ANÁLISIS | Perspectiva
Universia/Knowledge@Wharton le pregunta al profesor Roett en qué fase de internacionalización están las empresas chinas, si se han instalado en la UE y cómo encaran Latinoamérica. Tras aclarar que casi ni hay ni habrá sector privado en el gigante asiático, señala que la mayoría de compañías y bancos estatales va compitiendo con firmeza en materia de inversiones y participaciones en el exterior. “Hasta ahora, empero, Beijing se centra más en África –pese a algunos obstáculos presentes– que en las otras dos áreas citadas”.
Repercusiones
Ahora bien ¿China produce ya efectos socioeconómicos en Latinoamérica? A criterio del autor, “la gira del presidente Hun Jintao por Sudamérica, en 2004, generó acercamientos positivos que se prolongaron tres, cuatro años o más. Varios países tuvieron o tienen superávit comerciales. Hoy, la crisis sistémica en economías centrales y sus repercusiones en las emergentes tienen efectos adversos en el intercambio”.
En esencia, el menor crecimiento del producto bruto chino en 2009 (7 a 8% contra 11,5% en 2008) hará que el país importe menos productos primarios y semiprimarios. Para Latinoamérica, el consiguiente reajuste “será dificultoso debido a las escasas posibilidades de colocarlos en EE.UU. o la Unión Europea. Ambas áreas tienden a ser más proteccionistas”.
Según U/K@W, la gente del mundo desarrollado se refiere a China, India y Latinoamérica como “mercados emergentes” pero ¿son comparables? ¿Qué muestran en común? ¿Qué los distancia?
De acuerdo con Roett (y los propios latinoamericanos), las diferencias son enormes. “Ambas se han tornado en potencias económicas mundiales. China es el segundo PBI –tercero si se incluye la Eurozona como una unidad–, acumula el mayor superávit en cuenta corriente y reservas libres por US$ 1,95 billones a fines de marzo. Desde 1978 hasta el año pasado, el país se expandía a razón de 10% anual promedio”.
Por el contrario, Latinoamérica “ha crecido en forma más lenta y desigual, por lo que es mucho menos competitiva. Aparte, depende demasiado de exportaciones primarias o de escaso valor agregado, cuyos precios los fija un mercado internacional donde los Gobiernos locales no tienen influencia. Por ende, sus fluctuaciones les dificultan planear políticas de ingresos externos y cambios”.
Ideas comunes
Sin embargo, China y la región “comparten algunas ideas. Ambas creen en los nexos sur-sur, aunque Beijing esté en el hemisferio norte”. Más específicamente, China y Brasil “tienen posturas comunes en asuntos como negociaciones comerciales, subsidios agrícolas de los países desarrollados y escepticismo sobre la utilidad de la Organización Mundial de Comercio”.
También hay posturas similares en el Grupo de los 20, como quedó claro en la reciente y poco productiva cumbre de Londres. Brasil, India, China, la Argentina, México y otros países sostienen que las economías emergentes o en desarrollo “deben participar más –apunta Roett– en el manejo de la economía mundial, máxime hoy, cuando la globalización se reduce a flujos comerciales y financieros”.
Ahora bien, U/K@W inquiere si Beijing puede complicarles la vida a empresas norteamericanas y europeas –especialmente españolas– establecidas en Latinoamérica. A juicio del analista, “aún no existen riesgos para industrias ni bancos en la zona, pues su presencia “se concentra en actividades extractivas o servicios. Quizá los haya en algún futuro”.
Puntos obscuros
Donde Roett sí es pesimista es en el caso de la Unión Europea y sus posibilidades de desempeñar un papel decisivo a mediano o largo plazo. A diferencia de otros autores y analistas, el experto supone que la UE “padece problemas estructurales pendientes. Por ejemplo, la dudosa suerte del tratado constitucional. Si zozobra, la entidad seguirá siendo una colección desigual de estados, varios de ellos en fases atrasadas de desarrollo”.
