Auge durante más de una década y ahora un escenario muy distinto

    ESTRATEGIA | Informe

     

    Por Graciela Cañete


    Atanor

    “La demanda de fertilizantes y agroquímicos creció en el país y en el mundo, llegando a niveles que no se habían registrado. Las empresas trabajaban al máximo de la capacidad instalada, los agricultores querían asegurarse los productos que necesitaban y se mejoraba la logística para cumplir con las entregas”, explica Guillermo Cal, director ejecutivo de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe).
    Solo en fertilizantes el consumo en el país pasó de 300.000 toneladas en 1990 a 3.715.000 toneladas en 2007. “Los productores lograron mayores rendimientos, aun en las zonas marginales hacia las que fue avanzando la agricultura. A la vez, las empresas realizaron inversiones, se construyeron nuevas plantas y se amplió la capacidad de producción”, señala Carlos Capparelli, director ejecutivo de la Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (Ciafa).
    Pero en 2008 el conflicto entre el Gobierno y el campo, luego la sequía y la caída de los precios internacionales de los commodities modificaron el escenario. La disminución de la producción de granos y del uso de tecnología fueron algunas de las consecuencias, por caso, en trigo, el cultivo al que se aplican más fertilizantes, la cosecha cayó de 16 millones de toneladas de la campaña anterior a poco más de la mitad debido a las pérdidas por la sequía y a la menor superficie sembrada. En 2008, el consumo de fertilizantes bajó a 2.550.000 toneladas, y para este año continúa la incertidumbre. “Es necesario aplicar fertilizantes para producir más, por otra parte hay que reponer los nutrientes que se extraen del suelo, y hoy se están extrayendo más nutrientes de los que se reponen”, sostiene Capparelli.
    Eddy Fay, presidente de Mosaic, indica que “la producción agrícola en la Argentina ha crecido en estos años, sin embargo aún estamos lejos del rendimiento que podríamos alcanzar, y para lograrlo la tecnología es el mejor camino. Hay una relación directa entre el empleo de fertilizantes y el incremento de la producción de granos”. Mosaic, creada a partir de la fusión entre IMC Global y Cargill Nutrición de Cultivos, produce fertilizantes fosfatados y potásicos. Con plantas en Estados Unidos y Canadá, en 2005 construyó en Puerto San Martín, Santa Fe, una planta con capacidad de producción de 240.000 toneladas de fertilizantes por año, que ampliará a 300.000. Para la construcción de la planta destinó una inversión de US$ 20 millones, y allí elabora, a partir de roca fosfórica importada desde Marruecos, productos que aportan fósforo, azufre y calcio a cultivos como soja, maíz, trigo, algodón, girasol, canola, alfalfa.
    La empresa también ofrece una variedad de mezclas y productos compuestos por nitrógeno, fósforo, azufre, potasio, entre otros, y comercializa urea granulada. “En el país el consumo de fertilizantes fosfatados aumentó en los últimos años: pasó de 1,2 millones de toneladas en 2004 a 1,6 millones en 2007, y más allá de la actual contracción de la demanda proyectamos un nuevo ciclo de expansión del consumo”, señala Fay. Mosaic, además, exporta a Paraguay y Chile.


    Syngenta

    Fitosanitarios
    El consumo de herbicidas, insecticidas y fungicidas aumentó de US$ 286 millones en 1991 a cerca de US$ 1.700 millones en 2008. Las ventas de estos productos también disminuyeron en estos meses y en el primer trimestre de 2009 cayeron a la mitad de las del mismo período del año anterior. El glifosato es el herbicida más vendido y representa cerca de 50% del segmento de fitosanitarios; el resto se compone de otros herbicidas, fungicidas e insecticidas. “Hay malezas, plagas, insectos, hongos que hoy se pueden combatir con los agroquímicos; sin ellos y sin fertilizantes, la producción de granos sería menor”, indica Cal.
    Para Miguel González, presidente de Atanor, “en los años de buenos precios agrícolas el hombre de campo incorporó tecnología, pero el uso disminuyó con la baja de los precios internacionales de los commodities y la menor rentabilidad. Aplica menos fertilizantes, pero lo que no puede dejar de hacer es usar herbicidas y otros fitosanitarios, la diferencia es que ya no los compra con anticipación y los utiliza solo cuando los necesita”.
    La empresa química, petroquímica y de agroquímicos tiene plantas en Buenos Aires y Córdoba en las que fabrica herbicidas; ingenios azucareros en Tucumán y una salina en La Pampa. Atanor también construye una planta para elaborar glifosato en Brasil y otra planta en China, en asociación con un empresario local. “En Atanor se logró una integración productiva, utilizamos materias primas renovables que provienen de nuestros ingenios y la salina”, señala González. La inversión promedio anual fue de US$ 30 millones en los últimos 10 años y en 2008 la facturación alcanzó los US$ 850 millones.
    “Tenemos que adaptarnos a lo que les pasa a los agricultores, y en ese sentido la rentabilidad disminuye para todos. Para Atanor esto no es nuevo, con 70 años en el mercado ya se han atravesado ciclos similares. Deberemos cuidar los costos, ser más eficientes y aumentar la participación en los mercados del exterior”, afirma González. La empresa exporta cerca de 40% de su producción, y sus principales destinos son Estados Unidos y Brasil.


