¿Hacerse global o uedarse en casa?

    Según se señalaba en un reciente encuentro de Wharton sobre marketing,
    marcas como Budweiser o Johnnie Walker son activos valiosos, pero también
    pueden perder empuje si comienzan a expresar cosas diferentes en diferentes
    mercados.
    Así, en pos de equilibrio, Johnson & Johnson elaboró un plan
    que partía de “definir el núcleo de cada marca”, señalaba
    Linda Wallace, vicepresidente de la firma. “A continuación, lo
    traducíamos en palabras, imágenes y música, con un amplio
    margen de flexibilidad. Ello se debe a que hábitos y preferencias varían
    de mercado en mercado”. Por lo mismo, los marquetineros tratan de determinar
    cómo la posición actual de un producto, en cierta área,
    influirá en futuras ofertas. “Existe un riesgo. Si se ubica un
    producto –explica la experta– diferenciándolo demasiado de
    mercado en mercado, habrá mayores costos y se crearán problemas
    operativos”.
    Algo que J&J nunca hace es sacrificar precios de marcas muy conocidas, sólo
    para imponerlas en nuevos mercados. La compañía cree que sus apósitos
    Band-Aid compiten tan bien que su alto precio relativo es una ventaja. “Por
    el contrario –indica Wallace–, estamos dispuestos a bajar márgenes
    sobre determinados rubros cuando se trata de penetrar mercados. A veces, modificamos
    la presentación para poner un producto al alcance de más gente”.
    Por ejemplo, J&J suele ofrecer Band-Aid en un envase de cuatro tiras, en
    vez de la caja grande.

    “Uno es lo que toma”
    Diageo, el grupo británico de vinos, cervezas y bebidas espirituosas
    “también se atiene a altos precios relativos, aun al penetrar mercados
    nuevos”, señala Robert Warren, vicepresidente primero. “Nunca
    haríamos rebajas sólo para vender más. Uno no lo haría
    con Johnnie Walker etiqueta negra ni con el ron Captain Morgan, el gin Tanqueray
    o la Guinness stout”. Pero, en algunos países, lo hacen con Johnnie
    Walker etiqueta roja.
    Al encarar un mercado o segmento nuevo, Diageo no rebaja precios, sino que ubica
    grupos de consumidores dispuestos a pagar por sus productos. “Con frecuencia,
    uno es o simula ser lo que toma. La gente –subraya Warren– paga
    más por lo mejor y aún más por la imagen”. Por eso,
    los fabricantes de bebidas alcohólicas tienden a presentarlas como refinadas
    (etiqueta negra, Tanqueray) o de onda (Captain Morgan). “En este negocio
    no podemos vender bondades funcionales, sino proyectar símbolos, imágenes,
    estilos”
    En Estados Unidos, las cerveceras llegan al extremo de asociar marcas con patriotismo.
    Esto lo hizo evidente, no hace mucho, una disputa entre Anheuser-Busch (dos
    apellidos teutones, de paso) y SABMiller. La primera viene desde hacer tiempo
    presentando a Budweiser como ”reina de las cervezas” (título
    que en Alemania proclama Warsteiner) y, últimamente, tachaba a Miller
    como “reina de las carbonatadas”, un insulto entre cerveceros.
    En tren de ironizar, Miller declaró que prefería ser presidente
    de las cervezas. “En este país –sostenía– no
    somos tilingos que se inclinan ante una corona”. Anheuser-Bush no lo dejó
    ahí y contraatacó apuntando que Miller es extranjera, propiedad
    de la sudafricana SAP y atiende en Londres. El pleito terminó ante los
    tribunales.
    Pero había un matiz descuidado por SABMiller: A-B comparte Budweiser
    con su homónima checa (austríaca hasta 1919). Esto hizo crisis
    en la última copa mundial de fútbol. La Budweiser estadounidense
    auspiciaba los partidos que se realizaban en Alemania, donde ese tipo de cerveza
    liviana no gusta y debe competir con docenas de marcas locales, algunas de ellas
    históricas. Fue un fracaso. Para colmo, la etiqueta de la Budweiser checa
    –una pilsen– es de idéntico diseño y lleva los mismos
    colores.