Otro punto obscuro en el planteo geopolítico del autor es la propia crisis sistémica en curso. Haciendo suyo un estudio poco claro de la banca Morgan Stanley (30 de marzo), afirma: “Dada la posibilidad de prolongadas turbulencias y ajustes en economía centrales, Latinoamérica tardará en recobrarse”. Resulta por lo menos curioso que otras fuentes, empezando por el Fondo Monetario y el G-20, sostengan que el grupo emergente siga menos expuesto a la crisis.
Sea como fuere, “China se moverá con cautela en la región, pues su Gobierno estima la estabilidad política y económica”. Acá aparecen los motivos reales del analista: “decisiones como estatizar el sistema jubilatorio privado en la Argentina preocupan en Beijing. También lo hacen las vísperas electorales en ese país, México, Brasil y Colombia”. Roett, pues, comparte la desconfianza de Morgan Stanley respeto de las democracias latinoamericanas.
Desde una perspectiva distinta, U/K@W pregunta al experto qué ganarían o perderían China y el subcontinente si prosiguiesen consolidando el intercambio común. Por empleo, ¿pueden estos países convertirse en meros exportadores de materias primas?
“Existen inquietudes locales en ese tema, máxime porque ya pasa lo mismo en África. Tal vez sin los exceso africanos, Latinoamérica ha optado muchas veces por preferir la venta de alimentos y productos con escaso valor agregado, rehuyendo profundizar la industrialización”. El papel histórico de la banca –aferrada al sector primario– y el caso de la soja en la Argentina son típicos. “Excepciones relativas como Chile (exporta más valor agregado pero aún depende del cobre) o Brasil, que vende valor agregado pero también mineral de hierro y oleaginosas, son ilustrativas de las contracciones regionales”.
Vuelve en este punto el fundamentalismo pesimista de Morgan Stanley. “Mientras dure la crisis sistémica –señala su informe–, será difícil que esos países modifiquen los modelos de desarrollo existentes. Por ende, el crecimiento seguirá siendo débil, habrá contracciones y se tocarán nuevos pisos”. Pero el FMI no los pronostica en casos como Argentina, que viene de un largo lapso de expansión en términos de producto bruto interno.
Pero no puede descartarse que China misma contribuya a aventar esos pronósticos tremendistas Una fuente tan ortodoxa o más que MG, el londinense “The Economist” cree que hay ya señales de recuperación en el gigante, debido al paquete de estímulos lanzado en octubre (US$ 590.000 millones).
Puntos brillantes
El semanario admite que el PBI chino aumentará 8% en todo 2009, dejando atrás el 6,1% anual registrado en el primer trimestre. No se repetirán 11,5% de 2007 ni 12,5% de 2008, pero esa economía tampoco cederá al casi cero de octubre-diciembre pasado. Así, la industria ya pasó de 3,8% en enero-febrero a un impresionante 8,3% en marzo. Mientras tanto, las ventas minoristas quedaron este mismo mes 16% sobre abril de 2008 y, pese al retroceso de exportaciones (17% en igual lapso), la inversión bruta fija trepó 30%, también en los últimos 12 meses.
En otras palabras, China –junto a India, Brasil y otros– soslaya los peores efectos de la crisis iniciada en Occidente. Pese a que varios analistas financieros de Hong Kong y Singapur insistan en que el PBI chino avanzará apenas 5% este año. Cabe señalar, al respecto, que los equivalentes de Estados Unidos y la Unión Europea son negativos, algo que sucede en pocas economías periféricas fuera del África subsahariana. En Sudamérica, solo Bolivia, Paraguay, Guyana y Surinam corren ese peligro.
Hay otro paralelo entre China y algunos países sudamericanos: si un descenso de la demanda interna afectó la economía general, su rebote la estimula, pese a problemas en el sector externo. India, menos dependiente de exportaciones, también depende de esa demanda.