Por Daniel Alciro
Ilustración: Agustín Gomila
El ministro de Planificación de Brasil, Roberto Mangabeira Unger, cree que no hay (todavía) crisis en Estados Unidos; pero, a diferencia de la mayoría de los observadores latinoamericanos, él desea que esa crisis se produzca, porque “sería una oportunidad para Brasil y la Argentina”.
Funda su optimismo en la historia: dice que ambos países crecieron, a fines del siglo 19 y del 20, luego de grandes conmociones en Estados Unidos y el mundo desarrollado.
Mangabeira (61) es un jurista y político carioca, que durante años ejerció como profesor de Derecho en Harvard (Estados Unidos), en 2006 fue candidato presidencial del diminuto Partido Humanista de la Solidaridad, se convirtió luego en acerbo crítico del presidente Luis Inazio Lula da Silva y, a mediados de 2007, fue convocado por éste para que se encargara de de organizar el futuro del país.
¿Un proyecto aislacionista?
Ambicioso, imaginativo y polémico, Mangabeira acaba de lanzar el Plan Amazonia Sustentable, cuyos dos propósitos son, en apariencia, incompatibles: desarrollar la región selvática del Amazonas, generando riqueza para sus 25 millones de habitantes… y preservar el medioambiente.
Mangabeira se ubica entre dos posiciones extremas:
• Una pretende desarrollar la Amazonia a como dé lugar, destruyendo bosques lluviosos y abriendo nuevos espacios para la agricultura extensiva; esto afectaría la capacidad de “limpiar” el ambiente, ya que el desmonte implica menos fotosíntesis y, por lo tanto, menos captura de anhídrido carbónico.
• La otra posición consiste, según ironiza el propio Mangabeira, en “mantener la región amazónica como un santuario para el deleite de la Humanidad”.
Él se propone llevar adelante un desarrollismo sostenible. La Amazonia será “un gran laboratorio nacional, la vanguardia donde repensar Brasil” y crear un sistema de transporte multimodal, así como una agricultura y una ganadería modernas, que sirvan de solución no sólo local, sino para todo el país”.
En su discurso, no habla de la integración regional.
¿Estado gendarme?
Los proyectos de Mangabeira, por otra parte, no se limitan a lo económico. Con la cooperación del Ministerio de Defensa y los jefes de las fuerzas armadas ha elaborado un Plan Estratégico Defensivo. “Necesitamos reorganizar las fuerzas armadas en torno de una vanguardia científica, con una industria orientada a desarrollar su propia tecnología”, sostiene el planificador.
La doctrina militar que impulsa este súper-ministro se basa en unidades de desplazamiento rápido, que se establecerían en la Amazonia y las regiones fronterizas. Esto último podría convertir a Brasil en un gendarme regional: salvo con Chile y Ecuador, el país tiene fronteras con toda Sudamérica: la Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Guyana, Suriname y Guayana Francesa.
Según Mangabeira, esta nueva política de defensa no implicaría una actitud belicista. Brasil, impulsor del flamante Consejo Sudamericano de Defensa, auspicia el establecimiento de “mecanismos de consulta, a fin de prevenir conflictos como los de Colombia y Ecuador, o resolverlos rápidamente si se producen”. La “apuesta final”, dice Mangabeira, es una Sudamérica que “comparta un escudo de defensa” e integre su industria militar.
Pese a las aclaraciones, estas iniciativas hacen temer la reaparición de un Brasil aislacionista, dispuesto a multiplicar su mercado interno y construir un fuerte aparato militar: esfuerzos dirigidos a cumplir el viejo sueño de ser una potencia.
En tal caso, el Mercosur estaría frente a una seria amenaza, que podría llevar a su disolución; y la Argentina ante el peligro de quedar atada a la suerte de su eterno rival.
Todo lo contrario
Mangabeira sostiene que, lejos de ser aislacionista, su plan tiene por objeto una alianza como nunca existió entre la Argentina y Brasil.
Le da (eso sí) más importancia a la relación bilateral (A + B) que al Mercosur.
A su juicio, “Brasil y la Argentina deben establecer una comunión” y empezar, ya mismo, a formar “emprendimientos binacionales”, no sólo industriales y agrícolas; también científicos, tecnológicos y militares.
Para el ministro brasileño, la aislacionista es la Argentina. Él encuentra que, en Buenos Aires, no hay demasiado entusiasmo por la alianza A + B. Quizás en eso influya el temor a que Brasil, con su abrumadora supremacía demográfica y su dimensión económica, se termine devorando a la Argentina. Muchos políticos y economistas argentinos, que defienden el Mercosur, no lo hacen porque amplíe el mercado interno y aumente la competitividad del conjunto. Lo hacen porque creen que, con la presencia de Uruguay y Paraguay, más las restricciones que impone la normativa comunitaria, Brasil tiene menos posibilidades de sacarle ventajas a la Argentina.