    Cómo entrar
    Estos episodios apuntan a otro problema de los marquetineros: cómo entrar
    en mercados diferentes. Una solución muy común es comprar una
    empresa ya establecida y eso hizo SAB con Miller. Existen ventajas operativas
    tales como personal familiarizado, una red de distribución lista y una
    marca popular. Pero el método exige verificar si la marca local no excede
    lo que la compañía global quiere o necesita.
    En Australia, por caso, la cadena de comidas rápidas Burger King opera
    con la marca Hungry Jack’s (algo así como “Dieguito el hambriento”),
    porque una prestigiosa franquicia local –adquirida por el gigante estadounidense–
    pudo más. En 2003, la firma se rindió a la realidad.
    El nombre no es la única manera de expresar el origen de un producto
    o servicio. “Colgate-Palmolive tiene presentaciones diferentes de su dentífrico
    alrededor del mundo”, explica Silvia Lin, directora a cargo de esa línea.
    “A veces, se ve el nombre Colgate en mercados que no hablan inglés
    y, otras veces, se usa otro nombre. Pero el envase colorado no cambia, pues
    es más representativo que la marca misma”.
    En lo tocante a alcanzar clientes, diferentes sectores responden en distinta
    forma a campañas de marketing y publicidad. La venta directa funciona
    muy bien en América septentrional, pero no en China, India ni media Sudamérica.
    No obstante, su correlato –los avisos en vía pública–
    llega en Beijing o Shanghai a un grado de espectacularidad sólo rivalizado
    por Times Square, en Manhattan, pero no habitual en el resto de EE.UU. Fuera
    de ese segmento, el marketing directo depende de un sistema eficaz en materia
    de teléfonos, redes postales y correo electrónico. No todos los
    países del mundo los tienen.

    En el ciberespacio
    Por supuesto, Internet ofrece un vasto campo para segmentar y personalizar mensajes,
    cuando no servicios o productos. Wharton no ha descuidado sus efectos en marketing.
    Según Elizabeth Poon, gerente regional del grupo holandés Unilever,
    que incluye la línea de jabones y cosmética Dove, “la gente
    desea interactuar con marcas vía la Red. La hemos aprovechado para promover
    esa tendencia. Funciona bien en el caso de ciertas cremas y aceites Dove, cuyas
    campañas permiten al público crear avisos y competir presentándolos”.
    Erin Matts, de la consultora OMD, también sostiene que Internet crea
    oportunidades continuamente. Pero, advierte, “el medio está todavía
    en la infancia como herramienta de marketing. Genera una masa de mediciones,
    como por ejemplo las de visitas o clics en vínculos sucesivos, carentes
    hasta ahora de significado comercial”.
    Al respecto, Michael Lamb (McKinsey) señala que “el cibermarketing
    tiende a alcanzar gente que ya conoce una compañía, producto o
    servicio. Pero aún no llega a personas ajenas a ellos. Por supuesto,
    la estrategia de Google basada en venta de palabras claves de una búsqueda
    es muy exitosa. Sin embargo, no queda claro hasta qué punto lo aplicable
    a medios digitales será valido en otros campos del marketing. En particular,
    percepción de marca”.







    Nunca hay que perder foco


    A medida que los medios generados por el usuario crecen en volumen
    e importancia, muchos anunciantes han comenzado a experimentar con entusiasmo.
    Esos esfuerzos abarcan una amplia gama de actividades que incluyen publicidad,
    relaciones públicas, servicio al cliente y hasta desarrollo de
    producto. A veces los resultados son iniciativas interesantes, como
    el reciente reclutamiento por Netflix de más de 25.000 “consumidores
    desarrolladores” para que, con las ideas que aporten, contribuyan
    a mejorar su algoritmo de recomendación de películas.
    La mejor idea obtendrá un premio de un millón de dólares.
    Cuando se habla de contenido generado por los usuarios se alude al contenido
    online creado por los consumidores o navegantes de la Web,
    sea a través de blogs, comentarios sobre los productos
    o servicios escritos por los usuarios, videos generados por éstos,
    sitios donde se comparten fotografías, fuentes informativas como
    Wikipedia y redes sociales y de negocios como MySpace.com, o mundos
    virtuales como Second Life. Todos estos mecanismos representan una tercera
    parte del tiempo consumido en los 100 sitios estadounidenses más
    visitados.
    Sin embargo –sostienen Amy Guggenheim Shenkan y Bart Sichel, consultores
    de McKinsey– los anunciantes que se disponen a prestar oídos
    a miles de voces, corren el riesgo de perder foco. A veces porque no
    ven con claridad en qué área la participación del
    cliente podría ser más útil; otras, porque tropiezan
    con problemas de relaciones públicas que suelen derivarse de
    un excesivo acercamiento con el cliente. Una manera de aumentar el foco
    es adoptar un método de arriba-abajo, y comenzar dibujando un
    mapa conceptual que conecte la marca de la compañía, el
    negocio y las características del cliente con sus actividades
    centrales de marketing que podrían beneficiarse con los medios
    generados por el usuario. Si bien el mapa de cada compañía
    será algo diferente, los principios generales son aplicables.