VIDA PRIVADA | Restaurantes
Por Sabrina Cuculiansky
Chila
Alicia M. de Justo 1160, Puerto Madero;
4343- 6067.
Abre de lunes a domingo, mediodía y noche.
Valet parking.
Menú ejecutivo de $90, al mediodía.
Una barra con bebidas premium invita para el cóctel previo a la cena o para esperar cómodamente la mesa del almuerzo con una copa de champagne. El salón propone un ambiente donde predomina la madera y la elegancia junto a los grandes ventanales minimalistas que dan paso a la imperdible vista de los docks y el canal de Puerto Madero.
El espacio comedor se divide en tres reductos, dos de ellos ideales para cerrar en plan de reuniones empresariales ya que pueden albergar entre 15 y 20 personas cada uno. El cómodo mobiliario y las excelentes características acústicas lo convierten en una opción para este tipo de comidas. Hay un living de mesas bajas, biblioteca y espacio para fumadores para el momento del café. La iluminación juega un rol importante ya que acompaña sin perturbar y genera un clima distendido. La música jazz y chill out completan esta atmósfera.
El emprendimiento es de Andrés Porcel y al mando de los fuegos está la novel –pero no menos experimentada– Soledad Nardelli, quien se formó con una fuerte impronta en pastelería con Paul Bocuse en Francia. Desde su ingreso en Chila su investigación y formación continuaron con recorridos gastronómicos por los mejores reductos de Lyon y Nueva York que le imprimieron a su carta una vuelta creativa.
Entre los imperdibles de Chila está la merluza negra con mejillones y la variedad de risottos, como el sabroso negro de langostinos, mejillones, vieiras ($79) o el esponjoso de queso azul con crocantes mollejitas, y láminas de peras que acompañan y mejoran cada bocado ($66).
Siempre hay dos opciones de pastas –ricos ravioles de conejo en reducción de Syrah ($60)– y carnes exóticas para los paladares atrevidos como la silla de cordero con ajos a la miel ($97) o un sofisticado magret de canard con salsa de uvas. Las entradas proponen el sabor francés con la degustación de quesos para quienes no quieren demorar el abundante principal ($36 con tres quesos). Este servicio incluye opciones con texturas duras y blandas que van de sabores más suaves a fuertes. Llegan maridados con compotas de peras, uvas y frutas secas y pan con dátiles.
Entre los platos de esta temporada estival se pueden pedir los tagliatelle de trufas negras, habas y tomates confit; y la crema fría de palta y langostinos.
Todos los sabores son de inspiración francesa con ingredientes de calidad y una fuerte presencia de la estética en el diseño de los platos. La vajilla está pensada para cada preparación y se renueva con el cambio de platos de temporada.
La panera es una de las excusas para conocer este restaurante: los panes en diversos sabores son esponjosos y suaves servidos por esmerados camareros. La cava a la vista con más de 1.000 botellas siempre con la opción de vinos por copa.
Para los que quieran dejarse llevar, hay un menú degustación con dos entradas, tres principales y un postre a elección de la golosa carta ($230 ó $340 si se prefiere combinarlo con vinos).
En el dulce final, los postres hacen gala de la preparación profesional de la cocinera con la tuile con mousse de chocolate blanco y frutos rojos con helado de mascarpone ($35), el soufflé de dulce de leche con salsa de Amarula o la suave creme brulle de té ($36). La carta es bilingüe y existe un interesante menú de cafés y de tés.
Tras una inversión inicial que superó el $1.000.000, Chila propone una alternativa no sólo a la hora de elegir un lugar para comer sino también para disfrutar de un momento especial.