Para Mangabeira, estos razonamientos llevan a la “suma cero”. Él cree que Brasil y la Argentina tienen una interdependencia económica que debe ser usada, inteligentemente, para el desarrollo de ambos países.
En lo inmediato, el ministro brasileño cree que los dos países deben evitar el mismo riesgo: el de economías de ingreso medio que no pueden quedar atadas a la mano de obra barata (porque eso pondría un techo bajo al crecimiento en el largo plazo), pero tampoco pueden competir en el campo de la alta productividad, porque carecen de la ciencia y la tecnología necesarias. “Nuestro interés común”, dice el ministro, “es ir para lo alto; para la productividad y la valorización del trabajo. No para lo bajo; para los permanentes ajustes salariales”.
Mangabeira tiene razón en pensar que tanto Brasil como la Argentina ganarían si entraran en una alianza estratégica, la cual no tendría por qué dejar fuera a los otros socios del Mercosur, pero cuya finalidad sería el desarrollo acelerado y la irrupción en el mercado mundial con productos de alto valor agregado.
Recientemente, el ministro brasileño prometió “golpear las puertas de los argentinos hasta encontrar quién me atienda”.
Fundos, minas y maquiladoras
A Mangabeira lo preocupa que, luego de superar la furia neoliberal de los 90, Brasil y la Argentina no entiendan que hoy viven una “aparente prosperidad”, provocada por el boom de los commodities.
Si ambos países ven en esta bonanza transitoria la prueba de que avanzan hacia el desarrollo, están equivocados. Eso es, al menos, lo que dice este teórico que ahora debe someter sus ideas a la práctica.
“Si seguimos por este camino, tendremos grandes fundos, grandes minas y grandes maquiladoras; pero no desarrollo”, afirma.
Quiere que algún argentino lo atienda para proponer “una comunión” de ambos países en campos críticos:
1- Una política industrial que, sobre la base de créditos y transferencia de tecnología, contribuiría a la modernización y productividad de las Pyme.
2- Una política agrícola que incluiría, entre otras cosas, seguros para resguardar a los agricultores de los riesgos climáticos y económicos.
3- Una política de defensa, que pondría énfasis en el desarrollo de tecnología e industria bélicas
Cooperación, no guerra
Mangabeira no entiende que su propuesta de cooperación militar entre Brasil y la Argentina despierte temores cuando, tradicionalmente, las fuerzas armadas, en uno y otro país, tuvieron una única hipótesis de conflicto: la guerra argentino-brasileña. La nueva doctrina implicaría la cooperación argentino-brasileña en un sistema preventivo que ayudaría a preservar la paz en toda Sudamérica.
Alguien, en Buenos Aires, debería atenderle el teléfono a Mangabeira. No es sólo un intelectual brillante: habla en nombre de Lula y, más aún, representa un ambicioso proyecto de Brasil, al cual la Argentina es invitada a entrar como socia privilegiada.
No es una propuesta que corresponda desechar sin escuchar sus detalles y discutirla a fondo.
Una propuesta poco conocida
La alternativa latinoamericana
The Roberto Unger Websource es un sitio de Internet lanzado en 2001, cuyo propósito es difundir “los trabajo de Roberto Mangabeira Unger, el teórico social, activista político y profesor de derecho”.
El sitio ha dado mucha importancia a “Alternativa latinoamericana”, una propuesta elaborada por un grupo de políticos intelectuales América latina, bajo la coordinación de Mangabeira y el mexicano Jorge Castañeda:
A Latin American Alternative
[Document drafted by the Latin American policy group led by Roberto Mangabeira Unger and Jorge G. Castañeda in 1996 and 1997. Participants included Mexican president Vicente Fox, Chilean president Ricardo Lagos, and Argentine prime minister Rodolfo Terragno.]
Buenos Aires, November 1997
Over the past eighteen months a group of Latin American politicians, drawn from the centre and left of the ideological spectrum of our lands, has been meeting in search of the lost paradigm.
Es curioso que, en la Argentina, recién ahora se “descubra” a Mangabeira. Él había dado gran importancia al país en el desarrollo de aquel proyecto de 1996-1997, a punto que el lugar elegido para la presentación del trabajo final fue Buenos Aires.
Aquí tuvo poca repercusión porque, 11 años atrás, regía en la Argentina el “pensamiento único” que Mangabeira criticaba; y los pocos disidentes estaban deslumbrados por la “tercera vía” que él menospreciaba.
