Uno de cada cinco empresarios pone el ambiente como relevante

    ANÁLISIS | Portada

    No es cuestión de convertirse súbitamente en “verdes”. No es una posición ideológica. Pero los empresarios están entendiendo a gran velocidad que no pueden mirar la representación desde la butaca. Les guste o no, también son actores.
    Hay distintas ópticas –y riesgos– en consideración. Desde los asuntos que pueden dañar reputación y credibilidad, hasta los que provocan pérdidas económicas por bruscas oscilaciones en el valor de las acciones.
    Pero sobre todo, los que perciben las ventajas del desarrollo sustentable, de las asociadas a una cuidadosa política ambiental, del buen clima de convivencia que logran con los stakeholders (todos los involucrados en la vida de la empresa, personal, proveedores, comunidad, accionistas) se adelantan a los demás impulsando políticas ambientales de modo proactivo.
    Por último, y no menos importante en el análisis, está la cuestión de la responsabilidad de la empresa y de los directivos. Para la empresa puede significar afrontar el pago de ingentes sumas en compensaciones. Para los directivos descuidados, puede traducirse en años de cárcel.
    Es decir que “ser verdes” se ha convertido en una corriente central, dominante, en el pensamiento actual y campea en toda la literatura empresarial.
    Estimulados por esta tendencia, Mercado, junto con DatosClaros, impulsó un estudio para indagar las opiniones y perspectivas de las empresas respecto al cuidado del ambiente y las acciones que realizan orientadas a este fin.
    Para ello, se solicitó un estudio cuantitativo online para analizar –entre otros temas– cuál es la actual percepción del tópico, cuáles son las acciones concretas que toman las empresas y precisar cuál es la situación en torno a la norma ISO 14000 que se ocupa precisamente del cuidado ambiental.
    La investigación se realizó entre empresas medianas y grandes con actividad en el territorio nacional. Se obtuvieron 134 contactos con directivos de empresas vinculados al sector de gestión de calidad o bien del área de relaciones institucionales, obviamente con buen grado de conocimiento sobre las gestiones en torno a cuidado ambiental que lleva adelante la empresa.
    En cuanto a la metodología, se realizó un estudio cuantitativo online aplicando un cuestionario de 10 minutos de duración en donde se incluyeron preguntas cerradas pre-codificadas y preguntas abiertas. Se utilizó el sistema Opino, que permite enviar un link de acceso directo a la encuesta a los distintos contactos entrevistados. Todo el trabajo de campo se realizó desde el 25 de mayo al 9 de junio pasado.

    Principales conclusiones
    No es el tema que más preocupa a los empresarios locales como los que estarán en la agenda pública en los dos próximos años. El primero, central, es la crisis financiera y económica global que concentró 34% de las respuestas. El segundo, abastecimiento y crisis energética, con 23%.
    Recién en tercer lugar, con 18% de menciones, aparece el cuidado del medio ambiente. No está al tope de las inquietudes, pero ya figura en un tercer lugar, posición inimaginable hace pocos años.
    Desde la perspectiva empresarial, los actores más preocupados y que más hacen por el ambiente son las organizaciones no gubernamentales. 62% de la muestra considera que las ONG opinan que contribuyen mucho o bastante al cuidado ambiental.
    Por lo demás, el resto de los actores obtiene una puntuación muy baja. Por ejemplo, las empresas, con 22%. Menos puntuación todavía obtuvieron la sociedad civil y las reparticiones de gobierno.
    De la encuesta surge una contradicción. Una abrumadora proporción del universo encuestado cree que todos los sectores de la compañía deberían estar involucrados en las acciones que se llevan a cabo. A pesar de ello, más de la mitad de los empresarios considera que el Estado es el principal responsable de las políticas de cuidado del medio ambiente.
    Un magro 20% piensa que la certificación de calidad (ISO 14000) debe ser un paso prioritario en la actividad de las empresas. Más abajo aún, apenas 17%, sospecha que las preferencias de los consumidores se orientan a productos y servicios que cuiden o estén en sana convivencia con el ambiente.

    Qué es lo que hacen las empresas
    La gran mayoría de las empresas consultadas manifiesta que ha realizado acciones de cuidado del ambiente durante el año pasado (76%). Este porcentaje aumenta a casi la totalidad cuando se trata de organizaciones internacionales (ya sean estas filiales, casas centrales o cabeceras de país), o cuando se trata de empresas ubicadas en el Conurbano Bonaerense y con amplia infraestructura (más de 400 empleados).
    Sin duda la posibilidad de que las empresas implementen acciones de protección del ambiente está ligada a una decisión impulsada desde el ámbito de conducción de la compañía. Tal impulso parte de la convicción personal de los directivos (33%) y/o a partir de un mandato corporativo (29%). Con menores porcentajes se observa que la preferencia de los clientes (19%) o la atención de los medios masivos sobre el tema (10%) son factores que también impulsan el accionar por el cuidado del ambiente.
    Ahorro energético, disminución de generación de residuos y reutilización de los mismos o la reducción del uso del papel son las acciones empresarias por el cuidado del medio ambiente que concentran la mayor cantidad de menciones.
    La mitad de las empresas que realizaron acciones de protección del medio ambiente afirma haber comunicado las mismas, principalmente a través de la publicación de informes especiales (30%) o a través de información suministrada en los sitios web de las compañías (20%).
    Si bien son pocas las empresas que manifiestan no haber realizado acciones de cuidado del medio ambiente, su argumentación es interesante. Creen que no deben hacer nada puesto que no tienen responsabilidad directa en la generación de residuos peligrosos o en cualquier tipo de contaminación. Es decir, la responsabilidad de proteger el ambiente es para quienes lo degraden en forma evidente. Intervenir para mejorar la situación general no parece necesario.
    Casi la mitad de los entrevistados recuerda alguna acción de cuidado del ambiente implementada por otras empresas. Entre las principales se menciona la utilización de bolsas no descartables (Disco). En total se mencionan casi 30 empresas cuyas acciones son recordadas por los entrevistados.
    Otras acciones mencionadas como valiosas desde la perspectiva ambiental, son:
    • Concientización en general.
    • Implementación de la Norma ISO 14001 y OSHA 18000.
    • Cero emisión de agua al alcantarillado por reutilización de la misma.
    • Manejo técnico de residuos peligrosos y no peligrosos.
    • Uso de bolsas oxibiodegradables.
    • Uso de productos verdes para reducir el impacto ambiental.
    • Recolección de pilas usadas en los domicilios de los empleados.
    • Adhesión a campañas benéficas de reciclado de plástico.
    • Implementación de diseño de plaquetas con soldaduras sin plomo.
    • Participación en Olimpíadas del medio ambiente.
    • Elaboración de vehículos no contaminantes.
    • Reutilización de papel y bolsas de polietileno.

