ESTRATEGIA | Alta gerencia
Por Sergio Galvis y Frank Aquila (*)
Así se creó la cervecera internacional más grande del mundo. Dentro del grupo Anheuser-Busch InBev está también Cervecería y Maltería Quilmes.
Durante décadas, el concepto “cross-border mergers and acquisitions (M&A)” aplicado en Latinoamérica se asociaba, tan solo, a la adquisición de negocios en la región por parte de compañías estadounidenses o europeas. Esta situación ha cambiado: cuando las compañías latinoamericanas adquieren íconos empresariales estadounidenses con ofertas no solicitadas, es inevitable percibir que ya se han posicionado como participantes de pleno derecho en el ámbito económico global.
Las fusiones y adquisiciones cross-border presentan cuestiones relevantes para la compañía a adquirir y para el adquirente, y siempre serán más complejas que las de una transacción nacional. Antes de abordar una transacción cross-border, es necesario comprender los desafíos constantes que generará.
Las compañías latinoamericanas suelen sorprenderse ante la amplitud de las obligaciones de información pública establecidas en las jurisdicciones de países fuera de la región. Aunque no es exclusivo de las transacciones cross-border, la publicación prematura de información o las filtraciones sobre una posible transacción generan intensas especulaciones en los medios; y también causan obligaciones informativas, por la aplicación de la normativa de mercados de valores y las regulaciones bursátiles. Así ocurrió cuando la oferta de InBev por Anheuser-Busch se filtró unas semanas antes de que la oferta existiera realmente.
Con frecuencia, las compañías latinoamericanas no son conscientes del riesgo de litigios asociado a la adquisición de una compañía cotizada fuera de Latinoamérica. Así sucede, sobre todo, en Estados Unidos, donde las transacciones se someten a un estándar elevado de escrutinio, por la aplicación de la legislación estatal. Además, la tendencia de la jurisdicción estadounidense a los litigios derivados de fusiones y adquisiciones se propaga a otras jurisdicciones. En España, por ejemplo, la oferta de adquisición hostil por la compañía eléctrica Endesa generó numerosos litigios tanto en España como en Estados Unidos, pues todas las partes emplearon maniobras jurídicas para posicionarse con ventaja.
El pago de una adquisición con efectivo o con acciones suele ser uno de los principales factores a tener en cuenta en las fusiones y adquisiciones cross-border. Las compañías latinoamericanas pueden contemplar el uso de sus acciones como contraprestación en una transacción significativa. No obstante, es probable que el uso de acciones fuera del país de domicilio del adquirente exija un asesoramiento amplio sobre las consecuencias financieras, legales y prácticas de la decisión. De hecho, hay buenas razones para que la mayoría de las adquisiciones importantes en Estados Unidos por parte de compañías latinoamericanas se hayan llevado a cabo en efectivo, en particular las adquisiciones de Anheuser-Busch por InBev y la de Maverick Tube por Tenaris.
Requisitos complejos
Los adquirentes latinoamericanos con intenciones de financiar la transacción mediante la emisión de acciones a favor de los socios de la compañía objeto de la adquisición o mediante el acceso a mercados de capitales fuera de su región deben considerar los requisitos informativos y de registro derivados de la legislación local de bolsa y mercados de capitales, así como las normas de responsabilidad asociadas.
Los requisitos y las normas son muchos y complejos, y este ensayo no alcanza para abordarlos con el nivel de detalle ideal; pero baste con destacar la importancia de determinar la modalidad de la contraprestación en la etapa inicial del proceso, pues repercutirá de manera considerable en los plazos de la transacción.
El uso de acciones como contraprestación por parte de un adquirente latinoamericano también puede conllevar un efecto particular, derivado de las cuestiones de “flow-back”. Muchos inversores institucionales en Estados Unidos y Europa, como los fondos de pensiones y los fondos mutuos, deben mantener un porcentaje determinado de acciones nacionales o referirse a un índice de acciones nacionales, por ejemplo: el S&P 500 o el FTSE 100.
Por ello, puede que dichos inversores no estén dispuestos a aceptar o no puedan aceptar acciones de compañías de otros países o regiones como contraprestación; o puede que, en caso de aceptarlas, tengan que desinvertir sus posiciones poco después del cierre de la transacción, lo que podría resultar en una disminución del valor de mercado de las acciones.
En definitiva, las compañías multinacionales latinoamericanas han alcanzado la mayoría de edad, como atestiguan varios casos recientes. La adquisición de Anheuser-Busch por parte de InBev y la oferta de Vale para la adquisición no solicitada de la canadiense Inco –superó la oferta de sus rivales estadounidenses Falconbridge y Phelps Dodge–, confirman la inteligencia negociadora y la capacidad financiera de las compañías latinoamericanas. Es más, en el entorno actual, algunos países y compañías de la región experimentan un retroceso económico relativamente menor al registrado en Norteamérica y Europa.
Con balances financieros y posiciones de liquidez sólidos, puede que las compañías latinoamericanas encuentren más oportunidades para llevar a cabo adquisiciones en mercados en crisis como los de Estados Unidos y Europa.
(*) Sergio Galvis y Frank Aquila son socios del estudio de abogados Sullivan & Cromwell.
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