Por Carlos Scavo
Ilustración: Agustín Gomila
También dan liquidez a dos peligrosas especies: los fondos de cobertura –derivados– y los extrabursátiles, asociados a compras apalancadas. Eso sin incluir magnates árabes que son ya accionistas de entidades como Citigroup o Merrill Lynch.
Investigaciones realizadas por el McKinsey Global Institute revelan que los activos de ese nuevo grupo, casi se triplicaron entre 2001 y 2006, año a cuyo fin alcanzaron US$ 8,5 billones (millones de millones). El monto equivalía a 5% de los activos financieros mundiales, alrededor de US$ 167 billones.
Las repercusiones de los movimientos de estos nuevos jugadores desbordan su tamaño relativo y el sigilo que caracteriza a sus operadores. En Estados Unidos, estima McKinsey, las tasas reales de interés (diciembre de 2006) eran 0,75% inferiores a seis años antes gracias a compras de bonos públicos y privados por parte de bancos centrales –Japón, China, Surcorea, Taiwán–, fondos soberanos y exportadores petroleros: US$ 435.000 millones netos, sólo en aquel año. Estos son los cuatro nuevos protagonistas: los grandes exportadores petroleros, los bancos centrales de Asia, y los hedge funds y los fondos de inversión extrabursátil que reciben esta continua inyección de liquidez.
Sin perjuicio de ello, los inversores levantinos persiguen retornos que, suponen, ya no proveerán de colocaciones bursátiles en economías centrales, sino de países en desarrollo. Entretanto, los fondos de cobertura y capital extrabursátil añaden liquidez virtual y volatilidad, vía derivados que permiten a los bancos multiplicar préstamos excluyendo del balance esos instrumentos. Hacia mediados de 2007, además, los fondos de capital extrabursátil tenían efectos desmedidos en el manejo de empresas, vía compras apalancadas y reestructuraciones. Este fenómeno parece ahora en reflujo por una doble crisis: hipotecas y crédito.
Petroleros al frente
En 2006/7, los exportadores de hidrocarburos fueron la mayor fuente mundial de capitales financieros y superaban a Asia oriental/sudoriental por vez primera en 27 años. Este grupo –península arábiga, Nigeria, Rusia, Angola, Noruega, Libia, Argelia, Venezuela– abarca fondos soberanos, petroleras estatales, firmas estatales de inversión y magnates.
Esos flujos se relacionan con crudos que subieron 3,5 veces entre 2003 y 2007, por lo cual buena parte de cuanto pagan estadounidenses y europeos por los combustibles acaba en las alcancías de países exportadores, muchos de ellos monarquías autoritarias. Tanta liquidez explica lo que Benjamin Bernanke define como el “atiborramiento global de ahorro” que mantuvo tasas moderadas durante algunos años. En 2007, por lo menos 250.000 millones de petrodólares fueron al mercado accionario, más de 120.000 millones a títulos de renta fija y unos 50.000 millones a otras formas de especulación ajenas a la economía real.
Si bien esa liquidez adicional ayudó a amortiguar los mercados especulativos, por lo menos hasta la actual doble crisis, también generó presiones inflacionarias en segmentos ilíquidos como el inmobiliario. El problema es si la economía mundial será capaz de absorber futuros aumentos del petróleo sin mayor inflación o retracción generalizada. Los síntomas en EE.UU. son negativos.
Símbolo de la era que comienza Era el jerarca más buscado en Davos. Se llama Bader al Saad y preside la autoridad inversora de Kuwait. |
Capitales: dónde están y adónde van
El consejo pro cooperación del golfo (GCC en inglés) lo maneja Arabia Saudita y lo componen Kuwait, Bahrein, Omán, Qatar y la Unión de Emiratos Árabes (UEA). Dejando de lado la CEI, con Rusia adentro, hace un año sus tenencias en divisas oscilaban entre US$ 1,6 a dos billones. Otros Estados petroleros (Irán, Venezuela, Yemen, Siria y los africanos) representaban alrededor de US$ 350.000 millones. Colectivamente, los exportadores de hidrocarburos implicaban activos disponibles por unos US$ 3,8 billones, 32 veces el PBI estadounidense.
En conexión con varios de esos países, el tema del momento es el auge de los fondos soberanos. A la vanguardia marchan la autoridad inversora de Abu Dhabi (ADIA, US$ 875.000 millones), el fondo jubilatorio estatal de Noruega (US$ 300.000 millones), el fondo estabilizador del petróleo (Rusia, US$ 210.000 millones) y la autoridad inversora de Kuwait (US$ 200.000 millones).
Comparados con los enormes fondos mutuales y de pensión en Occidente, ese elenco parece modesto. Pero vienen expandiéndose a razón de 19% anual desde 2001 y las perspectivas de la demanda mundial de sus insumos apuntan en sentido ascendente. Sobre todo en China, India, Vietnam, etc.