    La gestión ambiental certificada
    Solo 30% de los empresarios consultados admite que su empresa ha implementado la certificación ISO 14000. Las empresas no tienen mucha trayectoria con esta norma, básicamente porque su creación fue reciente. En efecto, otra vez 31% de las empresas certificadas menciona que esta se produjo entre 2000 y 2005 y 26% dice que fue con posterioridad a 2005. Por otro lado, existe un 26% que manifiesta que la certificación está en trámite. Lo que da lugar a considerar que es un proceso que recién está ingresando en la Argentina y que se debería visualizar su impacto de acá a unos años.
    Para las empresas certificadas, la mejora del comportamiento ambiental y el desarrollo de una mayor responsabilidad frente a consumidores y agencias gubernamentales son los beneficios más visualizados. Este dato resulta significativo debido a que se manifiesta la imposibilidad de ver aún el proceso como generador de nuevas oportunidades de beneficio económico o de desarrollo de un know how tecnológico. Esto podría indicar nuevamente la falta de convencimiento pero también lo prematuro de la temática en la agenda de las empresas.
    Entre las empresas que no implementaron la certificación, solo 24% manifiesta que está planificando hacerlo. Este bajo porcentaje se explica, entre otras cosas, a partir de considerar que la actividad de la compañía no perjudica el ambiente. En segundo lugar, se considera la falta de recursos económicos para implementar la norma.
    Lo cierto es que en la década de los 90, muchos países del mundo comenzaron a considerar como un factor importante la problemática ambiental. En un principio se implementaron normas ambientales propias en cada país, las que variaban mucho entre sí. Frente a esta disparidad se consideró necesario contar con un indicador universal que evaluara los esfuerzos de una organización por alcanzar una protección ambiental confiable y adecuada.
    En 1992, la Organización Internacional para la Estandarización (ISO) se comprometió a crear normas ambientales internacionales de gestión ambiental las que fueron comunicadas en 1996 bajo el rótulo de ISO 14000.
    Los estándares ISO 14000 establecen herramientas y sistemas enfocados a los procesos de producción al interior de una empresa u organización considerando los efectos que de estos se derivan al ambiente.

    Una tibia conciencia empresarial

    Por Natalia Gitelman (*)

    Hace tiempo que venimos observando un incipiente posicionamiento de la temática ambiental a la hora de pensar la Responsabilidad Social Empresaria (RSE). Esto se observa en los resultados de los análisis que realizamos año a año, tanto entre la opinión pública como en las empresas (que se publican en en la edición especial de noviembre).
    Los resultados de este estudio sobre las empresas y el cuidado del medio ambiente demuestran que existe una proyección sostenida de la temática en la percepción de los empresarios, pero que todavía no se encuentra definida en forma precisa. La crisis financiera mundial y la crisis energética ocupan lugares más importantes en sus agendas que el cuidado ambiental, que obtiene un tibio tercer lugar.
    Posiblemente, esta falta de posicionamiento en la agenda de las empresas se deba a que la conciencia ambiental depende casi exclusivamente de la conducción de la compañía (convicción personal de los directivos o mandato corporativo), más que del seguimiento de una política de Estado que promueva clara y fuertemente la “conciencia verde”.
    Tampoco se instala con fuerza la idea de que cualquier proceso productivo que disminuya el impacto ambiental puede ser traducido en beneficios económicos. Reducir la impresión en papel es una acción que bien puede verse como un aporte muy pequeño al cuidado del medio ambiente o como un gran ahorro de costos de una compañía.
    Un dato llamativo es que, si bien la gran mayoría de las empresas manifiesta haber realizado acciones de cuidado del medio ambiente durante 2008 (aumentando a casi la totalidad entre las organizaciones internacionales), sólo 30% dice haber implementado la serie de normas ISO 14000.
    Es un proceso que madurará lentamente y que en los próximos años va a adquirir mayor preponderancia (26% de las empresas con certificación la obtuvieron con posterioridad a 2005).
    Para que el proceso cobre relevancia, los empresarios deberían visualizar oportunidades concretas de beneficio económico en un accionar cuidadoso del ambiente, lo que sin duda no resulta una tarea fácil.
    Queda pendiente desarrollar una visión integral sobre la temática, claramente asociada a una política de Estado y a una conciencia empresarial que sitúe sus estrategias de política ambiental considerando los efectos positivos que de estos se pueden derivar en el giro del negocio.

    (*) La licenciada Natalia Gitelman es directora de DatosClaros.