    Dow

    Inversión importante
    Por su parte, Horacio Busanello, presidente de Syngenta, explica: “El mercado de fitosanitarios y fertilizantes creció de la mano de la demanda mundial de alimentos, generada por el aumento de la población y el cambio en la calidad alimentaria; a la vez aumentó el consumo de biocombustibles. Se incorporaron tierras a la producción, pero no hay muchas más superficies disponibles para la agricultura, las grandes áreas están en Estados Unidos, Brasil, la Argentina y Europa del Este, por eso los mayores rendimientos se obtuvieron con agroquímicos y fertilizantes.
    La inversión para aumentar los rindes fue importante, por ejemplo en Estados Unidos el mercado de fitosanitarios el año pasado alcanzó los US$ 6.800 millones”. Con sede en Suiza, la empresa creada a partir de las divisiones de agroquímicos y semillas de Novartis, y agroquímicos de Zeneca, tiene centros de investigación y desarrollo en Suiza, Inglaterra, Estados Unidos, India y China. La facturación mundial en 2008 fue de US$ 11.600 millones, de los cuales cerca de US$ 9.000 millones correspondieron a fitosanitarios y el resto a semillas.
    Con plantas en Buenos Aires y Santa Fe, las ventas de Syngenta en la Argentina se incrementaron de US$ 80 millones en 2002 a US$ 400 millones el año pasado, de los cuales US$ 330 millones fueron de fitosanitarios. En el país las principales ventas de fitosanitarios son de insecticidas y fungicidas, seguidos por herbicidas. “Crecimos con el lanzamiento de productos, cambiando la red de distribución, invirtiendo en capacitación y servicio técnico. Para este año presentaremos nuevos fitosanitarios y variedades de semillas”, señala Busanello.
    La empresa tiene centros de investigación y producción de semillas en Santa Fe y Buenos Aires. Con respecto a la caída del mercado, Busanello indica: “La sequía fue la peor en décadas, por lo cual hubo productos que no se aplicaron, entre ellos los funguicidas. Pero hay que mirar más allá de este momento, aunque habrá que prestar atención a los costos”.

    Cuarta parte del negocio
    La división de productos para el agro representa 25% del negocio de la compañía química y petroquímica Dow en la Argentina, y se incluyen fitosanitarios, semillas y aceite de girasol alto oleico. En la planta de San Lorenzo, Santa Fe, se fabrican herbicidas –el mayor volumen corresponde a glifosato–, insecticidas y otros productos, mientras en Colón, Buenos Aires, y Venado Tuerto, Santa Fe, se encuentra la producción de semillas de girasol, sorgo y maíz, y se realizan ensayos de productos.
    La mayoría de las semillas se comercializa en la Argentina y una parte en los países del Mercosur. “En San Lorenzo, Colón y Venado Tuerto se hicieron inversiones por unos US$ 35 millones para duplicar la capacidad de producción”, explica Jorge Parizzia, director comercial de la empresa.
    Las ventas mundiales de Dow AgroSciences, con sede en Indianápolis, Estados Unidos, superaron los US$ 4.000 millones el año pasado, de los cuales 12% proviene del Cono Sur. “En esta región las ventas de fitosanitarios y semillas aumentaron 20% respecto del año anterior. En la Argentina, entre los últimos lanzamientos se encuentran un herbicida para trigo y productos para pasturas. El agricultor argentino es muy eficiente, competitivo, permeable a los cambios y a la incorporación de tecnología. Claro que hay años buenos y otros no tanto, en 2008 la sequía, el conflicto con el campo y la caída de los precios de los commodities llevaron a un menor uso de tecnología, pero si cae el empleo de tecnología también cae la producción”, señala Parizzia.

    Productos innovadores
    BASF, compañía química, de productos para el agro, petróleo y gas, tiene centros de investigación en herbicidas y fungicidas en Alemania, y en insecticidas en Estados Unidos. En la Argentina tiene plantas en Buenos Aires y Santa Fe, donde también cuenta con un centro de ensayos de nuevas tecnologías.
    “En BASF nos enfocamos en productos innovadores, cada seis años renovamos nuestra oferta”, señala Diego López Casanello, presidente BASF Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia. Este año, explica, presentarán un herbicida que complementa al glifosato: “Se observa que hay malezas que se han vuelto resistentes al glifosato, y con estos productos se controlarán. También hace dos años lanzamos una tecnología para maíz, soja y girasol que entre sus efectos contribuye a aumentar los rindes. Por ejemplo, en maíz se obtienen en promedio 600 kilos más por hectárea”.
    Las ventas mundiales de BASF alcanzaron los 62.000 millones el año pasado, de los cuales 3.400 millones provenían de la división agro. En América del sur, las ventas de productos para el agro fueron de € 770 millones, un incremento de 20% respecto del año anterior.
    “La región aumentará su producción agrícola, y en ese sentido el país tiene un papel clave”, señala López Casanello. BASF y Monsanto trabajan en conjunto en investigaciones en biotecnología para desarrollar semillas resistentes a la sequía y el primer lanzamiento será en maíz. López Casanello indica que “en el desarrollo de variedades de semillas resistentes a la sequía y que permitan mayor rendimiento por hectárea se encuentran algunas de las innovaciones que ofreceremos. Con una población mundial en aumento es necesario duplicar la productividad del sector agropecuario en los próximos años”.