Ahora, algunos párrafos de aquel trabajo (aun cuando Mangabeira no haya sido su único redactor) permiten acercarse al pensamiento del ministro brasileño:
Crecimiento comparado Para analizar el crecimiento de una economía, es necesario considerar períodos largos. En el corto plazo, el PBI puede subir o caer por razones coyunturales que no marcan una tendencia. • De los 32 años tenidos en cuenta, la Argentina tuvo 12 de “crecimiento negativo”. Brasil, sólo 4. Esta tabla permite ver cómo evolucionó el PBI comparado a lo largo de ese período: |
Democratización del mercado. “Ha quedado de manifiesto hoy lo erróneo de la idea según la cual el capital es el factor determinante y casi exclusivo de los procesos económicos. Las políticas de privatización a ultranza, de rebaja sistemática de impuestos y de desregulación de los mercados laborales, tan propias de los enfoques neoliberales, han conducido en la mayoría de los casos a agravar los conflictos y tensiones sociales, profundizando el empobrecimiento de vastos sectores de la población. Nuestro rechazo no se limita sin embargo a humanizar el neoliberalismo, sino a proponer un enfoque alternativo: la democratización de la economía de mercado”.
Ámbitos reservados a la acción estatal. “La globalización económica y financiera aceleró la difusión planetaria del llamado pensamiento único, la doctrina neoliberal, que adquirió en América latina rasgos y exageraciones ausentes en la versión de los países industriales. En varios países de la región se adoptó la versión más extrema de esta forma de organización económica, restringiendo enormemente el papel de las políticas públicas y de la regulación estatal. Ni en la experiencia japonesa ni en la de otros países asiáticos donde se ha desarrollado la economía de mercado, ni en la europea, se deja tan poco margen para los mecanismos regulatorios o pro-activos del Estado. Incluso en Estados Unidos se reservan ámbitos para la acción estatal desconocidos en algunas adaptaciones latinoamericanas de la economía de mercado. Éstas no son sólo producto de la lógica del capital financiero, que no reconoce controles y que fluye hacia donde existe la regulación más laxa, sino también de los mismos Estados nacionales, que por una suerte de exageración ideológica disminuyen, con entusiasmo militantes, sus propios mecanismos de regulación”.
No al nacionalismo populista; no a la inflación. “No queremos regresar al nacionalismo populista ni a la estrategia semi-autárquica de la sustitución de importaciones que termina finalmente protegiendo la ineficacia de los oligopolios autóctonos. Tampoco queremos regresar a las finanzas públicas inflacionarias de otras épocas. Defendemos un Estado fuerte y democratizado, no el Estado que tenemos o que tuvimos”
Fortalecer la demanda. “El mercado debe ser el principal asignador de recursos, pero corresponde al Estado crear las condiciones para que las necesidades de los más pobres se conviertan en demandas solventes que puedan ser procesadas por éste”.
La tercera vía no existe. “No proponemos una tercera vía porque no existe una segunda. Proponemos una alternativa democratizadora a este camino que se vanagloria falsamente de ser el único”.
Ahorro e inversión. “Cualquier proyecto nacional de desarrollo pasa por la elevación del ahorro interno y por la apertura de nuevos vínculos entre el ahorro privado y la inversión productiva. El capital se hace en casa: en la actualidad, ningún país puede confiar en la posibilidad de desarrollarse con el dinero de los demás. La inversión extranjera es mucho más útil cuanto menos se depende de ella. El ajuste fiscal enriquecedor del Estado (permitiendo el ahorro público y la elevación del gasto social y de la inversión pública en infraestructura) y la organización pública del ahorro privado son dos maneras complementarias de movilizar recursos nacionales para el desarrollo. El blanco debe ser una tasa de ahorro superior a 30% del PIB”.
YouTube La Argentina, siempre tan ensimismada, no se interesa por la vida interna de Brasil: el más poderoso de sus vecinos. Sabe que el Presidente es Lula, y poco más. Los diversos personajes y temas de discusión que dominan Brasil, por importantes que sean, aquí son ignorados. Video Nº 1: Video Nº 2: “Que el enrolamiento sea verdaderamente obligatorio; quien no preste servicio militar, podría prestar un servicio social, y recibir sólo un entrenamiento militar elemental, a fin de constituir una fuerza de reserva que podría ser movilizada en circunstancias de emergencia nacional o mundial”. Este video corresponde a la alocución de Mangabeira ante la conferencia en la cual se creó el Consejo Sudamericano de Defensa. Puede verse en: |