Aun en un extremo imposible (crudos de vuelta a US$ 50 el barril), los países exportadores generarían flujos anuales netos de capital por US$ 387.000 millones anuales hasta 2012. O sea, más de mil millones diarios. En el próximo quinquenio, ello representaría colocaciones por US$ 1,4 billones en títulos, 800.000 millones en bonos y 300.000 millones vía fondos de cobertura y capital extrabursátil. En suma, los activos externos de los Estados petroleros alcanzarían no menos de US$ 5,9 billones hacia 2012.
Si los precios rondasen US$ 70 el barril en ese mismo lapso (tocaron cien en noviembre), los activos externos comprados con petrodólares llegaría a alrededor de US$ 6,9 billones. Semejante masa continuará aportando liquidez a los mercados financieros internacionales, pero reduciendo retornos del capital y creando presiones inflacionarias.
¿Y los beneficiarios?
A medida como se acumulan excedentes comerciales no petroleros, el nivel de reservas adicionales en Asia oriental/sudoriental irá creciendo. Al ritmo de 2006/7, puede elevarse US$ 7,3 billones entre ahora y 2012. Aun si declinase el superávit chino en cuenta corriente en ese período y el de Japón no subiese, el total regional de reservas disponibles en divisas aumentaría US$ 5,1 billones. Por supuesto, en dólares a diciembre pasado.
En pos de mejores retornos los Gobiernos tienden a diversificar activos. Sus fondos soberanos empiezan a canalizarlos siguiendo la pauta de los petrodólares. Así, la inversora estatal de Singapur, creada en 1981, hoy maneja activos por unos US$ 200.000 millones y proyecta elevarlos en 50%
Este tipo de tendencias beneficiará a los países involucrados vía retornos. Al mismo tiempo, distribuye liquidez fuera de los volátiles mercados estadounidenses de renta fija. Dado que los montos destinados a comprar activos crecen exponencialmente, el proceso no presionará sobre las tasas en EE.UU., menos con la Reserva Federal en tren de rebajarlas. Con el tiempo, no obstante, una parte del aumento de inversiones originadas en fondos soberanos posiblemente vaya a mercados en desarrollo.
Sin embargo, los grandes beneficiarios de esos flujos son los fondos de cobertura (derivados) y capital extrabursátil. A mediados de 2007, los activos manejados por los primeros totalizaban US$ 1,7 billones. Añadiendo operaciones apalancadas, ambos canales tal vez hayan alcanzado seis billones.
Si bien los fracasos o depreciaciones de varios fondos multimillonarios vienen achicando ambos segmentos desde agosto, los inversores del GCC y similares siguen siendo buenos clientes, con alrededor de US$ 350.000 millones adicionales comprometidos al fin de 2007. Inclusive si perdieran gran parte del impulso –digamos, a apenas 5% anual–, para 2013 llegarán a 3,5 billones. Tomando en cuenta apalancamientos, los fondos de cobertura representarían nueve a doce billones en inversiones brutas. Eso equivaldrá a casi un tercio de los activos mundiales controlados por los fondos mutuales.
Obviamente, persisten las inquietudes sobre el crecimiento de esos fondos especulativos y su capacidad de desestabilizar mercados ya tambaleantes. Pero McKinsey es curiosamente optimista al respecto. Sus investigaciones sostienen que, durante 1997/ 2006, varios factores han reducido –aunque no eliminado– los riesgos de crisis generalizada si uno o más fondos colapsan. Por supuesto, este trabajo se terminó antes de que la crisis actual (hipotecas, iliquidez crediticia) remontara vuelo y obligase a rescates por parte de los grandes bancos centrales (noviembre en adelante).
Por el lado positivo, cabe acotar que sus estrategias inversoras vienen diversificándose. Hace diez años, más de 60% de activos estaban colocados en apuestas sujetas a indicadores macroeconómicos. Esta proporción descendió a 15% en 2006. Arbitrajes y otras estrategias de mercado neutras se han hecho más comunes, lo cual reduce riesgos de “efecto manada” y, por lo menos hasta agosto o septiembre, contuvo los cimbronazos de las malas hipotecas.
Es el caso de los fondos de capital extrabursátil. Aun si el cese de pagos o insolvencias crecieran abruptamente, no afectarían demasiado a los mercados. En 2006, representaba apenas 11% de los préstamos a empresas en Europa occidental y EE.UU. Si sus carteras desactivadas llegasen a 15% (el pico anterior era 10%), las pérdidas implícitas significarían 3 y 7%, respectivamente, de las transacciones sindicadas en esas zonas.
Al cabo, sean cuales fueren las futuras tendencias en tasas o precios petroleros, un “nuevo orden” en intermediación financiera irá redefiniendo el ritmo y estructura en los mercados de capitales. A su vez, los fondos soberanos y jugadores similares deberán ser mucho más transparentes en el sentido occidental del término.
Inversores de medio mundo En 2007, los saudíes adquirieron una planta plástica en Massachusetts. Un francés abrió una fábrica de partes en Michigan, creando 190 empleos en un estado que perdió miles. Una firma británica produce hoy jarabe para la tos en Nueva Jersey. |