en los distintos procesos industriales que cambian constantemente, es imposible abordarlos si uno no los comprende correctamente.
Las cosas están cambiando constantemente y tenemos que adaptarnos al mismo ritmo para estar en condiciones de ofrecer un buen servicio. La profesión fue evolucionando en todos estos años, y en este proceso fue muy importante la actuación de los consejos profesionales de todo el país.
En cuanto a capacitación, el paso que está faltando es la obligatoriedad en este tema: hoy hay disponibilidad de material y de entrenamiento, pero no es exigible.